Partida Rol por web

Tomo mi jarra de vino y sonrio cuando la sensacion del liquido sacro de Baco inunda mi garganta. Seco mis labios con la mano y me acerco a mi compadre, el bravo, para hablarle en voz baja. Has visto compañero, alli., señalo discretamente con la cabeza, aquel individuo, viste como un bujarra, vayamos, acerquemonos a armar bronca. Añado con sonrisa picara. Pobre maricon, que se habra perdido aqui?.

Dichosos los ojos!! Álvaro Minaya!! Por el amor de Dios, bebe algo de vino Digo mientras sonrío al conocido común MOZO!! TRAE OTRO VASO PARA EL CAMARADA! Estoy seguro de que si el vino le place a vuestra merced, hará que broten anécdotas y buenas nuevas de vuestra boca

Me apoyo entonces en la mesa apartando la botella para ver mejor al soldado

Mientras me sirvo un baso generoso de vino, le lleno el suyo a mis compañeros y cojo un trozo de queso con un poco de pan querido amigo llene el gaznate con este excelente vino y empiece a contarnos .

Miró a los niños con desdén, aunque con bastante menos del que los habría visto de no ser niños.

-Ladrones todos -pensó- no importa la edad que tengan... criaturas zarrapastrosas

Se abanicó y llevó el pañuelo perfumado a la nariz, el olor de esos niños no era muy agradable.

-Nada de limosnas -dijo en tono seco-, quédense aquí y en un par de horas vendrá mi cochero a traerles algo de comer... ahora apártense... Curzio vámonos ya -ordenó.

El carruaje empieza a andar, pero antes de eso, los niños lanzan dentro del coche el contenido de la bolsa negra que cargaban. Se trata de un gato gordo y furioso, encerrado dentro de la tela, que ahora lucha a zarpazos con los que en el carruaje están, pudiendo estropear sus ropas.

Esto es lo que llaman, en los barrios altos "la gatada". Típica broma de carnaval.

Pícaro y actor son incapaces de esquivar las cáscaras antes de meterse de nuevo en la seguridad de la corrala. Sus ropas quedan impregnadas de esa asquerosa pasta viscosa, sobretodo las de Tobías.

Carnaval en Madrid... menuda locura.

Malditas Brujas....
Otra vez rodeado de borrachos....

Lorenzo se sobresalta por la reacción de los niños al tirar el saco...no se esperaba tal acción y tampoco adivinaba el contenido del saco...Intentaría volver a meter de un golpe al gato en el saco mientras este estaba entretenido arañando al bueno de su amigo Gaspar de Zapata.

Tras enmendar a las madres de cien cartagineses, veo como mi fiel amigo Tobias se llevó la peor parte.

- Esperemos que marchen y vayamos a lavar esas ropas Tobias. - advertí sin poder evitar que se entreviese una escueta sonrisa.

Minaya se echó a la gola un generoso trago de vino y agradeció a su compadre Balboa el que le llenara el vaso de barro. Se volvió, luego, hacia el "Mozo".

-Bueno, ya sabe vuesa merced que hombres como nosotros agradecemos cualquier pequeño lujo, vino aguado o ese extraño potaje que llaman "cerveza", hablando de eso ¿recuerdan aquel día que...?
Esa frase "¿Recuerdan aquel día que...?" siempre terminaba con una larga historia de escaramuzas, encamisadas, disparos de arcabuces y estocadas por doquier, entre trago y trago de vino para aclarar la garganta (y la memoria) y unos buenos trozos de queso y pan para llenar el estomago. Entre risas y recuerdos de batallas (voto a dios, por tantas cicatrices que teníamos entre los tres juntos en el cuerpo) y recuerdos más agradables de mozas extranjeras, Álvaro se recostó en la silla.

-A todo esto...¿que fue de aquél soldado llamado...Alatriste? si, si, a ese que rechazó pelear por esos pisaverdes y yo tuveme que batirme por él, no sin pedirle la pistola como buen camarada.

Gaspar se remueve en su asiento ante los zarpazos del gato.

-¡Voto a...!

Su antifaz se tambalea y Gaspar culebrea, haciendo que todo el carruaje se convierta en un guirigay tan ridículo que el cortesano se reiría si no estuviera tan ocupado tratando de reducir al felino proyectil.

El gato araña "solo" las manos enguantadas del gentilhombre, sin dañar mucho los guantes. Este, reponiéndose de la sorpresa, logra lanzar el gato, cual pelota vasca, por la ventana del carruaje y más allá.

Pasó el peligro...

Pierre da un sabio rodeo, y evita calles transitadas. Fuera de ellas, las bromas carnavalescas no son tan frecuentes ni atrevidas.

Tras un buen rato andando, llega ante las puertas de la gran casona señorial, ahora embajada francesa, donde unos mosqueteros montan guardia en la puerta, alabarda en mano o mosquete al hombro.

-Su invitación -reclama uno de ellos en español con fuerte acento galo. De Auverina, te parece.

El prior parece bastante acostumbrado a tu ardor religioso, y te escucha tranquilamente. Como superior de tu comunidad religiosa, sabe que el ser inquisidor te da más razón a la hora de acusar, y comprende tus fundamentos... Pero resulta que él es uno de los miembros de la Suprema.

-Aplicaremos a fray Hernando el castigo debido. Y en cuanto a su falta, al no haber consumado la fornicación, el pecado no es mortal. Bastará un hábito de penitencia, trabajo manual, una dieta a pan y agua y misiones entre los pobres, tras unos días de cárcel y otros de voto de silencio y reflexión.

La escena dentro de la Posada del Aguilucho es aún más surrealista que como la dejásteis. Se ha armado una buena bronca, en la que unos se acusan de ladrones a otros, y amenazan con darse de puñaladas.

Abrieendos paso discretamente por la algarabía, llegáis hasta el solitario brocal del pozo, de donde sacáis un par de calderos de agua para quitaros de encima esa plasta asquerosa que os han lanzado.

Sin embargo, cuando queríais escurrir el bulto por la puerta trasera, un jaque de medio pelo al que Tobías robó se fija en este, aunque visiblemente carga muy delantero, alumbrado tras trasegar azumbres de vino peleón. Se lleva la mano a la toledana.

-¡Vos, perro! -exclama.

Intentando hacerme el distraido, respondo con tono indiferente.
Os Referis a mi?

Observo la escena posando mi mano derecha sobre el lomo de Tobias.

Me levanto de la mesa posando mi jarra con fuerza, como queriendo llamar la atencion. Con paso chulesco y risa burlona me acerco al curioso hombre de la pared. Disculpe mi atrevimiento caballero, sin querer ser impertinente , nos preguntabamos mi compadre y yo, digo señalando hacia el Bravo, que haria vuestra merced en un lugar como este?, me quedo a un par de metros del presunto noble. Apoyo mis manos en la cintura poniendo los brazos en jarra esperando respuesta.

Lope bebe un poco de garnacha mirando el espectáculo que ofrece "El Rufo".

Demonios...sabía que con este valentón la noche sería interesante.

Saluda con la jarra cuando el hombre de aparente buena cuna le mira, en su cara se dibuja una sonrisa maliciosa.