Partida Rol por web

Un puñado de husares del Ejército francés en Andalucia está destinado a convertirse en héroes... o en simples cruces a un lado del camino.

Esta mañana del 20 de julio de 1808, el sol ha salido hace una hora, y aunque no sabeis que en veinte minutos vuestra vida se complicará terriblemente, muchos ya empezáis a sospecharlo.

No es ninguna sorpresa, porquee sta campaña en Andalucía, al igual que todo el asunto de la invasión de España, tiene mal pie. Aunque el Emperador ha conseguido que la corrompida monarquía española le entregue la corona con un poco de "persuasión" (una de esas miradas suyas que vale por cien cañones), el pueblo llano, inspirado por curas y oportunistas, se ha levantado en armas. Con lo que al ejército francés le toca la injudiosa tarea de pacificarlo.

Y en eso estáis ahora mismo, junto con dos divisiones al mando del general Dupont, héroe de Austerlitz, encargada de tomar Cadiz.

No es que a ninguno de vosotros le moleste pelear, pero no tiene mérito vencer a labriegos y bandiduchos como ésos. Ni siquiera tiene gloria luchar con el ejército español, que por lo general da un ejemplo lamentable. Sus hombres están mal entrenados, sus oficiales no sabrían dirigir una maniobra ni que les fuera la vida en ello, y por lo general huyen en cuanto la caballería (vosotros) les acomete por los flancos.

Con todo, el calor es espantoso, las moscas omnipresentes, el vino aguado, y los posaderos le meten tanto ajo a la comida que más de uno ha pensado en ahorcar alguno de ellos per encourage les autres (para motivar a los demás).

A ello se suma que el ejército lleva días detenido en medio de las montañas de Sierra Morena  (Andalucía). Y que según todos los rumores el enemigo se acerca por todos lados, y que el general Dupont está enfermo. Y que los oficiales superiores parecen más interesados en proteger el botín del saqueo que en pelear.

Por lo menos habrá pelea, pensáis algunos. ¡ Pero no! Os han mandado de piquete a una casucha a 20 km del cuerpo principal.

Todo porque vuestro sargento Ronfort dijo en voz alta que esta campaña se estaba librando tan mal que será un milagro si os las apañáis para ser derrotados a secas.

O tal vez fue que el amigo Chamberlac desafió en duelo a un teniente de cazadores, por oirle murmurar: "¿Bonaparte? No sé, no sé". Y este, mira por donde, también se llama Dupont.

O quizá fue que el simpático Marcel le guiñó el ojo a una linda cantinera, la cual soltó una risita encantadora que no le gustó nada a su amante, aquel coronel tan gordo.

O quizá porque el intrépido Legrand se jactó de que erais capaces de conservar aquella casa contra una brigada entera, si hacia falta.

En todo caso, para bien o para mal, ahí estáis junto con otros seis compañeros (Leblanc, Montour, Gudin, Rebec, Guebhard y Villèle) en la casucha rodeada de campos en barbecho.

Al mando tenéis al joven teniente Moret (19 años). Un joven muy serio que está en su primer mando.

Me acerco a nuestro imberbe teniente y le digo con un tono claramente ironico

Y bien mi gran teniente .- digo esto último con marcada ironia. ¿Cuales son las ordenes aparte de aburrirnos?

Manda cojones que yo a mis años le tenga que andar preguntando a este cabron que seguramente solo conoce las cargas de caballerias por los manuales...

Legrand estaba situado al lado de Marcel y se estaba aburriendo de lo lindo. Por su parte consideraba que la campaña del ejército francés en España poca gloria podía reportarle, el ejército español era lamentable y batirse contra el populacho le  parecía indecente para un húsar.

- Joder, esto es un auténtico aburrimiento. Me da que esos pobres diablos no se atreverán a acercarse a una milla a la redonda.- le comenta Legrand a Marcel esperando iniciar una conversación de circunstancias.

A ver que pasa con todo esto. No se si ese tenientucho estará a la altura: es un condenado crío que aún ni se afeita.

Al joven no le gusta el tono del sargento, pero está acostumbrado a que no le guste su tono.

- Las órdenes, sargento, son estar atentos por si se acercan los españoles y guardar saliva.- contesta el teniente mientras se afeita ante su pequeño espejo de latón.- Ponga un hombre de guardia en el camino y otro en los sembrados.

A sus ordenes mi gran teniente .- Con un taconazo sale de la vista del teniente y se gira hacia el grupo de husares que hay alli

Vamos a ver, Leblanc cubre el camino y tu Rebec quedate en los sembrados si veis algun español pegar la voz de alarma, aunque mucho me temo que nos quedaremos sin oir sus lindas voces .- dice en un tono confiado, acostumbrado al mando

A estos me gustaria verlos en una carga...seguro que mas de la mitad va retrasando el paso para no ser los primeros en llegar al enemigo en el primer impacto...excepto Legrand...no se, le veo algo distinto a ese muchacho...seguro que puedo esperar grandes cosas de el...aunque de tantos cobardes las he esperado.... .- el sargento se queda fijo en el horizonte, ensimismado en sus pensamientos

Tras tomar el desayuno  (consistente en pan, queso y unos tragos comedidos de la cantimplora, pues la poca agua que hay en el misero pozo solo vale para los caballos), pasais el rato como podéis. Algunos montan una partidita de cartas (sin apuestas: están prohibidas). El teniente enseña a los dos novatos, Montour y Guebhard como se toca la corneta. Los gallos que sueltan arrancan risas de los veteranos.

El calor pronto será matador. Se oyen a lo lejos unos ruidos que según algunos son truenos, según otros, cañonazos.

De repente, se oyen los gritos del soldado Leblanc:

- ¡Vienen españoles!

Todo el mundo se apresura a coger sus armas, pero tras mirarlo por el catalejo, el teniente ve que son media docena de jinetes... con bandera blanca. Se detienen a unos 120 metros de la casa y hacen señales con ella.

- Creo que quieren hablar... Lesniak,  Chamberlac y Montour conmigo.  Sargento quédese con el resto. Todos montados y a punto.

Lo miro con odio por haberme dejado atras

Jodido crio, quien se cree que es....dejarme a mi de retaguardia...esto en los buenos tiempos del consulado no pasaba...sabian diferenciar un buen soldado, jodido crio y jodido imperio....

Bueno muchachos .-grita a los demas que se quedan con el. En medio minuto os quiero montados y formando , formacion en linea de a uno, sujetar bien las riendas por si debieramos salir al galope...!VAMOS¡.- grita mientras todos los pensamientos de su cabeza se van transformando en ordenes mientras va a buscar a su caballo, monta y espera a que los demas vayan acomodandose a su lado

Legrand le suelta un amistoso codazo a su compañero mientras sonríe.

- Venga Marcel, qué esto se pone interesante.- le dice levantándose y preparándose para cumplir las órdenes de su sargento. Legrand se desplaza hasta su caballo Petit una bestia negra de gran tamaño a la que domina en combate con gran pericia. El húsar se sube al corcel y dirige el caballo hacia la línea que van a formar las monturas de sus compañeros.

Cuando está listo, desenvaina el sable con un siseo nada tranquilizador y que presagia sangre.

- A sus órdenes mi sargento. Listo y a la espera.- le dice apoyando su arma contra el hombro.

Joder, ya era hora. Espero que el niñato ese no acepte las chorradas que los españoles puedan decirle y les demos una buena carga.

Veo que Legrand es el primero en llegar

Excelente soldado, este atento a cualquier cagada del niñato y cargaremos, que se enteren esos españoles de quien manda en Europa, ademas segun mis pronosticos en unas 2 semanas ya habremos acabado y podremos ocuparnos en empresas mas importantes, como Rusia o que se yo .- le comento a Legrand como quien esta en una taberna charlando, totalmente acostumbrado a la situacion

VENGA SEÑORITAS, QUE NO TENEMOS TODO EL DIA.- les grito a los demas

Todos los seleccionados montáis en vuestros caballos y os dirigis al paso hasta los españoles. Media docena de hombres vestidos con ropas de campesino combinado con piezas dispersas de equipo militar (un chacó allí, un correaje allí), armados con trabucos y armas tan variadas como su indumentaria.

Cuando llegáis a distancia prudencial, el teniente ordena deteneros. A través de Lesniak el suizo (el único que habla epañol) grita a los españoles:

- ¿Qué quieren?

Como respuesta, el que parece el jefe, le alarga un papel que lleva clavado en la punta de una lanza. El teniente lo arranca de allí y lo lee. Se queda pálido:

- Es una orden de rendición... de toda el ejército. La firma el general Dupont. Conozco su firma...

Los que estáis allí quedáis cohibidos: ¿es posible que dos divisiones francesas se estén rindiendo de esa manera?

¿Dupont derrotado? ¡Venga ya! ya les gustaría a estos pobres diablos derrotar al glorioso ejercito del Imperio. Somos los mejores profesionales de Europa y unos pobres diablos con trabucos no pueden con nosotros... ¿no?

Legrand escucha las noticias con escepticismo. No se traga que los españoles, que no tienen disciplina ni un ejército bien preparado, hayan vencido a lo más escogido del ejército francés.  De todas formas, si la situación es tan desastrosa... Legrand no se rendirá, no en esta vida. En voz muy baja, de modo que sólo le oiga el sargento comenta:

- No me trago que Dupont la haya cagado. De todas formas si es cierto, puede irse al infierno, yo no me rendiré diga lo que diga ese niñato con galones de teniente. Supongo que usted tampoco, y alguno más fijo que piensa como yo. Cuando llegue el momento estoy a sus órdenes, n olo dude.-

Quedo atonito ante la noticia y espero a que el tenientucho vuelva

Joder, es que no quedan ya buenos soldados como en la convención.. .- digo meneando la cabeza de un lado a otro. Si estos mindundis esperan que nos rindamos ante ellos aqui y ahora la llevan clara, por muy asquerosos que sean las ordenes de un superior, son las ordenes .- escupo a un lado. Si quieren este puto terruño, adelante, que se lo queden, pero que no sueñen ni remotamente que André Ronfort se va a rendir aqui y ahora ante ellos, cabalgare hasta la unidad mas proxima y me unire a ellos, si no aceptan estas condiciones, ordenare la carga, diga lo que diga usted Teniente.- le digo seriamente y tomando el control inconscientemente debido a la juventud del mando

A ver, parejita: podeis hablar entre vosotros pero no con el teniente, pues él está unos 100 metros más adelante.

Yo sere un ladron mentiroso, pero prefiero morir en batalla que rendirme ante un puñado de desarmados y poco amaestrados hombres, que son los putos españoles.
Morire luchando si es presiso pero en mi epitafi no va decir "el fue lesniak el cobarde"
Por eso doy mi apollo al sargento André Ronfort, si tenemos que morir aorita dios sabra porque.
Auque prefiero uir para regresar con mas apollo luchare si es presiso.

Con la orden aun en las manos, el teniente Moret sospesa sus opciones. ¿Qué es lo correcto? ¿Qué es lo honorable?

Tras unos dolorosos segundos, se acerca a los españoles y desenvaina su sable.

¿Pretende atacarles? ¿Pretende entregarlo para rendirse?

En cualquier caso el teniente no llega ni a sacar su arma de la funda, porque un español grita:

- ¡Traición!- y le dispara un trabucazo. El disparo le alcanza en la cabeza y cae del caballo como un titere con los hilos cortados, su montura se encabrita.

El joven Guedhad, con su rostro pecoso encendido, suelta un grito de horror:

- ¡Han matado al teniente!- y desenvainando su espada, carga contra los españoles.

Malditos bastardos pero es que no ven que ese gilipollas se iba a rendir .- murmuro muy bajito

Que lejos queda el gran honor de Jena, de Austerlitz,los buenos tiempos...

Muy bien muchachos con ese gilipollas muerto, tomo el mando, desenvainad la espada muchachos , recordar las maniobras, al trote al principio y cuando yo de la orden al galope, sino ahogareis al caballo .- me pongo delante de todos. Vamos hijos de Francia, demostrar de que estais hechos,  SEGUIDME, ¡ POUR L'EMPEREUR! .- grito mientras voy al trote hacia los pobre españoles

No creo que me asciendan por esto, pero no podemos permitir que una panda de puteros y borrachos nos minen la reputación...