Partida Rol por web

Juno escucha en silencio, no te interrumpe. Cuando acabas asiente un momento, y parece juntar las palabras mentalmente antes de intervenir. —Entiendo cariño. No pasa nada. Es una putada lo de tu hermana, pero me temo que de este lado, las putadas van a ser más habituales de lo que te imaginas.— dice en tono comprensivo. Pero luego mira de regreso hacia la sala.

—Volvamos. Ya que sé qué queréis, seré franca con vosotros. Quizás no pueda ayudarlos mucho, pero si es lo que buscáis...— dice, y parece no querer terminar la frase. Se encoge de hombros y simplemente dice —Vamos...— y comienza a caminar de regreso hacia la sala de estar en donde se encuentran tus compañeros.

Juno y Leah aparecen por la puerta nuevamente. La mujer tiene una expresión más bien seria que cuando se fue. —Leah me ha dicho lo que realmente buscáis: Al Marqués...— dice, y el ánimo circundante parece empeorar un poco, como reflejando la duda o el peso siniestro detrás de aquel título.

Mira fijamente a Doug. —Tratad de que no os maten de nuevo por ir metiendo las narices en asuntos que no comprendéis del todo, en especial porque tenemos un trato. Os diré todo lo que sé, y ojalá os sea de ayuda.— comienza a hablar, esta vez dirigiéndose a todos. —Algunos de mis clientes se han encontrado con este tío. Si es un espectro, o algo peor, no lo sé. Pero os puedo decir que todos cuentan una historia similar, todos quedan suficientemente asustados como para no querer topárselo de nuevo y muchos de ellos se sienten afortunado de haber salido con su alma intacta, ya que cada vez que aparece el Marqués... alguien deja de existir permanentemente.— dice con cierta gravedad. —Aunque estéis verdes, creo que no necesito explicaros que acabar con quien está muerto no es fácil, pero el Marqués tiene sus propias artes, según cuentan los testigos. Muchos piensan que es simplemente un asesino despiadado que quiere acabar con todos los Wraiths en la ciudad...— y hace una pausa larga. —... y sin embargo, conozco a más testigos que víctimas de sus ataques— concede bajando la voz, como si esa última frase fuese para sí misma.

—Personalmente, a mí, me pone los pelos de punta. Pero no es lo que os dirá todo el mundo. Alguno de mis clientes incluso se ha alegrado de que se ha cargado a alguno de sus objetivos. En su momento dijo algo como "Es como si se cargara a los que te dan repelús, los turbios, no tienes pruebas, pero tampoco dudas de que no son buenas personas".y vamos, no tampoco razones para dudar de lo que me dice. Pero, si las cosas han mejorado o no después de su llegada, es algo que yo, desde luego, no veo. Hay problemas más importantes...— añade y luego cambia de nuevo de tema. —También os puedo decir que no he conocido a nadie que trabaje con él, que sepa a quién atacará, ni nada. En especial Frank, quien seguro será el primero en irse cagando leches al ver una capa negra a dos metros de él. Nadie sabe ni siquiera en dónde vive— expresa.

—Ahora, si el Marqués, es el mismo lunático que está cortando rostros, entonces debe rondar los alrededores de Crossbones Garden como dicen. Y si es el caso, no es un puto sicópata y probablemente un espectro de mierda también. He visto a suficientes cosas horribles causadas en las últimas semanas, y si son uno y el mismo, por mí que se vuelva al laberinto y deje de jodernos de una maldita vez. Bastante tenemos con lo que nos jode la Jerarquía— dice escupiendo hacia un lado con desprecio.

Decirlo parece que nos va a traer una respuesta, no sé si será útil o no, pero al menos tendremos algo más de lo que tirar. Empiezo a atender, tomando nota de lo que va diciendo y rellenando lo que ella no sabe. «Sus propios métodos quiere decir: un arma estigia», me digo mientras ella sigue hablando. Por lo que dice a continuación, parece que sí podría tener un plan, tiene objetivos concretos y el resto no son necesarios para su fin y pueden continuar con su existencia. Eso por el momento, claro.

Asiento a medida que va concluyendo, quedándome con el sitio que menciona y la posibilidad de encontrar algo más, o dar con un paso en falso y dar con un loco que no nos aportara nada. Mejor no pensar en eso.

—Muchas gracias, le agradezco mucho su ayuda —respondo cuando termina con su larga explicación—. Creo que tendremos que ir a Crossbones Garden. Suena idílico —comento, encogiéndome de hombros—. ¿Sabe cómo podríamos llegar hasta ahí?

Después de mi pregunta, me giro para mirar hacia el resto de mis compañeros por si tienen algo más que decir y sino, creo que lo mejor será ir al siguiente destino.

Doug observó a Juno y Leah regresar junto a ellos, y se encogió de hombros cuando la prostituta mentó el trato entre ellos dos. Estaba claro que no le iba a echar de menos por su personalidad, pero podía vivir con eso. Cuanto más lejos, mejor.

Asintió a Leah cuando dijo lo de visitar Crossbones Garden, y se preguntó si lo que habían estado discutiendo ellos y lo que ahora decía su anfitriona tenía algún sentido, eso de que el Marqués fuera el mismo tío que andaba robando caras… y llegó a la conclusión de que le sudaba tres pares de cojones. No era asunto suyo más allá del trato que habían hecho con el general, y estaba claro que a él la cara no se la iba a querer quitar. Doug era muy consciente del jeto que gastaba*.

—¿Tienes algún arma a mano? —le preguntó a Juno— Vamos con las manos vacías.

Eric miró a Doug sobresaltado: la idea de que un presidiario tuviera un arma le ponía los pelos de punta. Pero asumió que le tocaba joderse y callarse: el cabrón y él estaban en el mismo equipo.
—Sí, gracias por la ayuda.

Se dirigió a sus compañeros:
—Bueno, Crossbones Garden. Suena que te cagas, un buen sitio para seguir buscando. Pero antes de irnos... — terció, volviéndose hacia Juno — Yo también busco a otra persona. Se llama Lucy Kutner. Como así de alta, delgada, rubia, ojos oscuros, debería tener... entre diecisiete y veintitrés años, no lo sé. Ni siquiera sé si está muerta. Necesito encontrarla. Como sea.

Su voz sonaba angustiada. En realidad, más que esperanza, sentía miedo de que alguien como June, en un sitio como aquel, la conociera. Pero debía preguntar. Iba a encontrarla, por cualquier medio necesario.

Escuchó con interés lo que Juno decía, y hubo una cosa que le llamó la atención; el echo de que alguno de los clientes dijera que atacaba a los “turbios” le hizo pensar que tal vez no se tratara de un espectro, sino de todo lo contrario, una especie de justiciero... Intentó recordar, ¿cómo se llama caraquemada? Aquel que sus compañeros habían visto morir ante las manos del marqués. ¿Había sido también una mala persona?

-Gracias por la información, yo también tengo una pregunta antes de marchar. ¿Qué opinas del general Green? Uno con media cara quemada, ¿le conoces?

La mujer hizo un gesto de disgusto con vuestra reacción al mencionar Crossbones Gardens. Hizo una pausa y luego habló —Tenéis un talento especial para meter la pata.— dice con amargura. —El sitio existe sólo parcialmente en las Tierras de la Piel ya, pero todavía persiste en su totalidad de este lado. Era un cementerio de tierra sin consagrar en donse se permitió por algún tiempo que enterraran a las putas y las mujeres pobres, en lugar de, ya sabéis, dejarlas por ahí para que se las comieran las ratas— habíais tocado una vena sensible aparentemente.

—Está a unas cuantas calles. Caminad por toda la Union Street hasta Redcross.— explica de forma escueta. —Tened cuidado. Por esas impresiones es que el sitio es poco agradable. Caminad con especial atención, de vez en cuando se abren Nihilos sin previo aviso.— y luego piensa un momento. —Portales a otros lugares peores que el cementerio. Si caéis en uno, rezad para que no os lleve a donde os despedacen los espectros de la Tempestad— recomienda.

La pregunta de Doug hace que niegue lentamente. —Primero, no me has dicho tu nombre. Segundo, ningún arma que no vaya a necesitar yo misma, lo siento.— Parece molesta, pero toma aire y hace una pausa. —Pero supongo que necesitaréis al menos un chance si pasa lo peor. En el Puente hay varios vendedores. Buscad a Travis, delgado, pelo rojo y marcas de escorbuto. Os daréis cuenta de inmediato, siempre sonríe. Decidle que venís de mi parte por un precio especial, a cambio del favor de Little Rock. Él entenderá. Sí, sé que no tenéis pasta, pagadle en Pathos. Ya sea entre todos, o uno, lo que os alcance. Y comprad armas contundentes o cortantes. Las balas no son comunes ni baratas— aconseja.

La pregunta de Eric la toma por sorpresa. —Vaya, entonces sí puedes ser sincero— dice y piensa un momento. —No me suena de nada, pero eso no significa que no pueda ayudar. Asumiendo que sobreviváis, pagad vuestra deuda primero y podemos arreglar algo luego. Y si de verdad vais a... visitar Crossbones Gardens. Si lográis detener o alejar al hijo de puta que lo ronda, estaré más que satisfecha de pagaros el servicio a cambio de un par de favores para buscar a Lucy. Bienvenido al mercado Estigio, señor Kutner.— le dice sin sonreír al ex-oficial.

La pregunta de Peter hace que se encoja de hombros. —¿General?...— piensa y luego comenta -Le conozco como capitán. He oído de él, le he visto pasar un par de veces. Prefiero que sea así y que esté lejos, como la mayoría de los cabrones con un arma y un rango en las legiones. En especial si le han dado un mejor puesto— finaliza.

—Lo que vayáis a hacer, sed cautelosos. Y pensad si vale la pena echar por la borda la oportunidad que tenéis de... seguir existiendo luego de morir.— dice mientras os dirije hacia 

—Doug —masculló entre dientes cuando Juno le dijo que no sabía su nombre. No había sido su intención o, mejor dicho, no había sido deliberado. Sentía una pizca de gratitud por la amabilidad con la que les estaba tratando, y lo que había pensado al principio de que podía estar aprovechándose de ellos empezaba a parecerle un poco descabellado, pero seguía sin poder vencer el rechazo que le producía su modo de vida. Dicho eso... si iba a tener que hacerle de guardaespaldas, lo mejor sería que supiera como se llamaba, o empezaría a llamarle "cariño" y mierdas así. 

Lo del cementerio existiendo y no existiendo a la vez era un concepto que le producía dolor de cabeza cada vez que intentaba comprenderlo, pero si tenían que ir, irían. Pero antes tenían otra parada que hacer: Travis. Al grandullón no se le había escapado la mirada alarmada de Eric, y había tenido que reprimir una sonrisa maliciosa cuando la vio. 

—Bueno, basta de cháchara. Cuanto antes nos movamos, mejor. 

Kutner empezaba a entender ese mercado. Podían usar el Pathos para comprar cosas, o bien a otras almas convertidas en monedas. De alguna forma, todo el sistema estaba sustentado en la esclavitud más horrenda.

—Nos has ayudado, Juno. Gracias — dijo secamente — Volveré cuando tenga algo que ofrecerte.

Se giró hacia los demás.

—En marcha — gruñó a Doug

Esperó hacia la salida antes de empezar a hacer planes. No es que no se fiara de Juno a esas alturas, pero ya la habían molestado lo suficiente, y aquello no era de su incumbencia.

—Bueno, ¿empezamos por buscar al tal Travis? Si vamos a discutir con algún gilipollas, me gustaría tener argumentos contundentes de mi parte.

No era ningún matón, pero lo que había visto del Londres a ese lado de la muerte ya le había convencido de la necesidad de defenderse por sí mismo. El ambiente era peligroso y hostil, y la autoridad no era digna de confianza.

—En cuanto pueda, encontraré al hijo de puta que está jodiendo en Crossbones y le despacharé. Solo, o con ayuda. Y Juno me echará una mano con lo de Lucy — se dijo — Así empiezan las investigaciones: se coge un hilo, y se va tirando...  Ese tal Travis tiene que ser un auténtico gilipollas si siempre está sonriendo en una mierda de sitio como este. Pero si me consigue un arma, me la suda, por mí que sea feliz.

«Un arma nos vendrá bien. Esto está lleno de escoria», la voz, tu voz, se mezcla con tus pensamientos que continúan fluyendo aún cuando creías haber terminado, «Mientras sigas buscando a Lucy, tendrás ayuda».

Su pudiera ponerme roja estoy segura de que lo habría hecho, menuda metedura de pata. Aunque me imagino que el pálido mortuorio de mi piel se habrá acentuado de tal forma que ya no existe forma alguna de poder sonrojarme. Al fin encuentro una ventaja de estar muerta, por triste que sea, si es que realmente es así. Tras tu muerte el optimismo florece y empiezas a encontrar ventajas insignificantes entre toda la mierda. Miró hacia Juno, la verdad es que me sienta un poco mal haberla molestado después de lo bien que se ha portado.

—Lo siento, lo dije por el nombre, por nada más. Ni siquiera lo conocía —intento explicarme, aunque cualquier disculpa me parece burda después de como se lo ha tomado.

Permanezco en silencio mientras ella continúa hablando. Habla de cosas que ni siquiera entiendo. «¿Qué es Pathos?», me pregunto. Está claro que no se refiere al ave que suele estar en los lagos de los parques, ninguno de ellos parece tener la misma duda. Parece que es una alternativa al dinero de los muertos, pero a mí me surgen incontables preguntas, espero que no se tome a mal que le haga una de ellas.

—Eh, disculpe. ¿Qué es eso de Pathos? Por tus palabras dinero no es —le digo—. Por saber a qué atenernos…

Sigo ahí, aunque cuando veo que todos empiezan a irse, me encojo de hombros y me despido con un tímido gesto de mano.

—Adiós, y gracias.

Una vez fuera, el policía habla de las armas y para mí esa me parece la mejor forma de acabar haciéndome daño, o que nos lo hagan al tensar la cuerda más de lo que se debería. No sé, no me convence demasiado, prefiero correr y esconderme. Los observo, quizás para ellos sí es realmente útil y es que seguramente las sepan usar, o deberían. 

—Supongo —respondo a los argumentos de Eric—. Si no os molesta, mientras buscáis esas armas, iré a ver una cosa que necesito saber. —Espero a ver qué dicen, tampoco les seré realmente útil en esa negociación; lo tengo asumido.

Fueran donde fueran, le parecía buena idea conseguir un arma... el grandullón daría más miedo si llevaba algo entre las manazas, y si era para que todos estuvieran más seguros él no tenía ningún reparo en colaborar. No le parecía que lo de Crossbones Garden tuviera mucha relación con el Marqués, pero podían echar un vistazo...

-Espera un minuto Leah- le dijo a la chica -antes de marcharte, me gustaría que me contaras lo que ha pasado ahí dentro... no sabría deciros por qué, pero me interesa lo que esa mujer es capaz de hacer.

—Eh, disculpe. ¿Qué es eso de Pathos? Por tus palabras dinero no es—

—Es vuestra energía emocional. Seguro que habéis experimentado emociones y sentimientos y eso os ha nutrido como almas. Pues eso es, el jugo, el combustible de los Wraiths. Concentráos un poco y podréis determinar qué tan llenos os sentís. Es tan buen pago como otras cosas, para ciertos vendedores— explica Juno antes de veros partir.

Afuera, la situación no parece cambiar demasiado, pero tendréis que decidir pronto cuál será vuestro plan de acción. Siendo recién llegados, pareciera que esta reflexión del mundo de los vivos trae consigo secretos y misterios que todavía tendréis que desentreñar y que el Marqués y sus actos era tan sólo una mota de polvo en el océano de acontecimientos de este Londres de los muertos.

Kutner miró a Leah. Iba a intentar ser lo más cordial posible... no quería asustarla.

—Escucha, no soy tu padre, ni tu puto hermano mayor: no quiero meter las narices en tus asuntos. Pero quizá no sea buena idea que vayas tú sola. Ya has visto que en este sitio hay gente peligrosa.

Al decir esto último, miró al grandullón de soslayo, acompañando el comentario de una media sonrisa.

—Por no hablar del maníaco "quitacaras" ¿Por qué no nos dividimos en dos grupos, y que te acompañe alguien?  No me gustaría que terminases jodida si podemos evitarlo.

Lo que Juno les dijo acerca del Pathos le sonó a Doug jodidamente turbio. Pese a que eso de la "energía emocional" le sonaba a la típica terminología fancy con la que se sacaba los cuartos y la esperanza a la gente en los tiempos que vivían, no podía negar que, en aquel sitio, no le sorprendía en absoluto. Además, las emociones no eran lo suyo, por lo que dedujo que en esa vida iba a ser tan pobre como lo había sido en la anterior. 

Peter seguía en su línea, preguntando por la prostituta. «Enfermo». Por su parte, Leah dijo que quería ir a "ver una cosa", a lo que Eric respondió planteando la posibilidad de dividirse, no sin dejarle caer otra pullita por el camino. Doug escupió al suelo y se estrujó el ceño. 

—¿Por qué no me dejas en paz de una puta vez, pesao? 

—Considéralo parte de tu programa de reinserción — respondió con desinterés — Escucha: si Peter y yo vamos a por las armas, y tú acompañas a Leah a donde cojones haya decidido ir, podremos pasar los dos un rato sin disfrutar de nuestra agradable compañía. Y así también nos aseguramos de que nadie intente joderla a ella.

Miró a Peter y a Leah, para ver si estaban de acuerdo.

—¿Dónde y cuándo podríamos quedar?  Creo que ninguno llevamos un puto reloj... ni siquiera parece que el tiempo funcione aquí de la misma manera que cuando vivíamos.

«Vaya», es lo único que pienso cuando escucho su explicación sobre esa misteriosa energía que nutre las almas de los caídos. Me encantaría poder saber más de ello, y si consigo evitar acabar convertida en un bolso, le dedicaré parte de mi eterno suplicio a averiguarlo. Le dedico una sonrisa a Juno por su amabilidad y sigo mi camino hacia el exterior.

Una vez ahí, levanto la cabeza hacia Eric cuando se dirige a mí, y aunque eso ya lo he pensado, tiene razón y realizo un pequeño asentimiento. Su propuesta me deja claro a quién se refiere, intento mirar al grandullón disimuladamente, pero está claro que eso no le ha sentado bien, y lo entiendo, claro que lo entiendo. ¿Quién quiere hacer de niñera? Joder, es evidente que prefiere el rollo de las armas y lo que me pueda pasar le importa una mierda. No le culpo, solo nos han obligado a conocernos, no somos nada. 

—Tíos, digo… joder, no sé —intervengo para llamar su atención levantando las manos en un claro gesto de calma—. No quiero que os peléis ni eso, no es tan importante. Os acompaño y así va todo mejor, solo había medido los riesgos y yo creo que sí ataca con motivos, y como no los tiene para atacarme a mí, pues no creí que fuera a tener ningún problema. Vamos, me considero un cero a la izquierda en este mundo, así que de momento, influir en él, poco. Tampoco creo que vaya a cambiar mucho, quizás si descubrimos algo de verdad sí, pero vaya, con salvar el culo yo creo ya tendremos más suerte de la que toca. 

Muevo mis ojos entre ambos.

—Y os agradezco que os preocupéis, de verdad, gracias —añado—. Vamos a por las armas y luego al sitio ese.

Parecía que se iba a quedar con las ganas de saber que había pasado entre Leah y la prostituta, al menos no iba a saberlo por su compañera, pues había ignorado completamente su petición. Tendría que volver luego el solo y averiguarlo por sí mismo, supuso... Decidió no insistir y volver a concentrarse en “la misión “.

-Tíos, estamos juntos en esto- dijo a sus compañeros - ese rollo que lleváis entre los dos es de lo más entretenido... pero asumidlo, todos estamos muertos y de momento, hasta que no pasemos ese puto registro, parece que lo que hayamos hecho en vida no importa una mierda. Solo importa lo que hagamos a partir de ahora, y si queremos ganarnos la invitación a esta fiesta tenemos que encontrar algo que darle al general. Así que dejémonos de rollos y pongámonos en marcha... tenemos menos de 24 horas, y cuando esto esté hecho podremos dedicarnos a nuestros asuntos.

Asintió a lo que dijo, Leah. - Pues decidido, vamos juntos a por las armas, además puede que todos nosotros necesitemos poner un poco de esa energía... Podéis contar con mi ayuda.

El regreso al mercado del Puente estuvo marcado por la búsqueda de Travis. El sujeto era fácilmente reconocible, justamente como lo había indicado Juno, por su sonrisa casi calavérica y sus encías hinchadas productos del escorbuto. Su puesto era más bien un estante de baratijas y reliquias sin ninguna utilidad ante vuestro predicamente, sin embargo, ante la mención de armas y del favor de la meretriz, un fuerte "Shhhh" escapó de sus labios, sus modales mejoraron y procedió a involucraros en una negociación en voz muy baja y miradas paranoicas por encima del hombro. Llegáis tras varios minutos a un acuerdo por una cantidad justa de Pathos y una pareja de armas: una espada corta y una daga, ambas en acero de almas.

La transacción fue igualmente peculiar. Travis os indicó que debiais salir del puente y avanzar junto al río a unos metros en donde, lejos de ojos curiosos, os daría las armas a cambio del Pathos. Y en efecto, desde una góndola amplia flotando en el negro y Tempetuoso río, los asociados del pelirrojo llegaron para realizar el intercambio. Uno de ellos en particular, delgado, pequeño y con aspecto de contable aburrido, es quien realizó el cobro la energía emocional uno a uno. La sensación de esta transferencia era similar a la de una donación exagerada de sangre, y vuestra energía misma parecía disminuir cuando este hombrecillo extraía el pago. Cuando las condiciones estuvieron satisfechas, tuvisteis en vuestras manos una hoja mediana y un puñal. No aparentaban ser la mano de obra más refinada o elegante, pero el filo de las hojas y la solidez fantasmal de las armas parecían lo necesario para cumplir con el claro propósito de causar daño.

Finalmente os pusiste en marcha hacia Crossbones Garden. El sitio indicado parecía desde lejos un terreno baldío con tapias de ladrillo rodeándole, que se negaba a dejar de existir como un extraño oasis en medio de edificios y casonas de mayor tamaño en aquel sector londinense. No parecía un área demasiada grande, pero la única manera de otear el terreno era a través de una verja con barras oxidadas de metal que hacía las veces de puerta principal y que, tras una inspección más cercana, estaba apenas asegurada de este y del otro lado.

Mirando hacia el interior, las palabras de Juno cobraron sentido. Lo que en las Tierras de la Piel era probablemente una extensión limitada, en las Tierras de la Sombra era un terreno de dimensiones mucho más amplias que desafiaba las limitaciones de la geometría euclidiana. Una densa y espesa bruma de un color enfermizo flotaba a unos centímetros de un suelo color ceniza poco saludable, escondiendo toda suerte de extrañas siluetas que parecían deslizarse y ondear, tomando la forma de lápidas en piedra, esqueletos de árboles en un eterno invierno sin hojas, o incluso siluetas vagamente humanoides que se fundían en medio de los vapores espectrales del interior del cementerio.

La barrera que os separaba del lugar era tan sólida para los vivos como para vosotros*, y sin embargo, la colisión de espacios se sentía natural desde donde estábais, tratando de entender la geografía a través de la precaria visibilidad que la niebla os proporcionaba. Concentrados como estábais, de repente os sobresaltáis al ver aparecer detrás de la reja una persona claramente definida, fallecida como vosotros, con ropajes femeninos, que se toma de la reja con una de sus manos; sin embargo al intentar detallar su rostro, no encontráis nada más que un horrible agujero en donde debía estar su cara, delimitado de forma irregular y que tan sólo dejaba ver un orificio oscuro y viscoso hacia el interior del corpus de aquella desgraciada. Sin embargo, en un silencio resignado, aquella figura continuó tambaleando, caminando arrastrando los pies junto a la reja, sin queja ni reclamo alguno, como si los sonidos también fuesen enterrados en Crossbones Garden.