Partida Rol por web

Una nueva sacudida hizo que Xerine casi perdiera el equilibrio. Una réplica del terremoto hizo que los pies de Xerine tuvieran que aferrarse al suelo para poder continuar. La isla gemía, y rocas saltaban por los aires con la fricción de los minerales. Xerine comenzó a caminar más rápido, e incluso a correr para evitar las piedras.

En poco tiempo, había corrido lo suficiente para no ver lo que sucedía a su espalda. Un ente que deboraba la luz de su alrededor, demasiado débil para siquiera intentar cualquier ataque. Se empezó a elevar, hasta llegar al cielo y cubrir durante un sengundo los rayos de luz que llegaban a la música.

De pronto, la luz del sol se detuvo por un segundo. Y volvió a brillar fuertemente. Era como si el sol hubiera parpadeado.

Tras explicarle la situación, el mayordomo se calmó y comenzaron a caminar hasta el pueblo. Catherine y Nahia encabezaban la marcha. A pesar de que tendrían que estar exhaustos, la verdad es que el toque revitalizante de Seline les había librado de todo cansancio, y podían caminar con tranquilidad. Ese era el primer día de la nueva Córvinus, no iban a pasarlo durmiendo.

Tras dos horas caminando el pueblo empezó a verse a lo lejos. La aldea amanecía con ellos, y una gran cantidad de personas estaban reunidas en la plaza central. Miraban al cielo extrañados, grátamente sorprendidos. 

El sol estaba de nuevo allí.

Durante el camino Nahia no podía dejar de sorprenderse de lo bonita que era ahora la isla, el verde de los árboles, el azul del cielo.. era maravilloso, Miraba a su alrededor y luego a Cath. Quería ver la expresión de su rostro, quería ver si tambien a ella le fascinaba el que después de tantos años el sol volviese a salir. 

-Papá, es precioso. Tengo ganas de llegar al pueblo para ver la reacción del resto de los vecinos. Jajaja. Será nuevo eso de ver sonreir a algunos. -Volvió a mirar hacia atrás un segundo donde se hallaba Faliar- Papá...-Sonrió un segundo.- Me sigue resultando extraño decirlo, pero me gusta. 

Y siguió con la cabeza hacia delante, asombrada de el nuevo aspecto de Córvinus.

Aaron, absorto como estaba en sus pensamientos, pareció no reparar en lo que Nahia estaba diciendo, pero cuando volvió a decir “papá”, el convocador levantó la cabeza y los miró muy serios.

-¿Cómo?-Debía haber oído mal, estaba seguro-¿Qué has dicho?

Con cara de expresión alternó entre la niña y el guerrero.

Nahia se paró y se dió la vuelta:

-¡Es verdad! ¡Tú no estabas dentro! ¡Aaron! ¡Aaron!-Su voz sonaba entusiasmada- Mi padre no era un oscuro, no estaba muerto y me ha encontrado.

Se acercó a Faliar con la cara de felicidad que le llevaba acompañando todo el camino, esperaba que él terminase de aclararle la historia, si hacía falta, contándosela con más detalles.

Faliar sonrió embobado. "Papá". Le resultaban tan raro, y a la vez tan familiar... Todavía le costaba creerse que fuese él a quien llamaba "papá"

No dijo nada, solo abrazó a Nahia, le revolvió un poco el pelo, en un gesto paternal, y miró a Aaron con una enorme sonrisa

Aaron cambió gradualmente de expresión. Primero mostró escepticismo, luego incredulidad, y por último, alegría.

-Pero…pero…¡Eso es magnífico! ¿Desde cuando lo sabéis? ¿Y tu desde cuando tienes una hija?

Abrazó afectivamente a padre e hija y sonrió, olvidándose momentáneamente de su conversación con Xerine. No entendía nada, pero eso no empañaba la felicidad contagiosa que transmitían Nahia y Faliar. Echando cuentas, eran muchas las cosas que habían perdido en esa isla, pero también habían ganado otras tantas. Quizás el balance no fuera tan negativo…

Faliar se rió ante la sorpresa de Aaron y le devolvió el abrazo

- Bueno, lo deduje a partir de lo que nos contaron Seline y Galael, y aquella piedra que me diste... No sé. Parecía que contuviese parte de mis recuerdos. Cuando la cogí y caí al suelo, los vi, y me lo confirmó.

¿Qué está ocurriendo? Preguntó en voz alta, sin darse cuenta

Aquello no tenía sentido. Todo había acabado, ¿No? Entonces... ¿Por qué de repente la isla parecía estar hundiéndose en el océano? ¿O era sólo un retazo de lo ocurrido el día anterior

No quería comprobarlo. Tenía que salir de allí. Ir al pueblo... O a la costa. Sí, la costa sería una buena opción. Si conseguía llegar a la playa...

Aaron abrió la boca.

-¡Y yo estaba preocupado por ti!

Soltó una carcajada y siguió sonriendo. En aquel momento era incapaz de dejar de hacerlo.

-Así que padre e hija han luchado codo con codo en una feroz batalla por liberar la isla de Corvinus. Que teatral.

Admirando el horizonte, cerró los ojos y dejó que el viento le acariciase la cara. Por momentos como aquel merecía estar vivo porque, después de todo el sufrimiento, de todo el dolor, de todas las pérdidas, después de todo aquello siempre había algo de luz, por mínima que fuese. Nahia y Faliar eran el mejor ejemplo, y Aaron esperaba encontrar el suyo propio.

Si es que no lo había encontrado ya…

Faliar se acercó al convocador y le puso una mano sobre el hombro, en un gesto de agradecimiento sincero

- Gracias por darme la piedra; creo que es algo muy importante, y que aún le quedan cosas por revelar.

Inconscientemente, se metió su otra mano en el bolsillo y sacó la piedra, jugueteando con ella unos segundos. Luego la volvió a guardar.

- Y bueno... no sé como decirte esto... pero tampoco te lo tomes tan mal. Puede que aún tengas una posibilidad, si sabes como jugarla -añadió guiñándole un ojo. Luego volvió junto a su hija.

Aaron sonrió a Faliar y asintió en silencio, pero no añadió nada más, no hacía falta.

La costa más cercana era la que se veía tras los escarpados acantilados, restos del terremoto. Podría tratar de rodear los acantilados, y puede que tras mucho tiempo andando, encontrara una zona de costa baja, no era descabellada la idea.

Empezó a caminar en dirección a la playa, llegando a la costa, tras una media hora de camino. La fina arena era acariciada por el oleaje, ya ajeno a lo que había ocurrido. Parte de los árboles más cercanos a la costa parecían mojados, y quedaban pequeños lagos de agua formados en tierra. Quizá había atacado una gran ola minutos antes de la llegada de Xerine.

El terremoto ya no se había reproducido, no había escuchado ni sentido más réplicas. Puede que fuera algo puntual... puede que solo fuera eso...

puede...

Notando que el terremoto cesaba, Xerine se tomó unos segundos para detenerse y reflexionar sobre qué hacer. ¿A qué se debía eso?

Tras unos segundos, decidió que lo más sensato era ir al pueblo. Con un poco de suerte, encontraría a alguno de sus compañeros de fatigas. Si iba a aparecer alguna criatura oscura más, prefería tener las espaldas cubiertas, aunque fuera por una panda de ineptos

-Xerine, cariño... no te vayas...

Fue una voz oscura, proveniente de ninguna parte. Solo mentaba su nombre... 

La llamaba.

El grupo siguió caminando, y llegaron al pueblo. Todo el mundo andaba sorprendido, tremendamente emocionado. Las parejas se besaban en medio de la plaza, gritos de júbilo cubrían la zona. Todo el mundo, absolutamente todo el mundo se había echado a la calle a celebrar la nueva salida del solo. 

Pero nadie sabía lo que realmente había pasado.

Cuando entraron en la plaza, Catherine se adelantó tratando de hacer hueco entre la muchedumbre. Con unos cuantos porfavores, empujones aquí y allá y un par de gritos, consiguió hacer un círculo en torno a ellos, con todo el pueblo alrededor y ellos en el centro.

Catherine temblaba, había sido mucho más fácil derrotar a Galael y a Raptor que decir ese discurso. Sabía que tenía que comunicarle a la gente lo que había sucedido, sabía que tenía que hacerlo, pero cuando empezó a hablar un nudo de voz se adueñó de ella, y no pudo decir nada. 

Dio un par de golpes a Faliar para que él contara lo que había ocurrido. Y miró a Aaron y Quint después... en fin, ella no podía, que lo hicieran otros.

Faliar miró a Catherine con una mezcla de sorpresa y vergüenza. ¿Acaso quería que hablase él? Se acercó a ella y le susurró.

- Cath, yo a esta gente no la conozco... ¿Como les voy a contar todo esto y esperar que se lo crean? Y si se lo dejamos a Quint, fijo que los asusta a todos...