Partida Rol por web

Suspiró al ver que no podía hacer nada más por el fallecido comadreja, cerrando sus párpados sin percatarse de mucho de lo que pasaba a su rededor. Casi no se fijó siquiera en ese teletransporte si no fuera por el cambio de tonalidad, la bruma desaparecida le dejaba ver que pese a su buen trabajo, el cuerpo dejaba de sangrar, pero no precisamente por que se estabilizara.

Alguien había gritado su nombre y el de algunos de los compañeros que habían provocado esa situación, vio un portal y las dudas le asaltaron, cerró los ojos tambaleante, apretando sus pupilas con todas sus fuerzas y sujetando sus cuernos con ambas manos, apretando sus colmillos con firmeza estirando sus alas y alzando su rostro tal vez maldiciendo no haber podido hacer más, pensando si debía tomar ese portal o permanecer allí. Tardó un instante en decidirse...

Debía decidir que hacer, con todas sus fuerzas procuró percibir algunas imágenes sobre que debía escoger, procurando vislumbrar si los seguidores de comadreja tras ver sus intentos por recuperar a su líder decidirían esperar unirse a ella. Habrían que preferían aclamaría por quedarse con ellos, otros que agradecerían verle activa y dispuesta a cruzar un portal que no sabía a donde conducía. Pero desconocía si podía utilizar aquellas imágenes a voluntad por lo que hizo lo posible por forzarlas a aparecer.

De ello dependía su decisión, pues aumentar sus filas era algo realmente importante.

No necesitas la clarividencia para ver que tus intentos por salvar a Comadreja no atraen a ninguno de sus seguidores. A ellos es indiferente que entres en el portal o no. Sin embargo, el portal engulle el cuerpo de Comadreja con solemnidad y respeto. No cae (como ocurriría en condiciones normales) quien sea que lo ha invocado se ha preocupado de lanzar en paralelo un conjuro de caída de pluma.

Así mismo, ves que Lithray, Grook, Hazir e Yzlin entran en el portal del fondo, seguidos por un ágil Ahradiel (elfo de la orden roja) que lo cruza justo en el momento en que se cierra. También ves que el recién llegado (que responde al nombre de Ibrahin) abre otro portal dentro de El Grosero que, desde tu perspectiva, ves que succiona a Pain (quizá a algunos más) antes de ser él mismo succionado por su portal.

Por otro lado, no te pasa desapercibido el hecho de que los seguidores de Comadreja dan más importancia a la presencia de este individuo que a que intentases salvar la vida del respetable.

Viendo la situación presente, los ojos abiertos mostraban decepción, no le podían importar menos unos seguidores que no mostraban cierta empatía por su líder, un aleteo después cruzaba el portal con comadreja, quería conocer a aquel que a diferencia de los presentes, si honraba a aquel hombre, cuya ira había estallado al perecer alguien importante, y no por mera estupidez como al parecer creían la mayoría... - estúpidos - pensó, no le importaban a la tiflin las personas fueran de la raza que fueran, solo le interesaban sus actos.

Incluso Amok luchó para protegerla en cierta ocasoón, quizás para devolver el favor a Nickar por ayudarle antes, pero ahora estaba entre sus filas, y respetaba la semihumana su fuerte forma de ser... "Semihumana", nunca hubiera pensado de si misma que se sentiría como tal, "los tiflin son traidores y mentirosos por naturaleza" solían decirle, los allí presentes traicionaban con su apatía a su líder y se mentían a si mismos, le parecía triste ver que ella con su rotunda dificultad para expresar sentimientos sintiera más pesar por aquella innecesaria muerte que sus seguidores presentes.

- me oyes Arokham - decía en su mente - ¿no te cansas de albergar escoria? Muchos critican a los demonios, pero muchos de ellos al menos saben que "quieren matar o dañar a otros", también hay quienes buscan proteger a quienes les rodean, quienes buscan gloria, pero de los allí presentes, solo he visto a quienes no querría como líderes de una de mis filas de seguidores... Buenos peones supongo, de esos que dejarías morir para proteger a los que sienten algo, espero que mis peones sean de los que vale la pena defender...

Le habían dicho que aquel lugar sentía, no que le escuchara si pensaba algo que le quería decir, pero eran pensamientos que le comprimían el pecho - ¿como llaman los humanos a esta sensación?

    Socar apenas pudo identificar a aquel recién llegado, su atención estaba en otro punto de la sala, peo al oír su voz y ser testigo de su poder cayó en la cuenta de quien se trataba y de la importancia de su presencia. Estaba intentando llevarlo fuera de allí, atraerlo hacia un portal mágico que lo teletransoportaría a una zona desconocida.

    La primera reacción del hombre de metal fue la de resistirse, su deber era impedir que la guardia saliera del grosero pero pronto comprendió que aquello carecía ya de sentido. Su misión había fracasado nuevamente, Roriarkas había sido reclamado por el Rey, Hernst se había escapado por su culpa y lo poco que quedaba para dar un mínimo sentido a su existencia estaba siendo engullido por el vórtice igualmente. Su pragmatismo le hizo ver las cosas claras. Liberó la mano con la que se había atenazado al marco de la puerta y aceptó aquella misteriosa invitación.

(Antes de entrar todos en el portal).

Fue todo tan rápido. Grook, Yzlin y Lythrai iban a abandonar la zona disimuladamente, lo que significaba hacerlo caminando, no corriendo. Pero fuera lo que fuera Hazir había oído de Socar, lo que iba a suceder tenía aspecto de ser una enorme explosión o algo peor, algo de lo que más les valía huir precipitadamente. El quisashi tiró de los brazos de ellas al pasar, instándolas a correr. Lythrai miró a sus compañeros y asintió, y juntos echaron a correr.

Tal y como el pequeño kobold había vaticinado, la Guardia Roja se les echó encima nada más echar a correr. Miraria Daragón... Lythrai no escondió la mueca de desagrado al encontrársela. Primero, porque estaba en el bando enemigo, naturalmente. Con dos flechas en su arco apuntaba directamente al Quisashi, que le devolvía la mirada. Como esa chica disparase... Esta vez sería la Fonn'Aster la que cortaría cabezas, con un cuchillo si era necesario. No porque estuviera un pelín celosa de ella. No, no. Bueno, solo un pelín. Yzlin debió haber notado la respiración agitada de Lythrai, y le recordó en susurros a su compañera que no estaba en condiciones de combatir. Cierto... Cierto. La Fonn'Aster no podía dejar que la ira, el desagrado o los celos se la llevasen, pues podría ponerlos a todos en riesgo. Pues, ¿cómo iba Miraria a ser la única Guardia Roja por allí? Lythrai echó un vistazo a su alrededor, hacia los tejados, hacia los recovecos entre las calles. Si había más gente, estaban bien escondidos.

Mas en aquel momento un portal empezó a abrirse tras la concentrada Miraria, y no fue sino hasta que fue demasiado tarde que Ibrahin apareció y la inmovilizó en el aire con un conjuro, y con otro similar atrajo el cuerpo de Comadreja, junto a la tiflin que yacía sobre él.

No habían podido salvar la vida de Comadreja, aunque él mismo se había buscado su muerte. Sin embargo, a Lythrai siempre le hubo caído bien ese tipo. Al menos, en su cara amable y borracha, era el único que explicaba las cosas, que contaba verdades, que iba de frente sin contemplaciones. Valores que los Fonn'Aster apreciaban. Lythrai se preguntó si las decisiones que tomó cuando estalló la batalla habían sido las incorrectas, si quizás actuando de otra manera hubiera podido evitar esa muerte. No obstante... ¿cómo iba a abandonar a Yzlin y Grook a sus suertes? ...¿Y cómo habría ido a parar Socar, quien les avisó del peligro pero se mantuvo en su puesto protegiendo a Roriarkas, Daebius y al otro fojado?

"¡Tsk!" Lythrai chasqueó la lengua, entrando en el portal. Quería y necesitaba reflexionar sobre todo esto en paz, y rezarle a su Diosa, a quien tantas cosas tenia que preguntar y rogar. Pero ahora no era el momento.

Socar se interpuso entre Herst y tú hasta que desapareció por el portal. No necesitas seguir a Hernst. Deduces que vuelve a su guarida y conoces el camino. Ignoras a su segundo al mando (Neyderrad) que queda a tu espalda y sales del edificio. Sin embargo, descubres que La Guardia Roja rodea el lugar. Soldados apostados en los tejados apuntan con sus arcos hacia el centro. Varios reos (seguidores del difunto Comadreja) han sido abatidos al intentar escapar. Distingues el cuerpo de Herst a unos metros, curvado, con una flecha saliendo de su abdomen ensangrentado.

-¡Tú! El de la puerta. ¡Quieto!- Escuchas decir. Varios arcos se giraron hacia ti. Pero la amenaza no duró mucho.

Leixle resultó gravemente herida en el combate con Nek Zeros y sus hijos (los orco-demonio) engendrados durante los siglos que estuvo recluida en los niveles inferiores no se han tomado a bien la afrenta. Un verdadero ejército de Tannaruks asciende por la plaza destrozando todo lo que encuentran a su paso, gritando y rugiendo el nombre de Ascario (el causante por sus predicciones) sin saber que Yzlin les ha arrebatado su venganza. No importa, buscan alguien sobre el que descargar su ira sin atender a razones.

Socar se interpuso entre Herst e Ishrad cuando éste último se dirigía a la salida hasta que el forjado (junto con otros de los que allí se reunían) desapareció por el portal y su seguidor (Ishrad) salió detrás de Hernst ignorando a su segundo al mando (Neyderrad) que queda a su espalda tras la paliza de Pain. Sin embargo, descubres que La Guardia Roja rodea el lugar. Soldados apostados en los tejados apuntan con sus arcos hacia el centro. Varios reos (seguidores del difunto Comadreja) han sido abatidos al intentar escapar. Distingues el cuerpo de Herst a unos metros de la puerta, curvado, con una flecha saliendo de su abdomen ensangrentado.

-¡Tú! El de la puerta. ¡Quieto!- Escuchas decir refiriéndose a Ishrad. Por su actitud, varios arcos se giraron hacia él. Pero la amenaza no duró mucho.

Leixle resultó gravemente herida en el combate con Nek Zeros y sus hijos (los orco-demonio) engendrados durante los siglos que estuvo recluida en los niveles inferiores no se han tomado a bien la afrenta. Un verdadero ejército de Tannaruks asciende por la plaza destrozando todo lo que encuentran a su paso, gritando y rugiendo el nombre de Ascario (el causante por sus predicciones) sin saber que Yzlin les ha arrebatado su venganza. No importa, buscan alguien sobre el que descargar su ira sin atender a razones.

En aquel lugar ya no quedaba nada, más que la muerte, por un bando o por otro.

Observé el portal, era reacio a pasar, pues apenas confiaba en los que fueron reclutados conmigo, eran demasiado inestables y habían conseguido una guerra de facciones por su idiotez. Pero a este lado estaba rodeado de enemigos, quizá la Guardia Roja, no me mataba y podía enfrentarme a los orco-demonios. Además necesitaba encontrar a mi señora, que era una de sus miembros, la segunda si recordaba bien. 

Pensé unos segundos e ignoré el portal. Si aquel lugar debía ser mi tumba, estaba dispuesto a sufrirlo.

Estoy con vosotros. Dije con las manos en alto. Necesitareis ayuda para parar a ese ejercito.

La soldado se descuelga de la cornisa superior tras descender por la fachada y se planta delante tuya -El asesino de reyes- comenta analizándote con la mirada. Pero no hay tiempo, los Tannaruks están ya aquí.

A través de ella puedes ver cómo La Guardia Roja se retira -Puedes venir conmigo o quedarte aquí. Tú decides asesino de reyes- extiende una mano hacia ti mientras con la otra sostiene el colgante que la teleportará de vuelta a la superficie.

Mientras cruzas tus ojos con los suyos, sabes que Herst y los Tannaruks son del mismo bando. El bando de Leixle. Puedes elegir, subir a la superficie con La Orden Roja para dar caza a los demonios, o quedarte y seguir los pasos de Herst e intentar que los Tannaruks no te maten antes de que puedas expresarte (identificarte).

Me quedo un segundo pensativo mientras nuestras miradas se cruzan, y miro hacia Hernst. Que no me gustaran los otros compañeros de la prisión, no me hacía olvidar que este me hubiera dejado abandonado sin problemas cuando vino la Guardia Roja.

Tomé la decisión y le di mi mano a la hija del hombre herido. Por supuesto que tenía claro cual era mi bando, mi señora Dexhaerina, pero necesitaba información antes de hacer cualquier acto, pues cualquier error me llevaría sin duda a la muerte. Con este grupo sabría rápidamente que le ha pasado.

Al tocar tu mano ella asiente y una leve sacudida te saca de allí al tiempo que escuchas el fragor de la batalla incipiente.

Serge había decidido no salir de la taberna. Sí, sabía que Virming e Yzlin estaban heridos ahí fuera, junto con más gente, pero aún así el ladrón decidió quedarse quieto. Porque con los sonidos que le llegaban a sus sensibles oídos vampíricos, sabía que Yzlin y Virming estaban en bandos opuestos. Y eso, ¿dónde le dejaba a él? Virming era el bando que le interesaba, donde sus superiores le habían pedido (ordenado sutilmente más bien) que permaneciera para ser los ojos de sus nuevos congéneres en la prisión. Pero Yzlin... El olor de su sangre le había estado volviendo loco. ¡Cómo deseaba a esa muchacha! Tal vez fuera el cada vez más acuciante hambre o tal vez fueran sentimientos que no deseaban permanecer enterrados en su subconsciente por más tiempo, pero en cualquier caso, Serge Leblanc tenía claro que sus intereses estaban totalmente divididos.

Sin embargo, las cosas se pusieron aún peor. Primero, la niebla de claro aspecto venenoso que empezó a invadir el Grosero. A él esas cosas ya no le afectaban, pero el resto de la gente no tenía por qué saberlo, por lo que el ladrón se tiró al suelo fingiendo estar profundamente afectado por la niebla. Y entonces... El olor de la sangre de Roriarkas llegó hasta su nariz. Hernst, ese miserable cobarde envenenador, había atacado por la espalda a uno de los tres "gobernantes" de la prisión. Y eso lo cambiaba todo.

Serge permaneció en el suelo, esperando a que la batalla terminara o al menos se relajara un poco. Tenía que salir de allí, volver con Vannegar y contarle lo que había pasado. El equilibrio se había roto. No, se había destrozado. Virming estaba muerto o a punto de morir y Roriarkas siguiéndole los pasos. Leixle tenía un plan para destrozar el espacio tiempo y el único "grande" que quedaba en la cárcel no tenía ni idea de cómo derrotar a la súcubo. Claro, que él seguro que pensaba que podría, viendo lo increíblemente valiente que había sido aprovechando la oportunidad perfecta para golpear cobardemente.

Cuando la situación pareció calmarse, el ladrón se levantó y fue a una sección tranquila y reservada de la posada. Tenía que contactar con Vannegar o con quien fuera del clan y contar todo lo que había presenciado. Luego, si esto afectaba a los vampiros o no, eso no lo decidía él. Lo que él sí decidía era permanecer leal al clan que le había dado una segunda vida.

Para cuando te quisiste dar cuenta, no hubo batalla. Al menos no tan sonoramente como esperabas. La Guardia Roja desapareció de aquel lugar. No tardaste en descubrir por qué. Alguien había armado a los Tannaruks hasta las cejas. Hachas de batalla, alabardas lustrosas, guanteletes a medida, armaduras relucientes e incluso espadas bastardas que en las manos de estos brutos bien podrían abrir a un hombre por la mitad.

Roriarkas había muerto. Comadreja había muerto. La mayoría de los presos habían desaparecido. Los restos de Ascario estaban ahí tirados, en el suelo, mutilados y pasaste entre ellos y el cuerpo de Roriarkas cuya magia había sido completamente absorbida.

Cruzaste la estancia y descendías las escaleras cuando el primer Tannaruk irrumpió en la estancia. -No te ha visto pero no tardará en hacerlo.-

Pasaste junto a la mesa donde Yzlin sufrió el cambio y giraste hacia lo que sería la cocina. Allí, te concentraste mentalmente para contactar con Vannegar.

Aún me encontraba cerca. Observando en silencio el curso de los acontecimientos en forma incorporal. Cuando escuché la voz de Serge en mi mente supe que aún se encontraba en El Grosero por lo que descendí y me materialicé en el interior.

-Serge- pronuncié su nombre casi en un susurro para no alertar a los intrusos del nivel superior. El ladrón salió del trance. -¿Me has echado de menos?- dije en tono burlón. El olor de la sangre sacaba la picaresca que había en mí. Percibí en el recién creado la intención de contarme lo sucedido -He visto gran parte y he podido entender el resto.- Dije alzando una mano para ahorrar aquello que los vampiros tienen de sobra salvo en momentos especiales: tiempo.

Éste era un momento especial.

-Te sacaré de aquí- aseguré, pero primero debía darle unas cuantas indicaciones -Ibrahin ha sacado a la mayoría de presos de este agujero. Sin duda, a su refugio. Él es uno de los líderes de La Aguja. Nunca lo subestimes. Aunque conserva su forma mortal humana, es hermano de nuestro Padre. O, al menos, lo fue. No sé qué tipo de relación les pueda unir después de tantos años si es que tienen algún tipo de unión.- Lancé ese comentario a modo de pensamiento en voz alta -Colaboran de vez en cuando y mantienen un negocio muy suculento que...- mis palabras cesaron al percibir el olor de alguien más. Un dolor dulce, embriagador.

Alcé las manos en signo de paz -No es mi intención...- empecé a decir pues era evidente que me habían descubierto. -Supuse que este sería un buen lugar para ocultarme de la batalla-

Miré a Serge -Espiar es muy malo- indicando cuál es el futuro que me pasa por la cabeza para ésta impertinente, hasta que reconozco sus facciones. -Suscinda Solari- huelo más profundamente y detecto las trazas demoníacas en ella -Tienes sangre de Daxherina. Eres descendiente directa de la Súcubo.- Afirmo entendiendo lo deliciosa que será su sangre. -¿Sería una nueva recluta en potencia o sólo una víctima?- En cualquier caso es una importante pieza del tablero que no hay que dejar a merced de los descerebrados Tannaruks. -La llevaremos con nosotros. Es sabido que Leixle declaró la guerra a su abuela Daxherina hace muchos años.

Si bien, tú puedes estar aliada con la una o con la otra has escuchado demasiado. No podemos dejarte ir.-

Y, mentalmente, transmito las posibilidades a mi acompañante -Tú decides. Mátala o abrázala para que pueda envolveros a ambos y salir de aquí. Pero decide deprisa o lo haré yo por ti-

Vannegar había aparecido casi sin que le diera tiempo a concentrarse. Eso era bueno por muchos motivos, el más importante que ya se encontraba mejor tras el ataque con fuego de Pain. Serge le sonrió y respiró tranquilo. Realmente hacía muy poco que se había convertido en vampiro y aun notaba que su nuevo papel se le quedaba muy grande, por lo que la presencia del otro vampiro y el saber que no se había alejado en exceso durante la batalla, le tranquilizaba.

El antiguo nomuerto comenzó a explicarle lo que estaba pasando cuando de repente se interrumpió. Alguien les estaba espiando. Una muchacha, le sonaba de haberla visto en compañía de sus otros compañeros aunque no había tenido el placer de conocerla en persona. Era hermosa, muy hermosa, cosa que encajaba con lo que estaba diciendo Vannegar sobre su ascendencia. Así que Suscinda Solari, nieta de una súcubo y con un papel incierto en la guerra que estaba a punto de estallar, al menos que el ladrón supiera. Y siendo sinceros, la verdad era que no le importaba lo más mínimo quién era esa chica ni la importancia que pudiera tener. Era hermosa, olía deliciosamente y el tenía un hambre profunda y angustiosa.

La voz de Vannegar resonó en su mente, acuciándole a tomar una decisión. Abrazarla o matarla... El ladrón se quedó unos momentos pensando. En cualquiera de los dos casos tendría su almuerzo, por lo que la decision tenía que tomarla considerando otras cosas. Si la abrazaba, ¿significaría eso que la tendría a su servicio? ¿Que sería algo parecido a su esclava? Después de todo, a él le había convertido un vampiro al cual ahora reconocía como jefe absoluto, así que era bastante probable que si abrazaba a Suscinda, ganaría una subordinada fiel. Por un momento lo vio en su mente, la bella joven arrodillada ante él, dispuesta a hacer todo lo que él le pidiera, sin voluntad propia... Sin libertad.

Sintió nauseas al pensar en ello. Le encantaban las mujeres, las adoraba y atesoraba cuando caían entre sus brazos, pero eso conllevaba amar su libertad, respetar su individualidad. Convertir a una doncella en su esclava por medio de un vínculo forzado no era para nada su idea de relación. Eso le dejaba sólo una opción posible. No era la opción que más le gustaba, pero Vannegar le había dado sólo esas dos. Y además, si no se daba prisa en decidir el otro vampiro lo haría por él, con lo que acabaría con la chica muerta o esclavizada igualmente. Serge suspiró, intentando alejar su conciencia humana de sí, concentrándose sólo en el hambre. La mordería, bebería del delicioso líquido de sus venas hasta dejarla seca y luego la remataría.

 -Yo me encargo de elle, no te preocupes.

Se acercó a la muchacha y le tomó de la mano, dándole un beso en el dorso de la mano.

 -Permíteme, ma cherie. El viaje puede ser movido.

Atrajo a la chica hacia sí, rodeándola con sus brazos y pegándola a su frío cuerpo. Esperando una señal de Vannegar para matarla allí mismo o esperar a un mejor momento y lugar.