Partida Rol por web

 Ese colgante emana magia... pero no tienes ni repajolera idea de qué es lo que hace. Solo que tus ojos acostumbrados a ver lo sobrenatural vislumbran brillos del uso de zeón sobre ese colgante.

 Al ver el colgante, liana se acercó para echar un vistazo más de cerca y un segundo más tarde gritó:

-¡Pero si será hijo de....! ¡Mi colgante! ¡Maldito ladrón, si no estuvieras muerto te mataría otra vez!

Tras decir esto, le dió un tremendo puñetazo al pecho de Dieter y se dispuso a desabrochar el colgante.

 Émil se separó un momento de Xerine. Sabía que ese momento llegaría. Había estado persiguiendo a esos brujos y él mismo había realizado actos que no estaban al alcance de todo el mundo. Bueno, en cierta manera eso era mentira, sí que estaban al alcance de cualquiera, pero solía ser necesario un maestro y mucho tiempo de práctica. 

Pero las dudas de la dama eran comprensibles, así que Émil, hablando con voz pausada le dijo.

-Tranquila pequeña. Claro que puedes confiar en mí. No permitiré que nada ni nadie en esta isla te haga daño...

En cuanto a lo que hice... tiene una explicación. Es cierto, no fue algo normal, pero lo que te voy a asegurar es que no es la magia oscura y malvada de esos hechiceros. Este arte está al alcance de cualquier persona. Nace del talento marcial. Un buen guerrero puede acabar aprendiéndolo. No te aburriré con detalles, no creo que te interesen. Entiéndelo sólo como una consecuencia de años de entrenamiento.

Levantó una mano, lentamente y en ese momento las lenguas violáceas empezaron a lamer su cuerpo, rodeándolo completamente.

-Déjame acariciarte, verás que es inofensivo.

Cuando Quint contempló el cadáver sobre la cama de Liana sus ojos se fijaron rápidamente en un objeto brillante que colgaba de su cuello.

Ese brillo... ¿Cómo no me fijé antes? -Pensó el chico mientras se acercaba para contemplarlo más de cerca.

El muchacho rubio deslizó su mano hacia la piedra delante de sus compañeros, sin prestarles más atención que a los muebles de la habitación.

-¿Lo habrá llevado puesto todo el tiempo?

- Vaya vaya, ¿que tenemos aquí? ¿Que es esto, D?

Aunque una voz en su cabeza le dice que no es recomendable coger eso, la curiosidad le puede a Faliar. Inclinándose con disimulo sobre el cuerpo de Dieter, como si fuese a comprobar su pulso, y manteniendo su mano oculta por la sábana, Faliar alarga el brazo para coger el colgante de Dieter e intentar arrancarlo de su cuello. Liana y Quint están delante, pero confía en que no se den cuenta. Ignora si Quint y Liana han sentido lo mismo en ese colgante. 

Acción de Quint:

 Cuando Quint contempló el cadáver sobre la cama de Liana sus ojos se fijaron rápidamente en un objeto brillante que colgaba de su cuello.

Ese brillo... ¿Cómo no me fijé antes? -Pensó el chico mientras se acercaba para contemplarlo más de cerca.

El muchacho rubio deslizó su mano hacia la piedra delante de sus compañeros, sin prestarles más atención que a los muebles de la habitación.

-¿Lo habrá llevado puesto todo el tiempo?

Acción de Faliar (modificada por la ventaja de Quint)

- Vaya vaya, ¿que tenemos aquí? ¿Que es esto, D? 

Aunque una voz en su cabeza le dice que no es recomendable coger eso, la curiosidad le puede a Faliar. Inclinándose con disimulo sobre el cuerpo de Dieter, como si fuese a comprobar su pulso, y manteniendo su mano oculta por la sábana, Faliar alarga el brazo para coger el colgante de Dieter e intentar arrancarlo de su cuello. Liana y Quint están delante, pero confía en que no se den cuenta. Pero cuando llega hasta donde está el colgando, ya no está en su lugar, Quint ha sido más rápido y ahora reside en sus manos.

Acción de Liana (modificada por la ventaja de Quint y Faliar)

Faliar hizo un gesto de fastidio; Quint se le había adelantado. Pero estaba mucho más sorprendido por el hecho de que el colgante no fuese de Dieter, sino de Liana.

- ¿Es tuyo, Liana? Que curioso... Está claro que no es un simple pedrusco. Tu también has visto "eso", ¿verdad Quint?

 -Si, bueno, tiene algunas capacidades un poco "especiales" que suelen despertar la codicia por el brillo "poco natural" que despide, pero creo que a estas alturas es un poco estúpido intentar que penséis que soy una mujer "normal", ¿no?Aunque, dos muertos que se han levantado... tampoco es muy normal. 

Hizo una pausa y dijo:

-Dieter ya se había dado cuenta, incluso pensaba que yo tenía algo que ver con lo del cuervo de Aaron, pero se equivocaba, mi poder se ciñe a otros ámbitos, aunque no carezco de habilidades de combate. Creo que la respuesta a ese enigma sólo puede dárosla Aaron... Pero basta de tonterías, ¿Me vais a dar el colgante o lo queréis para vosotros como el difunto D?

No me apetece tener disputas entre nosotros, sobre todo después de lo que he visto hacer a Émil, pues creo que para acabar con él necesitaremos las habilidades de todos y no estamos en situación de mostrar debilidad o división, pero no voy a tolerar que se me prive del colgante ante mis narices. Hay que afrontar los hechos, Émil tiene capacidades sobrehumanas, yo también, y creo que vosotros también, así que, si queréis que nos unamos contra él, necesito que me deis el colgante, enterremos a D y vayamos a buscar a Xerine a ver de qué lado está. 

Tras decir esto, esperó la respuesta del grupo.   

Quint guardó rápidamente el colgante en una de sus bolsas con un rápido movimiento de manos que impedía adivinar en cual estaba y se giró hacia la escandalosa mujer de la máscara, aunque antes de esto se limpió con la sábana que cubría a D la sangre que le había salpicado.

-D detectaba la magia. Si te lo quitó sería por algo. Además, el difunto no parecía el tipo de hombre que roba una joya a una mujer... ¿Puedes probar que era tuyo? Dime, por ejemplo, cuantas caras tenía la gema tallada que cuelga de la cadena, qué clase de gema era y por qué tiene esa especie de aura.

 Las manos de Quint se mueven a una velocidad abismal, y antes de que os podáis dar cuenta, ya no podéis ver la gema, y está en alguno de los bolsillos de su ropa... en principio.

 -Perfecto, no parecía ese tipo de persona y por tanto te lo vas a quedar tú, ¿no? Para que se lo quede alguien a quien a ciencia cierta no le pertenece. La verdad es que me haces mucha gracia, Quint, pero te preguntaré algo. ¿Émil parecía un asesino con capacidades sobrenaturales? ¿Yo tengo el aspecto de poder hacer que una persona sea más hermosa por arte de magia? Pues mira a Díeter, miraos vosotros, mira a Xerine y mírame a mí.

Dicho esto me quito la máscara y deshago el conjuro "Rostro". Sin ponerme la máscara, continúo hablando conforme me voy volviendo repulsivamente fea.

-Ahora me dirás que no notaste que Xerine estaba muy bien maquillada en la comida con el Marqués, que no has notado nada raro en Dieter, ni en Aaron, ni en Émil... lo que me hace pensar en una cosa. ¿Si Émil es tan poderoso... por qué sirve al Marqués? Pero ese es otro tema.

En fin, ya que te pones en plan inquisidor,te diré que es un colgante azúl, la gema creo que es un zafiro o un diamante azúl, no lo sé, no tengo demasiada idea de joyería. Tampoco sé cuántas caras tiene, no es algo en lo que me haya fijado, pues mi historia con el colgante es muy reciente, más de lo que me gustaría, la verdad. Y la verdad es que lo más sencillo, el rasgo que lo hace indistinguible, es que, si te fijas en él, hay un anillo de compromiso con una inscripción que dice "Más allá del bien y del mal, y aún después de la eternidad. Juntos por siempre." Lo cual, unido al inconfundible brillo mágico de la piedra, hace que se guarde el colgante con un celo que impediría perderlo en circunstancias normales. En cuanto a sus capacidades, si te digo lo que hace lo querrás para tí, así que sólo te diré que es una herramienta que puede favorecernos en nuestra lucha contra Émil.

Por otro lado, el difunto D parece que supo ingeniárselas para que acabase en su poder. En fin, si quieres dármelo, dámelo, si no te fías de mí o crees que miento, no me lo des, pero ten presente que obraré en consecuencia, que Émil ya ha podido con vosotros dos en una ocasión y que, te guste o no, no tienes más opción que dejar de lado tus prejuicios y confiar en mí si quieres salir vivo de aquí.

Dicho esto, extiendo la mano esperando que Quint deje de lado sus prejuicios y me entregue el colgante de una puñetera vez.

 Mientras Liana habla, su cara, ya fea debajo de la máscara se va conviertiendo en algo súmamente asqueroso. Un ojo le crece visiblemente más que el otro, el labio superior se bifurca creando un labio leporino, amen de que le salen pústulas por toda la faz y un huevo empieza a crecer en su frente. Realmente es una visión asquerosa.

Apenas dió tiempo a que la mujer parapadeara. Fugaz como una centella, Quint apartó la cap echando el hombro hacia atrás y mostró su mano sobre la empuñadura de una daga a medio desenvainar. La otra mano buscaba la otra tras su espalda.

-¡Atrás demonio! ¡Toda mujer conoce de memoria sus joyas! ¡Sobre todo las más importantes para ella!

Un brillo metálico acomoañó el brazo del chico hacia el cuello de la "cosa" que tenía ante él, mientras la otra daga se situaba sobre su cabeza cargando una pesada puñalada.

-¡NO OSES AMENAZARME, BRUJA!

Rasgando el aire, la daga de Quint contactó con el cuello de la hechicera, sin llegar a herirla, mientras la otra daga permanecía en el aire a poca distancia de su cabeza. Liana no se había movido, bien porque no se lo esperaba, o bien porque permanecía fría mientras notaba la temperatura de la afilada hoja.

Si Quint quería, podría girar la muñeca, y acabar con la vida de la susodicha.

 Al ver la inesperada reacción de Quint, con el susto en el cuerpo, Liana se quedó paralizada. ¿Qué narices estaba pasando? ¿Cómo había podido interpretar sus palabras como una amenaza? Aquél chico era un poco extraño. Con las dos dagas frente a sí, Liana respondió procurando sonar tranquila y conciliadora.

-Creo que no tenemos exactamente el mismo concepto de lo que es una mujer, ¿Verdad? Mírame bien, ¿Crees que una persona con mi aspecto se preocupa por joyas? ¿Crees que una joya puede arreglar esto? No, no puede, por grande o lujosa o bien tallada que esté. Esto sólo puede arreglarse con magia, y es magia lo que ese colgante contiene, así que discúlpame si no me fijo en la belleza de una joya tanto como debería hacerlo una mujer, pero ten presente que mi existencia difiere bastante de la de una mujer normal.

Si para ti soy un demonio... la verdad es que no puedo hacer nada al respecto, si me conocieras de verdad sabrías que no intento amenazarte, sólo digo que Émil ya ha podido con vosotros dos en una ocasión, pues él mismo os creía muertos, y que estuvo a punto de matarme a mí después. Xerine posiblemente esté con él, con lo que la lista de aliados posibles se reduce, al menos de momento, no quiero decir que ella apruebe el hecho de que haya matado a Dieter. Los tres  juntos tendríamos alguna opción.

Mi magia puede ayudar a hacernos la vida más fácil a todos, e incluso, bien empleada, a derrotar a Émil. A mi manera de verlo, nos guste o no, nos necesitamos mutuamente, y yo necesito el poder del colgante.   

Pero claro, es mucho más fácil mirar mi cara o a mis poderes, temer lo que no se comprende y no ver más allá, ¿Verdad? ¿Te has parado a pensar por un momento que sólo intentaba enseñarte en qué consiste mi magia? No, no lo has hecho porque para ti debería ser otro cadaver al lado del de Dieter, ¿No? Aunque no hubiese logrado detererle más de dos segundos, como D, ¿Verdad? Todo lo demás no importa, lo que huela a Magia debe ser eliminado, aunque no haya hecho jamás daño a nadie, ¿Es así?

Bueno, haz lo que te de la gana, si me dejáis aquí sola y no me matas tú lo hará Émil cuando le dé por ahí, ahora somos un grupo de proscritos en el pueblo, por si no te has fijado, y no creo que venga nadie en nuestra ayuda. 

Al sentir el filo de la daga en su cuello, Liana no pudo resistirlo más. Concentrando sus energías hasta más allá de lo que había hecho hasta ahora, y recitando versos olvidados por los humanos desde hace mucho tiempo empezó a conjurar una defensa. Un último bastión con el que protegerse antes de que el acero del rubio le atravesara el cuello. Unas alas mágicas surgieron tras Lana mientras realizaba el ritual. Todos en la habitación pudieron ver como al son de las plumas, pequeñas esquirlas de hielo empezaron a aparecer en el aire, solidificándose lentamente en torno al cuchillo. Poco a poco parecía que iba a formarse una pantalla de hielo entre ellos.

Pero algo cambió de pronto.

El hielo mágico cambiaba, y se convertía en ceniza, dando pequeños destellos en plateado antes de caer convertido en... nada. La magia se apagaba, como había ocurrido con anterioridad con el maquillaje especial de la chica. Algo destruía la magia a su alrededor. Algo había impedido a la hechicera conjurar su última defensa. Algo había dejado su cuello libre de ninguna defensa.

Y el acero del rubio apretaba cada vez más.

cada vez más...

cada vez mas...

La daga de Quint apretó sobre el cuello de Liana haciendo nacer un pequeño hilo de sangre mientras la hacía retroceder hacia la pared de la habitación.

-Eres una maldita bruja mentirosa. Hablas de mantenernos unidos, ¡cuando tú nunca actuaste junto a nuestro grupo! Dices que debemos detener a Émil, ¡y tú no moviste un dedo mientras caíamos como moscas! ¿Qué has hecho a parte de distanciarnos de Xerine? ¿Acaso trabajas para los brujos de esta isla? ¿Era tu misión separarnos y debilitarnos para que acabaran con los supervivientes del dirigible uno a uno? ¡CONTESTA DEMONIO!

-Está claro que el colgante no es tuyo. Y si lo fuera, ¿habrías dejado que D muriera para recuperarlo? ¿Y me habráis matado a mí o al siguiente que lo cogiera para poseerlo tú? ¿Todo por una pizca más de poder mágico? ¡Mira en qué te ha convertido tu perversión! ¡Mira en lo que tu poder corrompido te ha trasformado!

La pareja siguió su baile hasta la pared donde la espalda de Liana chocó contra el frío muro y le impidió seguir retrocediendo.

-¿Entiendes ahora lo que te decía, Faliar? ¿Lo de la maldición de la magia? ¡Por esto quise advertiros en la playa! ¡Esto es en lo que quería que no os conviertiérais!Observa a este engendro, a esta BRUJA. Sin amigos, desfigurada y sin un ápice de humanidad, dispuesta a todo por conseguir una pizca más del poder que la envenena.

Quint miró a los ojos del demonio que tenía ante sí por una última vez. La ira le carcomía por dentro tras la derrota ante Émil, y encontrar a otro enemigo tan cerca disfrazado como amiga le hacía arder de furia. Un gesto de asco, ira, pena y tristeza, manchado por una triste sonrisa acompañó a las últimas palabras del cazador:

-Esto es lo que yo cazo. ¡MONSTRUOS!

La daga que sostenía en el cuello se hudióhasta la pared, dejando una sonrisa roja que comenzó a llorar a su paso. Antes de que la sangre llegara siquiera a tocar la ropa, la segunda hoja se hundió en el pecho, a la altura del corazón del engendro.

Antes de soltar a su víctima, Quint alzó de nuevo la primera daga y al hundió en la boca de su víctima.

-Así no volverás a engañar cons tus palabras.

Como último gesto hacia Liana, el muchacho sacó las dagas de su cuerpo antes de dejarla caer y luego escupió sobre su cadáver.

-¡Ni se te ocurra volver a poner un pie en este mundo, bruja! Por mí puedes pudrirte en el infierno que más te guste.