Partida Rol por web

El dia D, el dia del lanzamiento, siempre nace con un tímido sol que evita presenciar los horrores de la guerra. Pero hoy no lo podrá evitar. Hoy la 82ª División vuelve al fragor de la batalla, una misión difícil, un gran reto pero una deseada recompensa, el fin de la contienda.

Los preparativos ya están hechos y toda la División se prepara en la base aérea. Todos se saludan y se desean suerte, los más expertos saben que puede ser la última vez que hablas con un amigo, pero se lo callan. Se animan entre sí, comparten los cigarrillos e intentan relajar el ambiente.

Mientras los C-47 y los planeadores se preparan, los soldados aprovechan para comentar sus impresiones, para rezar, para relajarse o para leer las cartas de sus madres o novias. Todos tienen en mente su misión, saben lo que deben hacer y a buen seguro que lo harán, pero ello no los convierte en máquinas sin sentimientos. Se cuidan entre ellos, revisan el equipo de su compañero o se dan consejos a los novatos, hasta que dan la orden de prepararse.

Últimas comprobaciones y órdenes, todo esta a punto de comenzar. Momento para dejar los pensamientos a un lado y centrarse en el objetivo, aunque aún queda el viaje. El teniente Hodges ha ido uno por uno estrechando la mano de los hombres de su compañía, mostrando confianza y ánimo; ha hecho especial hincapié en sus sargentos, ya que sabe que pueden ser el esqueleto que haga victorioso a este grupo de hombres bienaventurados.

Los pelotones suben a sus respectivos C-47, sin duda es cierto que será una espectacular misión aerotransportada, a juzgar por el despliegue de aviones que ha hecho el ejército. Mejor, más vale estar bien acompañado cuando el asunto se ponga serio y tengamos a los alemanes delante de nuestras narices.

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El viaje se hace muy largo, el avión traquetea como un demonio aunque todo parece tranquilo. Notáis que ya estáis en el continente...El salto debe ser inmediato...

Observas que se enciende la luz roja dentro del avión. Eso significa que hay que prepararse para el salto.

El familiar frío de los cielos acompañada del también familiar ruido de los motores, es un sonido costante y estruendoso, es fácil que cualquiera que esté en tierra nos haya oido y también que nos haya visto, no pasamos desapercidos el Dia-D, la víspera en realidad, tampoco lo haremos hoy.

¿Alguien tiene agua a mano? La mía está en la bolsa y prefiero no sacarla...

Bebo un poco del agua que me ofrecen, ha sido una mano muy blanca, del que se sienta a la derecha del de mi derecha, ahora mismo no sé quien es. Le devuelvo el agua con un gracias y dudo sobre si asomarme para averiguar quién es. Al final no lo hago. Observo la puerta del avión, justo delante y a la izquierda. Un cielo lleno de aviones, es algo realmente impresionante. Miro a mis compañeros, hay gente que mira a los ojos, yo prefiero las manos. Observo esas manos que hay a mi alrededor, serias. Manos que tocan armas, manos que tocan cigarrillos, manos que rezan, manos que se llevan a la cara. Cada mano tiene un individuo detrás. Un novato, un nervioso, un piadoso, quizá por conveniencia, y un marido.

Cada uno piensa en lo que le viene a la mente, en estos momentos no puedes elegir entre muchas cosas.

El sargento estaba junto a la puerta, observando el continente. Todavía no habían experimentado fuego antiaéreo serio, y eso le inquietaba. ¿Era realmente un plan maestro de los británicos? ¿Suerte? ¿O quizá una trampa? No podía saberlo estando allí arriba.

Se giró un momento a mirar a los hombres que iban en el avión. Cada cual mataba el tiempo de la espera a su modo, y nadie podía culparles por ello. Como habían saltado de día, prescindieron del maquillaje facial, ya que este hubiera sido inútil. El sargento pensó en que los novatos lo estaban pasando mal, y consultó la hora en su reloj de pulsera.

Entonces, vió un destello rojizo en la esfera del reloj, y giró el rostro durante un par de segundos para confirmar. La luz roja estaba encendida, y había que prepararse para el salto. Ya no quedaba más tiempo para pensar, ahora había que actuar. Se levantó despacio, con cuidado de no caer por la puerta del avión.

-¡Atención! -dijo en voz alta, para que se le escuchara con aquel ruido infernal- ¡En pie!

Esperó a que los paracaidistas estuvieran en pie. Luego les hizo un gesto con los dedos en forma de gancho.

-¡Enganchen!

Se trataba de una cuerda con un mosquetón, que debían acoplar a una cuerda corredera para asegurarles en el avión, y que provocaría la apertura inmediata del paracaídas en cuanto saltaran. Él mismo enganchó su cuerda a la corredera.

-¡Revisen equipo!

Aquello era importante, había que revisar que todo estuviera en orden y abrochado, para evitar percances o pérdidas accidentales. Él tiró un poco de su casco, comprobando la solidez del barboquejo, y luego compró que todo el equipo estuviera abrochado y asegurado.

-¡Numeren la revisión de equipo!

Debía empezar el último de la fila, anunciando su número y diciendo "Listo". Él era el número 1, y de ahí para atrás iba el resto. Comenzaron a sonar voces al final del avión, y los hombres daban una palmada en el hombre del siguiente tras anunciarse. "¡Nueve listo!". Al llegar al número cinco, era el turno de Wright. Delante, tenía a Alzid.

Al fin estabamos sobrevolando la vieja europa listos para ser lanzados sobre el enemigo,aunque había algo que me preocupaba, ¿Porque los nazis no disparaban? ese pensamiento le corría por dentro que planes tenían aquellos perros para con ellos,mi mano temblo unos instantes por la tensión y el movimiento del avión y lo calme con una calada al cigarro que había pedido a uno de mis copmpañeros dandole una intensa calada,no podíapensar en otra cosa en aquel momento que en el salto,se había borrado todas las imagenes de mi cabeza tan solo aparecía eldía de entrenamiento cuando les habían enseñado a saltar "Joder espero qué todo marche bien".

En ese instante sentí la voz del sargento fuerte y clara nos ordenaba  ponernos en pie,inmediatamente maté el cigarrillo con una larga calada y me puse en pie estirando un poco las piernas ya que la tensión y el frio me las habían dejado atrofiadas,la segunda orden fue la de enganchar y comprobar los equipos nada mas oírla las imagenes de cualquier cosa que pudiera pasarseme por la cabeza se me borraron y me concentre en revisar el equipo del compañero qué tenía delante,el cual era el numero dos,yo estaba el tercero en la fila y esperaba qué Alzid me diera la palmada para así yo gritar mi número y avisar al muchacho qué tenía delante,mientras esperaba me santigué y cerre unos instantes los ojos y respiré hondo.

- ¡Diez listo!

- ¡Nueve listo!

- ¡Ocho listo!

- ¡Siete listo!

- ¡Seis listo!

¡Cinco listo!, dijo Benjamin, al tiempo que daba una palmada a Alzid.

En aquellos momentos, por su mente pasaron muchas cosas pero una sensación dominaba a las demás: Al fin iba a empezar a devolver a los nazis lo que estaban haciendo pasar a su pueblo. Inconscientemente empezó a recitar la vieja oración: Shemá Ysrael, Adonai Elohim...

La pesada mano de Wright cayo sobre Alzid como un jarro de agua fria.

Habia estado todo el viaje orando en silencio, a la espera de este momento. Ya no habia vuelta atras. El y sus compañeros iban a saltar lejos de su tierra a luchar contra un enemigo que no merecia perdon futuro. Debian ganar.

¡Cuatro listo! grita Alzid mientras toca el hombro de su compañero.

Siento el brazo de Alzid y finalmente grito,aunque no puedo evitar sobresaltarme por la tensión

-!Tres listo!

y toco el hombro del soldado qué tengo delante con una palmada

¡Dos listo!

Ya no quedaba otra, ahora era saltar bien, o saltar mal, pero nada retrasaría la operación. También yo he reparado en que nadie nos ha disparado, pero no me preocupa eso, al revés confirma lo que mis oficiales han dicho y yo no terminaba de creerme: Holanda está defendida por viejos y niños.

 Quizá allá alguna unidad de élite, pero serán escasas. Para cuando reaccionen ya tendremos los puentes, al menos, los que no hayan volado por los aires.

Solo quedaba el sargento, y anunció el último:

-¡Uno listo!

Estuvo pendiente de que encendieran a la luz verde para saltar, concentrado.

Hace una mañana preciosa para lanzarse en paracaidas ¿verdad?

La luz verde se enciende.

La luz verde.

El sargento evitó persignarse, porque habría dado mala imagen. Debía demostrar que no tenía miedo a lanzarse.

-¡Salto ya! -dijo.

Y fue el primero en saltar.

Veo la luz verde y observo al correa de mi pistola, está algo suelta. El tiempo me viene más que justo para terminar de ajustarla y correr hasta la puerta, dejándome caer al vacío que repentinamente pisan mis pies. Me zarandeo ene la ire a consecuencia de la apertira del paracaídas. Frente a mí y algo más abajo está otro paracaidista y a los lados más de ellos. La invasión de Holanda ha comenzado.

...y yo seré de los primeros en tocar el suelo.