Partida Rol por web

Al olvido los espectros, a Estigia las almas

Capítulo 5: Aceptación

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23/07/2021, 20:11
Doug Gibson

Cuando Eric pronunció el nombre de David, Doug volcó sobre él la mirada que hasta ese momento había tenido clavada en el doctor. ¿Qué cojones insinuaba, el muy capullo? ¿Ya volvía a las andadas? ¿Es que no había aprendido nada en el foso en el que había caído? A la vez que una parte de sí mismo se imaginaba clavándole un punzón en el cuello por bocazas, otra hacía malabares por sobrellevar como mejor podía los pinchazos de culpa y las punzadas de nostalgia que sentía, sin pararse a pensar cuál de los dos sentimientos le dolía más. Y tal vez por eso, esa segunda mitad de Doug tropezó con la primera, derrumbando murallas tan antiguas como él mismo y dejándole indefenso en menos de lo que dura un instante. 

Cuando el policía por fin terminó de liberarle, en lugar de abalanzarse sobre ellos, Doug exhaló un suspiro lento y tembloroso. Se puso en pie, frotándose las marcas de las correas y, sin mirar a ninguno de los dos directamente, dijo:

—Muy bien. El general gana. Me uniré a la Legión.

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24/07/2021, 06:03
Doctor

—Mmm... el general se alegrará de saber que habéis aceptado— dice finalmente el doctor, sin demostrar ninguna emoción, y forzando una sonrisa de cortesía hacia ambos.

—Informaré para que os escolten al registro y oficializar mmm... vuestras nuevas posiciones. Mmm... os asignarán a alguien para daros la formación... mmm... necesaria. Mmm Entiendo que aún hay mucho que no sabéis, pero tendréis mmm... mucho tiempo para poneros al día. Regreso en unos minutos— dice y con un asentimiento se retira de la habitación, dejándoos sólos.

Al parecer aquello era irreversible y vuestro futuro estaba bajo los estandartes de la Legión Siniestra. Lo que os deparara el destino, sólo podían intuirlo los oráculos de la Legión del Destino, pero algo estaba claro y era que aquel encuentro con el Marqués, aquella aventura con la Cortesana, no era sino el inicio de vuestra historia en la Tierra de las Sombras.

Notas de juego

¡Últimos posts de vuestra parte!

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24/07/2021, 06:12
Dalila

—Brrr...— dice tu hermana, sin dejar de mirar su móvil, sin ser perturbada por tu mano o por tus palabras, como si en realidad no estuvieses allí. Levanta la mirada durante un momento, algo impaciente, y luego envía un mensaje por Whatsapp a tu madre, para que trajese alguna bebida caliente.

—Sólo espero de verdad que no seas tú, Leah— dice en un susurro Dalila. —No vayas a quedarte tres días rondando tu cuerpo. Ve hacia la luz o lo que sea que esté— vuelve a comentar, y se queda largamente en silencio. Ves como su fachada comienza un poco a agrietarse y oculta el rostro entre las manos. —Te echo de menos— dice y comienza a sollozar silenciosamente, en ese cuarto, creyéndose sola con tus restos mortales.

Notas de juego

Ve pensando en el cierre :).

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25/07/2021, 22:23
Doug Gibson

Doug escuchó sin prestar demasiada atención al doctor, porque ni su opinión ni la del general le importaban lo más mínimo. Aunque no era lo suficientemente tozudo para no ver en lo que acababa de ocurrir la oportunidad de empezar de cero, se sentía muy cansado y no sabía si iba a ser capaz de aprovecharla. Nunca se le había dado bien hacer las cosas, punto. De hecho, lo que sí que se le había dado excepcionalmente bien había sido todo lo contrario, romper cosas, así que no veía por qué esa ocasión iba a ser distinta…  

Pero tenía cuentas pendientes. Con Marty, por supuesto, pero también con Juno, aunque de naturaleza muy distinta a las que tenía con su exsocio. La p… prostituta de repente le parecía el menor de los males de Estigia, y tal vez hasta un buen punto de partida, porque algo le decía que podía aprender de ella mucho más que de cualquier gilipollas que le asignara el general. El Marqués, por lo que a él le tocaba, podía seguir practicando su noble oficio todo lo que quisiera, aunque sospechaba que su ingreso en la Legión iba a cambiar eso muy rápido. Luego estaba Leah. Campanilla le debía, como poco, una explicación, y se la iba a cobrar, vaya si se la iba a cobrar. Y por fin, por último, David…

¿Podía un fantasma ser maricón? ¿Coger el puto SIDA? Y lo más importante: ¿tenía sentido siquiera el seguir engañándose a sí mismo? Si tenía la oportunidad de empezar de cero... lo mejor iba a ser hacerlo de cara. Además, tampoco era como si salir del armario —y menudo armario— le convirtiera en una persona peor de lo que ya era. Doug se sentía extrañamente desarmado de prejuicios, pensando con más claridad de la que había tenido en años, y después de estrujarse de manera sesuda el ceño, miró a Eric. Separó los labios, pero enseguida los volvió a cerrar… a cal y canto. «Cierra la boca, cierra la boca, subnormal… que tampoco es como si hubiera que hacer una fiesta…». Lo que estaba haciendo, lo hacía porque se lo debía a David, a sí mismo, y a nadie más. Y si a alguien no le gustaba, entonces podía comerle la p… irse a tomar por culo.

«Joder, Doug, poli y maricón. Quién te ha visto y quién te ve», pensó, intentando asimilar el trauma con un poquito de humor. Las cosas habían cambiado muchísimo, desde luego: imaginarse sirviendo en la Legión Siniestra le revolvía las tripas; tener que hacerlo al lado de Eric directamente le daba ganas de echarlas. El poli era insufrible, pero se había portado. No sabía por qué había dicho lo que había dicho, pero le debía una, y tal vez eso era lo que más le dolía de todo, tales eran sus recelos para con las fuerzas del orden. Tampoco sabía si la tontería había sido cosa de Bull o qué, pero que le forjaran tenía que ser peor que cualquier cosa que el general pudiera echarle encima. Con una mirada apresurada y un asentimiento todavía más rápido, Doug consideró la intercesión de Eric como tácitamente agradecida, y después empezó a recorrer la habitación de un lado a otro, a la espera de que les vinieran a recoger.

Sentía que empezaba a recobrar sus energías, y no sabía si se debía al recuerdo de David o a sus ansias de venganzas, pero le daba igual. Tenía muchas preguntas, pero no de la clase que podía formular al general o a sus hombres. Estaba seguro de que lo que tramaba rompía algún tipo de ley en Estigia, y tenía que empezar con buen pie, y como tampoco se fiaba mucho de Eric, tendría que pedirle ayuda a Juno, pensó, reafirmando su papel en sus planes. De momento, lo que sí sabía era que podía mover cosas al otro lado del manto. No sabía cómo, pero podía hacerlo, lo sentía, y si podía hacer eso… entonces Marty estaba tan muerto como él. La prioridad seguía siendo salvar el pellejo de David. La tía esa que había traído Hertz había dicho que estaba en apuros, y se olía el por qué. Con suerte hasta podía matar dos pájaros de un tiro... y si no, pues tocaría encargarse de Marty después. «Porque no me olvido de ti, hijo de puta… Doug no se olvida de nadie».

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25/07/2021, 23:35
Eric Kutner

Eric aguardó a que Ward se retirara de la sala, e incluso un rato más, antes de hablar.

—Siento haberle mencionado. No sé quién es, y no es de mi puta incumbencia: no lo he hecho para joderte, y no le volveré a mencionar si tú no lo haces — dijo mirando a Doug — Lo he hecho para que reaccionaras. Si no lo hacías, te iban a forjar: y no era justo. Te han utilizado como han querido, igual que a mí, y luego te iban a tirar si no podían seguir utilizándote. No me daba la puta gana.

Lo decía con sinceridad. A esas alturas de la película había pocas cosas que Doug hubiera podido hacer que le situaran en un lugar más bajo, ante los ojos de Kutner, que a sus nuevos jefes. ¿Había robado? ¿Había matado?  Aquellos bastardos convertían a la gente en cosas, joder.

Se pasó la mano por la cara y se frotó los ojos: era increíble lo real que era aquella sensación, pese a saber que estaba muerto y que aquella no era de verdad su cara, ni su mano.

Siguió hablando.

—Mira, yo tengo cuentas pendientes. Al otro lado... o a éste, no lo sé todavía. Haré lo que me pidan, pondré buena cara y seguiré a lo mío. Y seguro que tú estás en la misma situación. Así que tú no me jodes, yo no te jodo, mantenemos contentos a estos hijos de puta y nos dedicamos a nuestras cosas.

Le tendió la mano.

—¿Trato?  No me mires así, coño: yo al menos te doy la opción de decirme que no, no como estos cabrones.

 

Y eso era todo. Eric Kutner, antiguo sargento de la Policía Metropolitana, fallecido por infarto, volvía a ponerse el uniforme, esta vez un uniforme distinto: el de la Legión Siniestra. Le daba igual: había desperdiciado años obedeciendo órdenes y normas absurdas de un estamento ineficiente que permitía a corruptos, vagos e inútiles medrar y salirse con la suya. No iba a hacer lo mismo tras su muerte, aunque tuviese que fingir.

Seguiría buscando a su hija. Ahora sabía que tanto si estaba viva como si estaba muerta era posible encontrarla: y no descansaría hasta lograrlo. Cuando todavía vivía había perdido su matrimonio y su carrera por encontrarla, y, una vez muerto, se daba cuenta de que había merecido la pena. Ahora la apuesta era más alta: lo que estaba en juego era su propia alma. Y Eric estaba dispuesto a arriesgarla.

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26/07/2021, 00:23
Doug Gibson

Doug se paró cuando Eric empezó a darle al pico, intentando vencer sus reticencias. Ya se había asociado con un genio criminal en el pasado, y lo cierto era que la cosa no había acabado bien... así que a lo mejor con un madero tenía más suerte.

Okay masculló, y entonces le estrechó con fuerza la mano—. Trato hecho, socio.

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26/07/2021, 12:10
Leah Veilchenduft

Ni puto caso —murmuro para mi misma. En mi vida y en mi muerte nunca me han hecho demasiado, pero esta vez no creo que sea tu culpa.

Me quedo contemplando como escribe algo por el móvil y me acerco a cotillear lo que ha puesto, abro la boca ante el nuevo recordatorio del frío que debe hacer en la habitación. Yo no lo siento, pero parece que bien del todo no se puede estar al lado de una muerta.

«¿Será porque somos familia?», me pregunto, antes de girarme hacia mi propio féretro de nuevo y acercarme a curiosear. Palpo el ataúd e incluso intento comprobar si puedo levantar la tapa. Nunca he tenido demasiada fuerza y parece que eso no ha cambiado en mi muerte, tampoco parece que fuera a poder abrirlo si fuera una levantadora de pesas profesional. Nada de nada. Vuelvo a oír hablar a mi hermana y mis ojos se giran hacia ella, interesada por saber qué dice sobre mí.

Siento desilusionarte de nuevo, estoy aquí —comento, segura de que no podrá ni siquiera oírme—. ¡Bu! —exclamo, alzando la voz. Pretendo que sea una broma, pero ni siquiera me hace gracia a mí, estoy sola y no parece que sirva de nada quedarme junto a lo único que he tenido. Si es que ya lo he perdido todo, por eso me han metido en la Legión de los Pobres.

»¿Sabes? No, no lo sabes —me respondo—. No hay luces ni estúpidos cuentos no hay nada más que un mundo horrible. Mueres, y todo es oscuridad, mueres y no eres capaz de saber ni cómo lo has hecho. Una voz te dice que todo estará bien y te miente, descaradamente. Acabas en una burla de lo que conocías con gente peligrosa que te amenaza, monstruos y cosas raras y la posibilidad de convertirte en unas zapatillas o un sombrero para que alguien vaya a la última en un mundo de fantasmas. La probabilidad de conocer gente maja es baja, y tampoco les va demasiado bien… Un resumen rápido. Nada de luces, no merece la pena.

Suspiro. Una queja que nunca será oída, pero por alguna razón me siento mejor tras haberla soltado. Sé algo que tú no sabes, Lila. Me quedo contemplándola en el mismo silencio que profesa ella y al ver como oculta su rostro, mi siento un poco mal por ser el motivo de su tristeza. Es difícil expresar un dolor así. Empiezo a morderme las uñas, nerviosa.

«Siempre tan perfecta…»

Hago una mueca cuando dice que me echa de menos y aparto la mirada de ella volviéndome hacia el féretro. Quizás solo quiero ocultar la sensación que deja en mí no haber tenido un reconocimiento en vida, uno que yo pudiera valorar como tal.

Yo también, supongo… —susurro con un deje de tristeza.

Sacudo la cabeza e intento pensar algo más allá de las sensaciones que van despertando en mí. «Vamos. No te distraigas, Leah», me digo, centrándome en otros pensamientos: ¿De qué he muerto? Necesito saberlo, al menos, un indicio del que tirar. No puedo abrirlo, pero tengo la sensación y la creencia de que podría atravesarlo. Dentro no habrá luz, como es lógico, pero quizás los ojos de una wraith no funcionan igual. No lo puedo saber si no es mediante la experiencia. Hago acopio de todas mis fuerza y de mi voluntad para lanzarme contra la madera del féretro con la esperanza de poder atravesarla y echar un vistazo al interior. Ni siquiera me paro a pensar de que lógicamente estaré vestida y algún profesional habrá «arreglado» mi cuerpo, pero aun así, en el fondo sé que no funcionará. La muerte te arrebata toda esperanza, quizás sí, pero tampoco es que haya tenido mucha en vida.

Nada. Oscuridad. Salgo desilusionada ante una realidad que en algún lugar de mi ser ya sabía que sería así. Me giro hacia mi hermana y suspiro. Sigue ahí, llorando por mí y eso me lleva a preguntarme si yo lloraría por ella; quiero pensar que sí, pero también que no estaría a su lado velando su cuerpo totalmente «sola». Eso sería una tortura.

Doy unos pasos hacia Dalila para poder verla mejor. La verdad es que sí me da pena, quizás si hubiera actuado de otra forma en el pasado. Supongo que ya es tarde para ella, pero no para mí. Abro los brazos y me acerco para ver si puedo sentirla y, quizás, sentirme yo un poco mejor con un abrazo entre los dos mundos: uno de sombra y carne. 

- Tiradas (1)
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26/07/2021, 19:06
Narración

Tus brazos atraviesan a tu hermana y casi pierdes el equilibrio. Pero por un breve momento, por un instante, sientes algo. Ella se para, algo aturdida y fría, de nuevo con el vapor blanco. Suena a la puerta y ella rápidamente se limpia las lágrimas. —Hago esto por nuestros padres— dice poniendo una mano sobre tu féretro en un susurro confidente. 

Sientes como aquella emoción, aquel cariño te nutre un poco, como tu corpus parece brillar. Sientes como ella está ayudando a tu madre, a tu padre y a tu hermano a hacer las paces con tu muerte a su manera, y no puedes evitar sentir una conexión especial. Dalila te ata de alguna manera a este mundo de vivos visto desde los ojos de los muertos. Una conexión. Afuera, la Tempestad ruge con intensidad, invisible a los Rápidos, a tu familia, a sus congojas, pero audible a ti, como si a su manera, estuviese amenazándose desde la distancia y recordándote que ésta ahora era tu existencia, miserable y oscura, pero era la última oportunidad de seguir siendo que te quedaba.

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26/07/2021, 19:10
Narración

Fin de la Escena.