Partida Rol por web

La pequeña esbozó un mohín de desagrado cuando su hermano le amenazó con el "cuco" de la aritmética y, aunque deseaba protestar, asintió de mala gana. No sea que quiera ponerme unas divisiones, refunfuño para sí. Luego, guardó la linterna entre sus pertenencias junto al estuche de los lápices y escuchó en silencio a "los mayores".

¿Cuánto tiempo le llevaría crecer y dejar de ser la más pequeña? Sarah decía que aún no podía tener novio; Marcos, que no haga nada sin su permiso; y William…

—¡Bomberos! —exclamó, mientras su hermano le ajustaba el casco.

Los médicos siempre le querían pinchar el brazo y los policías le daban miedo, pero los bomberos… ¿No habían ido de paseo al cuartel de bomberos el año anterior? Intentó recordar el trayecto que habían hecho por aquel entonces. Primero habían ido hacia la izquierda, como si regresaran hacia su casa, ¿y después? Quizá cantando recordaría mejor…

—Un señor bombero
es mi favorito,
cuando hay problemas
él ayudará.
Apagando incendios,
rescatando vidas,
protegiendo bosques,
eso y mucho más.
Son los bomberos
gente muy capaz,
si tú los llamas
ellos llegarán…

Al acercarse Phil poco a poco a la puerta, y con la barra ofrecida por Rashid, no oyó nada más y cuando para asegurarse abrió la puerta poco a poco, un sonido de repiqueteo de algo metalico junto con, al terminar de abrir la puerta el sonido de un disparo errado, mostró a un chiquillo de no más de veinte años de edad, llorando a moco tendido en el suelo con un revolver de seis balas en sus manos y una mochila abierta con muchos viveres tirados por el suelo.

Tras el disparo el mismo chico gritó y a vosotros os dió tiempo a agacharos antes de escuchar dos disparos más - ¡MALDITAS BESTIAS ALEJAROS DE MI! ¡NO VOY A DEJAR QUE ME COMAIS ! - El chico no era un as de la puntería, y con los ojos cerrado menos, pero visteis una manera rápida y eficaz de quitarle el arma antes de que disparara más veces que era cerca del suelo

Las voces, al verte actuar, continuaron riendose de ti - Corre. Huye. Gallina. Cobarde. No vales nada. Vendes a alguien herido. ¿Ese es tu codigo etico? Arderas en el infierno - Aquellas voces más y más distorsionaban el espacio a tu alrededor.

Saliste de un cubo claustrofobico donde solo estabas tu, el pobre hombre y aquel engendro extraño. Corriste alrededor de un pasillo oscuro que no parecía tener fin y que cuando lograste vislumbrarlo con todas aquellas voces masacrandote el cerebro, continuaban a unas escaleras sin fin que prometían una luz que parecía imposible de alcanzar.

Pero aún así tu carrera ante la huida te hizo alcanzarla y los edificios que rodeaban al lugar donde te encontrabas parecían echarse sobre ti, como si el mundo quisiera plegarse en ti y machacarte una y otra vez.

-Cobarde. Inutil. Vendida. Huye. Corre. Hazlo mientras puedas. La muerte te sigue y solo eres capaz de huir. Cobarde. Gallina. - Las voces seguían y seguían con el mismo tipo de palabras taladrandote la cabeza mientras corrías sin rumbo fijo hasta que al final, en un parpadeo, apareció Jack delante tuya y te frenaste.

El espacio pareció calmarse, todo estaba estable ahora y aunque no veias más allá de cinco pasos a tu alrededor, algo hacia que solo vieras a Jack

Este se mantuvo callado unos segundos, y aunque pudieras hablar tu voz no salía. Aunque trataras de huir tus piernas no respondían. Aunque trataras de cambiar tu mirada a otro lugar tus ojos no se movían.

Jack levantó lo que parecía una barra metalica y con una simple frase lanzó un golpe contra tu cabeza - Eres despreciable - haciendo que la contundencia del objeto te hiciera perder la consciencia.

Para lo que a ti fueron segundos más tarde de caer inconsciente, para otro pudieron ser minutos, horas o incluso un día. Sea como fuera ahora no estabas en ese cuartucho donde estaba el hombre herido. Tampoco estabas en la calle, ni tampoco estaba Jack cerca tuya. Mientras con dolor tratabas de abrir los ojos, empezaste a notar un color anaranjado a tu alrededor y una voz de una chica.

-Por fin se despierta. Max, ven aquí - Conseguiste oir entre zumbidos para ver una silueta cerca tuya y otra acercandose poco a poco

Esta nueva silueta te dió varios golpes en la mejilla tratando de hacerte reaccionar - Ey, oye - escuchaste una voz de hombre - Holaaaaa ¿Estas con nosotros? ¿Recuerdas tu nombre? ¿Sabes donde estamos? ¿En que año vivimos? - cogió entonces una linterna y te la pasó por los ojos para ver si reaccionabas mejor.

Corriendo Abril pasó por la puerta que Will abrió y Sarah se asustó. - Marcos, tu hermana. - Todos fuisteis corriendo tras esta que al parecer, ella misma confiaba en saber un camino al cuartel de bomberos, pero salir de esa forma y a la carrera era un tanto peligroso.

No obstante la niña no cejó en su empeño y con una canción siguió corriendo por el camino que ella creía correcto hasta que todos llegasteis a la calle que Abril creyó era la del cuartel de bomberos. Sin embargo no lo era. Aquella calle era larga y en mitad de la ciudad. Había muchos comercios a su alrededor, incluso un hotel, pero ninguno era un cuartel de bomberos.

Parece que su canción no funcionó por mucho que deseara encontrarse con los bomberos. Sin embargo si que logró otra cosa.

Juntos al ver la calle encontrasteis a un adulto que se estaba dirigiendo al hotel de aquel lugar pero antes de poder siquiera entrar...

Según empezaste a correr hacia el hotel, estabas muy dispuesto a entrar en el y te quedaste al comienzo de las escaleras antes de entrar al mismo cuando escuchaste el terminar de una canción cantada por la voz de una niña. Miraste para el foco y no solo viste una niña aparecer, también otros tres chicos jovenes, dos varones y una femenina de no más de 14 años.

Sin embargo por este mismo hecho de distracción no te diste cuenta de...

Al ver el hotel desde uno u otro punto de vista, visteis como un chico universiterio retrocedió golpeando a una chica de su misma edad y esta a su vez con un tropezón cayó sobre el hombre adulto. - Ay, Nathan. UAAAA - Al sentir que no se había partido nada sino que había caido sobre un hombre fornido, la chica se recompuso y sonrió avergonzada - Y-yo... Lo siento... No sabía que había alguien más. Y oye tu - dijo dirigiendose a alguien dentro del hotel - A ver si tienes más cuidado, podrías habernos partido la crisma. ¿Oye Nathan estás bien? - Preguntó la chica a su amigo poniendole una mano en el hombro.

Al fondo de la calle había cuatro niños visualizando la escena

Sus recuerdos eran confusos. Lo que por un momento aterrador pensó que era real y no podía serlo se confundía con lo que sabía que era falso pero se sentía absolutamente real.

Tembló. Tembló y supo que lo siguiente que vendría sería peor que el desconocimiento. Era la sensación de la verguenza. La amiga más cruel de su pasado, aquella que le robaba el aire por momentos, y la lanzaba a la necesidad por otro instante de ausencia. Dormir. Aislarse. Separarse de todo lo que sabía que era tan terriblemente cierto que dolía. Y la mejor manera era abandonarse a otro chute. No existir.

¿Que era una cobarde? Por supuesto que lo era. Lo había sabido cada vez que robaba dinero de la cartera de su madre para otra dosis. Lo sabía cuando decepcionaba a su familia con otra mentira que no engañaba a nadie.

Pero si era así ¿por qué había dolido tanto escuchar que era despreciable de labios de Jack?

Su mente encontraba formas más certeras y crueles de torturarla. Las lágrimas le subieron a los ojos, empañándole aún la imagen que tenía frente a sí. ¿La estaban cuidando? ¿Era la policía? ¿Estaba en un hospital?

Trata de sobreponerse al miedo, conteniendo la angustia existencial para otro momento - Pamela... Pam. - Se presentó como pudo. Aquello era real. Era aterradoramente real, pero lo era. Debía agarrarse a ello. No era tan mala persona. Sólo estaba asustada. Y la gente  asustada reacciona por instinto, no por conveniencia o por quedar bien. Y su instinto era... era... una verguenza.

La luz hacía daño. Parpadea y traga saliva, llevándose una mano a la cabeza. - Pero si no fue él ¿Qué me golpeó? No. Él nunca lo haría. Puede que yo no sea una heroína, pero él nunca me haría eso. Dioses ¿Por qué lo echo tanto de menos?

-Yo estoy... estaba en Central Park. Se escucharon sirenas, y entonces... entonces, algo estalló y... no... no estoy segura de lo que pasó después.

¿Qué ha pasado? ¿Dónde... dónde estoy?

Sin saber si era lo correcto, si era lo adecuado o simplemente la mayor de las estupideces. Me abalancé contra aquel crío con la intención de abrazarle. Quería que dejase de utilizar la pistola y tranquilizarlo "a la fuerza".

No sabía si aquel movimiento me costaría la vida, si su revolver de manera fortuita apuntaría a mi voluminoso cuerpo, ¿pero qué podía hacer? ese chico creía que éramos monstruos, a saber las atrocidades que habrá vivido... si ese chico fuese mi hijo hubiese deseado que alguien hiciera lo mismo por él.

- Shhhh... tranquilo, tranquilo... no somos monstruos, no somos enemigos... este mundo se está volviendo loco y nos toca lidiar con ello... respira hondo y escúchanos - comenté con el tono más suave que podía tener.

Procuré que la barra de hierro cayese al suelo para que estuviese a disposición de mis compañeros, quien sabe lo que podría pasar ahora.

No pudo creerse que lo que se encontraría sería con una escena de lo más mundana, teniendo en cuenta la situación en la que se encontraba el mundo. lo que no pudo entender fue la razón del empujón que hizo que una chica tropezara con el varón.

- Ni yo... - "Mucho menos vivos" pensó para sus adentros. - ¿Os estáis ocultando aquí? Porque muy bien no lo estáis haciendo si se os escucha desde la calle. - rastreó con la mirada el vestíbulo del hotel, quería encontrar otras ropas que no fuesen el típico mono de presidiario. No quería complicaciones con las posibles personas que pudiera encontrarse en un futuro. Por ello se maldijo por no haberse cambiado en casa de sus padres.

Se percató de la presencia de unos niños pequeños en la calle cuando se giró hacia la puerta. Fue hacia ella, la entreabrió y con un gesto les instó a que entraran sin querer alzar la voz.

Ni dos segundos había dejado de fijarme en Abril cuando ya había salido corriendo a la calle. Tuvimos que ir tras ella a toda prisa mientras seguía cantando ajena a todo, cuando llegué a su lado le agarré del brazo de forma un poco brusca. - Te tengo dicho que no te alejes de mi sin avisar, ¿No es así? - Le dije bastante molesto.

La situación ya era rara de por sí, y encima no había nadie en la calle. Estaba prácticamente desierta. El grito de una mujer a lo lejos hizo que mirase hacia el hotel, y allí se encontraba el niñero. - Vaya casualidad. - Me dolía pensar que me sentía más calmado sabiendo que había un adulto cerca, y uno que reconocía. Nathan no se fijó en nosotros pero uno de los que iban con él sí que nos vio.

- Abril, dame la mano y no te sueltes hasta que lleguemos al hotel, ¿De acuerdo? Nathan está allí, vamos con él. - Le di la mano a mi hermana y señalé a los chicos la puerta donde estaba aquel hombre que nos llamaba. No quería quedarme mucho tiempo en medio de la calle así que empecé a andar deprisa en su dirección.

No. No habia nada de lo que Abril esperaba... Ni el cuartel, ni un carro, ni un solitario bombero...

Abril se había equivocado.

La pequeña apretó los puños y los párpados como siempre hacía cuando las cosas no salían como ella lo deseaba. ¿Cómo era eso posible si había deseado encontrar el cuartel de bomberos con todo el corazón?

Estaba a punto de llorar, abrumada por la rabia y la desazón cuando una mano la sacudió. Era Marcos, y estaba muy enojado. ¿Por qué la regañaba si ella solo había querido ayudar? Abril se tragó las lágrimas y solo musitó, dolida:

—Yo solo quería...

Pero enmudeció de pronto y abrió muy grandes los ojos cuando su hermano dijo la "palabra mágica":

—¿Nathan? —murmuró. Y, finalmente, corrió hacia el hotel, aferrada a la mano de Marcos y gritando: —¡Nath! ¡Nathan! ¡NATHAN!

Correr suena bastante bien, demasiado la verdad, cuando un loco está disparando al aire sin demasiado tino. Lo cual sólo lo hace aún más peligroso.

Aprieto los labios y los puños cuando veo cómo mi idea de intentar hablar como personas se deshecha y me obligo a quedarme como una simple espectadora ante la escena que se dibuja, eso sí, retrocediendo unos pasos por la seguridad de mi vida. No parece que, sin embargo, el mayor de los hombres tenga un aprecio a su vida bastante menor y saltar sobre el loco tirador. Casi puedo ver sus sesos desparramados pero desde luego la diferencia de tamaños hace que no sea muy viable el intentar detenerlo.

Instintivamente, cuando sonó el disparo fuí a cubrir a Fae sin pensarlo.

Me interpuse entre ella y el peligro. El chico estaba mas atrás, en la silla de ruedas, y no estaba tan expuesto como nosotros. La abracé temiendo que el disparo la diera mientras que volvía la vista hacia donde estaba Phil.

-¿Estás bien?- Pregunte aún con el corazón latiendo a mil por hora, mientras veía como nuestro compañero mantenía una actitud mas defensiva y tiraba la barra hacia nosotros.

El trozo de metal rodó hasta nosotros y lo paré con el pie, pisándolo. Si había necesidad de usarlo, lo recogería preparándome para lo que fuera, pero por la forma de hablar del hombre, no era un mutante de esos. Era un tio asustado al algo con lo que se pudiera razonar.

-Me mantenía expectante, aún abrazando a Fae por lo que pudiera pasar.

Jackson al no recibir respuesta de los jóvenes, volvió a prestar atención a los niños que veía en la calle. Les volvió a animar a adentrarse en el hotel con un gesto de su diestra y al final así lo hicieron pero no por él, sino por uno de los jóvenes que allí se encontraba. Jackson se tensó por el entusiasmo que usaba la cris al llamar al tal Nathan. En cuanto atravesaron la puerta, la cerró.

- No es momento de elevar la voz más de lo necesario - Avisó - ¿Alguien sabe qué está pasando aquí?

Me aseguré de que William y Sarah nos seguían y entré en el hotel para que luego aquel hombre cerrase la puerta. Al menos ya teníamos a algún adulto con nosotros, pero por desgracia tampoco sabían mucho de lo que estaba pasando. Me acerqué al "tipo duro", que tenía cara de mala hostia, y también de ser más listo que Nathan. Ya se encargaría la enana* de saludarle por parte de ambos.

- Seguramente sabemos menos que tú. Acabamos de salir del instituto, hubo una explosión que nos tiró al suelo y al despertar no había nadie. Solo estábamos nosotros 4. Cogimos algunas cosas y salimos a la calle a buscar a alguien. - Le expliqué a aquel hombre. Prefería evitar mencionar la historia que me había contado Wil, lo primero porque era poco creíble, y lo segundo porque no iban a creerme. Me negaba a que me tachasen de ser un niño que se inventaba cosas, y mucho menos delante de Nathan.

- ¿Habéis visto algo? ¿Dónde está la gente? - No era como si pudiesen haber desaparecido por arte de magia.

No puedo esperar que algo se interponga rápidamente entre yo y el tirador. Pero ahí se encuentra, el extraño árabe tratando de protegerme y preguntándome si estoy bien.

¡Claro que no! ¿Cómo voy a estar bien si hay enfermos que parecen zombies y locos pegándose de tiros?

Me dan ganas de gritarle. Pero por fortuna mi sentido común y raciocinio se interponen y niego fuertemente con la cabeza.

No. Esto no está bien.

Alcanzo a decir, de un modo bastante más diplomático. Instintivamente me aferro a él buscando aún más protección. Aunque no es como si una bala fuese incapaz de atravesar un cuerpo o dos de un sencillo vuelo.

Según despertabas ibas recobrando poco a poco la visión hasta que de dos simples siluetas, comenzaste a ver las personas que tenias a tu alrededor.

El que tenía la linterna tenía una tez oscura como la de Jack, pero era mucho más adulto o al menos... más limpio que Jack

La otra chica que estaba a tu lado desde que empezaste a despertar, era una chica joven de rasgos asiaticos la cual estaba dejando que Max se encargara de ver si estabas bien.

-Vale Pam, parece que estas bien ¿Te importa si te llamo Pam? No soy un experto pero diría que el golpe no te ha hecho nada peor que una simple perdida del conocimiento. - Guardó la linterna y te ofreció agua - Yo soy Maximilliam, puedes llamarme Max. Ella es Alia, culpable de que cayeras inconsciente y dueña de este pequeño refugio.

La chica le interrumpió - N-no es del todo correcto, este hotel era de mi abuelo y yo solo me encargaba de tareas menores, quien lo llevaba todo era mi madre. Pero supongo que eso ya da igual, al menos por ahora... O, y lo siento... No sabía que no estabas afectada hasta que te dejé KO. Disculpame de veras, me siento muy culpable. - dijo arrepintiendose hasta con una leve inclinación hecha con la cabeza

Nada más Philip se lanza a por el chico para tratar de arrebatarle el arma y tranquilizarlo, este aprieta el gatillo otra ves pero... El arma no martillea. Era un revolver manual, por lo que tenía que martillearlo manualmente, y se le olvidó hacerlo. Un alivio para todos vosotros.

El arma cayó directamente al suelo entre toda la confusión mientras el chico gritaba. Poco a poco todo se iba calmando y Claire pudo darse cuenta tras esa confusión que la voz del chico le sonaba. Con toda la confusión de la huida y la entrada al almacen no se dió cuenta, ya que el arma atraia bastante la atención pero ahora si reconocía la voz, quizás una de las últimas que escuchó.

-V-vale... Y-ya-ya me tranquilizo... - El chico empezó a respirar agitadamente del miedo al comprobar después de sus gritos que no le estaba comiendo nadie y que después de todo, le estaban hablando - Y-yo... solo esperaba no encontrarme con ninguna criatura... No sé usar un arma, solo venia a provisiones algo facil. Por favor no me hagan nada. - Parecía que ahora era más racional y trataba de resolver las cosas de persona a persona centrandose solo en Philip y sin atender a los otros dos de atrás.

-Lo siento Claire - Fue lo primero que dijo Nathan cuando tropezó con su amiga y luego miró al tipo con el que se había chocado Claire, quizás esta no se daba cuenta, pero Nathan si percibió la indumentaria que llevaba el hombre. Sin embargo se volvió al culpable de toda la escena - No pasa nada, pero ten cuidado de ahora en adelante, antes de pegarle un golpe a alguien. Además ¿A que te refieres con...  - Nathan no terminó la pregunta cuando oyó una voz reconocible desde la calle.

Era la pequeña de los Ramírez, junto a su hermano y otros dos más. Ver a la pequeña era reconfortante aunque imaginaba que no tanto para su hermano. Aprovechó el momento de verla para abrazarla levemente cuando llegó hasta él - Vaya, me alegro que esteis bien. ¿Cómo es que habeis salido del colegio? - Y entonces lo pensó un momento y miró hacia el chico del interior - Supongo que no te importará acogernos un tiempo en compensación por lo de antes - trató de ser discreto, sobre todo ante la pequeña Abril

-No, para nada. Cuantos más seamos mejor - dijo el chico haciendo un gesto para que entrarais mientras algunos ya ibais entrendo.

Una vez dentro pudisteis ver mejor al chico de dentro y a los pequeños que acompañaban a los crios que se acercaron a Nathan:

-Vaya, si que había más supervivientes de los que creiamos... - dijo el chico mientras contaba según entrabais apoyando el bate en el suelo. - Siete personas más. - Empezó a contar con los dedos más gente incluyendose a si mismo y acabando en once personas más. - Bueno, como sea, bienvenidos al hotel de mi hermanita... bueno, de mi madre en realidad, pero ahora de mi hermana y mio. Me llamo Steve y eh tio. - dijo mirando a Nathan - Sin rencores, si hubieras visto lo que hay rondando por las calles fijo hubieras hecho lo mismo que yo. Es de chiflados de verdad... - iba a continuar hasta que el crio le cortó