"¿Vos encerraron?", pregunta el fraile, cariacontecido, y se levanta; cuando lo hace, podéis ver una espada corta colgando de un cinto oculto tras el hábito. "Estonces sospechan de vosotros. Si considerades que estamos en periglo, acabaremos aquesta conversación agora mesmo et nos reuniremos en otro lugar."
Cuando Simplicio le pregunta el nombre, el fraile contesta:
"Solo soy una sombra; las sombras non han ningún nombre."
Ventura empezó lo que iba a ser una carcajada pero pronto la reprimió haciéndose cargo de la delicada situación.
—Non creo que nos hallemos en peligro ninguno, fraile. Cierto es que sospecharon que no eramos quien dijeramos ser pero en cuanto la carga de piedra llegó el tal don Pedro, mala madre le pariera, se convenció de que eramos quien deciamos ser.
»Pero no hay mal que por bien no venga, maese fraile, dierase el caso que compartiera celda con nos cierto hombre que vos y yo conocemos.
El hombre se había acelerado un tanto con la palabra pero algo le hizo reflexionar.
—Pero me vais a perdonar fraile la desconfianza. ¿Cómo sabemos nosotros que vos sois quien debe ser? Supongo que vuestro contacto, que es el mio también, le habrá dado alguna garantía para nosotros. Sí, eso sería propio de él.
Maese don sombra entonces,
sonrio levemente Simplicio.
Cierto fue que nos encerraron, y no credo que fuere por sospechas, sino por precaución. Dicese que la paciencia es amiga de la ciencia, pues no es menos sapiencia decir que la prudencia es amiga del buen juicio. Me place partir de aca de inmediato, y partir a otro lecho más seguro si lo hubiere, que tiempo ha de haber para regresar si procediere.
Eso me dicen mis sesos, y agora que las mis orejas laboren escuchando lo que la compaña y vuesa mereced opina, sobre levantar o no aqueste campamento, campamento que el enemigo bien conoce por saberlo et por tenerlo cerca.
El fraile permanece impasible ante la ocurrencia de Simplicio; parece de esas personas que han nacido sin sentido del humor. Tampoco se inmuta cuando Ventura le asegura que compartió celda con un conocido suyo.
Cuando Ventura le pide pruebas de que es el contacto, mete la mano izquierda por debajo de su hábito y extrae una pequeña bolsa, la cual deja caer sobre la mesa, sonando con el inconfundible tintineo de los maravedíes.
"Non habedes más garantía que aquesta. Non se pueden traer acá credenciales; si cayeran en manos de quien non debe, se descobriría todo el percal* et de quién proviene."
Después Simplicio insiste en tomar precauciones, aunque Ventura no lo crea necesario.
"Cuando hay desacuerdo, cuerdo es escuchar al más prudente."
Entonces, recoge la bolsa y vuelve a guardársela entre sus ropas.
"Disfrutad de la comida que traiga Pedro, si vos place. Yo debo partir agora a Calera de León, un pueblo a tres leguas* tras el castillo de Montemolín. Id allá uno, et ese uno que busque el monasterio de Tentudía, ado le estaré esperando para que me informe et para entregalle el dinero et dalle nuevas instrucciones. Solo fincaré* allá hoy et mañana."
Dicho esto, se dispone a abandonar la habitación.
* percal: asunto.
* tres leguas se recorren aproximadamente en tres horas si se va a pie.
* fincaré: me quedaré
¿ pudieramos facer los 3 ese trecho? Pues dicese que en la comarca hay ladrones duchos en armas, ex soldados del castillo, que disfrutarian y mucho con un solitario caminante repleto de oros.
El fraile se detiene a la altura de la puerta y contesta a Simplicio.
"Vosotros habedes trabajo en el castiello. Además, si don Pedro está esperando a que nos reuniéramos para nos atacar, tal como sospechades, ¿cómo se tomará el que vengades conmigo abandonando el castiello? Proseguid con las pesquisas, et recordad que lo primordial es fallar al comendador et saber si sigue vivo. El que venga a Calera de León, que se busque una buena excusa. Yo llevo escolta, non he necesidad de más compaña."
Dicho esto, sale de la habitación y os deja allí solos.
Está claro que no va a correr ningún riesgo. Simplicio le ha metido el miedo en el cuerpo :P
-Me cagoentot...de cobards el clero en va ple fins als collons, la marequelsvaparir*- Reniega Roger en catalán ante la escena que acaba de presenciar sin salir de su asombro. Se levanta y con la mano en su Coltell se dirige presto a la primera ventana que puede para observar el exterior intentado no mostrarse y repite el movimiento para descartar que nadie del castillo se acerca o los controla.
-Bien, y ahora que hacemos? En el castillo nos espera el mendalerenda a que le demos informe, este se larga como un amante al oir llegar al marido de turno y nosotros estamos a poco de tener que empezar con la put* obra del muro..- Gruñe Roger con un tono algo pasado de vueltas que denota el tremendo estado alterado que trae desde que ha despertado en el calabozo.
Roger se mueve en la estancia como un lobo enjaulado y se muestra muy nervioso, sin dejar de empuñar su arma envainada, y alterado mientras no para de murmurar esperando la respuesta de sus compañeros. Definitivamente algo parece haber cambiado en él.
* Me cago en todo... de cobardes el clero va lleno hasta los cojones, la madrequelosparió
Cagüen, no he llegado a tiempo. ¿No hemos oído que el hombre está vivo, pero encerrado en una torre y que mandó ahorcar a su esposa?
Así es, Ruper, pero solo es lo que se dice, en realidad no habéis podido comprobar si es verdad.
Albert: la habitación no tiene ventanas, no podéis ver si se acerca alguien. Fue fallo mío el no mencionarlo, es lo que pasa cuando tienes algo tan claro en tu cabeza que crees que los demás te leen el pensamiento :P (tengo que prodigarme algo más en descripciones).
El siguiente paso depende de vosotros. Recordad que seguís teniendo libertad total: nada os impide seguir al tío este, no volver al castillo, visitar otros lares, etc.
Mease Uperto, parecese que no habedeis estado ocioso en el castello, et que las vuestras mesquisas han sido bonas. Ruegoos pues, que tengais a bien contarnos todo lo que habeis conocido intramuros.
comenzad pues, os lo ruego.
Roger se dirige hacia Ruperto y le dice:
-Disculpadme maese Ruperto, pero con lo ocurrido no he podido atender vuestras heridas del otro dia, si es menester las podemos revisar, limpiar y cambiarles los vendajes o hacer lo que crea más conveniente una vez las examine, y eso con la esperanza de que esas correrías de las que hemos oido hablar no os hayan producido nuevas heridas.
Roger hace el gesto de acercarse a Ruperto pero espera su permiso para proceder.
A ver si el DJ me permite examinar las heridas para recuperar algo de vida o como mínimo que no pierda ni se infecte al no estar haciendo reposo. ;)
Ruperto: Cuanta vida ha perdido tu PJ, que no te lo había preguntado?
Ventura se rascó el mentón valorativo.
—Habemos de buscar una buena excusa para que uno de nosotros se aleje de la obra unas horas. Sin duda el más indicado para ello sería maese Ruperto, que ya ha demostrado más de una vez sus dotes de subterfugio, pero no creo prudente que sea él. Las miradas están más que fijas en su persona y probablemente sería lo que levantaría más sospechas.
»Probablemente lo más prudente pudiera ser que yo mismo fuera a hablar con el fraile con la excusa de que estoy preparando el informe para don Pedro. Eso me dará unas horas. Roger será maestro de obras en mi ausencia por ser presentado como mi principal ayudante. Además, si alguien puede aprovechar las sombras y escuchar donde otros no lo hacen, ese es Ruperto. Será de gran ayuda para averiguar algo más del comendador en el castillo. ¿Qué os parece mi propuesta? ¿Habedes alguna mejor?
Viendo que soy atosigado a preguntas y propuestas, no me queda más remedio que hablar— Poco más puedo decir de lo que ya os conté en las mazmorras —al decir esto un escalofrío recorre mi cuerpo. No es una experiencia, por corta que haya sido, que merezca la pena recordar—. Sé que no se sabe nada del señor del lugar, que por lo visto se encerró en una torre tras ahorcar a su mujer y que su hijo más cabal está encerrado. Es el otro el que lleva el castillo y bueno... Creo que ya veis como se las gasta.
Tras contestar a Simplicio, miro a Roger, para decirle— Tengo los brazos magullados, como sabéis. Y también me di un golpe en el pecho cuando iba en vuestra búsqueda...
Dicho esto, me queda contestar a Ventura— Podría hacerlo, pero lo más seguro es que me viesen. Seguro que ahora no me quitan los ojos de encima. Creo que deberíamos de intentar llegar a la torre donde está el Señor del lugar, pero no se me ocurre el como sin ser vistos.
Una vez he respondido a todos, me doy cuenta de que el noble me dio una cosa para poder hacer reaccionar a su padre. Así me meto la mano en los calzones (mejor sitio para esconderlo sin que me lo quitasen no había), para sacar un pequeño anillo— Se supone que cuando el padre del hombre vea este anillo, sabrá que somos de confianza... Y con suerte, saldrá de su ensimismamiento, o nos contará que ha pasado. Cualquier cosa nos valdría.
3 PV, ambos brazos y torso. No sé yo si podrás hacer algo, o me tendré que quedar con 3 puntos de vida menos xD
Roger puede proceder con una tirada de Medicina, pero solo servirá para que las heridas no empeoren (es decir, para evitar la tirada de empeoramiento, que resta 1D4 PV adicionales al terminar la semana cuando se está herido); además, como Ruperto ha hecho esfuerzos, por ahora no recupera ningún PV.
De todas formas, la única manera de recuperar PV instantáneamente es mediante la magia.
Os dejo que sigáis discutiendo vuestro plan.
Motivo: Tirada de Medicina
Tirada: 1d100
Dificultad: 51-
Resultado: 10 (Exito)
Roger procede con todo su buen saber, confiando plenamente en sus conocimientos y experiencia en este tipo de heridas y tras conseguir con la ayuda de sus compañeros un poco de agua caliente y unos paños, le retira la ropa y los vendajes para proceder a limpiar las heridas y tratar la magulladuras.
Una vez terminado el trabajo, satisfecho consigo mismo, lo mira y con una sonrisa les dice:
-Nada más puede hacer aquí, pero no pinta tan mal después de saber por lo que ha pasado maese Ruperto estos días..
Maese Ventura y demas compaña, ¿ de veras juzgais juicioso volver de nuevo al castello? solo por yacer alla, nos enjaularon et maltrataron.
Yo juzgo mas prudente, ir al pueblo donde se dirige el frayle don sombra, et contarle todo lo que sabemos. Creo que nuestras pesquisas no fueron malas et que algunas nuevas le dimos.
Temome que si volvemos no tardaremos en ser como poco apalizados. ¿ o acaso habereis de aprendido algo de mureria en siendo preso?
Si quiseren intervenir et le splace facerlo razones tienen y guenas.
Necesito de unas razones, et no charlataneria, et de las bonas para volver alla.
Los ojos de Ventura se abren de par en par sorprendido por el comentario de Simplicio.
—¿Piensas abandonar, maese Simplicio? ¿Cómo piensas acometer nuestra labor sin estar en el castillo? La única forma que tenemos de estar ahí dentro es continuar la farsa pues de otro modo confirmaríamos la ya plantada sospecha.
La expresión del hombre cambia de la sorpresa a la ira.
—No veo opción. Si no quieres volver al castillo entonces debes ser tu el que vaya a hablar con el fraile y le cuente lo que hay que contar.
Justo en ese momento de la discusión, el posadero entra en la habitación con gran rosco de pan negro y unas empanadas de carne (de liebre, por el apetitoso olor que desprenden) que dispone sobre la mesa en platos de madera. Vosotros, avezados viajeros, conocéis bien posadas y ventas, y sabéis que esta comida, destinada al fraile, es de lo mejor que un plebeyo se puede echar al gaznate por estos lares.
Pedro se os queda mirando una vez que ha servido la mesa.
"¿Es verdat lo que dizen?", pregunta, tímidamente. "¿Vos encerraron por asaltar el castiello?"
Da un paso atrás y vigila la puerta.
"Ese fraile non me paresció un cualquiera. Non sé qué vos traedes entre manos, nin creo que el sabello en algo me beneficie, sinon todo lo contrario; pero más vos valdría cuidarvos. La vieja lo ha ditcho: algo malo se avecina, et non será sano estar en el castiello cuando ocurra."
Al principio no entendéis por qué el posadero intenta advertiros, pero luego recordáis que los soldados de don Pedro estuvieron a punto de desvalijarle. Seguramente el resto del pueblo sufra los mismos maltratos que el posadero, y todo aquel que se enfrente a los desalmados que les hacen la vida imposible debe ser un héroe para ellos.
—No se crea todo lo que cuentan las malas lenguas maese posadero —dijo distendido—. Es cierto que sufrimos arresto pero fue por malentendido, como demuestra el que ahora estemos aquí.
Ventura hablaba con Pedro el posadero pero su mirada no paraba de escrutar el rostro de Simplicio. Sabía que era un hombre cabal pero en esta situación su razón podía acabar con la empresa que traían entre manos y no era del interés del pobre Ventura el perder el buen saco de monedas que le esperaba a la vuelta... y mucho menos el renombre de sagaz aventurero que ésto podría dejarle.
—Hemos venido a trabajar la muralla y por poco que nos guste las habas que cuezan de la misma hacia dentro ahí es donde tenemos que estar. ¡Mal rayo nos parta! ¿Dejarías tu posada si un rumor de mala lengua la condenara, Pedro?