Partida Rol por web

Me pregunto si esta desconfianza que siento es una sensación de novato, de –aunque curtido– primerizo en misiones que ostentan tan mísero trasfondo. El único que parece mostrar algo de nerviosismo o de ingenua sinceridad aquí es el lobo, pero uno se pregunta si sus compañeros dudarán al igual que él o de verdad son tan confiados como aparenta la verborrea de Sandor. Y es que no me creo que eso sea un tercio del pago: sin nombres, no hay honra, no hay garantía, no hay represalias, no hay nada. Quizás el resto nos caerá del cielo y los malos tienen complejo de ángeles, una especie de justificación interna o de megalomanía o de benevolencia dirigida o qué se yo si cualquier asunto moral lo suficientemente mal expuesto es válido en estos casos para esas alimañas en concreto de los tratos después de medianoche. Pero, ¿250? A mí me vale por arriesgar el cuello, aunque a pesar de no haber sido educado en la avaricia cualquiera es lo suficientemente avaricioso, es un sentimiento natural. Que recogeremos el resto si todo va como ha sido estipulado, ja… Pues uno sabe cómo montarla, así que que se anden con cuidado. Incluso toda esta historia puede ser un creíble bulo una frase tras otra. "El precio al que se vende es siempre el adecuado". Menuda ironía.

Me adelanto por uno de los lados de la mesa, preferentemente por donde no se sienta sin permiso el parlanchín que pidió lo más natural y sensato del mundo*, y no me importa que ese cobarde bastardo**–lo es por definición– que se sitúa a una distancia que supongo considera prudencial se achante o realice cualquier movimiento innecesario ante mis bienintencionadas pretensiones que estoy seguro le agradarán una vez mostradas, como lo son recoger la bolsa con los preciados bienes pecuniarios y repartirla equitativamente en el mismo momento en el que alguno de mis espero que no tan desconfiados compañeros por la débil aunque existente camaradería que nos une me mire mal. O antes de eso, si, como no creo, es que es posible, aunque adivino sus ojos en mi nuca en este mismo instante.

Recojo la bolsa con decisión y con la misma expresión seria que he mantenido hasta ahora, intentando –qué inútil– mirar al cobarde a los ojos:

– Trato hecho. Nos reuniremos aquí de nuevo la noche siguiente para cobrar el resto –y, si no, no sé cómo pero lo cobraré en anónima sangre de bastardo, aunque, pensándolo mejor, esa no vale nada. Quizás ni siquiera volváis tú y tu pipa.

Quiénes son tus jefes y qué es lo que venden, esa mercancía con la capacidad de producir unas ganancias tales como para que un pago de 3000 monedas de oro (1000 en la práctica) a unos pringados cualquiera –y esta condición que lo definía daba vueltas sin cesar en su cabeza como un condenado moscardón–, fuese considerada una inversión y no un gasto. Son preguntas que no iban a tener respuesta. Bah, esto es lo que has elegido.

El encapuchado no reacciona ante el movimiento de Yémil, si no que aguanta en la misma postura. Sus manos reposan sobre su regazo desde que se guardó la pipa y parece visiblemente más deseoso de acabar la reunión desde entonces. El hecho de que los causantes seais vosotros o la falta de tabaco no está clara.

- Huelga decir -comenta despacio- que no es bueno para nadie que se queden las monedas y desaparezcan sin más. Dudo que mis señores les sigan al fin del mundo, al fin y al cabo se trata tan solo de mil coronas, pero nunca es bueno enemistarse con el que paga, y más afirmando visiblemente que uno se ríe en su cara de su excesiva confianza... -Calla unos segundos, meditando sus palabras. Se incorpora, os mira, baja la cabeza, y con ella gacha se dirige hacia la puerta-. En fin, qué cosas digo. Es evidente que ya habían meditado tal cuestión, y saben como funciona el mercadillo que es esta vida, así que hasta más ver. No les desearé buena suerte, porque la dama Fortuna ni pincha ni corta en estos asuntos. Dispensen.

Y sale por la puerta andando como si tal cosa.

Demasiado arriesgado, demasiados pocos detalles. No creo que esté interpretando mal las señales; escudándose en sus jefes, excesiva recompensa, un simple susto... hemos dado por sentadas demasiadas cosas. La negociación ha sido breve, seria pero no tensa, dándose únicamente leves amenazas lanzadas con maestría. Si mi olfato no me engaña estamos ante una trampa. Ahora la pelota está en nuestro tejado, hay que reaccionar y cubrirse las espaldas. No debemos ser demasiado previsibles pero debemos terminar lo que hemos empezado.

Hay que admitir que tiene su gracia el enfrentarse a un peligro desconocido únicamente con la espada desnuda, pero no. Si muero hoy de que serviría, ¿dónde queda la venganza?, ¿poner fin tan pronto a la amargura? No. Cuando eliges sacrificarte por una causa hay que llegar lo más lejos posible, no es día para morir. Habrá que cuidar nuestros pasos desde esta noche, si pudiese recordar algo de ese tal Martius Heinnager...

Caballeros. Acabamos de meternos hasta el cuello en algo que no comprendemos, quizás demasiado grande, quizás no. Sabed que llegaré hasta el final de este asunto, con o sin vuestra ayuda. No se que valor tendrá vuestra palabra caballeros, pero desde el momento que dí la mía he sellado un compromiso - miro uno a uno a mis camaradas recién adquiridos, aguanto la mirada al elfo y al mugroso - Si también vosotros os comprometéis bien haríais en indagar más sobre este tal Martius. A partir de ahora debemos de cuidar nuestros pasos - dicho esto me dispongo a salir de la habitación.

Bueno, bueno, esto era necesario. No quiero estar pendiente de mi espalda en medio de la lucha, hay que saber a quien consideras camarada.

A partir de este momento y hasta nuestra próxima cita con el tipo estoy en un estado de "Alerta transitoria". Estoy pendiente de vigilar quién pueda estar interesado en este asunto. Para ello tiro avistar y escuchar para que lo utilices como buenamente juzgues. (hago como 3 tiradas que podrían representar como estoy de fino cada uno de los días)

Agarro el cuello de Sobras mientras el encapuchado abandona la sala. El rubito tiene razón, esto no huele bien. Será mejor andar con precaución.Por suerte somos dos a cubrir nuestras espaldas. Lástima que el resto no pueda decir lo mismo.

Me levanto y salgo de la habitación. De momento no habrá que preocuparse. Nos necesitan para el trabajo, con lo que no harán nada hasta que nos juguemos el pescuezo. El problema es ¿Cuantos guardias llevará realmente el mercader? ¿Aparecerá la guardia en el momento menos oportuno? ¿Intentaran matarnos cuando vengamos a cobrar? Son demasiadas preguntas que necesitan una respuesta, demasiados cabos sueltos. No me gusta.

Aunque por otra parte... lo primero es vigilar al que tiene la bolsa. Una cuarta parte de esas coronas me corresponden, y no voy a dejar que desaparezcan así como así.

-Deberíamos matar al elfo y repartirnos 1000 coronas para cada uno.-Pienso al salir con una sonrisa.-Para lo que va a hacer y nada...

Tras bajar las escaleras del piso de arriba me dirijo a la mesa de los enanos con cara amistosa y ocultando el odio que siento hacía razas inferiores. Al fin y al cabo los enanos han demostrado ser de fiar, no hay que desprestigiar su valía solo porque sean inferiores.

Señores enanos, serían tan amables de permitirme compartir su mesa, pues estoy necesitado conversación en esta noche. - A ver si tengo la suerte de escuchar algo relacionado con el comercio en la zona.

Al día siguiente a primera hora lo primero que hago es buscar a algún niño de 8-12 años en los barrios pobres y le digo que busque a dos amigos. Les ofrezco una pieza de plata a cada uno (que me parece bastante) si siguen cuidadosamente a mis compañeros de faena y me cuentan antes de la cena lo que han visto.

Durante la cena hablo con mis compañeros sobre que tal les ha ido el día, sobre que han hecho.

Por último, después de la cena comparo versiones y saco conclusiones.

Durante el día me dedico a caminar por los barrios bajos. Fijo la ruta que seguirá el comerciante (si es cierto lo que nos han contado) y establezco tres rutas de escape de memoria. Busco también un par de sitios para permanecer oculto al acecho del comerciante. Y otro tanto con un par de sitios para permanecer escondido si las cosas se torciesen.

No creo que sea aconsejable hablar más de la cuenta durante el día, para no levantar sospechas.

Cuando bajas a la sala común, los humos están más alterados que cuando subistes, hará una media hora. El centro de atención, precisamente, parecen ser los enanos de "La Carraca". El ambiente sigue igual de cargado, y huele igual de mal a humanidad, pero los cuatro enanos se encuentran alrededor de una mesa. Uno de ellos, el más alto (si es que hay diferencias significativas), de pelo negro yace incosciente, tumbado boca abajo. Sobre él, está sentado otro de ellos, de pelo marrón y la barba trenzada (que por cierto, tiene su jarra encima del enano inconsciente a modo de mesa), que está compitiendo en el conocido deporte enano "Combate de cabezazos" contra otro enano calvo y con la cabeza tatuada. Sentado en una silla cercana y con una jarra repleta en la mano se encuentra el cuarto de los enanos del grupo. Está animando a los dos combatientes y tiene la barba llena de espuma. Los cuatro van generosamente armados, y llevan oxidadas armaduras

- ¡Dale ahí, Raffelsson! ¡Demuéstrale que su cabeza huevo no es una ventaja JAJAJA -ríe de forma estruendosa, llenando de neblina de cerveza todo el área frente a él - Espero que no vayas a ser como Rgart, que duró lo mismo que un delicado elfito JAJAJA -se dirige al resto de la taberna, en voz alta, aunque solo unos pocos le hacen caso-. ¡Teníais que haberlo visto, ya lo creo! ¡Lo desnucó de un testarazo! ¡Y el otro cayó como una doncella desmayada JAJAJA! Solo que hizo más ruido al caer...

Tres o cuatro curiosos, humanos, siguen el combate. Uno de ellos está visiblemente borracho. Del resto, algunos se han ido, pero la mayoría sigue a sus asuntos. Mike "Tejón" sigue en su sitio, y de vez en cuando echa un ojo, divertido, a los enanos. No parece preocuparle el resultado.

Sobre la mesa, voy sacando las monedas del vaya, esto es de buena calidad, en torrecitas de veinticinco. Primero menudo aburrimiento para Thognar y a continuación para el elfo. Me entretengo imponiendo un mínimo necesario de organización al asunto.

– Si se sabe que Martius Heinagger llega sobre la medianoche –¿cómo con tanta precisión?–, lo mejor es que quedemos al anochecer en [insertar lugar desconocido de la ciudad adecuado]. Es tan fácil como ir a por su guardia, que vale en su conjunto menos que cualquiera de nosotros –es cierto que este es un elfo, mas ahora no se trata de ser preciso–. Anthalas, tú que eres el –más cobarde– que mejor se oculta, harás bien en aparecer por detrás para atrapar a Martius y evitar que escape –nunca me ha parecido que tengas lo que hay que tener para un cara a cara–. Una vez allí lo estudiaremos sobre el terreno.

Otras 250 coronas prefiero las de Temeria las guardo junto con lo que aún no me he gastado en un compartimento cubierto por mi armadura, y el resto desaparece de la vista cuando estrangulo de nuevo la bolsa con el cordel que la atraviesa en zig-zag. No lo cuento, debería ser la parte de Sandor. Me dispongo a salir de la habitación.

Antes de salir del tejón me acerco a Yemil para recibir mi parte. Agradezco a mi compañero estos pequeños detalles, son detalles que habrá que tener en cuenta. Camarada, parto a mi mansión donde mis criados me atenderán con mayor cuidado del que pueda soñar aquí. Duerme bien, mañana será un día largo. Quedemos para la cena en el Pichel de barro (taberna de costumbre)- Le sonrío y poso una mano sobre su hombro - Díselo a los otros dos si eres tan amable.

Salgo de la posada.

Parece que hay poco que sacar de los enanos salvo un buen chichón. Si veo que no obtengo resultados invitando a una ronda hago lo que he puesto en el post para todos y me marcho de la taberna. 

Una vez abandonada la posada, mis compañeros se dedican a indagar sobre el objetivo. Llega mi hora de buscar información a mi manera. La noche es joven, así que supongo que la guardia habrá salido hace poco y aún habrá tiempo antes del cambio. Mejor para mí.

Paseo con sobras en busca de un puesto de guardia. Preferiblemente uno que tenga algún hueco donde esconderme y poner la oreja. Si todo va bien, al darles el relevo informarán a sus compañeros sobre los planes de mañana o sus compañeros les informaran a ellos. De todos modos gano yo.

El día es largo para dormir, así que no me preocupa. Un gesto a Sobras es cuanto necesita para saber que debe ir a casa y esperarme escondido por la zona. Así trabajaré con más libertad sin tener que estar pendiente de él. 

Una vez encuentro el puesto apropiado, me escabullo por las sombras de los callejones tratando de acercarme y esconderme en un buen lugar.

La mayoría de los puestos de guardia de la ciudad se encuentran situados contra la muralla exterior de Shalank, independientemente del distrito en el que se encuentren. Es bien conocido que el extracto social del que proceden los guardias sí que depende del distrito en el que te encuentres, así como su sueldo. Esto, originalmente concebido para elegir guardias que conocieran con detalle el barrio en el que se encontraban, a la gente que lo habitaba y los usos sociales ha dado como resultado una guardia de pobres (artesanos, campesinos) en los barrios pobres y una guardia de ricos (hijos de comerciantes y nobles) en los barrios ricos. Evidentemente, la atención que las instituciones prestan a la guardia y sus informes depende directamente de la "calidad" del barrio de que procedan.

No te cuesta encontrar un puesto de guardia, relativamente cercano a donde emboscaréis mañana a la noche, es decir, cerca de la puerta sur de Shalank, en el mal conocido como "Distrito de los artesanos", ya que aparte de curtidores, batanes, talladores de madera, hay poco más que pobreza. 

De lo que no estás tan seguro es de que puedas sacar información en claro sobre el cambio de guardia. Por lo que crees, lo más seguro es que los horarios sean fijos y los guardias no se refieran a ellos en una conversación normal, si no que los darán por sabidos. Los horarios de guardia también dependen del distrito, pero lo más probable es que sean a medianoche, al amanecer (6am aprox), a mediodia y al atardecer/a la tarde (6pm aprox)*.

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