El camino hacia tu hogar en Cumbria fue largo. No recordabas que tu hogar estuviese tan lejos. Marchaste más de un mes hacia el norte buscando tu región natal de Catterick. Aunque aun distaba para el invierno oficial, alguna chaparrada de agua y alguna que otra noche de frio y humedad padecisteis junto con vuestro escudero.
Todo se hacia más llevadero pensando en la escena triunfal de tu llegada. Te imaginas entrando orgulloso y recto en tu caballería, por los señoríos de tu padre, llegando ante su presencia y comunicando tus intenciones venideras de casarte y tus señoríos conquistados, desde los que tejer una gloria venidera que estas seguro de merecer y de ser capaz de conseguir.
Vajando por el valle que espera en frente tuya, llegaras a los dominios de tu familia. Poco más adelante la amplia casona, casi torre, con su empalizada exterior, con foso por varios lados, y esas construcciones adosadas que aprovechan las paredes de la torre para construir casetas que dan amplitud a la torre, a pesar de que afean la sensación de fortaleza.
Antes de la casona de la familia, habras de pasar por las tierras de cultivo que mantienen al señorio en general y al poblado que lo mantiene en concreto.
Ardía en deseos de tornar a casa y de ver a madre. Tras la muerte de padre le costó mucho levantar cabeza, y no fueron pocas las noches que lloraba su ausencia. Esperaba darle gran alegría al anunciarle mi casamiento con una dama tan digna como la señora Godiva, así mismo también esperaba que se sintiera orgullosa cuando le relatara el terrible combate contra el infame Gordobuc.
Un extraño sentimiento me invadió al volver a mis tierras, pues numerosos recuerdos de mi niñez golpearon mi mente al cabalgar por aquel precioso paisaje. El camino que me devolvía a casona familiar cruzaba las tierras de labranza, las cuales observé con detenimiento mientras espoleaba a la montura en dirección al hogar...
Tirada oculta
Motivo: Notar algo inusual en casa (percepción)
Tirada: 1d20
Dificultad: 15-
Resultado: 9 (Exito)
Ya has bajado al valle, y pasado varios campos de cultivos. Vas llegando a la casona reforzada donde los pendones de tu familia ondean por un viento que parece darte la bienvenida, despeinando tus cabellos.
De repente te paras en seco. Ves claro que algo va mal. ¡ Esos no son los colores de tu familia!
Aun impactado, aciertas a ver a un campesino. No conoces su nombre, pero tu cara te suena. No es la primera vez que le ves en estas que antes ( al parecer), eran las tierras de tu familia.
No dejas pasar la oportunidad de interrogar a tan oportuno informador, y le pides las lógicas explicaciones al respecto.
Se quien es vuesa merced, recuerdole desde joven. Lamentolo pero el su padre muriose este año, pasado por pocos días, Pentecostés.
En Pascua fue llamado a la milicia por el su, et nuestro, señor el conde Mcmiliard et perecio allí. Al poco, otro señor feudal ocupo la casa de la su famila. Su santa madre et los sirvientes más fieles della, marcharon también. Despidiose, con lagrimas en los ojos de todos nos, mandandonos lealtad et obediencia al nuevo señor.
Non se donde parara la su señora et madre. Dicen que marchose hacia el oeste, pero no haced caso de las mis palabras, pudiendo conocer las de de veras en la casa del nuestro et nuevo señor feudal Sir Marcels.
Maldigo para mis adentros a McMiliard, pues sin dar aviso al primogenito, y no tardando, echó a mi familia de las tierras como perros abandonados tras morir padre. Mal hombre era aquel, cosa que ya sabía, pero tal afrenta sólo confirmaba aquello y reafirmaba mi nueva decisión en marchar de aquestas tierras que una vez llamé hogar.
-Vos agradezco vostras sinceras palabras. -digo apesadumbrado al plebeyo antes de espolear la montura para retomar camino a mi... a la que fue mi casa, ahora hogar de Sir Marcels.
Voy a hablar con Sir Marcels a ver que cuenta...
No os da tiempo de profundizar en la conversación, pues el campesino ve acercarse a una patrulla a pie de soldados apoyados en su lanza y decide prudentemente seguir con sus labores.
Con aspecto calmado pero firme, el líder de la patrulla de 5 soldados se dirige a ti, en estos términos:
Buen dia caballero, ¿ puedo preguntar vuestro nombre y el motivo de la visita a estas tierras?
Es menester y usual, presentarse ante el señor de las tierras que visitas. Los de allí, no tienen por qué saber si eres un caballero de paso, un amigo o un enemigo con intenciones oscuras. Por el camino lo has hecho las pocas veces que has pasado cerca de algún señor feudal y has precisado de su hospitalidad. Como no lo hemos roleado, crei que era necesario recordarlo.
-Buenos días, soldado. -respondo al hombre. -Sir Gwilherm sode, et un día aquestas tierras fueron de mi familia. -digo con tranquilidad. -Credo aquesto responde el motivo de mi visita, et plasçeríame pues el parlamentar con el vostro senyor Sir Marcels.
La soldadesca os conduce de una manera sobria hacia la casa del ahora señor de estas tierras.
Son el color de sus pendones los que presiden la casona en la que naciste.
Parte de la guardia se queda fuera contigo, y su líder entra a dar explicaciones a su señor. Mientras, echas un vistazo a los cambios que el nuevo señor ha acometido en esta construcción. La caballeriza parece más grande, y parecen ser más los habitantes de las casuchas que rodean la casona fortificada que un dia fue de los tuyos.
No te da tiempo a indagar mucho más, pues sois invitados a pasar, escoltados por la misma tropa que os trajo hasta acá. Tu escudero mientras, se quedó fuera preocupándose por las cabalgaduras.
La conversación con sir Marcels, se mantiene por unos cauces educados y hospitalarios. Entiende tu incredulidad y agradece tus modales.
Te confirma básicamente la historia previa del labriego. Tu padre murió cumpliendo el servicio de los 40 dias que exigia el vasallazgo. Tras un periodo de luto y respeto por parte del conde, tu madre fue “invitada” a abandonar las propiedades del conde de Caterick que habían sido cedidas a tu padre para protegerlas y defenderlas. Al no haber caballero que defendiera el señorio cedido por el conde, éste optó por cederse las al caballero sir Marcels.
Y si, tu madre marchó hacia el condado de Chesire, y fue escoltado un buen trecho por los soldados del propio sir Marcels.
Se te invita a hacer noche y descanso en este lugar. Además mañana el propio sir Marcels te acompañará hacia el castillo del conde.
Si quieres hablar más con el…
Una duda: ¿Sería lo correcto que me hubieran buscado o al menos dado aviso del asunto antes de dar las tierras de mi familia a otro caballero?. imagino que al final el conde hace lo que le dé la gana, pero no se si hay un protocolo o algo así que se haya saltado..-
No creo que haya habido un mal uso del conde. En teoria,las tierras son del conde de turno y se las cede a la familia que desea en las condiciones que el estima: bien para siempre,por un determinado tiempo,para defender un territorio, hasta la muerte y luego le vuelven...
En cuanto a lo de darte aviso, no estaria obligado a nada de eso, y auqneu hubiese querido, hubiese sido dificil localizarte, puesto que eras un caballero errante.
Vos agradezco vostra hospitalidad sir Marcels, et más aún el faber brindado compaña a la mi madre camino de Chesire. -digo al anfitrión. -et espero que aquestas tierras vos acojan et vos den buenas alegrías como en su día hubieron de darme a mi et a mi familia.
Contadme, sir Marcels. ¿Sabedes cómo murió el mi padre sirviendo al conde?. ¿Fue en batalla et murió en el honor del combate?.
Bien, queda claro.
Non estube en el su fallecimiento. Dijeronse que pereció en algun ataque menor non en batalla
haz una tirada de suspicaz, si la fallas de confiado.
Entiendo... -respondo al caballero.
Motivo: Suspicaz
Tirada: 1d20
Dificultad: 16-
Resultado: 17 (Fracaso)
Motivo: Confiado
Tirada: 1d20
Dificultad: 4-
Resultado: 9 (Fracaso)
Madre mía...
Mientras te recuperas del impacto y los cambios, decides aceptar la hospitalidad del caballero. La noche y la cena pasan sin novedad y al dia siguiente sir Marcels cumple y te acompaña a ver al conde.
Salis temprano. Por el camino tendreis tiempo de seguir conversando.
¿Haces algo o dices algo antes de ver al conde.?
Muestro gratitud al anfitrión y marcho a mis aposentos en busca de un descanso que esta noche me costará conciliar. Se hace raro caminar por mi propia casa siendo ahora invitado y extraño...
Tras el fallo en suspicaz temo que poco más voy a rascar. Seguimos...
Con la pena en el corazón y la compañía de sir Marcels y su escolta de soldados, os dirigisteis hacia el castillo del conde de Caterick.
No parecía muy hablador tu compañero de viaje, o acaso si lo era, pero preferia guardar las distancias, y en cierta manera el luto por tu perdida.
Tras una cabalgada llena de silencios enderezais ya hacia la entrada al castillo del conde sir Mcmiliard.
Ya antes de acercaros siquiera al castillo, veis a ambos lados un campamento de tiendas montado. Se asemeja a aquel que montan los ejércitos, más bien las compañías de soldados o mercenarios, y en donde se refugian todos aquellos acompañantes de los combatientes. ( mujeres, hijos, ayudantes…)
Como tu acompañante sir Marcelus sigue impertérrito, tu tampoco haces gesto de ningún tipo y sigues adelante, al trote, traspasando la puerta de entrada al castillo.
Dejáis el caballo y ambos os aliviáis un poco de la armadura, dándosela a vuestros respectivos escuderos. Los escuderos junto con la guardia que os acompañó espera fuera. Te llama la atención, la cantidad de soldadesca propia del castillo, que se haya en el patio. Parece como si estuvieran esperando ordenes, o a punto de partir, acaso practicando destrezas propias de la soldadesca… en fin bastante tienes con lo tuyo, como para andar divagando en bobadas.
El sirviente de turno ha dado razón de vuestra llegada y estais esperando la autorización pronta para ver al señor oficial del castillo Sir Mcmiliard..
Dispones de unos minutos para hablar algo con sir Mercelus si te place.
-¿Con quién se guerrea por aquestas tierras?. -preguntó al caballero ante tal evidencia.
Un escalofrío me recorre el espinazo, sabedor de que la charla con sir Mcmilard no va a ser precisamente relajada. Temo, incluso, que sea capaz de exigirme servicio en sus batallas...