Partida Rol por web

Entras agazapado y con cuidado en el piso, procurando seguir la voz y sin hacer demasiado ruido. Tras cruzar el pequeño salón y un pequeño pasillo de menos de un metro te asomas a una habitación en la que debe estar tu enemigo y su compañero.

La habitación está totalmente revuelta y sucia, llena de revistas de mujeres, botellas de cerveza, un dispositivo para consumir droga y una cama sin hacer. En medio de la sala está el hombre, completamente solo pero sosteniendo en sus brazos un arma de gran calibre que apenas es capaz de sostener.

¡Muere cerdo! -te grita mientras trata de acabar contigo.

El militar al que has preguntado te dice que avances hasta un puesto cercano y allí un soldado veterano se acerca a ti -El país se enorgullece por vuestra actitud y disposición. Dígame su nombre y la apuntaremos en la lista. Esta misma noche saldrás junto al resto de los reclutas a un puesto provisional en la frontera este donde serás entrenada y preparada para la guerra que está por venir ¿alguna duda?

Los policías solo aciertan a gritar justo antes de que el camión se estrelle contra el vehículo. 

El mundo gira a tu alrededor durante unos instantes pero no escuchas nada y todo se vuelve negro. Un terrible dolor por todo el cuerpo te hace recuperar la consciencia. Estás sentado en el coche, bocabajo, sujeto por el cinturón. La mitad delantera del coche patrulla ha sido arrancada completamente por el camión y, por lo que ves, te encuentras en medio de la rotonda.

Estás muy mareado y apenas escuchas nada pero sientes la sangre cayendo de tu cabeza hacia el techo del vehículo. Ves otro coche sobre la rotonda, descansando sobre el lateral, y otros tantos empotrados entre sí alrededor de esta. La situación es puro caos.

viktor abrió los ojos desmesuradamente mientras la adrenalina le corría como hielo por las venas, no pudo pensar demasiado mientras su cuerpo hacia lo mas normal en dicha situación, apretó el gatillo un par de veces antes de tirarse tras el sofá para evitar lo peor de aquella lluvia de plomo.-Mierda!.-puede que aquellas fueran sus ultimas palabras.

-Genevieve Deirdre Kelden... Con 'K' -respondo algo aliviada aunque dubitativa: ¿el entrenamiento será tan duro como en las películas? ¿Llegaremos a entrar en combate? ¿Tendré que disparar a alguien...?

No quiero ir a la guerra: no tengo ni idea de armas, todo me asusta, ¡y soy una chica! No duraría ni un minuto.

Tal vez pueda escaparme una vez el convoy haya abandonado la ciudad...

Bueno, de momento he conseguido lo más importante: un billete para salir de Vega. De camino a la frontera ya tendré tiempo de preocuparme por todo lo demás.

Miro de nuevo al soldado que espera mi respuesta.

-Ninguna duda... señor.

Todo se había ido a la mierda en un segundo. No sabía como había acabado en aquel coche de policía, salvo por los malditos prejuicios... Pero allí estaba, bocabajo, con el cuerpo dolorido de cojones , todo ideal, el día sólo podía mejorar. 

Nacer trató de desabrocharse el cinturón para ponerse en una posición más cómoda y tratar de salir del coche. Le costó varios intentos, pues las manos le temblaban y seguía estando mareado. Al conseguirlo se golpeó con la parte de arriba del vehículo, que ahora dormía sobre el asfalto.

Tardó unos segundos en darse la vuelta, que le parecieron minutos, largos minutos. Una vez estuvo ahí se dio cuenta que seguía teniendo la vista nublada, en parte por el mareo, en parte porque empezaba a caerle sangre en el ojo. La ventanilla del coche estaba prácticamente rota por el impacto. Trató de golpearla con fuerza para terminar de quitarla de su sitio. Le costaba sacar fuerzas de ningún lado, así que tuvo que dar varias patadas hasta que termino cediendo. Se arrastró hasta la ventanilla, sacando primeros las piernas... tratando de salir del vehículo.

Arrastrarse por el interior del vehículo fue un puto suplicio. Todo parecía golpearle, era un dolor insufrible. Tenía náuseas y la cabeza parecía darle vueltas a toda máquina. Sin embargo, consiguió salir a duras penas, terminando de desgarrarse la camisa en el proceso, haciéndose algún corte más, como premio a su insistencia.

Intentó ponerse en pie, pero aún no podía. Se miró las manos, llenas de sangre y arañadas por todos lados. Trató de encontrar con la mirada el camión que lo había arrollado y, con él, la parte delantera del coche de policía. Medio a gatas, tratando de levantarse.. se acercó al camión, buscando a los policías que lo había apresado... 

Perfecto. Espere allí, junto a ese otro grupo de voluntarios. Pronto comenzaremos a llevaros a los lugares que se os adjudiquen -te dice señalando a un lugar donde una veintena de hombres, acompañados por un par de militares, esperan.

Ves a personas muy jóvenes y otras bastante mayores, gente que viste ropa todavía más raída que la tuya y otros que llevan relojes más caros que todo lo que has comido esta semana. Durante un par de horas esperáis, aguantando el tedio.

A vuestro alrededor la ciudad es presa del caos, pese a la presencia de los militares y policías. En un momento determinado se escuchan explosiones bastante lejanas pero que aumentan la tensión del lugar.

El camión está a más de veinte metros del lugar en que te encuentras, empotrado contra la pared de un edificio. La otra mitad del coche policía está reducida a un amasijo de metal y carne con decenas de trozos repartidos por toda la zona.

Tienes la vista nublada y una leve capa de humo te imposibilidad aún más el fijar la vista. Hay varios fuegos por la zona, algunos provocados por los accidentes y otros, más grandes, de origen desconocido.

A tu alrededor todo da vueltas y vuelves a caer en la oscuridad.

Chico, chico ¡despierta! -escuchas que alguien te grita y, pese al esfuerzo, abres lo ojos. Un hombre mayor vestido con el uniforme de guardia de seguridad te sostiene en sus brazos con el rostro preocupado. La luz ha disminuido, puede que por el humo o por el paso de las horas -estás hecho una mierda chico pero saldrás de esta. He llamado a una ambulancia hace bastante rato pero la ciudad está patas arriba.

Había perdido la noción del tiempo por completo y ni siquiera era capaz de mantenerse por si mismo. Aquél hombre trató de mantenerlo despierto.

- ¿Qué está pasando? - acertó a balbucear mientras trataba de incorporarse. 

Viktor vio la luz en aquel aciago movimiento, tomándose el tiempo exacto para abrir fuego contra su enemigo mientras se tiraba de costado tras el sofá, no vería si le daba o no pero tal vez lo supiera si el tipo gritaba de dolor entre la algarabía de balas, pólvora y ruido que provocaría al apretar el gatillo de aquella maldita ametralladora.

Me paso las dos horas dudando si entablar conversación con algunos de los que me acompañan. Nadie parece tener ganas de hablar, ni yo tengo tampoco el más mínimo interés en conocerlos, pero una charla aliviaría un poco la tensión... Sin embargo no llego a dirigirme a nadie. En realidad no sabría qué decir: hola, cómo te llamas? Y a quién le importa, a las puertas de una guerra?
Al cabo del rato comienzan a dolerme las piernas por permanecer de pie, y empiezo a moverme inquieta en el sitio. Mato el tiempo dando buena cuenta de un par de panecillos más, aunque me guardo el último 'por si acaso'.
El eco de las bombas corta mi bostezo y doy un paso atrás buscando la seguridad del grupo. Ya ha comenzado...
Levanto la vista al cielo y me esfuerzo por respirar con tranquilidad, aunque el corazón parece querer salírseme del pecho. En cualquier momento podría caernos encima una bomba y hacernos trizas. Más vale que vengan a buscarnos pronto...

Antes de que el arma del enemigo comience su letanía de muerte disparas tu propia pistola, acertando en el pecho del desconocido, que se tambalea hacia atrás mientras su arma comienza a rugir. Aprovechando el momento tratas de acabar con tu enemigo pero el arma se te encasquilla en las manos y, mientras tratas de arreglarla, recibes un golpe que te tira hacia atrás y pierdes el conocimiento.

No lo se bien chico, la ciudad se ha vuelto loca. Alguien ha puesto bombas en varias zonas y se rumorea que el gobierno está llevando el ejército a la frontera para luchar contra alguien. También se están reclutando voluntarios por lo que la cosa parece ser problemática -te responde el guardia -parece que finalmente la guerra ha estallado. Esperemos que nadie empiece a usar armas nucleares -concluye el viejo mirando al horizonte antes de ayudarte a ponerte en pie.

La ambulancia debería llegar en breve. Lo siento mucho chico pero debo marcharme a ver si mi familia está bien. Espero que te recuperes pronto -se despide el hombre mientras sale corriendo rumbo a su hogar.

¿Guerras? ¿Bombas? Parecía que las noticias tenían algo de razón, pero era demasiado tarde, el caos parecía haberse disparado de repente y dificilmente podría ser parado. 

- Gracias - balbuceó Nacer mientras el hombre se marchaba. Estaba pensando.. y miró a los restos del coche, a la parte de los policías que el camión había arrancado en el accidente. Se tanteó, para ver si podría caminar hasta allí... si los cuerpos de los policías estaban ahí, también estarían sus armas. Si aquello era el caos... el iba a querer estar armado.

Viktor miró el arma confuso y esta le devolvió la mirada cuando de repente se encasquilló, algo tan vital se la acaba de jugar y no pudo sino expresar con sorpresa y enfado su frustración.-Puta mierda de...-Al fin y al cabo era él rl que iba a morir, no aquel tipejo.

No tuvo tiempo de ver venir las balas, su propia estupefacción le jugó una mala pasada hasta el punto de que no supo que ocurría hasta que sintió el disparo en el pecho, algo así como si te apagasen una colilla en el corazón. Todo se volvió gris y borroso mientras las imagenes se desplazaban borrosas y una lentitud increible a su alrededor mientras su cabeza chocaba contra el suelo, desconectando su cerebro de la consciencia a causa del shock, sus ultimos pensamientoa fueron"En serio? Un yonki conspiranoico me ha matado? Quien lo diría" fue todo cuanto pensó antes de fundirse en una negrura sorda e insondable.

Un militar os recoge y subís a un camión descubierto que os llevará a vuestro destino.

Los que te rodean parecen sentir lo mismo que tu, el miedo, la frustración, lo absurdo de vuestras vidas. El silencio es tal que parece que ya estáis todos muertos aunque aún no habéis llegado a las fronteras, lugar donde posiblemente se libre la mayor parte de la guerra. Una guerra cuyo comienzo y fin desconocéis.

Estáis varias horas viajando por carreteras hasta que finalmente salís de la gran metrópolis gris, negra y blanca que es vuestro hogar. El corazón se te encoge de alegría y tristeza cuando ves el color que aún resiste fuera de lo que habéis convertido en vuestro nido. La hierba verde brilla bajo los últimos rayos de sol, los árboles mecen sus hojas al compás del viento y pájaros de colores azulados cantan una alegre canción despidiendo el día. 

Llegáis al puesto estratégico provisional en mitad de la noche y os detenéis lentamente guiados por unas pocas luces que aún permanecen encendidas mientras la mayor parte de los soldados duermen. Antes de bajar ves como los soldados que debían guiaros hacia vuestras habitaciones se detienen bruscamente señalando al cielo entre exclamaciones. 

Escuchas como varios de los militares señalan la posibilidad de que aquello que parece descender del cielo, esos puntos azules brillantes, sean bombas enemigas. Pero, a pesar de ello, no podéis apartar la mirada del manto de estrellas que os cubre. Es demasiado bello y todos vosotros, aún los más inexpertos, sabéis que no podéis hacer nada para salvaros si son misiles enemigos.