Partida Rol por web

Suspiró, y le devolvió la mirada

- No lo se; no lo he recordado aún. Hay respuestas que todavía no conozco... pero pienso averiguarlas, porque no quiero volver a dejarte sola. No pienso dejar que ninguna razón vuelva a alejarme de ti, te lo prometo.

Esas últimas palabras habían anidado directamente en su corazón. Sonrió, sonrió aún más si es que eso era posible y le abrazó. Volvió a saborear aquella sensacion , quería volver a sentirlo siempre que fuese posible. Tras esos preciados segundos volvió a separarse de él. Ya estaba lista para volver junto al grupo acompañada por su padre.

Mientras avanzaban hacia el resto, Nahia preguntaba sin dejar de sonreir:

- Oye entonces...¿como te llamo Faliar o Fredo?

Faliar soltó una risita

- Mejor Faliar; es como ahora me conoce toda la gente que me importa

Esto último lo dijo enviando una fugaz mirada a Catherine

-Esta bien, aunque prefiero más llamarte papá

Llegaron y Nahia miró a Quint y luego a Caherine, sinceramente,no podía contener las ganas de contárselo a su amiga, de que ella también compartiese su felicidad.

-Catherine, sí, está vivo, mi padre está vivo y... lo he encontrado.

***

Sola

Camina por sendas empedradas de mármol y frías baldosas decoradas. Bajo sus pies, sueños, reminiscencias de ecos pasados que los transeúntes dejan a su paso por Chaville, deseos lanzados al sordo viendo, parpadeos que se perderán entre las brumas del olvido, pues nadie queda ya para satisfacerlos. Su andar es lento, y meticuloso, un movimiento automático y preestablecido, sin rumbo, sin objetivo. No piensa. No habla. No sueña

Sola

Su respiración se acompasa con los pasos de la multitud, y con los rugidos de su estómago. A su alrededor caminan muchos ojos, pero ninguno ve. Todos se limitan a mirar hacia el frente, absortos y perdidos en su propia complacencia. El ego de los gabrielenses se escribe con mayúscula, y las erráticas direcciones de una niña de aspecto andrajoso y mirada triste no son más que borrones difuminados entre una utopía de opulencia y desenfreno

Sola

No hace frío, tampoco calor. La temperatura es neutra, indiferente, tan indiferente como ella. El cielo podría estar cubierto por una capa de nubes, pues no hay luz que ilumine el camino que se abre frente a su maltratado cuerpo. Se oyen conversaciones, risas y algún que otro lloriqueo, pero todo queda arremolinado en un ciclón de sensaciones y pensamientos que no llevan a nada, que no significan nada

Sola

Allí, una mano la señala. Dos mujeres cuchichean a sus espaldas, unos niños se ríen. Son atenciones fugaces y vacías, comentarios crueles o bienintencionados, qué más da. Serán olvidados más tarde, cuando un nuevo desajuste a la rutina se presente frente a aquellos que los pronuncian. Simples comentarios, nada más y nada menos que palabras. Malditas palabras... ¡Qué se lleven su voz! Ella ya no quiere escuchar más palabras

Sola

Sus pies están descalzos, y el suelo duele. Hace tiempo que dejaron de sangrar: El callo se ha impuesto sobre la piel, pero eso no significa que haya dejado de hacer daño. Cada paso era un suplicio; ahora no es más que polvo. Las punzadas ya no la afectan, porque ya nada la afecta. Tan vacía como las sonrisas de los comerciantes, como los aspavientos de los nobles o las fanfarronadas de los matones

Sola

¿Qué es esa luz? ¡Lleváosla! ¿Y esa risa infantil que se oye a su derecha? ¡Lleváosla también! Un desierto gris y vacío, eso es lo que ella quiere. Tanta información la satura, tantas imágenes captadas por su retina. Demasiado movimiento, demasiadas historias sin acabar, demasiadas tramas secundarias en una obra de teatro que ya hace tiempo que perdió el sentido. No hay razón para continuar con la farsa. ¡Que caiga el telón de una vez!

Sola

Su vida había sido un Allegro constante hacía unos meses. Sin embargo, ahora era un Adagio perezoso y desanimado, un preludio del fin. Pasarela ruinosa hacia ninguna parte, puerta abierta hacia la desesperación más profunda. Perkins había muerto. Una enfermedad incurable, como tantas otras. No había esperanza en los barrios pobres cuando los primeros síntomas comenzaban a mostrarse. Su padre adoptivo, su única referencia, ahora era solo polvo entre adoquines

Sola

¿Por qué seguir luchando contra lo evidente? ¿Por qué no rendirse ante la evidencia, por qué no dejar caer los brazos, y el alma, y arroparse bajo el manto de la desidia y la indiferencia? Su cuerpo se marchitaría, sus ojos se apagarían, pero el dolor terminaría por desaparecer. El dolor, el sufrimiento, se convertirían en nada. Nada. Ella era nada. Ahora era nada. No más que un fantasma, un espectro que vagaba ululando entre vidas ajetreadas

Sola

Que ironía. Un sarcasmo retorcido que a nadie hacía gracia. Era otro número, ¿no? Otro número más en el recuento de muertos de esa semana. Eso eran los humanos: Números. Cada uno con su conciencia, con su complejidad innata, y, por qué no, con un alma, pero números al fin y al cabo. Cara Sucia, Poignet Voleur, la niña de los pies polvorientos y la mirada triste. Sería otro número más. Su nombre daba igual. Qué más daba: Ni siquiera era su verdadero nombre

Sola

Sola como la primera hoja otoñal, como el solitario astro rey que se paseaba en soledad por el cielo diurno todos los días. ¿Quién era ella? ¿Qué era ella? ¿Había sido algo alguna vez, o no era más que otro sueño, alguna pesadilla que un niño soñó tiempo atrás? Lo real y lo irreal se confundían, y sólo había espacio para el arrepentimiento. ¿Pero de qué arrepentirse, cuándo no se ha hecho nada malo?

Sola

Simplemente había vivido. Había vivido como había podido, había aceptado sus cartas, y había perdido. No por una mala jugada, no. Esa mano había estado destinada a perder desde el principio. A su alrededor, la bestia de edificios y humo, armas y monedas se cernía sobre ella, ansiosa por saborear su carne. Bajo su piel, una miríada de sanguijuelas vespertinas hechas de promesas incumplidas y juramentos no pronunciados devoraban su carne lentamente

...

Cayó al suelo. Podría haber mentido, y haber dicho que se había tropezado, pero en el fondo sabía que eran sus piernas las que le habían fallado. Apoyó su espalda contra la pared, mientras cerraba los ojos. Desamparada, no había nada que importara ya. Era un mundo muy grande para una niña como ella, un mundo demasiado difícil. Y ella no era nadie. No era nada

***

Xerine había sentido como sus sentimientos desaparecían. A pesar de que ahora su mente estaba en calma, eso fue la gota que colmó el vaso: La música no era tonta, y se daba cuenta de que ese repentino cambio no era más que otro movimiento de titiritero orquestado por aquella mujer... Si es que se la podía llamar así. No, no iba a permitirlo. Que leyeran su mente era algo inaceptable, pero que además trataran de influir en su estado de ánimo... No tenía palabras para describirlo

Estaba en calma, sí. Pero su parte racional la recordaba que aquello era una injusticia, una violación tan grande como para ignorar todos los pilares en los que basaba su vida. Xerine no podía pensar en otra cosa que en salir de allí. Una vez llegó afuera, comenzó a correr. Tras unos minutos se detuvo, junto a un árbol. Incluso allí la influencia de Seline la afectaba, como una droga ponzoñosa que se hubiera entremezclado con su sangre, contaminando todas sus venas y arterias. Exhausta, se apoyó contra un árbol

Lo peor de todo es que no podía sentir rabia o miedo, ni siquiera impotencia. En aquellos momentos era lo que siempre había querido ser: Una asesina perfecta, sin sentimiento alguno que pudiera obstaculizar su trabajo. Y, sin embargo, se sentía vacía. Su parte racional dominaba, se rebelaba contra esa horrible sensación, pero su parte intuitiva, lo que la hacía ser ella misma, estaba siendo controlada sin ningún tipo de reparo por una... Por un monstruo. No tenía otras palabras con las que definirla. Sólo un monstruo podría estar dispuesto a hacer esas cosas

Sorprendida, se dio cuenta de que, en caso de tener el poder, ella también se estaría comportando así

No sabía que pensar. Sus esquemas se estaban tambaleando, su mente daba mil vueltas. Se llevó las dos manos a la cara. En aquel instante, le habría gustado desaparecer

Fuera de la catedral no había nadie. Sin embargo, el rastro estaba bastante claro: Era obvio que Xerine había salido corriendo nada más traspasar la puerta, y las hierbas aplastadas señalaban inequívocamente la dirección por la que había ido. Tras un par de minutos, Aaron la encontró sentada contra un árbol. Tenía la mirada perdida, enfocada en algún punto del infinito, y ni siquiera parecía haber advertido la presencia de Aaron aún

Aaron se acercó cuidadosamente a Xerine, vacilando. La música era una persona solitaria, un ente complejo cuya condición era difícilmente determinable. Una vez más, Aaron sintió que estaba jugando con fuego, y una vez más tenía la sensación de que se iba a quemar. Sin embargo, algo había cambiado, y lo había hecho de forma tan sutil que ni el propio Aaron se había dado cuenta.

-Xerine-Dudó, y su duda le hizo quedarse clavado en el sitio-¿Estás bien?

Cogiendo aire y con un temblor inexplicable en las manos se sentó junto a la música, maravillándose con la mezcla que se producía entre su perfume y el olor del campo recién mojado. Todavía no estaba seguro de si salir había sido una buena idea o no, pero ya estaba hecho.

-La conversación en la iglesia no me incumbía lo más mínimo-Se excusó. Después, calló en espera de una respuesta a su pregunta. Que hubiese dejado semejante rastro en la hierba, conociendo lo cuidadosa que era, se le antojaba raro, y aún más raro era el hecho de que no se hubiera percatado de la presencia del convocador cuando llegó allí.

Xerine dio un respingo al acercarse Aaron en ella, y rápidamente negó con la cabeza. En su rostro, de nuevo, estaba aquella máscara tan habitual en ella

Sí, estoy bien. Es sólo que... Parecía estar buscando las palabras adecuadas No puedo creer que alguien sea capaz de hacer eso

Parecía tranquila, no obstante, sus palabras eran algo secas

Siempre he creído que la mente de cada uno es el único lugar al que nadie puede acceder. Que alguien pueda entra y diseccionarla con esa facilidad... Aunque no tengas nada que ocultar, sigue siendo escalofriante... ¿No te da la sensación de estar expuesto?

La música parecía no comprender que Aaron y los otros estuvieran tan tranquilos ante Seline

Aaron miró a la música un segundo y después su vista se fijó en el frente.

-Si, entiendo a lo que te refieres-Y no eran palabras vacías. A decir verdad, Aaron no se lo había planteado desde ese punto de vista-Aunque supongo que Seline no lo hace intencionadamente. No se, ella está acostumbrada a esas cosas y supongo que no piensa si puede sentarnos mal o no.

Ladeó la cabeza.

-Prefiero no planteármelo. No voy a poder cambiar nada y sólo conseguiré que me duela la cabeza.

El chico suspiró y miró al cielo todavía algo encapotado por la tormenta.

-¿Sabes? Jamás habría imaginado que las cosas acabarían así cuando subí a La Dama, aunque no me disgusta. Yo buscaba aventuras y eso es lo que he encontrado, a parte de a vosotros, claro-Le sonrió con dulzura.

La notaba rara, más comunicativa, y le gustaba. Al menos podrían mantener una conversación en condiciones, o eso esperaba Aaron...

Xerine suspiró

Que lo haga de forma intencionada o no es indiferente. Quizás tú puedas ignorarlo, pero a mí me parece una aberración. Si pueden diseccionarnos con esa facilidad, entonces no somos diferentes a animales o marionetas

Aaron se puso entonces algo sentimental, y Xerine no pudo evitar sonreír. Por un instante, casi olvidó todo el asunto con Seline

Chico con suerte Dijo, en tono algo decaído Yo, en cambio, he perdido mucho. Mi mecenas iba en la Dama, y ahora probablemente está muerto. Íbamos de viaje para dar un concierto en Arkángel, un concierto que podría haberme ganado cierta fama y renombre, con algo de suerte

Soltó una carcajada algo irónica

No, no se puede decir que la fortuna me haya sonreído, ni ahora ni nunca. Pero bueno, una vez volvamos a Chaville... Quizás pueda rehacer mi vida. Albuin no era mi único amigo allí

Parecía bastante segura al respecto

A Aaron se le congeló la sonrisa en la cara.

-Oh...Lo siento. No tenía ni idea.

Bajó la mirada. No sabía que contestar en un momento como aquel. No se le daba especialmente bien consolar, y menos con un tema tan delicado como era la muerte.

-Aunque aún puedes dar ese concierto, vas a tener que volver a viajar pero no has perdido la oportunidad.

Le sonrió e hizo un amago de caricia, pero se contuvo en el último momento. Ahora que Xerine comentaba lo del concierto...¿Que habría pasado con la chica de la máscara? Hacía mucho que no la veía...

-De hecho, me gustaría oírte tocar. Siempre llevas esa funda de violín pero nunca lo has destapado. Debe ser un sonido precioso...

En mi familia nadie se ha dedicado a la música, se distinguir los instrumentos pero poco más. Me he pasado tooooooooda la vida entre libros, antes era feliz, pero ahora empiezo a darme cuenta de todo lo que me he perdido.

Aaron sonrió, con los ojos todavía cerrados.

-Quizás Chaville tenga algo preparado para nosotros.

Chaville es una puta caprichosa. Los pobres son muy pobres y los ricos son muy ricos. Si tiene algo preparado para nosotros, es toneladas de desprecio y un montón de gentuza dispuesta a aprovecharse de nosotros. No, no creo que vuelva a tener una oportunidad así en mucho tiempo

Suspiró, y miró a Aaron, seria de nuevo

Un músico sin mecenas no es nadie. Conozco a varios burgueses pudientes, y a más de un noble que me haya elogiado alguna vez por mis habilidades musicales... Pero de ahí a patrocinarme y mantenerme hay un mundo. No será fácil, ni tampoco rápido. Aún hay esperanzas, pero... Bueno, supongo que nunca sienta bien empezar de cero

En cuanto a lo de oírme tocar... Tengo pensado pedirles un trío a Nahia y Catherine. Llevo dándole vueltas al asunto desde que las oyera tocar en la prisión de Seline. Ahora que todo ha pasado, no me importaría que asistieras

Aaron se giró hacia Xerine, emocionado.

-¿¡En serio!? Guau, si aceptan será precioso.

Y, en cuanto a Chaville, no sabía que fuese así-Se mordió el labio-Krause, el lugar del que yo vengo, siempre ha sido un lugar muy tranquilo y ese tipo de intrigas no se dan. Si la gente es tan interesada como dicen tendremos que andar con cuidado.

El convocador se recostó un poco más contra el árbol.

¿Que crees que pasará cuando lleguemos a Chaville? ¿Seguiremos viajando juntos?

En el tono de Aaron, de una manera casi imperceptible, podía encontrarse un asomo de súplica, pero ésta fue rápidamente aplastada con una voz monótona y monocorde, como si estuviera hablando de un tema banal para él. Nada más lejos de la realidad.

Xerine miró a Aaron algo sorprendida

¿Juntos? No... No me lo había replanteado... Pero yo no quiero viajar, Aaron Parecía algo incómoda Puede que mi vida en Gabriel esté hecha jirones, pero soy una música, no una trotamundos. Y aún tengo ciertos contactos que pueden echarme una mano. Siento ser tan tajante, pero no quiero que haya confusiones al respecto

Volvió a mirar al frente, algo más distante

Además, seguro que tú también tienes una vida fuera de esta isla. ¿No hay ningún lugar al que puedas llamar hogar?

Aaron se decepcionó, mucho, pero no lo sacó a relucir. Nada en su comportamiento insinuaba que aquellas palabras habían dolido. Xerine sólo pudo advertir que su tono había adquirido un matiz lúgubre, pero nada más.

-¿Un hogar? Si, claro que tengo un hogar. Pero…-Dejó caer el pelo sobre la cuenca vacía de su ojo-No estoy seguro de querer regresar. Algún día lo haré, claro, es mi familia, pero ahora…

Ahora me siento corrupto

Un silencio se asentó tras esas palabras. Aaron debía haber supuesto que Xerine seguiría con su vida después de salir de aquella maldita isla, y lo mismo podía decirse del resto del grupo. Al parecer todos habían encontrado a alguien. Faliar a Catherine y Quint a Nahia, sin contar las entramadas relaciones que se habían forjado antes de su llegada, sin embargo, el convocador se sentía un poco solo. Debía haberlo supuesto y no tendría que haber fantaseado, pero las palabras de Seline parecían sugerir que las aventuras no habían acabado.

<<¿Cómo te comportas con alguien con quien has vivido este tipo de aventuras?>>-Se preguntó Aaron en silencio-<<¿Cortas el contacto de raíz y cada uno sigue con su vida?>>

Había algo que chirriaba en aquella idea. No, no le gustaba nada. Quizás creara vínculos afectivos con demasiada facilidad, pero una historia como la que habían vivido en Corvinus no se olvidaba fácilmente.

Porque de aquella manera, sin planearlo o quererlo, Xerine había pasado a formar una parte muy importante de su vida.

Y ella ni siquiera lo sabía.

Xerine se quedó unos momentos en silencio. Luego volvió a hablar, y esta vez su tono fue algo más seco que antes

Tienes suerte de tener una familia con la que volver. No es algo que todos puedan decir, Aaron, y es algo que deberías valorar

-Lo valoro, no te creas que no lo hago pero…no se cómo me recibirán cuando se enteren de todo lo que he hecho para conseguir poder. Yo nunca quise que las cosas saliesen así pero..

Dejó de habar de repente. Le faltaba el aire. Inexplicablemente, el corazón había empezado a latirle deprisa, demasiado deprisa, y las manos le sudaban.

-Xerine, yo no quiero que te vayas-Casi gritó por los nervios-Te has convertido en alguien especial para mi. Eres la primera que no me ha juzgado por lo que soy y me has salvado la vida sin pedirme nada a cambio. Estoy seguro de que bajo esa máscara de indiferencia se encuentra una persona maravillosa y quiero conocerla.

Estaba rojo y miraba al suelo. La música podía intuir que soltar ese pequeño discurso le había costado horrores. Pese a que Aaron era una persona abierta en lo que a socializar se trataba, aquel era un tema que no dominaba del todo, muy al contrario de lo que podría esperarse de Xerine. Con ese cuerpo y esa cara no le costaría encontrar un buen partido.

Sintió ganas de levantarse e irse de allí, no estaba haciendo más que el ridículo, pero se contuvo a duras penas, clavó las uñas en la tierra y esperó la contestación de la mujer con el corazón desbocado.

Xerine dejó que el silencio se asentara unos segundos entre ellos. Cuando habló, su tono era más suave que antes... Pero la máscara seguía allí

No me conoces, Aaron. Estás confuso, y buscas algo a lo que agarrarte. Lo que hemos vivido ha sido muy intenso, pero no es más que un sueño, un sueño del que todos vamos a despertar pronto. Ni tú estás preparado para la vida que yo deseo llevar, ni yo estoy dispuesta a dejarla

Le cogió de la barbilla, y giró su rostro para que la mirara a los ojos. En su expresión no había desprecio o incomodidad, ni tampoco rastro alguno de emoción. Solo había verdad. Lo que estaba pensando Xerine en ese momento era imposible de adivinar

No se puede vivir en una fantasía, por muy bella que parezca

El rostro del chico se endureció, estaba dispuesto a luchar.

-Al igual que yo no te conozco a ti, tú tampoco me conoces a mi. ¿Cómo sabes todo eso? ¿Cómo sabes que no estoy dispuesto a vivir tu vida? ¿Cómo sabes que yo quiero que dejes de vivirla? Nosotros escribimos nuestra propia historia, Xerine, si te refugias en las suposiciones y te acomodas en lo seguro nunca vas a ser feliz. Si algo merece verdaderamente la pena tienes que estar dispuesto a luchar, y yo estoy dispuesto a hacerlo.

Aaron seguía rojo, pero no había dejado de mirar a los ojos a la música. La decisión podía leerse en su rostro y en cada una de sus palabras.