Partida Rol por web

-Aquí no se come, oh ser ectoplásmico! Solo nos regodeamos viendo a los vivos elucubrar teorías, además de hacer también nuestras tareas. Dilaila estaba muerta desde poco antes que yo, y habiéndome matado ella (tú), y encontrármela aquí, pues algo no cuadraba, jaja. Además el pasadizo de la capilla es de dirección única, de hecho yo pensaba utilizarlo para llegar a ella y hacer allí mi tarea, el fallo fue que tú y yo nos cruzamos en el camino. Maldita sea mi suerte. Pero al fin he tenido justicia, y Dilaila no tardará en caer. Primero por ausencia, y cuando por fin habló dio argumentos muy pobres y contradictorios. La tienen enfilada... mejor vayámosle haciendo sitio aquí.

Es muy cierto, mi señora. Dilaila no supo defenderse bien. Influyó muy negativamente que no participara y, cuando por fin lo hizo, lo hizo (y perdón) con cierta torpeza. 

Una pregunta, si no es molestia, ¿cómo se percibió mi defensa desde el más allá que aquí es el más acá? ¿Y Armand? ¿Dónde anda ese botarate?

-Por aquí anda, ya se aparecerá (nunca mejor dicho). Greyrat estuvo a mi entender muy certero en sus deducciones, aunque errase el tiro con Armand. Pudiste sembrar duda, y sabiendo tu vena traidora me gustó ver cómo te defendías. Sí que caiste en incongruencias sobre las estancias y las direcciones, porque lo de la capilla estaba claro. Hasta a mí estando viva me dijiste que ibas allí a rezar. Ellos hablaban de las puertas para siervos, pero se olvidaron de que de allí también se salía por el pasadizo, y nadie lo nombró. De haber caído, te hubieran pillado antes. No estuvo mal, Angus! Mis dieses!

Armand, que desde que es un fantasma ya no tiene miedo a decir lo que piensa, flota hasta el franciscano y le mira.

- ¿Llamaba usted, cambiaformas? -le pregunta en un tono molesto.

- No tema, en realidad no es su alma la que he maldecido, no se preocupe. Toda mi ira va hacia ese avaricioso de Greyrat. -gruñe el esclavo, volviendo a flotar alrededor de Greyrat, mas sin poder hacerle daño alguno. - ¡Maldición! ¡Confiaba que ahora sí podría darle una bofetada fantasmagórica!

- Reconózcalo, escribano cambiaformas: ¿a que usted también le provoca náuseas el amor que parece sentir Greyrat por su propia voz?

—Uno menos. Falta caer la última traidora, que pronto la tendremos entre nosotros según el consejero y terminaremos con esta pesadilla. Gracias a nuestros sacrificios, los vivos tendrán más que suficientes provisiones para aguantar medio año de guerra. —Decía, mirando el espíritu del franciscano salir de su cuerpo y quedarse atrapado en la mansión junto a ellos. Ni siquiera el demonio tenía fuerzas para llevarse las almas retorcidas.

Las palabras del escribano sonaban igual de armoniosas que en vida, aunque ya supiéramos en qué bando se encontraba, lo que hacía pensar que todavía se encontraba cierto fulgor en su espíritu.

—Dado que no tuve tiempo de confesarme después de arrancar la cabeza del inocente Armand, iremos juntos al purgatorio. En nuestro estado ya no merece la pena seguir batallando, así que déjame decirle que la anterior noche consiguió sembrar la duda con su dialéctica. No tenía muy claro quiénes podrían ser los verdaderos asesinos. En el día de hoy pensé que conseguiría engañar a todos de nuevo hasta que la señora Patamás le señaló a usted en vez de a la maldita. Tenía esperanzas de que ella cayese primero por su torpeza, pero consiguió venderle como a un saco de trigo.

Claire no se decidía a hablar al franciscano. Estaba muy dolida. Prefería no saber. Pero no pudo contenerse.

Que le perdonen mis compañeros y Dios, pero yo no.

Fuís como un padrino para mí, le se tenía en gran estima. Y creí que tú a yo también.... Pero no.

Mataste con mi rostro. Con mi nombre. ¿Por qué? ¿Qué daño le hací yo? No sé porque traicionó al Señor Fuese... ¿pero a mí?

-Se viene Dilaila en nada. Ya podemos hacerle pancarta de bienvenida.

- Y otra vez me interrumpen con las tareas...

El esclavo solloza. El mundo es demasiado cruel para la gente diligente y trabajadora como Armand. ¿Llegará el día en el que se aprecie la labor del servicio?

-Ni muertos nos dejan trabajar, Armand!

- Un día de estos, los franceses nos rebelaremos y rodarán cabezas. -le dice el esclavo a la señorita Mary Reilly, con expresión solemne.

Dos ojos vaporosos rodaron por las cuencas huecas del fantasma de Claire Verte. Otra vez no, pensó. El inaguantable de Greyrat quería seguir demostrando lo inteligentísimo que se creía que era.

La sirvienta dejó caer su aura en una silla, en pose cansada.

Aquí vamos otra vez... Espero que acuse directamente a Dilaila y el resto voten. ¡Qué de acuerdo estoy con Patamás!

Un beso gris voló desde sus labios al rostro de la cocinera.

No os preocupéis por el trabajo... En breves ascenderemos al Cielo... Menos vos, Angus, el Diablo le aguarda.

Miró de reojo a Armand. En él tampoco reconocía al hombre que creía haber conocido en vida. Sus sentimientos hacia él se iban apagando. ¿Por estar muerta? ¿Por la actitud de él? Ya no quería echarse en sus brazos como sus "mujeres francesas"... Mary encajaba mejor en esa "descripción".

Calma, señoras, señores, calma. Ese Greyrat ha visto que la única oportunidad que tiene de salirse con la suya es no dejar pensar... y para eso nada como darle salida al enorme ego que posee.

La pobre Dilaila, espero que pueda defenderse mejor. Solo le veo dos salidas. Una, mantener que Greyrat tenía razón en cuanto a Armand, y tratar de revertir la opinión que tienen de mi. O bien, la más arriesgada, tratar de enemistar al resto para con el Consejero de la Moneda. Solo así... solo así...

Aun no entiendo como... ¿por qué me acusó de mentir la señora Patamás? Dije la verdad en cuanto a mi posición cuando miró el mapa... tal vez mintiera con anterioridad, pero no en ese punto, pues sabía que el señor Greyrat ese haría uso de sus tablas de excel* a la primera oportunidad.

* Siiiiiiiii, de acueeeeeeeeeeerdo, que estamos en mitad del siglo XVI, XVII o XVIII... pero... queda bien ponerlo ¿no? Total...

—Creo que es porque Patamás consultó el mapa de localizaciones antes y después del apagón, sabiendo cuántas personas, no quienes, hay en las estancias principales, no en los pasillos. También se creyó la versión de Marygold de ver a Jack pasar de H a I, deduciendo que la del salón de invierno era Marygold, no usted. Pero no debió atenderla bien cuando minutos antes ella dijo que se dirigía a intendencias, que no pudo ser porque allí estaba Patamás consultando el mapa y debió cruzarse obligatoriamente.

Algo así... pero... dijo que mentí yo en mi declaración... y no lo hice. Dilaila es cierto que vio al bueno de O'Lantern, pero no era O'Lantern, sino yo... y ese fue un claro error, pues divergía de lo dicho por el propio Jack y me ponía a mi en el candelero, por el tema del pasadizo secreto.

Mmmm... 

Mi buen Armand... mira que traté por todos los medios de salvarle la vida. Ese Greyrat es como un perro rabioso, una vez trincada una pata, no la suelta. Por eliminar a los dos infiltrados, no le importa lo más mínimo si debe de matar a todos los demás.

—Usted y Armand estuvieron en su punto de mira, ya que algo no cuadraba en vuestro encuentro. Si Armand quedase libre, a quien hubiésemos arrancado la cabeza sería al verdadero impostor. Si me pregunta a mí, me parece que tener tanto tiempo para deliberar y analizar las cosas, en vez de ponerse a trabajar, sobre todo para decir exactamente en dónde estuvimos y con quiénes nos cruzamos, jugó en vuestra contra. Más teniendo a un consejero tan analítico. No me quiero imaginar cómo hubiese sido de él ser el traidor.

- Bah, yo tenía claro que iba a ser de los primeros en morir. En todas mis reencarnaciones me pasa y en parte es mejor, muerto se estresa uno menos. Además, sí cometí varios errores moviéndome por la Hacienda y tampoco vi a nadie desde que abandoné Luces después de cruzarme con la señorita Claire y usted mismo, cambiaformas que ahora va de santo. Así que poco podía decir contra un perro sarnoso como Greyrat.

Armand vuelve a intentar dar una colleja fantasmal a Greyrat, sólo por si esta vez algo ha cambiado. Pero parece que no.

- La señora Patamás me representa.

¿De Santo? Pardiez, no - dije, a modo de respuesta, mientras me santiguaba - no aspiro a tanto, señor Armand. Solo fui fiel a mi... mmm... nuevo señor. Si, creo que se dice así. 

Lord Gueuse, que pronto dejará de ser señor para convertirse en señorita, es un avaro. Me tenía a todas horas trabajando, redactando. Si, mi querido Urquhart... está bien... pero, ¿por qué no cambia eso? Si... mejor cambiarlo - comencé a decir, imitando el timbre de voz de Aimons Gueuse, subido un par de octavas - era un explotador, se pasaba por el forro la Ley de Prevención de Riesgos Laborales de veintisiete de marzo del año de nuestro señor 1241, firmada por el mismísimo Rey François Delacroix Croissant... ni una vela me dejaba... así no hay quien trabaje. Así que, lo traicioné. Lord Imposth me daba una estancia con ventana. ¿Saben lo que es escribir con luz solar? 

Bah... déjenlo. Solo fui fiel a mis principios. Que no fueran concurrentes con los suyos es, mmm, secundario.

Pero coincido con usted en lo de "perro sarnoso".

Y sí, admito que quizá con el joven Armand me precipité y pude cometer un error por mis prejuicios hacia el hediondo esclavo

Ah jajaja, hediondo, hediondo, rima con lirondo...

Y es que el extremadamente serio franciscano le iba cogiendo el gusto a eso de estar muerto y que sus actos no tuvieran consecuencia alguna. Años y años de reprimir sus impulsos estaban siendo liberados como un torrente.

- Falacias. ¿Una habitación con ventana a cambio de degollar a todo el servicio? No es usted menos despreciable que Lord Gueuse o Lord Imposth.

Armand estaba indignado con el escribano.

- Yo por lo menos habría pedido algo más. Una cabra y dos doncellas, o algo así.

- ¡Y hablando de cabras! -el esclavo se gira hacia la señorita Mary Reilly. - ¿Es cierto que calentabas la alcoba de nuestro Señor? Circulan rumores de que a usted le gustaba hacerlo a la francesa... de ahí su acceso a los túneles secretos.

Y sí, admito que quizá con el joven Armand me precipité y pude cometer un error por mis prejuicios hacia el hediondo esclavo.

- Espero convertirme en alma errante y torturar tu alma hasta tu muerte, perro sarnoso de la moneda!! 

-En lo que respecta a encender la chimenea, sin duda, forma parte de mis labores. Lo demás, ya quisieras tú saberlo. Ni muerta tengo que contarte mi vida, fisgón! Envidia que me tienes, que podía usar los túneles hasta que me pillaron.