Partida Rol por web

 -yo-yo soy Dieter, encantado de conocerla señora. Y me gustaría mucho ser su huésped.

Con la boca llena de carne asada, Faliar se dirigió a la mujer

- Me llamo Fa...

Se dió cuenta de que estaba escupiendo comida al hablar. Masticó un poco más y tragó de golpe antes de seguir hablando

- Perdón. Me llamo Faliar. Le agradezco mucho su hospitalidad.

Quint destensó su ballesta, guardó el virote y y se colgó a la espalda el arma. Parecía un día muy ajetreado en el pueblo y segúramente un extraño armado crearía demasiada confusión. No digamos ya un hombre armado en guardia y listo para matar en milésimas de segundo.

Con paso firme, el chico salió del linde del bosque y se adentró en el pueblo. Su intención era parar a uno de los atareados hombres que estuviera descansando y contarle su situación, pero su mala suerte con las relaciones humanas se le adelantó: Mientras caminaba, chocó de frente con un hombre que acarreaba un pesado fardo, desequilibrándolo.

 Miriam, visiblemente contenta por tener por fin clientes, replica:

-Por aquí caballeros. No está lejos.De hecho, se puede ver desde aquí.

Dice señalando una pequeña edifcación de piedra de dos plantas, cercana a la iglesia. Encima de la puerta tiene el típico cartel giratorio, con un dibujo de un castillo de juguete.

-Como os dije, mi posada es la única del pueblo, y por suerte,¡los precios no son para nada caros!

 Xerine asintió de nuevo, mientras se disponía a seguir a la tal Miriam

No se preocupe por el precio, no será un problema. Detrás de usted

El hombre al que se había dirigido Aaron, con una sonrisa burlona y apartando un poco de perejil de su plato para poder coger mejor el muslo de pollo al que intenta hincar el diente, le dice antes de lanzarse hacia la vianda:

-¿Biblioteca? No tenemos nada de eso por aquí. La fuente de sabiduría en este pueblo era la iglesia.- Argüin hace un marcado parón.- Por ahora nos vale con saber cultivar y pescar.- Da un mordisco a su comida.- Y cocinar, no sabes lo bien que cocinamos en este pueblo.

Después de decir esto, el hombre se sume en su ritual alimenticio.

Aaron mirando complacido al señor, a pesar de que no les ha dado las respuestas.

-Gracias señor, que le aproveche la comida, me voy con mis compañeros.

Aaron, dado que ya había comido algo, coge algo para el camino y sigue al resto a la posada.

Al llegar a la aldea, me quedo en un segundo plano. A la gente de pueblo no le suelen gustar los enmascarados, así que, con no mostrarme demasiado espero que valga.

Al poco rato, aparece la amable posadera y el alcalde. parecen gente simpática, lo cual me extraña un poco dado el aparente clima de la isla, pero sumamente gratificante.

Escucho la conversación que mantienen con el resto del grupo, -Bien, parece que esta amable gente está decidida a cuidar de nosotros. -pienso- Tanto mejor, la verdad es que no me apetecía nada ponerme a construir un refugio.

Finalmente, sigo a Xerine sin decir palabra hacia la posada.

 -Pero... ¿que? ¿Quien es usted señor? ¿De donde viene? No le he visto nunca por aquí.

La gente empieza a hacer un corrillo en torno a Quint. El silencio es evidente y solo es roto por el sonido de los animales que pasan cerca.

 Veis como Liana abre las palmas de las manos y mira hacia el cielo. Más tarde recoloca su máscara, y bajando la mirada de nuevo, continúa como si no hubiera pasado nada. Parece que Liana acaba de contemplar el cielo, asustándose del estado nuboso y tormentoso de este. Pero la realidad es mucho más turbia.

La realidad distinta es solo percibida por aquellos cuyos ojos ven los hilos que tejen la magia. Éstos ven como de las manos de Liana se levantan un chorro de agua azulada de la derecha y uno blanquecino de la izquierda. Ambos se juntan sobre su cabeza y caen sobre sí unas gotas de un color azul muy claro, casi como si se hubiesen mezclado los dos colores en la paleta de un pintor. Cuando comienzan a caer las gotas, mira hacia el cielo y coloca mi manos sobre la máscara como si se la ajustase, en ese momento, su cara resplandece un segundo bajo la máscara y todo vuelve a la normalidad.

 Parece que al grupo no le interesa demasiado el jolgorio que hay en el pueblo. El cansancio, el clima, y el haber tenido un accidente hace que su única intención sea descansar por esta noche.

En unos instantes, llegan a la posada. Miriam tras abrir la puerta os dice:

-Pasad, pasad. Estais en vuestra casa.

La puerta se abre y ante vosotros aparece un austero salón, pero, a pesar de ello, resulta acogedor. Una pequeña chimenea crepita en una esquina y varias mesas llenan el espacio. Parece que intenta estar un poco decorado, para dar sensación de calidez a los invitados. Un hombre, de unos 20 años de edad está en la barra, por dentro. Se parece bastante a Miriam y podríais asegurar que es su hermano. No hay nadie más dentro. Parece que todo el mundo está en la fiesta del centro de la aldea.

-¿Mathías? ¿Por que no estás en la fiesta?.- Pregunta extrañada Miriam.

Además de el salón, desde aquí se pueden ver las escaleras que llevan al piso superior, seguramente a las habitaciones, y una pequeña puerta al lado de Mathias que llevará a la cocina.

 Lo que ha hecho Liana es obviamente un conjuro. De la subvía Nobleza, llamado Rostro. Su efecto es modificar la apariencia del afectado, aplicando una fina capa de maquillaje sobre su faz. Aunque ninguno lo conocía, habéis sido capaces de intuir sus resultados.

 -Prefiero quedarme aquí. No me gustan las celebraciones. Tanto despilfarre de tiempo y dinero. Comida y bebida que se van... ¿para que? Para mantener alegre al pueblo. ¡Vaya tontería! Mañana volverá a estar todo como antes. A mi no me va ese rollo. Además, mientras todo el mundo está de fiesta, ¿crees que no entraría nadie? ¿Nadie iba a cuidar el fuego? No quiero que saliéramos ardiendo. Dame las gracias.

Mirando a los recién llegados, se para un momento, y se dirige a ellos.

-Por cierto, ¿Quienes son?¿Y que vienen a hacer aquí?

 Xerine se acerca, y le ofrece la mano a Mathías, respondiendo con voz neutra

Xerine, encantada. Nuestro transporte naufragó, y la marea nos arrastró aquí. Venimos a pasar la noche en la posada

Esperó paciente la respuesta del tal Mathías, aunque, por dentro, comenzaba a cansarse de tanta presentación y tantas preguntas. En esos momentos, habría matado por encontrarse de nuevo en Gabriel, tomando un baño en su casa