kuaderno de vitakorah

4 de septiembre

El viaje estaba previsto para hoy.

Dante me había citado a las afueras del pantano. Y joder, llegaba tarde, como siempre.
Pero ese hombre era más imprevisible que sus despertares con agua fría, y tras siete años entrenando a su lado ya sabía que era poco sorprendente que me hiciera esperar a propósito.
A veces su malicia era digna de la de un jodido Inquisidor.
Así que después de dos horas sentado en el suelo, incluso se me había pasado por la cabeza que aquello no fuera más que otra de sus putas pruebas de paciencia, qué se yo, ese hombre era bastante propicio a mentirme cada vez que le apetecía solo para ponerme de los nervios con la excusa de querer curtirme para que llegara a ser un verdadero guerrero hecho a su medida.
Resoplé, ni rastro. Si lo que pretendía era reirse de mi, solamente necesitaba un chasquido de dedos para mandarme de nuevo a otro desierto durante un par de semanas con nada más que una cantimplora, no necesitaba tomarme el pelo sobre una nueva misión.

Me sentía extraño.

Después de lo que había ocurrido en la Mina, no volvía a ser el mismo. Ni siquiera aunque lo intentara con la voluntad de todas mis fuerzas. 
Me estaba llamando, la veía, me habló.
Había pasado el camino mirándome las muñecas una y otra vez, luchando conmigo mismo por intentar prestar atención al camino y a la zona a la que nos dirigíamos, pero no podía dejar de pensar en aquella oscuridad que había amenazado con llevarme. 
En realidad, yo mismo la había llamado cuando pensaba que iba a morir. Cuando pensaba que Zafiro había muerto.

La piel seguía fría, y cuando los demás decidieron que el carruaje no podía atravesar un bosque sin caminos, acepté la decisión de viajar con Verde y Soplo para reencontrarnos en algún lugar lejos de allí. 
Y aunque no dije nada al respecto, el estómago se me revolvió.

No lo entiendo.
¿Por qué me preocupan?

Stone no es un hombre. No sólo es un hombre.

Aunque sigue siendo él.

Creo que ahora lo entiendo. 

Dante me dijo una vez que la excelencia de un regalo reside en su conveniencia y no en su valor.

Supongo que tiene razón.

La Muerte es incomprensible pero puedes reconciliarte con ella. Hasta entonces te preguntarás cada día si tomaste la decisión correcta.

[i]La Venganza es más oscura que una mancha de sangre. 

La Tristeza es una daga.

Los días pasan y lo que queda es el poder de perderte a ti mismo por dejar que tu cuerpo se queme con el odio.

La Verdad es extraña, Nero. Puedes intentar reprimirla pero siempre saldrá a la superficie.

El problema es que conviertes la Mentira en tu Verdad para sobrevivir. Tratas de olvidar pero no conoces ni la mitad de los misterios de este mundo. Crees que todo se presenta como pares opuestos, pero no es así.
Vagas por la Oscuridad, esa es tu Verdad.

¿Por qué?, ¿por qué nacen las personas?, ¿cuál es el objetivo de su existencia?, ¿quienes son sino una colección de elecciones?, ¿por qué se encuentran con gente que cobra importancia en sus vidas?

Todo ocurre por una causa, y toda causa tiene un efecto.   

Hasta ahora, rara vez cuestionaba sus elecciones, conformándome simplemente con que me dijera lo que debía hacer.
Pero yo no quería ser solamente una historia. Lo que deseaba no era mirar adelante y atrás, sino vivir aquel momento como si fuera realmente mío.
Y no sé qué pensará Dios, pero creo que nos dio libre albedrío para seguir nuestro propio camino y cometer nuestros propios errores.

Pasamos un tercio de nuestras vidas dormidos y puede que ese sea el momento en el que nos sentimos más libres,
¿no crees?
Brillo piensa que el Sueño es la medicina más eficaz.

Y cuando dormimos juntos, por la mañana, al despertar,
ambos emergemos del mismo sueño, ambos somos iguales.

Cualquier palabra que te hiriera.
Algún acto fuera de lugar.
O muchos silencios que no deberían estar vacios.

Lo siento.

  Ahora sus cabellos son negros.
 

Su mirada más pálida.

Sus manos más rígidas.

Y él dice que es la imagen del agua estancada. Que huele a pantano. Pero ella es un río que fluye y choca contras las orillas derribando los árboles y terminando en cataratas.
No la conoce. Aunque quizás yo tampoco.

Ojalá pudiera entender.

Ojalá pudiera entender.

Ojalá pudieramos entendernos.

En algún lugar, alguien narró que un anciano que vive en la Luna se despierta y busca cada noche entre los espíritus del Olvido a aquellos afines a reunirse y ser uno en la Tierra.
Son almas.
Almas que tienen algo que enseñarse mutuamente, algo que regalarse, algo que compartir.
Y cuando los halla, los bendice con un hilo rojo entrelazado para que ambos se aten a si mismos y encuentren el camino para estar juntos.

Por eso, en algún lugar,  alguien narra que nuestros hilos no terminan en la Nada, sino en alguien más.
Aceptarlo es un consuelo secreto:
como si nuestros pasos, por más obstinados que sean, supieran la ruta del caprichoso destino.
No hay tropiezos, no hay decisiones mal tomadas, tampoco azar.
Solo es fe.

Por eso, en algún lugar, alguien narrará que nuestra vida ya está escrita.
Que es una trama predeterminada donde todas las pequeñas historias que enlazamos con otros no son triunfos ni accidentes, no son encuentros ni pérdidas.
Son parte de un Tapiz escarlata cuyos hilos nos fueron dados al nacer y nosotros mismos tejeremos.