Partida Rol por web

—¡Maldito Bishop! ¡¡Te volaría la cabeza en este mismo instante!! — Buscó a Hicks con la mirada, en ese momento no le importaría saltarse la cadena de mando, pero aquel ser era solo un montón de tuercas recubierto de piel sintética, y con liquido anticongelante por sangre. No sufriría con su amenaza ni con sus disparo y ellos …—¡Mierda! Apártate de mí.

Salir de los túneles había liberado a Vasquez, pero aquella sensación le había durado poco, empezaba a entender a Ripley, en ese momento odiaba al androide tanto o más que ella.

Salir al final de allí con vida fue un verdadero alivio a pesar de las bajas sufridas. Miré hacia el túnel, dolida por no haber podido hacer más por Apone. Era como si supieran que era él quien mandaba y la mayoría de sus ataques fueron hacia él. ¿Podía ser eso posible o fue todo producto de la casualidad? Nunca obtendría esa respuesta ni de donde habían salido tantos a parte del interior del cuerpo de los colonos y de esas cosas que correteaban con agilidad y que sabíamos que salían de huevos.

Yo la verdad, es que no tenía ganas ninguna de saber quien ponía esos huevos. Solo quería volver a la Sulaco y que volasen todo aquel lugar desde arriba. Quería volver a casa y tomar ese café con Hicks. Y sentí una mano que tiraba de mí, ayudándome a salir de aquel dichoso túnel lleno de muerte y de golpe me vi pegada al cabo.

Nuestras miradas se cruzaron y los dos nos miramos a los ojos en silencio durante unos segundos que parecieron una eternidad. No solo me gustaba, sino que sentía que algo me había unido a él tanto, como para no querer dejarle escapar. Por eso cuando me volvió a besar le correspondí con rapidez y sinceridad. Me dejé llevar por él, en aquel baile privado que sucedía en el interior de nuestras bocas.

- Hubiese quedado muy feo que hubieses dejado plantada a una mujer de algo más de ochenta años. - Bromeé con él al respecto.

Bishop salió a nuestro encuentro y no tardó en preguntar por los demás. La verdad era que no creía en los sintéticos pero aquel me estaba demostrando que le había prejuzgado. Pero aún debía verle con una de esas criaturas cerca. Que nos trajese la nave no quería decir que no quisiera llevarse a alguna con él, poniendo nuestras vidas en peligro.

- Será mejor que nos larguemos de aquí. Les teníamos encima en los túneles... dudo que tarden en salir a buscarnos. - Les dije a todos al tiempo que sentía como Hicks se separaba de mí. Pero hasta que aquello no hubiese terminado de verdad, hasta que realmente no estuviésemos a salvo en la Sulaco, no podríamos estar como queríamos y sentía que cada vez estábamos más cerca de lograrlo.

Por fin la salida. Cuando la chiquilla se asomó al patio de la colonia y pudo exponerse al viento de LV-426 sintió que quizá esa escapatoria, esa posible solución que traían los marines y que su madre usó para asegurar una salvación que no había llegado en tiempo y forma, pero que, en definitiva, al menos había llegado, podía ser real. Una nave, flamante y poderosa como no había visto jamás la pequeña Newt esperaba a que entrasen y decidiesen ponerla en marcha y abandonar aquel planeta para siempre. Fue lo más parecido a alcanzar una meta. No la última de ellas, no esa que supone el fin de la carrera, pero sí esa que te asegura que el final está realmente muy cerca. A tiro de piedra. La sensación se hizo tan potente que las piernas de la niña casi flaquearon y, si no llega a ser porque Ripley tironea de ella, probablemente se habría derrumbado de puro agotamiento. 

¿Cuánto tiempo llevaba escapando y escondiéndose en aquella maraña de túneles, conductos y recovecos? ¿Cuánto sin comer más o menos en condiciones? La pequeña había perdido la noción del tiempo completamente, pero en aquel momento sí fue capaz de ubicar en su memoria a su madre y a su padre. Y, por supuesto a Tim. Ellos habían quedado atrás. Como el sargento que ahora lamentaban haber perdido los marines o el resto de sus compañeros. Allí ya no había más que muerte y la niña no veía el momento de que aquel enorme trozo de metal despegase para sentirse verdaderamente a salvo.

Sin saber muy bien si era por tristeza o por puro agotamiento... o quizá por lo contrario, por alegría y sensación de victoria, la niña empezó a llorar hasta el hipo. De toda la colonia, de todo Hadley's Hope, ella, la pequeña Rebecca, era la única superviviente. Si aquello no merecía echarse a llorar, nada lo sería. Y ni siquiera la presencia de aquel hombre de mirada fría podría robarle eso. Lo había conseguido.

Todos los supervivientes subieron a la nave. El tiempo corría en su contra. Las armas se colocaron en sus afustes de seguridad y se abrocharon los cinturones de los asientos mientras Bishop corría hacia la carlinga para iniciar el despegue. Ripley se permitió un tiempo extra en registrar la nave descenso minuciosamente antes de sentarse. Buscaba huevos. Aún no se fiaba de Bishop del todo pero no encontró ni rastro. El sintético no se había traído nada consigo para llevar a la compañía.

Por fin, con una sacudida, la nave despegó de la plataforma alejándose de aquel lugar de pesadilla. En unos minutos estuvieron entre el banco de nubes que parecía cubrir de manera perenne el planetoide. Entonces todo se volvió blanco...

El enorme terraformador detonó llevándose consigo todo rastro de vida que quedara aún ahí abajo. Fue como el climax de todo. Un borrón y cuenta nueva para todos ellos. La pesadilla alienígena se había desintegrado en una enorme bola de fuego. Después de todas aquellas horas de locura, estaban por fin a salvo. A salvo de verdad.

En cuanto la nave de descenso estuvo posada de vuelta en la Sulaco, todos se apresuraron a descender. Necesitaban descanso. Necesitaban comida. Pero lo que más necesitaban era regresar a las cápsulas de hibernación y sumergirse en el mundo sin sueños del ciberestásis.

El último en descender fue Bishop. Abrió la boca para comentar algo pero lo único que brotó de ella fue un líquido lechoso. Todos contemplaron con horror como la punta de una enorme y musculosa cola le brotaba del pecho repentinamente.

De entre las sombras de la nave de descenso, apareció el horror definitivo. Había viajado camuflada y adosada a la nave. Era un enorme xenomorfo. El doble de ancho y el doble de alto que uno normal. Era ella. Era la reina. La madre de todos los aliens. La única superviviente que venía a vengar a toda su progenie muerta.

Con un sencillo gesto de sus cuatro poderosos brazos, partió a Bishop por la mitad y arrojó al sintético hecho pedazos al suelo del hangar.

Con las criaturas siguiéndonos los pasos, aquellos pocos segundos en los que salimos de los conductos y esperamos a que la nave aterrizase fueron extraños; eternos en algunos momentos, pues pensaba en iban a abalanzarse sobre nosotros sin que pudiéramos hacer nada para impedirlo, y efímeros durante el beso que Ripley y yo nos dimos.

Pero logramos subir a la nave, colocarnos los agarres de seguridad y volver respirar para besarnos otro día. Bishop no había perdido el tiempo y tampoco lo hizo entonces, aunque era imposible sentirse bien a causa de la gran cantidad de asientos que había libres.

Todos los que cayeron en el camino... Apone, Gorman, Hudson, Frost, y tantos otros camaradas que se habían visto sorprendidos por la muerte antes de tiempo... habían dejado un hueco que jamás volvería a llenarse.

Estaba pensando en los rostros de todos aquellos a quienes no deseaba olvidar cuando toda la nave tembló de pronto y al mirar por la ventanilla vi la explosión en superficie. Todo había acabado. Con la explosión de aquella instalación, era el final de las malditas criaturas, o eso esperaba, porque tampoco es como si fuese a volver para comprobarlo. Por mí podían darles a todos los de la compañía porque no volvería a poner la vida de más marines en peligro solo para que una empresa se enriqueciera.

Miré a Ripley y me di cuenta de que ella también me miraba a mí. Ambos sonreímos ligeramente, como dos adolescentes, pensando en cuál sería nuestro siguiente paso. Si algo bueno podía salir de aquello era precisamente eso.

 Cuando aterrizamos, hasta el suelo metálico de la nave se sintió extraño. A pesar de haber pasado solo unas horas en la superficie, se sentía como si hubiesen sido semanas.

Pero no todo iba a ser tan sencillo.

Estaba a punto de sonreír de nuevo y decirle a la pequeña que nos esperaba un buen sueño cuando un sonido extraño me hizo volverme, a tiempo para ver como Bishop era despedazado por una de esas malditas criaturas... solo que mayor que cualquier otra que hubiese visto.

-¡Joder!

Ripley y yo nos miramos y ambos pensamos en lo mismo. A pesar de que ponerla en riesgo no era mi primera opción, en aquellos momentos no había ninguna otra, así que sentí con al cabeza.

-¡Newt, escóndete, deprisa! ¡Vasquez, ayuda a Ripley a mantenerla ocupada! -le grité, lanzándome hacia la rampa de entrada de la nave para coger armas, rezando por tener tiempo suficiente como para que Ripley no cayese también.

Vasquez solo tuvo unos segundo para controlar sus emociones. El pinchazo de alegría que sintió al ver al Bishop ensartado en el apéndice del alíen contrastaba con el horror que apareció instantes después al entender que toda la lucha que había librado hasta ahora no había servido para nada. 

Había escuchado a Hicks, necesitaban sus armas. Tenia que haber ido a por la suya, pero todo aquello la había paralizado y se había quedado con la civil. Las  palabras de Ripley  se escuchaban mezcladas con los sonidos que emitía el ser, casi contestado  los insultos. 

Miró a su alrededor,  tenia que encontrar algo que hiciera desaparece a Hicks  del punto de mira del bicho.

Empezó a lanzarle todo lo que  no estaba  fijado al chasis de la Sulaco.  Sabía que apenas  le  haría  cosquillas, pero  esas cosquillas  les daría  unos segundos de ventaja para tener su M-56 en las manos.

El grito de la criatura heló la sangre en las venas de Newt. Ver a aquel hombre extraño, que había resultado ser un androide y no un hombre de verdad, partido por la mitad había dejado en shock a la chiquilla que comenzó a chillar presa de la histeria. No estaba a salvo... el planeta estaba muy abajo y aún así no lo estaba. Había visto la deflagración que había producido lo que seguro debería de haber sido una gran explosión y aún así, el monstruo de las pesadillas, el ser que la acompañaría siempre en el ángulo muerto de su visión, por el rabillo del ojo, seguía allí... más voraz y amenazador que antes.

Los marines comenzaron a moverse... a desplegarse y ella sentía que solo podía chillar, correr o esconderse. Y eso hizo... corrió de nuevo hacia el interior de la nave auxiliar.

Ripley empezó a gritar y a agitar los brazos para llamar la atención de la criatura. La enorme reina se soltó de la nave de descenso y avanzó hacia la mujer. Con un giro rápido de su cola, la golpeó por detrás de las rodillas y la hizo caer al suelo. Después levantó la punta de su afilado apéndice para ensartar de una vez por todas a esa molesta humana.

Entonces una pesada caja de herramientas lanzada por Vásquez la golpeó en un costado. Apenas le hizo daño, pero fue suficiente como para que Ripley se arrastrara de debajo del monstruo y saliera de su alcance. La reina lanzó un terrible gruñido y abrió la boca dejando salir su otra boca más pequeña y mortífera. Entonces cargó contra Vásquez.

Mientras tanto, Hicks intentó llegar al interior de la nave de descenso. Pero resbaló en el líquido lechoso que formaba la "sangre" de Bishop y cayó al suelo lanzando una maldición. Afortunadamente Newt fue más ágil. Saltó por encima de Hicks y entró en la nave a la carrera. Lo primero que vio fue el soporte de armas donde se encajaban los rifles de pulso. Sin saber muy bien qué hacer, la niña manipuló los cierres con más fortuna que técnica. Se abrieron los afustes repentinamente con un sonoro "clac".

Durante todo esto, Bishop arrastraba su mitad inferior ayudándose de sus manos. Quería llegar a la consola que controlaba el cierre de la esclusa de aire...

Ripley logró, efectivamente, llamar la atención de la criatura, que comenzó a avanzar hacia ella, momento que aprovechamos Vasquez y yo para ponernos en marcha. Pero no iba a ser sencillo. Después de hacer caer a Ripley con un veloz movimiento de su cola, lo único que impidió que resultase ensartada fue la rápida acción de Vasquez lanzándole una caja de herramientas. Eso le proporcionó el tiempo suficiente a Ripley para arrastrarse fuera de peligro.

Venga, Ripley. Lárgate de ahí.

Cualquiera hubiera dicho que a partir de ahí todo sería mucho más fácil, pero nada de eso. El pobre de Bishop había dejado tantos restos suyos por el camino que resbalé nada más poner el primer pie en la rampa.

Me cago en..

Me agarré en las barras neumáticas para no caer, mientras Newt entraba en la nave. Para cuando llegué, la pequeña ya había desbloqueado las armas.

-Bien hecho, Newt -le dije, agarrando una y tras pensármelo mejor, otra, porque yo solo no iba a conseguir acabar con aquella cosa - Quédate aquí dentro.

Con ambas armas en las manos, salí a la rampa, teniendo cuidado de donde pisar, y busqué a Ripley con la mirada. Cuando la encontré, la llamé.

-¡RIPLEY, ARMA!

Sin perder tiempo, bajé la rampa y le lancé el arma por el aire, esperando que fuese capaz de agarrarla. Si teníamos suerte, aquella "zorra" recibiría una salva de disparos desde dos direcciones distintas.

La soldado no podía creer que se estuviera enfrentando a esa cosa lanzando una caja de herramientas ¿Dónde estaba Hicks con las malditas armas?

Le había dado, la caja golpeó con fuerza y sabía que eso no iba a ser bueno. A Vasquez le gustaba mirar a los ojos de sus enemigos, pero aquella jodida cosa no tenía nada parecido. No sabía si sus miradas coincidieron, pero podía ver en los movimientos que realizaba, la inteligencia de aquel ser. Estaba en desventaja, así que tenía que ser mas rápida. Necesitaba creer que cerca había algún lugar donde poder esconderse, pero antes de eso tenía salir con vida de la arremetida de aquella bestia, así que esperó e intentó intuir cual sería el momento y la dirección de su ataque para correr en sentido contrario.

El soldado había cogido dos de aquellas enormes y pesadas armas, pero eran tres. Y Newt, al contrario de lo que pensó en un principio, había visto con sus propios ojos lo verdaderamente mortíferas que estas podían ser contra aquellas criaturas de pesadilla. Debía arrimar el hombro. Más aún... hacerlo, correr y tratar de ayudar le hacían sentirse útil y, sobre todo, un poco más a salvo.

Con todas sus fuerzas, la chiquilla tomó una de aquellos enormes rifles y comenzó a arrastrarlo hacia el exterior de la nave de descenso. Sabía a quién debía dárselo, pero entre ella y Vásquez, su objetivo, la madre de todos los aliens se interponía enorme y atemorizante. Así, con aquel ser bloqueando el paso, las manos de la niña flaquearon y el rifle cayó al suelo armando un buen estrépito. Sin duda el monstruo se había dado cuenta de que sus enemigos se estaban organizando en torno a ella. 

Viendo como se desarrollaban las cosas, cogí el arma casi al vuelo cuando me la lanzó Hicks y sin apuntar, al ver a Newt cargar con un arma para Vásquez y llamar la atención de semenjante criatura, di unos pasos hacia atrás. Ya había visto lo peligrosa y rápida que era, así que lo mejor que podía hacer era mantener la distancia con ella, porque quizás no volvería a tener tanta suerte ni sería salvada por Vásquez.

Pero Newt, debía protegerla.

Así pues, nada más caer en mis manos el rifle, abrí fuego contra esa cosa, sin preocuparme en apuntar y el resultado fue que hice mucho ruido, pero nada de daño... quizás con eso se fijase en mí y dejase a la pequeña tranquila, pero aún así seguí retrocediendo  pues sabía que las balas llegarían, pero después de ver como casi me atrapa con su cola, mejor estar lejos. Aquella cosa cuerpo a cuerpo era letal.

Todo sucedía muy deprisa. Vásquez vio como la imponente mole de la reina se abalanzaba sobre ella y rodó hacia un lado para esquivar su arremetida. Aquello la dejó muy cerca del rifle de pulso que llevaba Newt. A la niña se le había caído el arma armando un buen revuelo. La soldado dio otro salto y empuñó el familiar arma.

La reina se encontró de pronto atrapada en un triángulo de fuego cruzado: Hicks desde la pasarela de la nave, Ripley por detrás y Vásquez de frente. La criatura volvió a rugir enseñando la mortal lengua que ocultaba en su boca. Se sabía perdida, pero no moriría sola.

Con sus dos potentes brazos, agarró a Newt de los hombros y la levantó del suelo.

La niña hizo un buen estrépito cuando apareció con el rifle de pulsos. Tropezó con él y lo dejó caer trastabillando. El ruido del metal del arma contra el metal del suelo alertó al monstruo, pero también a la rápida marine que, haciendo gala de una habilidad admirable, consiguió alcanzar el rifle que le había traído la niña para dar buena cuenta de aquella horrible criatura. 

Desde un lado, Newt sonrió complacida. No lo había hecho del todo mal y ahora, lo importante, era que todos los soldados estaban armados y la lucha podría dar comienzo. Pero lo que no había percibido era que aquel ser había percibido que por su causa ahora las tornas parecían volverse en su contra y pensaba hacerle pagar el asomo de valentía. De un zarpazo la agarró como quien sujeta algo que pesa demasiado poco. Algo frágil que ha de ser manipulado con cierto cuidado si no quieres que se te rompa en la misma mano de la leve presión de los dedos. Así era la niña... demasiado débil para asumir la fuera con la que la criatura la atenazaba. Chilló cuanto pudo, dolorida... pero sabía que ya los gritos no la iban a ayudar. Estaba perdida. 

Iba a morir.