Partida Rol por web

Poco tiempo había habido para reencuentros, pero por supuesto, considerando dónde se estaban internando, no podía ser de otro modo. Las profundidades de Arkham estarían más vacías que de costumbre, pero en absoluto desiertas. Además, tal como él mismo había averiguado y Hazir acababa de confirmar, los demonios no eran lo único que se interponía entre ellos y su destino.

No pudieron importarle menos las noticias sobre lo ocurrido con Suscinda, si acaso lo que sintió fue alivio de que la semidrow no llevase la llave consigo cuando ocurrió. Más interesante (y no en el buen sentido) le pareció que Neyderrad siguiera aún con vida, su pérdida habría supuesto un duro golpe para Herst y quizá hubiera sido más conveniente que el respetable perdiera algo de su creciente influencia, dada las muertes de Roriarkas y Comadreja.

En cualquier caso, parecía que Nickar comenzaba a darse cuenta de que portar esa llave atraía una innecesaria e indeseada atención. Entregarla podía ser la opción más sabia, por supuesto siempre y cuando tuvieras alguien en quien poder confiar, que no te dejaría atrás. ¿Y cómo no confiar en Lythrai? La mercenaria se sentía tan agradecida de que todos estuvieran ahí para ayudarla a liberar a su diosa, que era impensable que pudiera dejar atrás a cualquiera de los presentes. Ante un despliegue casi emotivo, ¿qué motivo podría tener para matizar sus propias razones para estar ahí? Mientras sus objetivos estuviesen alineados, ¿importaba realmente actuar por lealtad o por... sed?

Le sorprendía e incluso le alegraba que Yzlin volviera a estar con ellos, su presencia haría las cosas aún más interesantes si cabía. Igualmente le sorprendió la ausencia de Pain, aunque en este caso, dado lo ocurrido entre Nickar y él en el cuartel de La Aguja, hubiera sido problemático que se reencontrasen. Que alguien del grupo quisiera muerto a alguno de los demás... en fin, no le apetecían ese tipo de distracciones. Lo cual le llevaba a la mirada que le había dedicado Tizoc al llegar. Parecía que su implicación en lo ocurrido no había pasado tan desapercibida como le hubiera gustado, tendría que hacer algo para liidar con esa situación, y pronto.

Pero no había tiempo. El primer visitante no se hizo esperar, y los dos inesperados aliados que se encontraban con ellos, empezaron a dejar patentes la naturaleza de sus habilidades. Y también su eficiencia. La chica ciega dio una descarga de velocísimos golpes, mientras el anciano no tardó en gritar instrucciones que, en su limitado conocimiento sobre tácticas de guerra, le parecieron más o menos acertadas. Quizá fuera un ex-militar.

Poco importaba. Su enemigo parecía poderoso, pero la travesía sería dura y no quería empezar a gastar conjuros poderosos. Un ser grande, fuerte, robusto, pesado... cualidades que normalmente comprometían la agilidad. Con suerte las apariencias no engañarían, y explotar su debilidad fuera suficiente para dejarlo indefenso ante los demás.

El bruto alza sus enormes puños dispuesto a atacar, pero sus pies resbalan y cae hacia atrás sobre la roca, cubierta ahora por una película brillante, dando un fuerte golpe con la cabeza y quedando a merced de sus enemigos.

El disco negro que te entregó Hazir comienza a latir, como un corazón. Pero es un latido débil o lejano... o las dos cosas.

Todo estaba pasando demasiado rápido, apenas había recuperado el aliento cuando aquella mole de carne apareció por el pasillo. Todo el mundo empezó a hacer planes Sabueso incluso creo un plan de batalla sin incluirle. Vaya, no sabía muy bien como tomarse aquello. Sin duda aquel humano le había subestimado, normalmente eso era algo bueno, incluso le gustaba pero se sorprendió a sí mismo ofendido.

Se levantó del suelo, lejos del combate y busco una forma de ayudar. - Si retrocedemos hasta el balcón por el que llegaste Hazir, podría tirarlo balcón abajo sin problemas. - dijo gritando esperando hacerse oír. 

Hazir había saltado hacia él, pero la piel del demonio resultó ser demasiado dura para hacer un corte diagonal como había pretendido. El filo tan solo resbaló por la piel como roca que tenía el demonio, emitiendo un horrible chirrido como de uñas contra una pizarra, sin hacer ni un rasguño. Hazir aterrizó a su lado, y se preparó para esquivar sus ataques, pero entonces una sustancia negra apareció bajo sus pies y el monstruo trastabilló y cayó con un golpe que hizo temblar el suelo. 

Hazir no perdió el tiempo: soltando una carcajada ante el conjuro, se lanzó de nuevo a por el demonio tumbado, que luchaba por levantarse y no pudo evitar el tajo del alfanjón. Esta vez no trató de hacer un corte largo, sino que empleó el alfanjón como si fuese un hacha, volcando todo su peso sobre él y empleando la propia masa del arma, multiplicada por el encantamiento de colisión, para atravesar finalmente su dura piel. El arma, diseñada específicamente para la lucha contra criaturas como aquella, cortó con facilidad la armadura natural del ser y dejó una herida sangrante que de inmediato bañó los alrededores de líquido negro y viscoso. Volver a sentir la carne y la sangre rasgarse bajo el filo de su arma era una sensación tan maravillosa que se echó a reír. Por poco que pasara sin ello, ya lo echaba de menos. 

Golpe de estoque y maza, o eso hubiera hecho, si no fuera porque su rival se esfumó hacia abajo, haciendo que su estoque no le llegara a dar, pero pudo reaccionar y ajustar su altura para que la maza si le atinara. Luchar no era su mayor hobby, pero nunca se lo pensaría demasiado, actuar era importante.

"¡Uuuuh!" exclamó sonriendo de oreja a oreja la mercenaria al ver cómo el demonio gigantón se resbalaba por el suelo. "¡Muy buena esa, Grook! ¡Buenísima! ¡Ja ja ja ja!" ¡El clásico conjuro de Grasa! Ella no sabía hacerlo, pero oh, cuántas risas le había dado ese hechizo a su tío. ¡Y a su costa! "Esto me recuerda _{{a un puzzle}}  a cuando era pequeña. Mi tío solía lanzarlo sobre los árboles y sus ramas justo cuando yo estaba trepándolos. Quería enseñarme caída de pluma y yo... bueno, todas las veces me caía de culo como le acaba de pasar a nuestro enorme orco demonio. Él quería que yo aprendiera caída de pluma y que lo lanzara antes de tocar el suelo, pero yo quería mi divertida venganza así que aprendí el Salto Dimensional un poco al revés, primero teleportando gente, luego a mí. ¡JA JA JA! ¡Adivinad a quién hice caer del árbol tan pronto como aprendi el conjuro!" contó mientras se acercaba tranquilamente a la criatura, mientras que Hazir reía mientras blandía su alfajón cortando como un carnicero una presa y Nickar se alzaba en vuelo para luego caer en picado sobre el Tanar'Uk. "¡Quiero ver a este bicharraco caerse! ¡O que se lo coman los gusanos de arena esos de los que hablábais! ¿¡A qué dirección lo muevo!?"

Una vez le dijeran la dirección, y antes de Diraknian se sumara al ataque, ella le puso una mano al hombro del nuevo para apartarlo de un leve empujón, de manera que pudiera alcanzar ella al monstruo en su lugar en el estrecho pasillo. "Un segundito, que no tardaré mucho." le dijo a la criatura, y después se acercó al Tanar'Uk. "¡Cuidado, chicos, que voy! ¡O mejor dicho, se va el gordo!"

No pudo evitar contemplar atónito a Lythrai durante un instante, cuando empezó a contar una historia de su pasado en plena batalla. Realmente estaba en su salsa, al igual que muchos de los que lo rodeaban. Al menos para ella y para Hazir el momento no parecía ser más tenso que una partida de cartas, y comenzar una conversación casual en aquel momento debía ser algo natural para ellos. Algo así era impensable para él. Sabía defenderse, por supuesto, pero nunca sería algo con lo que pudiera sentirse tan cómodo y relajado como si hubiera nacido para ello. Nunca sería su forma de hacer las cosas.

Afortunadamente, las apariencias no habían engañado. Aquella criatura no era excesivamente ágil y perdió pie, cayendo al suelo en el peor momento posible, mientras se encontraba rodeado. Las armas de sus aliados descendían y volvían a alzarse ensangrentadas, preparándose para un nuevo embite. Con la mercenaria incluso apareciendo sobre aquel ser por el que casi empezaba a sentir lástima, ante la propuesta de Tizoc de arrojarlo por el abismo, sólo una pregunta rondó su mente. "¿Qué trozo deberíamos arrojar?"

Ante aquella situación parecía un desperdicio seguir haciendo uso de sus poderes. Parecía mucho más sensato guardarlos hasta que fueran realmente necesarios, pero... ¿realmente era así? No se trataba sólo de empeorar la situación de sus enemigos, sino de mejorar la de sus aliados. O de hacer que los aliados fueran realmente aliados, o al menos de dar un primer paso para ello. No había tenido tiempo de evaluar la condición de Tizoc antes de que aquella mole apareciese, pero el trasgo pareció afectado después de que ellos atravesasen el portal que se abrió en su espalda. La cuestión era... ¿afectado hasta qué punto?

Los golpes se sucedían contra el bruto sin permitir que se levante. Mientras va recibiendo heridas advertís que su apariencia es un caparazón de quitina dejando ver que la criatura que hay debajo no es lo que parece. Tras golpearle en el rostro os dais cuenta de que no tiene ojos y su boca está deformada, de ella emerge una lengua extremadamente larga que sale proyectada para atrapar a alguien y llevárselo a la boca. Pero ésta es ensartada por Nickar y cercenada por Hazir.

Comienza a exhalar un gas por sus poros cuando el sortilegio de Lythrai surte efecto. El bruto desaparece. La intención de la mercenaria era mandarlo lejos, por la balconada a la que Tizoc hace referencia (una distancia considerable para aquel conjuro pero a la que aún podéis llegar en menos de cinco minutos de carrera). Pero no está allí. El corredor queda sumido en el más absoluto silencio.

A vuestra mente llega el siguiente conocimiento:

Os encontráis en el corredor que hace un codo. Lleno de puertas soldadas sin pomo ni bisagras (celdas). Al retroceder, a unos 80' podéis ver grilletes en la pared. En estos grilletes estaban presos Sabueso y Hexinton antes de hacer otro giro. Más grilletes, donde estaban Honny a derecha, Diraknian y el recién llegado Tizoc a la izquierda. Siguiendo unos 100' hay un acceso a la izquierda, un salón repleto de objetos mágicos y tesoros y, más al fondo, una balconada.

Supongamos que habéis compartido esta información con los recién llegados.

Ese conocimiento ha sido canalizado desde tu mente, a través del ser que te ha "poseído". Nizar no sólo tiene contacto contigo sino que usa tu magia para interferir en los demás de alguna forma que se te escapa... pero que quizá tiene algo que ver con la forma en que ha desaparecido el bruto y una idea se va formando en tu mente: -la magia aquí no funciona igual-

Un brinco más y llegas a la balconada. Sientes como el poder de Cyrik remite quedando relegado a algún punto de tu subconsciente. Pero no lo necesitas.

Avanzas por un gran portón sin puerta adentrándote en un corredor de 100' que continúa 100 más en línea recta pero con un acceso lateral a tu derecha. La única sala en esos 200'. Al asomarte descubres amontonadas las pertenencias de un sin fin de (supuestamente) presos que han sido allí encerrados. Armaduras de fulgor maravilloso, espadas que aguarda a ser empuñadas que aún mantienen su filo letal, escudos que parecen vibrar... toda la sala está repleta de objetos y armas mágicas. -Debe ser aquí-

Al dar un paso hacia la estancia el eco trae a ti el sonido de una pelea. Viene del fondo y reconoces muchas de las voces que escuchas (aunque no todas). Grook conjurando, Lythrai... siendo Lythrai, el filo de Nickar atravesando algo que posteriormente es cercenado por el filo de Hazir. Tantos años de tortura te han enseñado a identificar esos goces sutiles como si fuera un sexto sentido.

Pese a que aquellos objetos son mágicos (de eso no te cabe duda) no son propios de dioses. No estarían ahí, al alcance de cualquiera que, como tú, haya cruzado el desierto.

El combate cesa. De pronto se hace el silencio y las paredes parecen vibrar con una suave y sutil ondulación. Como la que se provoca en un estanque con la suave caída de una hoja. -¿Qué es lo que puede despertarse en el reino en ruinas de una deidad de azotadores mentales muerta?- Si esos idiotas no dejan de lanzar conjuros y enfrentarse a lo primero que encuentran no tardaréis en descubrirlo.

El combate cesa. De pronto se hace el silencio y, por un segundo, te ha parecido como si las paredes vibraran con una suave y sutil ondulación. Como la que se provoca en un estanque con la suave caída de una hoja. -El olor de la atmósfera cambia-

Habías trepado por la pared justo antes de que el bruto desapareciera por el conjuro de Lythrai. Aquello era una buena noticia pero...

...se hace el silencio y las paredes vibraran con una suave y sutil ondulación. Como la que se provoca en un estanque con la suave caída de una hoja pero suficiente como para hacerte caer.

Cuando cesó el combate con una inesperada eficiencia con tu conjuro, advertiste abruptamente que también el disco negro que Hazir te entregó, símbolo de Shar, dejó de vibrar. Ahora era como si todo el edificio contuviera el aliento. Aun así, palpaste la superficie del disco y la negrura se extendió acariciándote los dedos con su frío tacto. Podías atravesar... no, atravesar no, introducir la mano en el escudo. Retiraste la mano y la superficie volvió a adoptar su solidez lisa.

Con el final del combate, la atmósfera quedó enrarecida. Tizoc, que había escalado para adoptar una posición ventajosa cayó al suelo. Honny arrugó el ceño. Hexinton volvió a su forma.

-Esto no es bueno- comento lo evidente -Cuando nos encerraron, una maldición nos hacía repetir una y otra vez el peor día de nuestras vidas y, de pronto, con su llegada- comento señalando a Tizoc -o coincidiendo con ésta. Esa repetición se esfumó y fuimos conscientes de los grilletes que nos apresaban. Unas medidas que, sin aquella magia ilusoria, no tardamos en forzar o romper para liberarnos. Desde entonces me he preguntado por qué.- El semblante reflexivo se apoderó de mis facciones y con una mano me acaricié el mentón, cerré los ojos para recordar susurrando -Arkhania era un bosque con un lago, un asentamiento druida al que llegaron siete peregrinos... siete magos... años antes del que estallara el conflicto entre los dioses que borró los horizontes entre los planos. Entonces una deidad cayó al lago. Magos y druidas velaron por ella y, a cambio, ella protegió la zona. Luego llegó Tiempo y fue destruido, construyendo con su esencia un plano en lo más profundo de la joven ciudad que se creó gracias a la seguridad que ofrecía a los mortales en la guerra...- me esforzaba en recordar todos los datos -...pero qué pasó con las dimensiones, con los planos de existencia. Si éstos colisionaron, ¿dónde están las crónicas que narran todo eso?-

Ya está el viejo con la cháchara. Seguro que se llevará bien con la mercenaria. Pero a mí lo que me preocupaba era otra cosa -¿Lo habéis sentido?- pregunté. No podía ser el único -Ha sido corto, un parpadeo pero... ¿lo habéis sentido?-

La mujer ciega dio un paso y posó la mano en la pared más cercana. Acto seguido la apartó y orientó sus sentidos al fondo del pasillo, no al otro lado del recodo sino en dirección a la balconada por la que algunos llegaron. Arrugó la nariz y, al instante, todos supieron que algo se acercaba por la otra dirección. Ella orientó su bastón hacia allí con gesto de desprecio.