Partida Rol por web

Estaba de pie. Suspiré y me volví a sentar. -Encontraste a mi mujer y este grupo- comenté asintiendo. -Sí, también- respondió él y continuó diciendo -Pero también una- el énfasis que puso en la palabra me contagió su emoción. Realmente estaba convencido. -Siéntate y come- dije y observé cómo se sentaba en la otra mesa, junto a Locligan, Lucilla, Aaliyah y Lizzy.

¿Zacarías Eagle? ¿Tenía un padre? Sin duda era el mismo apellido, aquel que mi madre dijo alguna vez que le pertenecía a alguien que murió... Porque su madre le mentiría; en ese momento no sabía si hacer referencia al pasado quería decir que si que estaba muerto o si su madre le dijo aquello por algún otro motivo...

- Pandora... Eagle... Él; ¿Murió? - no pudo preguntar otra cosa, siquiera habia pensado que su padre fuera real, y al recordar el portal no le habría extrañado pensar que no era de aquel mundo...

Asentí aunque podía intuir los pensamientos de Pandora. -No puedo asegurar que sea tu padre o tu hermano pero sí tu pariente. No era el único y al sur de aquí, en ciertos lugares, los rasgos exóticos son tomados como buena fortuna y no como algo malvado que hay que destruir.- Terminé de comer en silencio.

Asintió en silencio cuando le pidió permiso para ojear el cuaderno de dibujos que hacía de diario para ella. Era algo muy personal e importante para ella, quizá su posesión más preciada, pero no tenía ningún secreto que Locligan de Ïluf probablemente ya no supiera. Locligan decidió no escribir aquel nombre en la página del autorretrato de Lizzy, sino en el retrato de Lythrai. Quizá era un modo de insistir en su punto: tú eres tú, Lythrai es Lythrai. A Lizzy no le importó dónde lo escribiera, recibió el cuaderno de vuelta con una sonrisa agradecida y genuinamente feliz. Permaneció en silencio dejándo comer al anciano, escuchando, comiendo ella también de vez en cuando pero sobretodo sobretodo, leyendo y releyendo el nombre una y otra vez como si le hubieran hecho un gran regalo otra vez.

Entonces apareció Sauko por la puerta. ¡Estaba vivo! Lizzy abrió los ojos y boca en sorpresa, pero no llegó a decir nada, pues Sauko habló primero y después se interrumpió a sí mismo al ver a Lukan. ¿Se conocían? ¡Parecía que sí! De nuevo la situación se puso tensa, Lukan tenía ciertamente un talento innato para imponer respeto. Sauko se apresuró a asegurar que había encontrado una. ¿Una qué? ¿Una sombra? ¿Hablaban de Faela?

Estaba a punto de hablar cuando Sauko apareció de improviso; el ambiente, entonces, se tornó gélido, la tensión casi palpable. Durante unos minutos, parecía que la sangre iba a volver a correr. No lo hizo. Lukan se tranquilizo, el extraño hombre que seguía a Lizzy se sentó a su lado y todo volvió a la normalidad.

—¿Qué hare con este metal? ¿Importa acaso la forma que le de? ¿Podré obtener un poder como el tuyo? —Las preguntas salían una tras otra de mi boca, en cuanto tuve oportunidad—. ¿Y dónde iremos después? Hay gente que me perseguirá. —Desvié la mirada hacia Zharis—. Y a ella —añadí—. Será mejor moverse. Además, no hay tiempo que perder, debemos abrir el portal de nuevo, sacar a tu mujer, y a mi madre.

La comida sobre la mesa se había terminado, parecía que al final el menú improvisado había sido un exquisito manjar al paladar de aquel extraño grupo. Padre parecía molesto con aquel ser oscuro que había entrado en la taberna... pero pese al tono, los asuntos del pasado, quedaban atrás. 

Thomas sujetaba un trozo de metal retorcido ¿Qué era eso? Y por qué era tan importante... había tantas cosas que tenía que descubrir todavía. Me miró preocupado tras las palabras de padre -Los mayores dicen que los perseguidos son afortunados si la causa de la caza ha hecho justicia- le dije sonriendo con pavor y felicidad a su vez. Entusiasmándome la idea de encontrar y conocer a mi madre. -el tiempo es algo que ya juega en nuestra contra, hay que salir cuanto antes.- añadí.  

Tras unos minutos respondí a Pandora -Sí. Él murió.- Había dolor en mi voz. Nunca es agradable hablar de derrotas, más aún cuando traían los recuerdos de un compañero caído -Fue la Orden de la Verdad- sentencié con odio.

Inspiré hondo y miré a Thomas -Ese metal será tu talismán, canalizará el odio que sientes hacia tus enemigos al tiempo que te vincula y relaciona con el otro lado.- Dije adoptando gravedad en el tono de mi voz. Sostuve los ojos del joven de cabellos rubios -El poder está para los que le echan huevos y lo agarran. Da igual lo duro que sea, da igual el medio... si tienes el coraje suficiente.- Lo dije lo suficientemente alto para que me escucharan, sobre todo Locligan. -Hay quien prefiera pasar por la vida como espectador. Moviendo los hilos con pequeños toques. Otros, como yo, preferimos estudiar el potencial de la magia innata en cada uno de nosotros, en nuestro mundo y las conexiones con otros mundos.-

Me levanté del asiento. -Sí- respondí a Zharis -No hay tiempo que perder. Pero que os quede una cosa clara. Vamos a ir a por esas brujas. Cualquiera de los presentes que no esté por la labor no será más que un estorbo.... y los estorbos se apartan antes de convertirse en contratiempos. ¿Estamos?-

-Que nadie me moleste en media hora-

Dicho aquello, y como cada día tras la comida, llegaba mi hora de meditación por lo que, sin decir nada, me metí en la taberna en busca del lugar más oscuro que pude encontrar en el sótano.

Cuando Luka salió de nuestra vista respiré tranquilo, me relajé y entonces noté la agudeza del dolor de mis heridas. -Uff... ¿No sabéis quién es?- pregunté mirando a los presentes, era evidente que Zharis sí lo sabía. Nos habíamos visto un par de veces en el pasado. -Vienen de Bastión Negro. La rama de espías y asesinos de la Orden Negra. Allí hay 5 maestres. Lukan es uno de ellos.- Dije mirando la puerta por la que desapareció.

Inspiré hondo -Eso no importa ahora- dije atrayendo la atención de Sauco. -Lo que importa es que tiene razón y que están de nuestro lado... afortunadamente- añadí revelando mis pensamientos. -Sin embargo hay algo más que debéis saber- dije colocándome en el centro del espacio, a la sombra del árbol mirando sus ramas -¿Sabéis por qué nos llaman Augures y no, por ejemplo, reencarnados?- estaba a punto de revelar la segunda cosa más importante del día. Miré a cada uno de los presentes -Porque aquellos con los que soñáis no murieron en el pasado- dije apretando los labios -Los hechos que suceden en vuestra mente mientras dormís no han ocurrido. Aun quedan muchos, muchos años para eso.-

Dicho esto guardé silencio para que digirieran mis palabras.

Transcurrido ese tiempo -Lucilla, curemos las heridas de Sauco- dije mirándolo.

Asentí a Lukan. Bien, estaba preparado para asir ese poder, para hacerlo mío, costara lo que costara. Si era el modo de salvar a mi madre, de vengarme, nada me frenaría. Las brujas morirían. Ismene, a la cual no había mencionado todavía, se daba cuenta, moriría. Y cualquier otro que se interpusiera, moriría. Podía comprometerme a eso.

Cuando quise darme cuenta, ya se había marchado, y era Sauko la que hablaba. Sus palabras removieron algo, pero me encogí de hombros. ¿Y qué? Era peligroso, si, pero también quería decir que había elegido un buen maestro, el más poderoso que había conocido hasta el momento. Para mi era suficiente, me arriesgaría.

Para lo que no estaba del todo preparado era para la revelación de Locligan.

—¿El futuro? —pregunté, aturdido—. ¿Esas personas, son en lo que nos convertiremos? ¿En otra vida? ¿Y son, de alguna forma, consecuencia de nuestros actos?

Pensé en ello. En el desagradable hombre que tornaba en pesadillas mis sueños. En lo que era capaz de hacer; no me pasaba desapercibido que sacaba su poder del fuego y la oscuridad más negra, algo demasiado similar a lo que había presenciado en los ojos de Lukan no hacía mucho rato. ¿Ese era el precio, volverse un loco y un psicópata por profundizar demasiado en esas fuerzas? Sintió un escalofrío, y se despreció por ello. ¿Y qué si lo era? Costara lo que costara, eso había prometido y él cumplía su palabra.

La oscuridad, la lobreguez de la existencia, la ausencia de luz... Podemos estudiar una cantidad concreta de colores que componen la luz blanca, no obstante, la oscuridad, es el vacío completo de la claridad en la vida y en el caso de Padre, en ocasiones es una capa opaca y temible que compone su mente humana. 

Vi como miraba con mucha atención aquel muchacho rubio a  Padre, como escuchaba cada una de sus palabras -si pretendes aprender algo de las tinieblas- indiqué a Thomas -debes saber que no es un camino sencillo- 

Observé a Locligan mientras hablaba e hice un barrido de todos los que allí se encontraban, augures que sueñan con un futuro, que se cumplirá llegado un momento... que afortunada me sentía al haberlos encontrado, pues quién sabe en las figuras que se convertirían, quién sabe, los extraños sueños que les perturban.  

A Lizzy le hubiera interesado mucho, muchísimo, visitar la Orden Negra para que le enseñaran más cosas sobre la magia, y sobre la Diosa de la Noche, y sobre Faela también, para poder hacerse más fuertes las dos. Su incompetencia casi le cuesta la vida a Gang, además de impedirle ser siquiera algo de ayuda a Thomas en el rescate de sus padres. Era débil, demasiado débil, y no podría protegerse a sí misma, mucho menos a sus seres queridos. Sin embargo, parecía que Lukan quería ir a por esas sagas, y que todos aquellos que no fueran a acompañarlos serían estorbos que quitarse de en medio. Lizzy ya había decidido que se quedaría a cuidar a Gang y no partiría, pero la revelación de Locligan fue el último clavo sobre el ataúd. Ahora entendía por qué Locligan se había esmerado tanto en aclarar que él no podía decirle quién era, sólo ella misma. Y cuando reveló que aquello que veían no era el pasado... sino el futuro, a Lizzy... No, a Alissa... se le clavaron mil dagas en el corazón.

Ella no era Lythrai Fonn'Aster.

Ella nunca fue Lythrai Fonn'Aster.

Ella nunca sería Lythrai Fonn'Aster.

"No puede ser." se levantó de la mesa brúscamente. "¡No puede ser, no puede ser, no puede ser!" empezó a decir con los ojos muy abiertos, pero su mirada estaba perdida, no miraba a ningún sitio. "¡No tiene sentido!" repitió aquellas palabras que había escritas en su cuaderno de dibujos en la hoja de del retrato de Locligan, esas que rezaban: ¡No tiene sentido! ¡No tiene sentido, no tiene sentido! una y otra vez. "No... no puede ser cierto..." su voz empezó a temblar, y su rostro estaba al borde del llanto. "Yo... yo no voy. No seré un estorbo. Me voy. Lo siento. Buena suerte." las palabras se atropellaban, era evidente que estaba en shock o a punto de entrar en ello. "M-me voy." repitió, y se fue corriendo en dirección al bosque.

Mientras Lucilla y yo limpiábamos las heridas del joven con la tez teñida de negro —¿El futuro? —preguntó Thomas —¿Esas personas, son en lo que nos convertiremos? ¿En otra vida? ¿Y son, de alguna forma, consecuencia de nuestros actos?- Fruncí el ceño y negué suavemente mientras veía cómo Lythrai se desmoronaba y mostraba una profunda falta de respeto hacia mí. "Yo... yo no voy. No seré un estorbo. Me voy. Lo siento. Buena suerte." Enarqué una ceja y la observé alejarse. Lucilla me taladró con la mirada pero negué con la cabeza. Decidí dejarle unos segundos a solas. -Confío en ella- dije a la mujer de cabellos dorados que, con preocupación en los ojos, miró por el camino por el que Lizzy se escabullía.

Esperé a que Lizzy desapareciera. Me percaté que Lucilla vendaba con más velocidad la herida de Arti mientras éste ponía muecas de dolor. Decidí aguardar a que terminara porque supe que saldría corriendo tras la muchacha. Así fue y cuando ambas nos hubieron dejado, miré entonces a Pandora, Thomas, Zharis, Aaliyah, Gang... -Vuestra historia solo tiene un sentido.- Dije sacando objetos de mi zurrón y dejándolos sobre la mesa con violenta rapidez. El primero era un pañuelo o, mejor dicho, un trozo de paño gris que escondía un grupo de fragmentos de diversos materiales: algo azul, hierro y cristal. Estaba oxidado y las roturas comidas por el paso del tiempo pero sin duda eran piezas de algo esférico que tendría el volumen de un odre -Esto era una bomba de olvido- dije y a mi memoria vino Lizzy y sus problemas para recordar. Acto seguido saqué tres cuchillos de extraña manufactura pero que, indudablemente, eran de una exquisita calidad. -Estas tres armas; una de ellas se decía que era algo así como... como... disruptora-

Alcé la vista y mi mirada se encontró con la de algunos presentes -Son objetos de un individuo llamado Rosencrantz¹.  Desconozco los detalles pero fue un ser que corrigió los abusos de dioses en su línea temporal pero desestabilizó el resto en el proceso. Él es la otra parte.- Necesitaba explicarme así que moví las tres Dagas que había colocado en perfecto paralelo dejando una atrás y adelantando las otras dos distancias desiguales. -Es cuestión de perspectiva. Vuestros sueños son recuerdos de un universo que va por delante de otros- Con gestos di a entender que las dagas eran, metafóricamente, universos casi idénticos en tiempos distintos. -Cuando la punta de una daga toca la empuñadura de otra, solo unos seres muy concretos pueden saltar de un universo a otro pero siempre hay consecuencias y miles de años de diferencia- Asiento mirando las dagas -La mayoría de los seres son nativos de un solo plano. Sin embargo, seres que jugaban a ser dioses cambiaron estas reglas para presos de su cárcel sin entender las consecuencias que traerían. Cuando la prisión desapareció, los Reos quedaron sin un plano natal que los abrazara. O, dicho de otra forma, fueron libres de las leyes de su plano de existencia.- Asentí lentamente -En esta daga morí con el nombre de Roriarkas pero cuando la prisión y la necrópolis fueron destruidas desperté en otro lugar. El Cubil del Tiempo. Allí había otros. Muertos no muertos. Conmigo también apareció Leisle Ir'van³, hija de Daxherina de los niveles inferiores de la prisión.

No obstante, allí había alguien desde el principio. Rosencrantz. El dueño de estos objetos- Miré las dagas con cariño -Rosencrantz y Leisle, después de miles de años separados estaban juntos. En el Cubil de Tiempo.- sentencié -Rosencrantz, durante su encierro pudo ver todo lo que pasaba, empatizó con los presos de Arkhania. Cambió el destino de los reos de Arkham para siempre. De todos. Quiso regalarnos nuevas oportunidades así que rompió el paralelismo de las líneas temporales y permitió a los reos de Arkhania tener nuevos comienzos en otros tiempos, en otros mundos.- Cogí la daga más adelantada, la que ya había pasado -Reos y presos en un mundo- la solté y cogí otra -Augures en un nuevo comienzo-

Inspiré hondo -Sólo unos pocos fuimos conscientes y pudimos escribir rituales para recuperar recuerdos, localizar a otros reos o augures y despertar en ellos quiénes son realmente... pero nos dimos cuenta que la identidad era algo frágil, que hay infinidad de tiempos y que es una maraña tan compleja que parece actuar por capricho para cada individuo. Hay quien prefiere recordar todas sus vidas. Hay quien prefiere un comienzo real, sin pasado, con una nueva identidad. Hay quien puede elegirlo y hay quien no tiene opción de escoger.

Sólo hay uno que, en realidad, nunca estuvo en Necrópolis: El Rey Muerto existió realmente en otra línea temporal pero no en la nuestra. Su hermana mayor Guiulia Laedassian³ lo salvó de ese destino.- Miré mis manos -Tras tantos años encerrados el regalo de Leisle y Rosencrantz es una eternidad nuevos comienzos y libertad-

La parte trasera de la posada Quejío de Gato quedó en silencio. En una especie de suspenso. Cada uno debía digerir estas palabras por lo que Locligan caminó con paso lento hacia el interior. Paladeando el sabor de la comida ahora su cuerpo le pedía dulce. -Voy a ver si hay tarta- dijo en un tono tan normal que contrastaba violentamente con las revelaciones que acababa de pronunciar.

Con rápidas zancadas saliste de la vista de los demás. La parte trasera de Quejío de Gato se tornó en absoluto silencio y podías sentir sus ojos en tu nuca. Cuando ya no te veían, corriste aún más, perdiéndote entre arbustos y árboles.

Y una vez más huí. Huí de las respuestas que durante tanto tiempo busqué, pero que ya no podía seguir oyendo.

Cuando entré en la adolescencia 'otra vez', me sentí atada, aprisionada por las cadenas de mi anterior existencia. Rebelde, incluso, contra Lythrai como figura 'materna'. Pero eran pataletas. Mi adolescencia no cambiaba ni borraba el sueño de mi niñez, aquello que definía quién era, quién quería ser, quién debía ser, y... sobretodo, a quiénes quería recuperar. Porque lo que yo más quería en el mundo era traer de vuelta esos tiempos felices. Volver a ser Lythrai, y traerlos de vuelta. A todos. O al menos, a los que se hubieran reencarnado, porque creo que Socar o Esderian no tuvieron el lujo... Pero los que sí, como Hazir, Yzlin, Nickar, o el propio Gris que me había encontrado primero... Igual que quería traer la magia de vuelta al mundo costara lo que costase, quería traer a mis amig... los amigos de Lythrai de vuelta.

Y ahora que esas 'cadenas' que como siempre supe desde el principio no eran grilletes sino una cota de malla que me hacía más fuerte... se habían roto, habían desaparecido... o incluso nunca existieron... Ahora que esas cadenas ya no me ataban a tierra, me sentía caer. Caer hacia un abismo terrorífico donde no había nada, sólo una profunda desesperanza desasosiego. Mi identidad era ser Lythrai. Mi sueño era ser Lythrai. Mi esperanza eran sus amigos. Y ahora que sabía la verdad: que todo eso no podía volver porque ni siquiera había pasado todavía, me sentía sola otra vez. Terriblemente sola.

Sí, sí. Tenía a Gang, que por lo menos él seguía siendo el Gris de siempre. Y tenía a Aurora, y tenía a Faela, y tenía a Thomas antes de saber que él es... era... será... mi peor enemigo... bueno, el de Lythrai. Podía hacer nuevos amigos y una nueva familia, ya lo sé, no lo negaba. Pero, ¿y qué? ¿Se suponía que eso tenía que hacerme sentir mejor?

Toda mi vida, al menos la que podía recordar, había intentado ser alguien que (aún) no existió. Recuperar los recuerdos de alguien que (aún) no existió. Toda mi vida, al menos la que podía recordar, había soñado con Lythrai, con su mundo, con sus seres queridos, y sentido en mis huesos cada alegría, cada pena, cada triunfo y desdicha, cada sentimiento de amor y de odio. Amaba a la familia de Lythrai tanto como la propia Lythrai, les añoraba y deseaba su compañía tanto como ella. Para mí, la noticia de que eramos Augures, y que todo aquello aún no había pasado significaba que jamás podría traerlos de vuelta, porque aún ni siquiera habían nacido. Significaba que jamás volvería a verlos. Nunca.

Y esa pérdida me desgarraba el corazón.

"Pérdida, ¿huh?... Sal, Faela." Una vez más, y como todas, siempre, una sensación de sublime oscuro placer la embriagó unos instantes al salir su sombra. Fue un momentáneo alivio ante la profunda angustia que sentía, que volvió tan pronto como se fue y para quedarse. Mirándose al reflejo del lago en el bosque, Lizzy, como no podía ser de otra manera, una vez más, comenzó a cantar.

"Dulce Shar... ¿No me oís?" comenzó a cantar en voz suave, balanceándose tímidamente de izquierda a derecha, incómoda e inquieta como si estuviera esperando un milagro de la Diosa que más sabía entender la pérdida que sentía. Pero no llegaría, claro que no. "Aún no somos amigas..." apartó la vista del agua del lago y empezó a moverse por su querido bosque, saltito tímido a saltito tímido. "Me desgarra... el corazón..." se paró y agarró el pecho con fuerza a la altura del corazón, y con gran dolor, entonó: "Yo no fui Lythrai Fonn'Aster."

Faela inclinó la cabeza en silencio, mirándola con confusión. Era la primera vez que veía a Lizzy cantar, y también la primera vez que la veía tan triste. "¿Quién me abraza con amor?" continuó Liz abrazándose a si misma con una sonrisa amarga, balanceándose de izquierda a derecha otra vez. "Sólo residuos del dolor..." se agachó y agarró tierra del suelo con las dos manos que luego dejó caer entre sus dedos. "¡Esa gente tan feliz..." cerró ambos puños mientras la tristeza se convertía en ira, despecho y celos "...son sombras para mí!" sus ojos rojos brillaron con intensidad, todo a su alrededor pareció oscurecerse al tiempo que ella echaba atrás los puños y después los abría alzando los brazos, momento en el que las sombras de todo el claro del bosque parecían haberse alzado formando siluetas que bailaban un vals una con la otra, las añoradas siluetas de sus amigos del pasado futuro: un hombre alto y musculoso con aire encantador que bailaba con una mujer con serpientes en el cabello, otra mujer que con sus alas de murciélago mecanizadas revoloteaba aquí y allá como la anfitriona de todo, un rakshasa que bailaba con un mago cuya túnica estaba envuelta en sangre, un ex-guardia que practicaba un baile marcial con una armadura viviente, una mediana que bailaba con un kobold... Y al fondo, un soldado con casaca junto a tres encapuchados que observaban al fondo: una que daba saltitos de emoción por el espectáculo, otra portando un candil con una vela que parecía más oscurecer que iluminar, y uno con el rostro idéntico al de Sauco pero cuyos ojos parecían brillar en la oscuridad de su capucha.

"Mmmmh. ¡Mmmmh!" tatareando con los labios cerrados, Alissa bajó por las 'escaleras' de piedras y tocones y saludó a su derecha con una reverencia a la figura sombría de otro mago, que hablaba en silencio de barcos voladores con un capitán pirata, y saludó a su izquierda a la figura sombría de un gnomo inventor que hablaba con su respetable amigo. Lizzy dio una tercera reverencia para saludar a la tiflin voladora que se posó en el suelo para tenderle la mano y fingiendo tomaársela, pero sin tocarla, empezaron a bailar un vals juntas. Faela se acercó, pero se quedó sentada en la última de las escaleras, inclinándose de izquierda a derecha al son de la voz de Alissa y de la música de aquel imaginario vals.

"¿Quién me abraza con amor?" cantó Lizzy al bailar con la sombra de Nickar. "Aún no existen, son amargor..." con un giro de intercambio de parejas pasó a bailar con la sombra de Yzlin, mientras Hazir y Nickar bailaban juntos. "Esa gente que amo yo..." un nuevo giro, esta vez Yzlin con Nickar y Liz con Hazir. "No fue, no están, ¡no soooon!" las sombras de ellos tres se esfumaron en una niebla que volvió a Lizzy y pasó a convertirse en una imagen ilusoria del casco y la destruida armadura original de Lythrai, como si 'Lizzy Rai' la llevase.

Una mano agarró la de Liz, y esta vez, sí que tocaba y sí que era física. Era Faela, su sombra, que finalmente se había unido a la fiesta. La silueta de Faela era la sombra de la de Lizzy, y no reflejaban ni el casco ni la armadura, por lo que parecía como si Lythrai (Lizzy) estuviera bailando con Alissa (Faela). "¡Cuanto fue, no ocurrió!" continuó Lizzy cantando "Sólo son predicciones... ¡Nadie hay, nadie habrá! Yo no fui Lythrai Fonn'Asteeer..." al cantar el última verso, redujo el ritmo del baile y poco a poco la armadura también fue esfumándose, al igual que el resto de figuras por todo el lugar.

"Me desgarra... el corazóon..." desaparecidas todas, Lizzy abrazó a Faela, y ésta empezó a regresar de vuelta a su ser.

"Yo... no soy... Lythrai Fonn'...Asteeer..."

Se acuclilló y abrazó su cuaderno de dibujos, abierto todavía por la página de Lythrai Fonn'Aster, y no pudiendo aguantar más las lágrimas se echó a llorar en silencio, manchando la página con sus lágrimas.

Me di prisa en curar la herida de Sauco antes de salir corriendo tras Lizzy. -¿Dónde estás?- La había perdido de vista y ahora me resultaría imposible encontrarla en la inmensidad del bosque hasta que, poco a poco, me fui guiando por su voz.

Aguardé, esperé y escuché. No llegué a verla hasta que se sumergió en la tristeza. Tras rodear una arboleda la encontré abrazada a sí misma. Llegué hasta ella, recogí el cuaderno de dibujos del suelo, lo sequé con mi propia falda y me senté a su lado. No dije nada. Sólo dejé que fuera consciente de mi presencia.

-Si te produce tal tristeza el no ser algo... quizá es porque te estés equivocando- dije con toda la dulzura de la que fui capaz. -¿Qué te dice tu corazón?-

Aguardé un poco y luego revelé lo último que escuché decir a Locligan mientras curaba la herida de Sauco -El viejo susurró: vuestra historia solo tiene un sentido. Y empezó a sacar objetos de su bolsa y dejándolos sobre la mesa. Me fijé en un pañuelo o, mejor dicho, un trozo de paño gris que escondía un grupo de fragmentos de diversos materiales: algo azul, hierro y cristal. Estaba oxidado y las roturas comidas por el paso del tiempo pero sin duda eran piezas de algo esférico que tendría el volumen de un odre. Lo que dijo Locligan es: Esto era una bomba de olvido- Me quedé mirándola fijamente. -No sé qué significa. Sólo quiero que sepas que no estás sola.-

Pero había algo, más allá de la presencia de Lucilla que te incomodaba. Al principio percibiste la presencia de Faela y su curiosidad. Nunca había visto la tristeza. Pero ahora, tu sombra estaba molesta. Sólo necesitó un atisbo de interés en ti -¿Por qué estás molesta?¿Qué pasa?- para que el broche con la insignia de los Fonn'Aster, su prisión, saliera disparado de tu bolsillo y golpeara en el árbol más cercano.

El broche. ¿Cómo podía existir un broche viejo de un tiempo futuro que aún no ha sido? Al igual que tú, ese broche está fuera de lugar.

Lucilla recogió el broche y lo miró extrañada. -Este símblo...- empezó a decir -...lo he visto antes- intentaba recordar dónde pero su mente se negaba a hacerla recordar.