Tras el sí de los caballeros, la comitiva con sir Brandwen, sir Portius, sir Gravent, sir Loren, y sir Flain, acompañada por 6 soldados de la guarnición del castillo a caballo, acometen el camino hasta la capital del condado de Tintagel, llamada igualmente Tintagel.
En el camino no hay sobresaltos ni novedades, y se llega al castillo en plena atardecida.
La ventaja de ir con un oficial del condado, como el castellano sir Bradwen, es que él, se encarga de todas las tareas de ordeno y mando. Su intervención y su presencia, facilita que se le permita traspasar la entrada del castillo.
Ya en el patio, la comitiva descabalga, y los escuderos se hacen cargo de aligerar un algo las armaduras de sus señores, y de adecentar a los caballos sudorosos y cansos tras el viaje.
A recibir salen unos caballeros del castillo. No parece estar entre ellos el señor conde, pues os espera en el salón del castillo.
Sir Pocac, sir Pendel y sir Bodahan son caballeros del castillo. Sir Bodahan es el único que porta armadura, vistiendo los otros, cómodas ropas caballerescas.
Sir Pendel y sir Pocac, se encaminan hacia vuestro grupo, tomando sir Bodahan una posición más distante, pero para nada tensa. Al parecer sir Bodahan es uno de los miembros de la escolta del señor conde, y le toca estar de servicio en estos momentos.
Sir Bradwen, hacía tiempo que vuestras castellanas posaderas no venían a este castello, ¿acaso un par de semanas? ¿Qué ha sido esta vez una invasión romana, bizantina, irlandesa, picta… o simplemente buscabais un sagrado retrete donde aliviar vuestra castellana tripa?
sir Pendel reconogco que la vuestra presencia inspírame en mis artes cagatorias, pero mi castellanas tripas, a través de mi castellano culo, no precisan de vuestra presencia para sentir alivio.
En verdad, sientome más aliviado cuando estáis lejos de me, especialmente cuando hay pendencias, luchas et batallas. Veo que os acompaña vuestro fiel escudero sir Pocac, al que cualquier ojo no entrenado confundiere con un caballero.
Ego sum, tan caballero et tan bueno como vos o los vuestros, et espada en mano demostraría las mis virtudes, pues anda la mi espada en necesidad de trinchar carne de cerdo.
Atajad la vuestra lengua, o yo et la mi espada haremos que demostréis la bravata.
No parece contrariado sir Bradwen ante la actitud, algunos dirían razonablemente que amenazante, de los caballeros de este castillo, más bien sonríe satisfecho.
Gastad vuestras ansias de morir et matar en otro lugar, pues no es aqueste momento et lugar. El único desafío que toleraré et si es preciso alentaré es el de vaciar barricas de vino.
Sir Portius, siempre es grato vuestra presencia, aportáis un aroma muy de agradecer entre tanto hedor.
Lastima que no pudiere decirse lo mismo de vos.
Lástima que no pueda achacaros ni a vos, sir Pendel, ni a ninguno de vuestros lacayos la virtud de la limpieza de cuerpo y de alma, ni en batalla ni lejos de ella, más al contrario, arrojáis sobretodo en batalla, un hedor bastante alejado de la hombría.
Retened vuestra lengua o se os hará retener, bien por la fuerza de la espada, bien por la prudencia del juicio, vos elegid.
Antes de que la situación se tense más, pues parece que sir Gravent en vuestro bando, y sir Pocac en el otro, andan más nerviosos de lo cristianamente necesario, sir Portius decide intervenir.
Lamento romper tan maravillosa charla, abundante de poesía et pasión, pero no hubimos llegado hasta aqueste castello, para discernir si la poesía de Horacio o la de Ovidio.
Fablais con juico et bien sir Portius, ora est ya de enderezar hacia el conde, pues habemus parlamento con él. Atad pues, con correa corta a los vuestros perros, et apartaos del camino.
Y fablando de perros, veo que traéis nuevos caballeros, dos al menos.
Mirándoos a vosotros prosigue.
Lástima que nos los hubiera mejores, pues bien es sabido que de haberlos, servirían en este castello.
Si tenéis alguna palabra en esta controversia, es ahora buen momento de decirla.
Enarco u a ceja al dirigirse a nosotros de esa forma. Pues dudo que los que nos atacaon estén de acuerdo. Aunque siempre se puede probar la validez de una afirmación. Evidentemente, éste no es el momento, que no es de ley tener esperando al señor, pero quizá en otra ocasión.
Hablo sin apartar la vista de sir Pendel, pero con tranquilidad y sin aspavientos ni aparente enfado, como si hablara de echar un pulso.
- Pues estos perros están sedientos, y no estaría mal una barrica de buen vino para humedecer nuestros gaznates mientras vuestras mercedes se dedican a charlar amigablemente sobre las cualidades de unos y otros. Más si queréis fueseis todos buenos luchadores, estarían en el castillo de nuestro señor, pues allí se habla poco y se lucha mucha. No hay más que ver vuestros ropajes y vuestros cuerpos. Y ya que preguntáis, no estaría de mal un poco de asado para bajar ese vino prometido.
Mientras hablo, muevo las manos de forma burlona y exagerada.
No consiguieron mermar la tensión vuestros comentarios. Al menos tampoco la aumentaron. ahi habia odio y rencor aumulado, y viejas cuentas pendientes.
Sir Pendel, no albergará tristeza el mi corazón cuando muráis. Tampoco lo verán los mis ojos, pues a fe que no será en batalla, acaso en un burdel. Rezare para que sea cuando penetráis a algún mozalbete, y no cuando os dejáis penetrar vuestro peludo culo por alguno.
Sabeis mucho de culos ajenos sir Bradwen, ¿ Acaso vos quereis besar el mio?