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Apocalipsis

¿Pero que demonios ha pasado aquí? (Ambientación)

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24/08/2010, 00:47
Director

¿Pero que demonios ha pasado aquí?

El otro día, aunque no os lo creáis, me hicieron esa misma pregunta. Era un tipo, vestido con un uniforme de presidiario, que al parecer se había pasado toda la jodida infección encerrado en los comedores de la trena, donde trabajaba para ganarse el derecho a una reducción por buena conducta.

Un tipo con suerte, imagino, por que de haber estado en una de las celdas, ya estaría muerto. Dicen por ahí que el cuerpo humano no puede aguantar más de nosecuantos dias sin comer, pero solo 48 horas sin beber. Y beberse tus meados, creeme (lo se por experiencia) no alarga tu vida mucho más. Y, además, están calentorros y saben salados. Confieso que me dejé llevar por aquel capítulo de "El último superviviente", el día que me dió por intentarlo.

Total, que el buen preso, menos impresionado por la pistola del 45 con la que en principio le apuntaba que por el estado generalmente calamitoso del pequeño pueblo de Connecticut donde estábamos, lleno de muertos y coches siniestrados hasta donde alcanzaba la vista, me miró sin animadversión ninguna y me formuló su pregunta.

Entonces, le invité a lo que un día fue un dinner de barrio, y tras encontrar un par de latas de comida para perros en la despensa (juro que lo último que quedaba), nos pusimos a cocinarlas en un camping gas, compartiendo una botella de agua mineral que el preso había traído consigo. Y allí, sentados a la vista de una pareja de chavales (no tendrían más de 18 años), muertos y pudriéndose lentamente al fondo del dinner, abrazaditos en su sillón, comencé la historia desde el principio.

Feliz Navidad, cabrones

Hace poco me crucé con un tipo que había hablado con el señor Flag, y que todavía estaba vivo para contarlo. ¿Que quien es el señor Flag? No adelantemos acontecimientos, por favor. Bueno, como decía, aquel tipo me contó una bonita historia, que despejó mis dudas acerca de lo sucedido en los primeros dias de la infección. Al parecer, aquel tipo era un ex-jefe de sección de protección civil, por lo que me creí su historia, más de lo que me creo las gilipolleces de otros tarados con los que me he encontrado.

Al parecer, todo comenzó en California, en una base de investigación de guerra bactereológica. Ya sabéis que tenemos... teníamos la fea costumbre de pasarnos las normas internacionales de la guerra por el arco del triunfo, y esta vez no estábamos haciendo ninguna excepción. Aquellos tipos diseñaron un virus, que pronto la gente se iba a conocer de puta memoria: la supergripe. El tipo de protección civil me dijo que, antes de palmar, un médico había afirmado que esa mierda tenía un 99% de índice de contagio. Casi nada.

Era el 22 de diciembre cuando comencé a oir las primeras noticias sobre aquella mierda, y venían de California, pero también de Indiana. La noche del 22, un puñado de gente que vivía en Kendallville, Indiana, la palmó en pocas horas. Si creían que les habían dado la nochebuena, no sabían lo que se les venía encima. Los militares acordonaron la ciudad, y supongo que dispararon a todo bicho viviente (o renqueante) que intentaba abandonarla sin autorización.

Era el día 24, el puñetero dia de nochevieja, cuando comenzaron a salir cosas raras por la tele. Cosas muy preocupantes. Los reporteros hablaban de pueblos sometidos a la ley marcial, y de un enorme despliegue de todas las armas del jodido ejército. Algunos se preguntaron si es que íbamos a invadir otra dictadura panarabista o islámica radical, pero poco después les contestaron.

Los de arriba sabían el percal, y sabían que se había abierto la caja de Pandora. El presidente salió por televisión. El puto O'Bama, os lo aseguro. Y no para hablar de las elecciones, no. Nos hartemos de verlo por la tele: habló de la supergripe, de que debíamos estar tranquilos y obedecer, y de que había invocado la ley de poderes bélicos. Luego, uno de los de la prensa comenzó a toser, y lo último que vimos (en directo, luego lo censuraron, aunque circuló por youtube) fue al servicio secreto poniéndole una mascarilla al presidente y llevándoselo cagando leches.

Lo siguiente que vimos fue a un general, un tio del ejército, con el pecho lleno de medallas por un tubo y cuatro estrellitas brillantes en cada hombrera. ¿Como se llamaba aquel gilipollas? Ah, si. Hammer. Me acuerdo bien, por que comenzó a circular la coña aquella de "It's hammer time". Bueno, pues el señor general nos informó de que ahora él era el que mandaba, después del presidente (y no hay que ser muy listo para adivinar lo que le quedaba al presidente de vida), y que iba a ganar a la enfermedad como se ganaba a los afganos: a punta de pistola. Basicamente, lo que quiso decir fue: si estás en una zona de cuarentena, ni se te ocurra escapar.

Cuando todo se va por el retrete

Y, lo malo es que las zonas de cuarentena comenzaron a extenderse más, y más y más...

Poco después, comenzamos a ver como nuestros amigos, vecinos, padres, madres, hermanos, primos... y en general todo el puto mundo, iban cayendo enfermos. Unos antes, otros después. Era una gripe común, ya sabes: fiebrazo, debilidad muscular, dolor de cabeza, sudores fríos... pero multiplicado por 100. Podías ir al chino a comprar por la mañana, y escuchar al puto señor Han tosiendo un par de veces. Cuando volvías a mediodía, estaba muerto sobre el mostrador, pálido, con regueros de sangre en los oidos, los ojos de color claro y las zonas de la piel que normalmente se mueven, con órganos y articulaciones, enrojecidos como si les hubieran frotado la piel con papel de lija.

Los que tenían familia, se pasaron el rato cuidándoles, yendo a los hospitales colapsados (he entrado en algunas salas de espera, y os juro que están llenas de muertos hasta los topes) o a las farmacias que comenzó a custodiar la policia... con máscaras antigás. El resto, los que no teníamos familia, nos concentramos en acaparar víveres y preparar un pequeño refugio para cuando acabara toda esa locura. No podías hacer otra cosa, por que "simpáticos señores" del ejército, los marines, o lo que coño te tocara, montaban guardia cercando la ciudad con muros de hormigón, ametralladoras, cañones y tanques. Eso, hermano, me quitó las ganas de hacer turismo, al menos durante un tiempo.

Al término de 4 o 5 días, la cosa estaba tan mal (en mi barrio habían muerto más de la mitad), que el ejército emitió una señal por radio y tv, diciendo que el suministro eléctrico iba a pasar a la historia. El tipo de protección civil me dijo que Flag había insinuado que, antes de morirse todos, los del gobierno habían tenido la decencia de apagar las centrales nucleares y enterrar los residuos peligrosos, para que los supervivientes pudieramos vivir unos años más sin tener que preocuparnos por que nos saliera un tercer ojo, como el pez aquel de los simpsons.

Aquel día, estaba sentado en el tejado del bloque de pisos, con una lata de budweiser en la mano, y vi como se apagaban las luces de mi pueblo. No me cupo ninguno duda de que todo, al fin, se iba a ir a la mierda en pocos días. Del todo.

No soy digno, señor

A veces escuchaba aquella mierda en la Iglesia, en las liturgias. Os acordáis. "No soy digno, señor, de entrar en tu casa, pero una palabra tuya bastará para sanarle". Después me dió por mirar la biblia, y vi que aquello lo había dicho un centurión romano, un tio de Cafarnaum. No se si aquel sitio seguirá existiendo, pero seguro que está tan lleno de muertos como esta mierda de pueblo donde vivo.

El caso es que, según los últimos datos de la tele, todo el jodido globo estaba siendo diezmado en tiempo récord, no solo nuestras barras y estrellas. Por eso, los que todavía estamos por aquí, pensamos que, simplemente, la parca iba a llevarnos a nosotros después que a otros, por puro azar, o por comer yogures con L casei inmunitas.

Pero, oh sorpresa. No palmamos. Ni enfermamos. El tipo de protección civil me dijo que, por lógica, un 1% de la población mundial debe ser inmune a esa mierda de virus, y por eso algunos, muy pocos, seguimos vivos. Al principio, muchos pensaron que era divertido, estar en un mundo sin gente, y hacer lo que te de la gana. Pero cuando descubres que el agua corriente ya es historia, que no funciona la luz, el teléfono y que la comida es un bien escaso en cualquier ciudad, comienzas a pensar que eso no tiene ni puta gracia. Menos cuando, en una ciudad, te encuentras uno o varios muertos cada 20 o 30 metros (y es una regla aritmética que, os juro por lo más sagrado, he comprobado que se cumple).

A muchos se les ha ido la puta cabeza, en serio. El mundo se ha desmoronado, y los inmunes son la gente más variopinta que te puedes imaginar. Muchos piensan, ¿Por que yo? Y, sobretodo, ¿Por que ese negro gangsta que ahora me quiere robar el carrito de la compra lleno de suministros apuntándome con un M-16? Conjuga fin del mundo con armas fáciles de encontrar, supervivientes desesperados y colgados religiosos postapocalípticos del cinturón de la Biblia recorriendo las autopistas en 4x4 con una ametralladora calibre 50 acoplada encima.

Y sabrás de lo que hablo, tio.

¿Y ahora qué?

Es una buena pregunta, y creo que todos los supervivientes se la han hecho en algún momento.

Creo que hay gente que se siente muy sola, y que busca desesperadamente unirse a otros supervivientes formando cuadrillas, grupos de resistencia. He oído rumores de algunas comunidades autosuficientes, en pueblecitos pequeños, de unos pocos habitantes.

Pero, ten cuidado con lo que ves y con lo que oyes. Hay cosas muy chungas por ahí fuera. Yo mismo, estuve a punto de ser esclavizado por una banda de colgados empapados en crack, que llegaron en una ranchera disparando al aire. El tipo que les mandaba, uno con una cicatriz en la cara, me dió por primera vez un nombre que he oído bastante desde entonces: el señor Flag.

¿Quien coño es el señor Flag? Buena pregunta. Y, hasta hace poco, tenía informaciones contradictorias sobre él. Ahora me voy aclarando un poco más. Hay gente que me ha dicho que lo ha visto aparecer, así de repente, e irse tras contarle algo, tan de repente como se fue. A simple vista, parece un ejecutivo de Wall Street, con gusto por los trajes italianos caros. Luego te habla de su gran proyecto, y de que te unas a él. Y si no lo haces... Bueno, no he conocido a nadie que me dijera explicitamente "le he dicho que no", así que me puedo hacer una idea.

Al parecer, el señor Flag tiene intención de fundar un nuevo órden, he oído que en Las Vegas, y se están llevando a la gente allí, a la que pillan suelta por las calles. También he oido cosas sobre Nebraska, gente que va a Nebraska, gente "normal", o como llamaríamos a las personas del mundo de donde veníamos, que usualmente se paraban a ayudarte si te caías por unas escaleras, o que pagaba sus impuestos. He oído que van a ver a una vieja. Si, si, te lo juro, una vieja. Y también se que el señor Flag está como loco por encontrar a esa gente, y meterles un par de tiros.

Entre ceja y ceja.

Así que...

Así que, ya que has disfrutado conmigo este sabroso tentenpié de carne de perro, que hace un mes nos habría hecho vomitar como a cabras, y que te he regalado con una bonita historia para responder a tu pregunta, te lo diré en corto y por derecho.

Si no quieres formar un idílico grupo de resistencia conmigo en este poblacho de mierda, con marihuana y alguna esclava sexual que nos busquemos por ahí, ya puedes sacar tu culo blanco fuera de este dinner, antes de que me piense dos veces el usarte como fuente de carne de fresca cuando se me acaben los víveres.

Por que recuerda que, ahora mismo, el que tiene una pistola del 45 apuntándote por debajo de la mesa, soy yo.

Así que, aire.