Partida Rol por web

Los cruceros Barloz no se caracterizan precisamente por su rapidez, y el viaje duraría dos largas semanas hasta el sistema de Lazerian, planeta imperial pero no fuertemente militarizado.

El ritmo de trabajo pronto se estableció en largos turnos en los que sólo teníais unas diez horas de asueto al día, haciendo rotaciones, y en esas horas incluíais las de dormir. Meredath al principio no tenía ganas de ayudar con la vigilancia pero los créditos han comprado voluntades más fuertes y a fin de cuentas sólo había que estar un poco atento a lo que hacían los pobres refugiados.

Entre ellos había varias familias, de humanos y no humanos que hacían como un primer grupo de personas tristes y desesperadas, refugiados galácticos en todo el sentido de la palabra que llevaban toda su vida a cuestas. Y no eran gente incompetente o vaga, sino pioneros que habían arriesgado acudiendo a un planeta en desarrollo y que simplemente habían tenido mala suerte, algunos tenían habilidades mecánicas o técnicas pero se encontraron con negativas del capitán de trabajar más que en limpiar o colocar las cosas más básicas. No es que no confiara en ellos (que no lo hacía) es que no quería arriesgarase.

Otro grupo eran los empleados del bar, cuyo propietario era como la figura central y que se había erigido en líder de los refugiados, aunque pedía consejo muy a menudo a sus empleados, a Kirana o a otros. Trataba de hacer ameno el viaje. Las condiciones no eran totalmente insalubres así que no le era demasiado difícil.

Los niños del primer grupo eran los más pesados de todos. Ahora mismo todos querían ser pilotos y acceder a la cabina. 

Te pasas la vida en ingeniería, tanto trabajando con tus compañeros cuando tienen un rato y vienen, como evitando que nadie se cuele, siempre ha de haber alguien en ella. Y tú sólo confías en Galen. ¿O en alguien más?.

Tu visionado del capitán (archivos informáticos, en los que es muy muy muy bueno, pero tú eres mucho mejor) no descubre nada sospechoso, las coordenadas de la nave ha debido confiarlas en la memoria, pero todo lo demás que ha dicho concuerda.

A pesar de tu rechazo inicial, Kirana se cuela un poco en tu cabina*. Está bastante interesada en tí, y después de conocerte quiere avanzar en la relación a un ritmo mucho más elevado de lo que tú estás cómodo... 

- Oye, Finn, ¿A qué te dedicabas? Puedo ver que no eras piloto comercial antes, estos músculos no son de piloto acostumbrado a bajas gravedades de las naves. ¿Que hacías? ¿Cómo acabaste en esta compañía?

Pronto corre el rumor de que fuiste tú el que pilotaste para escapar de los imperiales y muchos de los refugiados te dan las gracias, como si fueras una especie de Luke Skywalker. Para ellos, eres en realidad mucho más relevante.

Pero tu eres como eres y te fijas más en las mujeres y te encuentras enseguida hablando en tus ratos de guardia con una mujer muy bien construida... es decir, muy musculosa. Es del grupo de los camareros, aunque te parece que se ocuparía de la seguridad del bar.

- La paga de minero era una mierda. Oh, vale, era mucha pasta... pero eran demasiadas horas y un trabajo de mierda. En el bar cobraba lo mismo por hora y echaba muchas menos. Y conocía gente. ¿No sabrás como conseguir un trago por aquí? -

La chica parecía maja...

Meredath por supuesto hizo acto de presencia, "casualmente"- ¿Ya estás acosando a otra, Shoram? ¿Echando ficha? ¿No paras con tus tonterías ni una vez? Bahhhh.

Aunque la que se te había acercado era la otra mujer... Meredath estaba muy cabreada con todo lo que habíais organizado sin su consentimiento. Pero bueno, parecía que tú eras el que tenía la culpa de todo... y encima había ganado un montón de créditos contigo y tu plan. ¡Desagradecida!

Un hombre, que por su aspecto parecía añadido a los refugiados a última hora ya que no tenía familia ni aspecto de camarero (aunque le habías visto charlando con estos últimios y con el personal del local, como si fuera parte del grupo), se te acercó al quinto día.

El pobre parecía que sólo había podido salvar las ropas de mecánico de una corporación, una que por lo que parecía humillaba a sus trabajadores. Había pedido prestado alguna ropa más pero le quedaba muy mal y sólo la usaba mientras lavaba la suya.

- Hola... disculpa. ¿Puedo hablar un momento contigo? ¿Hay algún lugar discreto en esta nave? Es que he escuchado tu nombre... y tengo información que quizá pueda interesarte.

No sabías quién había pregonado tu apellido o nombre... pero seguro que había sido el idiota de Shoram. Siempre era tan fácil echarle la culpa de todo...

- Pues sss...- estaba a punto de decir al mujerón cuando apareció la doctora con su habitual simpatía, a la que Shóram complació con su habitual gracia.

- Mi preciosa estrella del amanecer. Mi nebulosa de mil colores. Mi hálito de vida- dijo mirando a la doctora con una sonrisa en la cara-. Doctora le presento aaa... ésta refugiada- dijo señalando a la ex-minera.

- Estábamos hablando de su trabajo, pero la verdad es que no podía dejar de pensar en ti- dijo sonriente.

- No. Es broma- confesó riendo-. Sí que te escuchaba- dijo mirando a la ex-minera-. Si me esperas aquí, intentaré buscar algo de beber y seguiremos con nuestra conversación... ¿sabes? yo también trabajé en la mina... y en un bar. Luego continuamos. 

Tras decir esto corrió para llegar a la altura de la doctora. Tras ponerse a su lado le dijo.

- No sé por qué te pones así. Tal vez sea porque en realidad te molesta que haya hecho algo bueno y por eso pienses que tal vez no sea el tipo mezquino que crees que soy... Aunque espero que estés así por celos a que esté hablando con esssse... esa mujer- comentó sin mirarle.- Lo que no entiendo es como no me das una oportunidad- dijo mirándole dejando pasar un segundo para continuar-. ... una oportunidad de conocerme. Tal vez te sorprendas y cambien tus esquemas y concepciones sobre mi persona- se ofreció el contrabandista.

- Si... Claro... - murmuró haciendo un gesto al hombre para que le siguiese, salió del departamento de carga y cerró la compuerta tras ellos - ¿Que clase de información tienes? - preguntó tras mirar alrededor y cerciorarse de que estaban solos.

Ya que todos parecían estar deseando quitarle trabajo, los siguientes días, decidió tomarse un descanso de las torretas y pasó la mayor parte del tiempo entre los refugiados, vigilando y entablando alguna que otra relación con ellos, sobre todo con las humanas más jóvenes y guapas. No era un casanova como Shóram, pero hacía lo que podía.

Poco acostumbrando a abrirse a los demás, Finn encontraba algo intimidatorio el interés y decisión de Kirana. Sus sentimientos eran confusos y vacilaba entre un profundo amor y el temor a haberse dejado llevar por sus impulsos demasiado rápidamente. Sin olvidar otros que preferia controlar para portarse como un verdadero caballero y no echarlo todo a perder.

- Verás, quería ver el universo y la academia imperial era la mejor opción ... pero no encaje, no me gusto lo que ví y salí antes de la promoción. Tras algunos trabajillos acabe aquí, con un trabajo interesante, buena paga y unos compañeros con los que no aburrirme. ¿Que me dices de tí? ¿Naciste allí?

Finn se concentra en ayudar con las torretas aunque le pide a Kirana que este atenta a las necesidades y problemas de los pasajeros.

Sin embargo parece despistad, preocupado por algo ...

- Verás, quería ver el universo y la academia imperial era la mejor opción ... pero no encaje, no me gusto lo que ví y salí antes de la promoción. Tras algunos trabajillos acabe aquí, con un trabajo interesante, buena paga y unos compañeros con los que no aburrirme. ¿Que me dices de tí? ¿Naciste allí?

- ¿Si nací en Krann? No, la verdad es que no. Allí solo hay una especie nativa de alienígenas de medio metro y peludos que viven en cavenas. Son amistosos pero una extraña conciencia global que no toma precisamente las mejores decisiones.

Kirana suspiró. Notaste que había esquivado tu pregunta por mucho. - La verdad es que hace mucho que tampoco encajo en esta galaxia, con este Imperio que no nos deja vivir, que comete tantas atrocidades... ¿La academia imperial no era para tí porque no te gustaba la disciplina o no te gustaba lo que hacían hacer a los cadetes y a los oficiales?- Parecía algo incómoda. Y cambiaba de tema cada poco. - Ya no dejan irse de forma fácil a los cadetes, ni siquiera antes de que juren lealtad, el Imperio necesita a todos los posibles pilotos y soldados y no tienen ganas de entrenar a gente para el sector privado o aún peor... Te fugaste ¿verdad? Te fugaste cuando viste lo que hacía el imperio. ¿No has pensado en ver la galaxia pero mejorándola de paso?

Parecía sumamente interesada en la respuesta.

- Mi preciosa estrella del amanecer. Mi nebulosa de mil colores. Mi hálito de vida- dijo mirando a la doctora con una sonrisa en la cara-. Doctora le presento aaa... ésta refugiada- dijo señalando a la ex-minera.

- ¡Me llamo Mira! - dijo animosamente la mujer mientras os seguía. - Mira Derrik...

- No. Es broma- confesó riendo-. Sí que te escuchaba- dijo mirando a la ex-minera-. Si me esperas aquí, intentaré buscar algo de beber y seguiremos con nuestra conversación... ¿sabes? yo también trabajé en la mina... y en un bar. Luego continuamos. 

- Vale... espero. - dijo animada por poder hablar contigo. Parecías una celebridad entre los refugiados.

- No sé por qué te pones así. Tal vez sea porque en realidad te molesta que haya hecho algo bueno y por eso pienses que tal vez no sea el tipo mezquino que crees que soy... Aunque espero que estés así por celos a que esté hablando con esssse... esa mujer- comentó sin mirarle.- Lo que no entiendo es como no me das una oportunidad- dijo mirándole dejando pasar un segundo para continuar-. ... una oportunidad de conocerme. Tal vez te sorprendas y cambien tus esquemas y concepciones sobre mi persona- se ofreció el contrabandista.

Dicen que la primera impresión es el 90% de la impresión que haces a una persona, y Meredath no era tu fan número no. - ¿Algo bueno? Creo que te has embolsado los mismos créditos que yo. - Te fulminó con la mirada mientras se retiraba a su habitación.. - Y encima me haces vigilar a unas familias inaguantables. -Resopló mientras iba hacia su habitación. - ¿Darte una oportunidad? ¡Te conozco demasiado! ¡Antes se la daría a un Mynock! Voy a tratar de dormir. Intenta no estrellar la nave contra un agujero negro esta vez. 

Cerró la puerta de su habitación de un portazo. Y te dejó esperando delante de ella. No la volvió a abrir. 

- Información sobre Dara Thoran. Y una enorme babosa del fango, y una recompensa de 15.000 créditos por tu cabeza. Vales mucho dinero. - El hombre parecía increíblemente inofensivo y no lo estaba diciendo de forma amenazante. - En particular lo que pasó.

- Pero afortunadamente para tí... yo no quiero dinero. Y desafortunadamente para tí... yo no quiero dinero. La información es mucho más valiosa. A cambio de cierta información que estoy seguro será valiosa para tí... quiero información que sea valiosa para mí. Tengo muchas preguntas. En particular... esta es una nave de la Compañía de Transportes Islander, ¿no? ¿Es la última? ¿Qué les pasó a las demás? ¿Piratas? ¿Otros peligros? ¿Para qué lleváis todas esas piezas para reparar naves? ¿Quién es esa enfermera que va en la nave? ¿Es el capitán el Señor Hadath de verdad?. - sonrió. - Así que... destruyó la nave de los piratas que le abordaron ¿No?

Si me respondes a esas preguntas, y quizá a algunas otras... tendrás premio.

- Bueno, la verdad es que no me gustaba como se hacían las cosas en la Academia Imperial. Y no buscaba problemas, pero no me calló.

Ese maldito sargento Bothari ... siempre se metía con los reclutas más asustados. Y nunca me han gustado los matones. Eso me originó roces y tense la cuerda para conseguir que me echasen. Prelicenciado con deshonor. Era mejor que fugarse y tenerles todo el rato dandome caza.

Yo lo que quería era viajar por la estrellas y mi hermano mayor era, es, si bien hace años que no le veo soldado imperial. Parecía la única salida para alguien sin recursos. Pero el Imperio ... desde fuera parece que busca el orden, pero desde dentro ... no se si los rebeldes tienen alguna posibilidad, pero desde luego cuentan con mi simpatía después de lo que ví.

Espero que mi pasado no despierte recelo en tí, Kirana.

Sus ojos reflejaban cierta cautela esperando la respuesta de la joven.

- Vaya, me alegro que los rebeldes cuenten con tu simpatía, también cuentan con la mía. El Imperio es horrible, y ahora que ha muerto el Emperador... es todavía peor. Solo tenemos a un montón de pirados que eran sus Moffs y sus Generales tratando de quedarse con los trozos del Imperio más grandes posibles.

- Solo decirte que si quisieras entrar en la Alianza... en lo que está constituyéndose ahora como la Nueva República... tengo un amigo que conoce a un amigo... Podrían dar buen uso a alguien como tú. O eso creo.

El contrabandista se quedo absorto y con la palabra en la boca. Sorprendido en un instante, no tardo ni un segundo en reponerse y lanzar una carcajada.

Luego se encogió de hombros e intentó abrir la puerta de la habitación de la doctora.