Partida Rol por web

Finalmente habia llegado la hora del baile. La noche habia caido en la ciudad, una ciudad llena de actividad aun asi. El lugar del baile es un lujoso edificio situado en las centricas y bulliciosas calles de Chaville que destaca entre las mansiones y edificios publicos. Se trata de un gran edificio de marmol blanco delimitado por una valla de metal que tambien da acceso a unos grandes jardines  interiores decorados con grandes setos con formas de animales y de formas geometricas simples. En los jardines puede verse una gran carpa al aire libre montada, desde la que se pueden ver decenas de mesas de metal bañadas  de blanco desde donde los nobles y la burguesia ya disfrutan de un ambiente elitista y glamuroso.

Para entrar en el recinto hay que pasar antes por la recepcion, es un gran hall, decorado con hermosas estatuas de marmol blanco decorando cada lado de la puerta de entrada, una gran alfombra roja lleva desde la entrada hasta el gran salon central, a mano derecha puede verse el acceso al interior de la recepcion, y a mano izquierda, el ropero, esta zona esta protegida por un par de guardias vestidos de gala y con un sable cada uno de ellos.

En la entrada esta Huracano dispuesto a entrar ante la mirada de los guardias que simplemente se limitan a obersar a la gente entrar y asegurarse que no llevan armas demasiado exuberantes (dejan entrar a los que simplemente llevan sable y similares) y que todos cumplen con la etiqueta

Las calles fueron pasando ante el grupo de aventureros tan peculiar a la par que iban caminando. El manto de la noche bañaba cada uno de los excelentes trajes que todos llevaban y a la única dama que les acompañaba la luz de la luna hacía que resplandeciera aún más. Su piel, tan morena, atrajo más de una mirada del gentío. Miradas que rápidamente se apartaban al percatarse de su robusto acompañante de melena morena, el cual no se apartaba de ella como si de un guardaespaldas se tratara y que a todos intimidaba, queriendo o no, con su seria mirada. Después de los últimos preparativos habían decidido dejarse ver por las calles antes de acudir, a sabiendas de que se correría rápidamente la voz sobre los extraños recién llegados.

Mirai aprovechó todo ese tiempo para conocer algo más de Gaudi y Armand, detestando la idea de que siguieran siendo desconocidos cuando iban a trabajar juntos de esa manera. De modo que se mantuvo muy charlatán, más aún cuando se dirigían al baile, en parte por la emoción, en parte por llamar la atención con su llegada. Había sugerido que se presentaran como una compañía de comerciantes de productos exóticos de la isla de Varja, que venía a analizar el mercado  antes de comenzar las importaciones. Resultaba una idea bastante buena para justificar las etnias tan variadas que formaban su grupo.

Llegaron al palacete de la fiesta y Mirai iba en cabeza ya que no tenía ningún reparo en hacer de relaciones públicas y parecía el más extrovertido de todos. Necesitaban hacer amigos (auténticos o no) y ganarse su confianza en una sola noche. Atravesaron la recepción y Mirai comentaba con sus compañeros la exquisitez del sitio, los jardines y la arquitectura. Sintió como la mirada de los guardias se posaba sobre todos y cada uno de ellos y deseó no levantar sospecha alguna, así que con sus maneras habituales, sus gestos, su caminar y su labia, trató de captar y centrar la atención de los guardias en él mismo. Cualquier pequeño contratiempo podría  ser muy mal visto por otros nobles.  

El trayecto hasta el edificio fue bastante tranquilo, aunque invadido por la constante conversación de Mirai, con quien se entretuvo hablando largo rato. En el momento que llegaron, Armand contempló maravillado lo que veía, era casi como un pequeño palacio con todos sus lujos. Con el tiempo suficiente a sus anchas, podría hacer que muchos nobles se arrepintieran de haber permitido que alguien como él se acercara a un lugar así.

Sin embargo, aún no era el momento oportuno. Hizo un leve saludo con la cabeza a Huracano y se situó algo detrás de Mirai intentando aparentar inocencia e indiferencia. Al fin y al cabo, siguiendo con su papel intentaría pasar desapercibido.

Saeris miraba todo mientras se mantenía abrazada al brazo de Merkhem. Siempre había querido estar en una de esas fiestas como invitada y no como una doncella de alguna mujer. Miraba los jardines y toda a esa gente y se sentía casi como una princesa de cuento, pero algo mucho más real.

-No me puedo creer que esté en un baile -musitó para su grupito del grupo. Caminaba sin dejar de mirar a todos los lados como si intentara percararse de algo extraño- ¿sabemos como son las personas que tenemos que encontrar? -preguntó muy bajito a Merkhem ya que él había hablado con la mujer mucho más.

La llegada al baile se convertía en una tortura para el alma del noble Merkhem, no solo por lo evidente que se hacía lo complicado de la misión, sino por muchas otras cosas. Había sido criado para dirigir y comandar, para inspirar a sus hombres y acudir con ellos a la batalla. Si la misión consistiera simplemente en asaltar un bastión enemigo se hubiera sentido mucho más a gusto y seguro.

Pero mucho más que la impotencia de no estar convencido de su capacidad, le dolía la brillante mirada de Saeris. Su dama no había tenido oportunidad de disfrutar del banquete de primavera en el castillo de los Stehlblut, ni del baile del equinoccio, ni de ninguna de las fiestas anuales. No había podido invitarla a ningún evento ni agasajarla con lujosos vestidos ni joyas.

Me temo que no, querida -niego con gesto taciturno- Mi conversación con la señora fue de naturaleza... diferente.

Los guardias mira al grupo, les miran algo extrañados pero no mas alla de porque no les conocen:

- Muy bien, sus invitaciones estan en regla, supongo que saben que no pueden portar armas en el interior cierto?

El hombre mira a todos y dice con educacion:

- Si son tan amables de depositar aqui sus armas con sus nombres podran acceder al recinto sin ningun problema

Al ver como llega Huracano otro de los guardias que tambien va vestido con un uniforme elegante y con un sable en el cinto dice:

- Has llegado algo pronto, aun asi puedes pasar para preparar tu numero

-Las armas son para la gente sin civilizar que no saben dialogar, aunque por desgracia hoy en día las calles son peligrosas y los hay que se ven obligados a portarlas para defenderse de aquellos que son unos auténticos bárbaros. Ojalá llegue un día en que sean realmente innecesarias.-

La aparición de Huracano en ese mismo instante fue una agradable coincidencia. Mirai no le dirigió la mirada, dedicándole el mismo trato que un noble dedicaría a un bufón... aunque el no era de ese tipo y eso le dolió. Ante todo, debía aparentar. 

-¡Vaya! ¿Qué tipo de espectáculo ha preparado nuestro anfitrión? Soy un amante del arte en todas sus variantes.- 

Merkhem clavó una dura mirada en el guardia que osaba impedirle el acceso sin su espada. No era la necesidad de un arma, en realidad, sino el símbolo que este instrumento representa para cualquier noble. Al menos para los nobles feudales, que se ven obligados a defender sus territorios a menudo. Puede que los nobles de ciudad, habituados a encargar esa clase de trabajos a otros, no fueran de la misma opinión.

Merkhem Stehlblut -Se presentó con voz firme, desabrochando la vaina de su pesada espada y apartándola de su propio cinturón. El arnés lo enroscó alrededor de la vaina y la empuñadura, en forma de cruz. Entonces se la tendió al guardia, con una mano- Es una espada nobiliaria, una herencia familiar. Espero sepan darle el cuidado que merece.

El noble no evitó echar un vistazo a la llegada de Huracano, percatándose sutilmente de la presencia de un sable en su indumentaria. Se preguntó si, como empleado, le permitirían portar un arma en el interior.

La respuesta de Armand al guardia fue tan simple como un encogimiento de hombros, ya que no llevaba arma alguna a simple vista y tampoco era como si la necesitase. A pesar de todo se acercó con educación cuando Stehlblut entregaba su espada y se inclinó un poco fingiendo observarla detenidamente, aunque en realidad pretendía aprovechar el momento para mirar más de cerca otros objetos requisados a la entrada.

En seguida se enderezó de nuevo, dirigió una indolente sonrisa al guardia y continuó su camino hacia la carpa sin decir una palabra.

Saeris vio la mirada que había soltado Merkhem al guardia cuando éste le pidió que entregara su arma, y ella le dio uno de esos toques apenas visibles que solían servir para calamr un poco el temperamento del noble. 

Se deshizo de su abrazo para que Merkhem ofreciera su arma mientras les explicaba lo valiosa que era, no porque fuera de una manufactura concreta, sino por lo que representaba, pero no pudo evitar intentar hacer su "magia social" de la cual se había servido en muchas ocasiones.

-Disculpen, caballeros, pero mi acompañante -dijo abrazándose de nuevo al brazo de Merkhem- ha demostrado que no tiene intención de armar alboroto, pero esa espada representa mucho para nosotros, es un símbolo, ¿no podrían dejarnos entrar con ella? -preguntó con un tono de voz dulce y amable- es nuestro escudo de armas, si no las llevamos no nos reconocerán y nuestro anfitrión se preguntará quienes son esos desconocidos...

Con los movimientos que habían estudiado las doncellas desde generaciones, Saeris puso una mano sobre la del guardia que tenía más cerca y le dedicó un par de parpadeos lentos, como si estuviera intentando convencerle- apuesto a que si hay algún problema, unos guardias gallardos y valientes como ustedes harán todo lo necesario y no habrá motivos para que haya que desenfundar esa espada...

El hombre mira a Mirai y responde:

- Este tipo es un mago o algo asi que puede hacer como que vuela y supongo que algo mas, asi que sera un espectaculo de magia por lo que parece

Entonces mira a Merkhem y dice:

- Si claro señor como todas las armas que estan aqui guardadas, es un arma especial

Pero entonces es cuando Saeris interviene, el hombre se queda mirandola bastante atento, se rasca la cabeza y dice:

- Bueno... no creo que sea especialmente llamativa en ese caso, pero si debe asegurarse de que no se vea demasiado, los invitados podrian incomodarse demasiado con esa arma.

Mientras tanto Armand mira disimuladamente, sin embargo, realmente no es capaz de ver nada llamativo, por lo que ve las armas estan guardadas en algun estante que no consigue ver en una sala que esta justo detras de donde estan los guardias

Merkhem observa con aire distraido la intervención de su dama, visiblemente molesto por las estrictas normas de la celebración. Sin embargo, no oculta su sorpresa cuando las palabras de esta causan una peculiar impresión en el guardia, haciéndole cambiar de opinión. Su mirada escruta a Saeris, satisfecho, conocedor de sus místicas capacidades, tan solo una ínfima parte de todo lo que aprecia de ella.

Os agradezco vuestra comprensión y deferencia. -Dice mientras devuelve el arma al cinturón, haciéndola descansar a un costado y cubriéndola con la capa en un elegante gesto- No tendréis que preocuparos por ella, contáis con mi palabra.

Ya estaba bien de perder el tiempo. Habían llegado, pasado el control de seguridad y solo les faltaba dar cuatro pasos para formar parte de la fiesta. De modo que Mirai no retrasó más ese hecho. Tras el acceso, los jardines rezumaban elitismo por todas partes. Llenos de vida por los invitados, aunque él tenía la certeza de que en la propia mansión es donde se congregarían el mayor número de ellos. Y si había un espectáculo como el que Huracano iba a montar, la gente más importante estaría en primera fila.

Mirai realizó un gesto delicado para llamar la atención de sus compañeros y que se reunieran en "petit comité". -Es hora de ponerse a trabajar. Si hemos venido a recabar información lo mejor que podemos hacer es separarnos y pegar la oreja. Aún no tengo claro qué pretende hacer Huracano, pero confío en él.- Miró sobre su espalda de reojo para vislumbrar por donde se había ido, aunque fue inútil entre el gendío. El chico se sintió entusiasmado con él, ya que había demostrado una gran suspicacia al colarse como un feriante. De ese modo tenía acceso casi libre. -Y Saeris... vos acompañad a mi hermano. Ambos hacéis una buena pareja y asi ayudarás a que él -Señaló con un dedo incriminador a Merkhem- parezca un poco mas... sociable. Yo haré lo mismo por mi parte. ¿Algo que objetar?-

Esperó y atendió a cada una de las proposiciones que los demás pensaran hacer. Después de todo, Mirai sabía actuar como cabezilla, pero era todo lo opuesto a un tirano. Cuando terminaron, se dispuso a disolver el grupo cuando vaciló.

-Una última cosa. Tratad de no perdernos de vista. Y si escucháis algo realmente importante de alguien, hacerme una seña. Yo me encargaré de no perderle la pista.-

A la hora acordada ni un segundo antes ni un segundo después, ante todos los presentes los mire y dije:

-Hermosas damas, suertudos caballeros, hoy aquí les contare una historia maravillosa-las luces como había pedido se atenuaron.

-En un rincón de Gaia, en un pueblo asolado por un temible dragón- al gritar dragón con fuego formo la forma de un dragón enorme que vuela por encima d la cabeza de la gente.

-un Hombre llego a el poblado, buscando un hogar- con fuego formo la aldea y el hombre llegando a ella y describiendo lo siguiente que relato.

-Sus gentes pobres y que bordeaban las puertas de la muerte por el hambre, fueron hoscos y el  pobre hombre al no tener con que pagar fue echado del pueblo a patadas, pero tras e una niña pequeña de 6 años lo cogió a l salida y le explico la situación.

Deje que observaran las imágenes de fuego y continué el relato:

-El hombre marcho a la cima de la montaña y por siete días combatió con el dragón, nadie supo como pero pareció vencer al dragón o no nadie jamás lo sabe, solo se sabe que tras 7 días y muchos terremotos causados por la inmensa batalla de ninguno se volvió a saber nada, pero no quedaron cadáveres tampoco-todo el fuego se jun´ta en una bola se va comprimiendo y luego estalla, sin quemar nada ni a nadie.

Tras esperar un rato para que se relajaran volv a decir:

-Para el siguiente truco necesito un voluntario, ¿quien se ofrece a ayudarme?

Una  vez atravesada la entrada llegan al gran salon, es una sala muy impresionante, seguramente la mas impresionante del lugar, se trata de una descomunal estancia, en la que facilmente cabrian 2 000 personas, todo el suelo de la estancia es de marmol pulido y las paredes de la estancia son enormes cristaleras con hermosos dibujos y grabados, las cristaleras dan al exterior a los jardines. El techo soporta una descomunal lampara de velas que ilumina el lugar con fuerza, el techo se encuentra todo decorado de pinturas de caracter religiosa, angeles volando entre las nubes, u observando relajados en las nubes a otros angeles jugando...etc. Ademas el gran salon tiene una barra donde se puede pedir alguna copa que tomar mietnras se observa al resto bailar, tambien se puede tener acceso a las cuatro terrazas donde se puede tener una bonita vista de las calles de Chaville mientras se charla a la luz de la luna. Toda la estancia esta ricamente decorada con descomunales cortinas de varios metros de altura, hechas de sea roja com bordados amarillos simulando ser oro, dandole a todo un toque majestuoso y solemne.

En la fiesta hay bastantes personas todas ellas de aspecto de ser personas adineradas, y tambien algunos nobles, aparentemetne hay algunos corrillos formados y todos hablan entre ellos, algunos rien, otros simplemente escuchan y todos ellos hablan. Casi nadie se ha fijado en ellos, la mayoria ha mirado cuando han entrado e inmediatamente despues ha siguido con sus propios asuntos. Pero cuando el espectaculo de Huracano empieza parece que algunos les prestan atencion, algunos con interes, en especial los mas jovenes y las doncellas, pero la mayoria en un principio sin mostrar apenas interes, no es hasta que aparece el dragon que todos le muestran interes.

Cuando termina la actuacion se pueden escuchar varios aplausos, en general a la gente le ha gustado mucho el espectaculo y las doncellas mas jovenes parecen realmente fascinadas con lo que ha sucedido. A la demanda de voluntarios varias damas bastante hermosas y de lujosas ropas se ofrecen a ser voluntarias, algunos hombres simplemente se marchan, los que parecian mas "engreidos" mira con desden como algunas de las doncellas se fijan mas en el hombre del espectaculo que en ellos mismos

Buscando entre el público, escojo a la mujer más guapa y que más miradas a traga y le digo:

-Venga señorita-y una vez la tengo a mi lado le pregunto.

-Alguna vez un caballero la hizo volar señorita, y me refiero literalmente volar, porque con esa belleza es lo mínimo que usted se merece, ¿le gustará sentir lo que es?

Gaudi se habia mantenido en silencio, no queria llamar la atencion en un lugar tan nobilicio como aquel, por lo que cuando Mirai comento que observaran por los alrededores por si alguien hablaba de lo que les interesaba, Gaudi se mantuvo siempre por el borde de la sala, pasando cerca de los muros y con la cabeza baja casi todo el tiempo. Tenian que dar con algo de informacion para recuperar a la hija de su benefactora, era primordial...

Armand observó unos segundos con interés la actuación de Huracano junto con el resto de espectadores. Se preguntaba como podía atreverse a manifestar públicamente sus poderes, o tal vez en realidad tan solo fuera un trilero de maravillosa habilidad (cosa que dudaba), pero decidió que eso no importaba, y tal vez pudiera aprovechar la reacción de los espectadores en su favor.

Varias personas miraban huracano con no muy buenos ojos, solo tenía que encontrar a una de ellas que no rechazase hablar con él. Eso descartaba a los nobles más ostentosos y a alguno de los más jovenes. Finalmente creyó ver a alguien adecuado, se acercó a el y comenzó a "integrarse".

- Vaya tipo mas ruidoso. - dijo a su victima haciendo un gesto significativo con la cabeza hacia Huracano - Hace que se le quiten a uno las ganas de divertirse. ¿Es normal que actúen artistas tan extraños aquí?