Partida Rol por web

El cochero no es otro que Curzio, el mejor y más leal criado de doña Esmeralda. Mucho había recorrido con la señora desde su Ostia natal, y llevaba ya más de veinte años a su servicio. Poco agriaciado de aspecto, era sin embargo llano y cabal. Solía ocuparse de arreglos puntuales en la casona y ocasionalmente de la compra, pero sin duda lo suyo era conducir carros y carretas. Llevaba, por si su señora se metía en líos, una daga en la trasera del cinto.

-Signiora -dijo, inclinándose.

Sostenía la puerta abierta con una de sus manos sanguíneas, anchas y callosas.

-Pero la fe no lo es, Hermano- Afirmo rotundamente

- No quiero pasar mas tiempo en la calle, ya he visto demasiado por hoy... Digo mientras comienzo a andar en direccion a la casa del señor.

Al ver que comienzas a andar, Fray Hernando decide que no le apetece nada volver al convento y sufrir interrogatorio y cilicio. Te conoce demasiado bien, y sabe de tu sed de pira. Pensando que no te conformás con castigarle, echa a correr en dirección opuesta, intentando huir.

Sin embargo, no va demasiado deprisa.

Es que falta Tobías por tirar.

¡Cuan equivocado estas Hermano nadie puede escapar de la justicia Divina!. Grito mientras empiezo a correr detras de el.

¡A mi la guardia , capturen al Hereje.!

El inquisidor corre, ganándole rápidamente la distancia al renegado. Sin embargo, no parecen haber alguaciles o corchetes en la zona. Lo más que consigue, es que un vecino de la calle se lo quede mirando, curioso, y ponga la zancadilla a Fray Hernando, que cae al suelo.

¡La bendicion de dios caiga sobre vos hijo mio!Seria mucho pedir que me acompañara a llevar a este hereje hasta la casa del señor donde se le juzgara y aplicaran los castigos adecuados.

Estoy seguro que el señor apreciaria tal acto de bondad en un dia como este. Digo mientras le sonrio.

Entre tanto voy agarrando al Dominicio , para que no vuelva a escapar

El hombre sonríe, satisfecho. Parece que sacará algo bueno de todo ello.

-Todo sea por ayudar a la Santa Madre Iglesia.

Como es un esportillero, tiene a mano un cordel, y con él le ata las manos a Fray Hernando, al que conduce con una mano agarrándole el hombro, por las calles que el inquisidor le indica.

Acompañado del vecino y con el Dominicio bien atado. Llegamos a nuestro destino.

Gracias hijo mio , que dios te lo pague has un gran bien hoy. Digo mientras agarro a Fray Hernando y la otra bendigo al hombre.

En cuantoa a ti se te juzgara como es debido, dudo que con una siemple penitencia sirva para redimir todo el mal que has hecho hoy.
Dicho esto le empujo hacia dentro y llamo al resto de los hermanos.

Un viejo conocido entra en la Taberna de Medilla. Se trata de don Álvaro Minaya, soldado viejo del Tercio de Gonzalo de Córdoba. Al ver las caras familiares del cabo Clavijo y el soldado Balboa se aproxima a su mesa.

Alabado sea el señor, ya era hora de que se le viese le digo al recién llegado mientras le preparo una silla para que se siente junto a nosotros.

-Grazie, Curzio -dijo al cochero al tiempo que le tendía la mano enguantada para que la ayudase a subir-. Señores míos -dirigióse a sus acompañantes una vez instalada en el coche y no habiendo éstos subido aún-, una fiesta nos espera.

Esperó que Gaspar y Lorenzo subieran al coche antes de hablar al cochero otra vez.

-A la Embajada de Francia, Curzio.

Los tres cortesanos montan en el carruaje y el último cierra la puerta. Tras el aviso de la donna, el cochero fustiga a los caballos y el coche se pone en movimiento sobre el empedrado de Madrid, cubierto como siempre por una capa de tierra y barro seco que las lluvias arrastran de la ribera del manzanares y el polvo y la suciedad de los desperdicios deposita en las calles.

El coche intenta, sabiamente, dar un rodeo por los barrios altos y evitar en la medida de lo posible las zonas más populares, donde el carruaje podría ser blanco de todo tipo de ataques. Los tres ocupantes conversan animadamente sobre la fiesta.

Cuando ya están llegando a la calle de la embajada, el cochero se detiene un momento, y alguien pica a la puerta del carruaje.

Frunció un poco el ceño cuando el carruaje se detuvo, todavía faltaba una o dos calles para llegar a la de la embajada y esa detención no tenía razón de ser, sin embargo intuyó que peligro no debía haber, la detención en ningún momento fue brusca, aunque nunca se sabe...

Iba a asomar la cabeza para preguntar al cochero qué pasaba cuando picaron a la puerta. Corrió la cortina y se asomó por la ventanilla, dependiendo de quién se tratase abriría la portezuela o no.

Un grupo de niños andrajosos está junto a la puerta del carruaje. Uno lleva un saco negro, pequeño. Parece que el camino está obstruído por un cordel que unos graciosos han colocado para que la gente tropiece, y que Curzio está cortando con su daga.

-Limosna, señora -dice uno de los niños- Por compasión.

Despues de tanto tiempo había vuelto, con la bolsa llena de agujeros y sin dineros alguno, pero le daba igual...porque esa bolsa jamás se oyó llena. El antiguo soldado entró en el recinto y le dió unos buenos manotazos en el hombro a sus camaradas.
-Válgame cristo, Balboa, creía a vuesa merced agujereado de arcabuz en donde nuestro señor perdió el calzado.
El antiguo soldado se sentó en el sitio libre, como mandaba la tradición, con el sombrero puesto.
-¿Y a vuasé como le van las cosas?- inquirió mirando a Clavijo.

Los hermanos se congregan allí, curiosos. Un par de familiares del Santo Oficio se acercan, alabarda en mano. El prior del convento acude pronto, y mira a Fray Hernando disfrazado y luego a fray Rodrigo.

-No me digáis -dijo, con un gesto- De putas.

Hubo murmullos, y fray Rodrigo quiso defenderse (verbalmente).

Al escuchar las palabras del Prior, agacho la cabeza y miro a Fray Hernando.

Si asi es... He tenido que salir en un dia como hoy, ver todo tipo de barbaridades para encontrarle en una manceberia rodeado de mujeres.

Y al llegar yo al Burdel, no comete la desfachatez ¡ La Herejia ! De preguntar en que libro santo esta escrito que el "Todopoderoso" no fornicara
Sin comentar ya , que intento escapar de la justicia divina. Grito gesticulando las manos cual evangelista,bajando el tono solo para decir las palabras del insensato fraile.

Por eso hermanos no creo que haya otra solucion, para purificar el alma de este pecador, este falso cristiano....
Y repito no hay otro remedio para purificar su alma manchada por el pecado, ¡que acudir al Fuego de la santa inquisicion! A lo que levanta los brazos y la mirada al cielo.

Despues del pequeño discurso hago una pequeña reverncia al Prior, manteniendo las manos unidas en forma de rezo.

-Pagareis cara vuestra...-Dice Pierre mientras detiene su amenaza.
Se detuvo a pensar, probablemente la calle estuviese plagada de trampas como la que tenía ante si, mejor estar ojo avizor o alguno de aquestos bromistas acabaría dando con su objetivo.
Tal cual había deducido que ese arrabal estaría plagado de esos perros chavacanos así que tomó caminos poco frecuentados para intentar dar un rodeo al barrio, pero antes de irse grabo a fuego en sus sienes la cara de aquellos dos hombres que reian, definitivamente tenían algo que ver en la artimaña.