Partida Rol por web

“Perdonad la vuestra merced a los mi amigos, la sed tras el duro trabaxo hecho les ha de saciarla con ansia et abundancia en aquestos calderos de vino et cerveza, et puede faberles atontado las entendederas.  Ya procuraré yo el  facerles ver lo equivocado del su comportamiento. Gracias a su merced,gran caballero por habernos enmendado los actos torcidos por el mal beber.”

Dicho lo cual termina con una reverencia excesiva, haciendo que sus otros compadres ya no disimulen las risa y estallen risotadas y aplausos burlones.

Tu compi te buscó y te encontró en esta taberna. Se dirigia hacia tu mesa y te saludó de lejos. Al final decidió llamar la atención de esos alborotadores, y ahi sigue hablando con ellos.

Sir Elisedd se sentó en una mesa apartado. Lo cierto es que se sentía cansado. El viaje hasta aquí, luego el paseo y los cambios...deseaba más que nada un trago y...lo que se terciase. Sujetando un guante con la mano lo agitó intentando llamar la atención del tabernero. Mientras esperaba su bebida, se distrajo mirando el tipo de gente que frecuentaba el local. Su mirada se detuvo en el grupo de alborotadores junto a los cuales estaba Seisil. Le extrañaba ver al caballero en semejante compañía, pero pronto se dio cuenta de que el tono de la charla no era precisamente amistoso.

Divertido, se quedó observando la escena, si bien no descuidó el tener su espada a punto por si tuviese que intervenir.

Contemplas algo sorprendido como uno de los alborotadores, se levanta y con más burla que cortesia obsequia a sir Seisil con una rotunda reverencia. No puedes oir lo que se dicen, pero si las risotadas de los compañeros de mesa.

El caballero negó con la cabeza sin comprender como estos tarugos se comportaban de manera tan impropia. Sin caer en su burla, trató de comerse su orgullo y evitar un conflicto innecesario:

- Riánse lo que gusten pero hagan el favor de dejar molestar a los locales.

Sentenció para después alejarse hacia Sir Elisedd, no sin antes tomar buena nota de los rostros del grupo pues a buen seguro tenía que se encontrarían durante el torneo y tendría ocasión de informar al caballero responsable de esta jauría del mal hacer del grupo.

Parece que tus palabras han hecho efecto y vuelven a las risas controladas y a la fiesta tranquila.

¿ te sientas en la mesa de tu compi?

Sir Seisil se sienta  en la mesa despues de haber afeado su actitud a los alborotadores. 

Tal vez ambos caballeros tengan novedades que contarse.

Mientras los caballeros intentan ponerse al dia, el follón de los alborotadores, tiene asustada a esa parte de la taberna, que luce casi vacia, en comparación con la aglomeración que se nota en el resto.

El estruendo que arman es grande por momentos. Todo se lo piden a voces y de mala manera a una moza, tal vez la hija del posadero, que recibe malos modos de ellos cada vez que le sirven una ronda y van más de una y mas de dos.

A pesar del ruido agradeceis el estar sentados y disfrutando de una bebida fresca.

¡Ron, ron ron la botella de ron!

Acabáis de oir un golpe,al giraos en dirección al golpe,  interpretáis que  un pueblerino que pasaba cerca de esa mesa, ha sido zancadilleado por algún miembro de los allí sentados. El pobre infeliz se levanta cabizbajo.

¡Enmendad vuestra torpeza majadero, o conseguiréis mancharnos con la vuestra sarna, jejejej.

Los de la mesa aplauden la ocurrencia, y siguen a lo suyo.

- Moza, aquesta mesa anda en necesidad de ser abastecida. Traed vuestras tetas aca, que de seguro os seguirá el resto del cuerpo.

La moza llega apurada pero  con jarras, las deja sobre la mesa, acambio recibe unos manoseos a la altura del nalgatorio. Tambien,  le han arrojado las monedas de la paga de la bebida al suelo. Ella lo recoge temerosa y resignada.

-Apañar las monedas o ¿acaso nos quereis invitar a otra ronda? Todos ellos  rien la ocurrencia.

Pensando que los tarugos de la mesa del fondo se van a comportar a partir de ahora Seisil se acerca a la mesa de Sir Elisedd.

- Buenas, ¿Qué tal ha ido vuestro paseo? No deberíais haber perdido la oportunidad de conocer la magnífica iglesia con la que cuenta esta villa. Estaba casi desierta y se podía disfrutar de ...

El alboroto va en aumento y Seisil se da cuenta de que la actitud de esos tipos de Cornualles no hace más que empeorar.

- Creo que es nuestro deber parar este abuso, ¿No crees?

Dice tratando de mostrarse seguro. La verdad es que por dentro se encuentra un poco nervioso. No acaba de acostumbrarse a la recién adquirida condición de caballero y no sabe si estará a la altura de las circunstancias.

Sir Elisedd se levanta de la mesa y se dirige a donde los alborotadores.

-La muchacha y sus tetas se quedarán a buen recaudo. Y respecto a vos, ya habéis bebido bastante. Salid a que os dé el aire u os tendré que sacar yo.

Sus palabras son acompañadas por un gesto, como echando la mano al pomo de la espada en actitud amenazante.
 

Seisil sigue a Elisedd a la mesa de los alborotadores para apoyar su decisión pero no hace ademán de sacar la espada. Al fin y al cabo son escuderos y no está seguro si es apropiado batir el acero con alguien que aún no es caballero. 

Vamos muchachos que el aqueste vino mese esta agriando.

Todos los de la mesa se levantan y marchan, entonando canciones que ponderan a los de Cornualles y no dejan en buen lugar a los no cornicos.

Uno de los cabecillas al marchar os hace una larga y exagerada reverencia. Entre labios susurra, un ...

-...nos veremos.

-No lo creo-contesto Sir Elisedd-.

El resto del tiempo lo pasó divirtiéndose en la posada. Bebió con moderación y cortejó a la posadera que había sido increpada por los alborotadores, pero lo hizo con la cortesía que le caracterizaba. Lo cierto es que estaba de buen ver y al caballero no le vendría mal un poco de compañía femenina.

Después de sentarse de nuevo a la mesa y disfrutar de una jarra de cerveza Seisil conversó un rato con el caballero.

- Pues yo me temo que sí los encontraremos de nuevo. Además habría que avisar al caballero o caballeros a quien acompañan estos tipos de sus malas maneras. Al fin y al cabo, ¿no es el responsable de la imagen que den?

La muchacha  parece inmune a los  encantos De Elisedd, parece que el susto ante los córnicos, le ha quitado cualquier instinto lujurioso.

Ante la sonrisa dificilmente disimulada de Seisil, ambos acuerdan partir ya hacia la audiencia del conde.