Susurro a mis compañeros mientras entramos tras los paisanos:
- ¿No había unas escaleras que subían? Nuestro hombre es más probable que esté arriba ¿no créeis?
Subamos, no vaya a ser que trate de engañarnos con alguna treta aprovechando la confusión - contesto a Don Álvaro - Aunque escaleras no he visto..
Amigo... - digo con voz peligrosamente melosa y suave al teutón - ¿Cómo se sube arriba?
Acercándose lo bastante para echar un vistazo al interior, Emilio desecha la idea de pasar inadvertido. Las memorias entre estas gentes son largas, y la costumbre de meter a quien se crea conveniente en un mismo saco también.
Así pues se acerca, al mostrador y respondiendo a Ambrosio retira la misma para franquear el acceso:
- Tras la cortina, caballeros.- indica las escaleras que dan al piso superior- Adelante.- indica con gesto teatral.
No pierdo el tiempo y subo por las escaleras sacando la espada por si las moscas...
Don Emilio os muestra el camino al piso superior. Ahora todos recordáis haber visto la cortina la última vez.
Don Ambrosio inicia la marcha por la angosta escalera subiendo al piso superior. Al tiempo que entrais en el despacho, un atemorizado Franciso Robles -que resulta ser un tipo físicamente vulgar, de grande y tersa tripa, pelo ondulado y bigotillo recortado por la línea del labio- os dispara un pistoletazo desde el otro lado del escritorio.
El disparo se empotra en el bajo vientre de don Ambrosio y el temboloro librero cae al suelo derrotado.
Tirada: 1d3
Motivo: Pistoletazo a...
Resultado: 2
Tirada: 2d6
Motivo: Daño pistola
Resultados: 3, 3
He tirado aleatoriamente quien sube el primero siendo:
Entiendo que Emilio os invita a subir la escalera asi que él no sube el primero. Si consideráis otra situación, no hay problema.
Os explico el funcionamiento de las pistolas. Cuando una pistola acierta se tiran 2D6 para calcular su daño. Si la distancia es inferior a 20 m. se coge el valor más alto de los 2 y si está a una distancia mayor se cogerá el menor.
Si la distancia es inferior a los 3 m (vuestro caso) se cogerá la suma de ambos si estos son iguales.
En este caso han salido dos 3 asi que el daño es 6 más la bonificación de la pistola 1. Total: 7 puntos
¡Qué callado está el teutón! Tan fuerte y valiente que parecía...hace bien.
Subimos por la escalera esperando sorprender a quien esté arriba, mas los sorprendidos somos nosotros pues antes de que sepa quién hay arriba un tiro alcanza a Ambrosio, asomo la cabeza y veo a un hombre poco agraciado con una pistola, descargada.
¡Santiago! ¡Justicia al Altísimo!
Corro hacia él sin cuidar mucho mi defensa, confío plenamente en que el hombre no tenga dos pistolas y asestarle un tajo antes de "pedirle" que se rinda...
Mi estocada se dirige fiera y mortal a su rostro
Tirada: 3d6
Motivo: Estocada
Dificultad: 17-
Resultados: 4, 1, 6
Exitos: 3
Tirada: 1d6
Motivo: Estocada (daño)
Resultado: 6
Pobre Ambrosio...
¡Ostia! Aún lo mataré...
Por los sagrados clavos de Cristo, ¿Qué demonios...? - acierto a blasfemar, antes de caer como un guiñapo doblado sobre mi mismo, agarrándome el estómago, más consciente del disparo por la humareda y el olor a pólvora que por el impacto en si mismo, poco más doloroso que un buen puntapié.
Mala suerte, qué le vamos a hacer. Estoy seguro de que los apreciados compañeros de Ambrosio darán buena cuenta de su cobarde agresor.
- ¡Pardiez! ¡Cobarde! - grito mientras me agacho junto a Don Ambrosio para comprobar la gravedad de la herida.
El otro individuo me parece poca cosa y estoy seguro de que don Rodrigo se hará buen cargo de la situación. Sin embargo mientras atiendo a Ambrosio mis ojos van ocasionalmente a la escalera por si subiera algún lacayo de este cobarde.
La estocada de don Rodrigo va certera al rostro del librero y este aún se acurruca más en su regazo compadeciendose de si mismo. Don Rodrigo tiene completamente a su merced al tal Robles.
La habitación donde os encontráis está bien acondicionada, con sendas estanterías en la pared oeste y norte, cubiertas de libros. Hay un cómodo sillón tras el robusto escritorio de nogal, y a este lado una silla, así como un cuadro tipo bodegón en la pared este. Al lado del mismo se encuentra una puerta que conduce a otra habitación.
Con gran esfuerzo me retrepo apoyando la espalda en la pared, sentado aún en el suelo. Trato de contener la sangre presionando la herida con la mano. No duele demasiado, pero me siento débil.
Al oir el disparo y ver como Ambrosio dobla rodillas y cae finalmente sobre sus posaderas, Emilio desenvaina.
No era asunto nuestro habiendo guardias, pardiez. Quien haya abierto un boquete al bardo se puede ir poniendo a bien con el Señor. Prudentemente, mas con premura, Emilio se alza al piso superior donde la escena se presenta lastimera ante él con Álvaro atendiendo a Ambrosio, y don Rodrigo haciendo guiñapos del orondo pistolero.
Viendo falta de otras presencias la rica sala, se acerca a echar un vistazo a la habitación que esconde tras de sí la otra puerta. Lleva, eso sí, cuidada precaución de en topándose con otro tirador nervioso interponer lo más de puerta posible entre él y el posible perdigonazo.
Le sacudo un puñetazo con la siniestra mientras le sigo amenazando con mi espada.
¡Ni se te ocurra moverte maldito adorador del diablo! O no esperaré a la fogata...
Obervo alrededor buscando armas con las que este desgraciado pueda atizarme.
Un mal gesto, una mala cara, una mosca que me moleste o hasta una gota de agua que caiga será culpa tuya...y te aplicaré justicia de acero...
¿Como estáis Don Ambrosio? ¿Es grave lo que este indeseable os ha hecho? Don Emilio andad con cuidado, por si hay más adoradores de Satán...
Pues..., a decir verdad, me he encontrado mejor, Don Rodrigo - respondo olvidando momentaneamente el nombre ficticio de mi compañero y demasiado débil para pararme a recordarlo. La extrema palidez de mi cara apoya mis palabras - Pero creo que saldré de esta, qué muerte más ruin sería para un Pedrosa..., cof, cof, cof..., y sin haber terminado mi españoleta, que iba a revolucionar el género! - bromeo.
- No os mováis demasiado Ambrosio. La herida no es mortal y fijo que luego la podréis usar como una buena disculpa para engatusar a alguna zagala.- digo guiñando un ojo para sacarle plomo al tema: - ¿No os he enseñado la herida que me hizo un adorador de Satán cuando fui a darle presa? ¡Venid pardiez a mi habitación que os la muestro!
Viendo que la situación aquí arriba está controlada decido bajar al garito por si los guardias que ha traído consigo Fray Juan necesitan un estoque de más, aunque supongo que el nombramiento del Santo Oficio sirve para mantener cuadrado al más canalla. ¡Con la Inquisición se han topado!
Así que desciendo las escaleras para buscar al frailecillo, quien sin duda querrá hacerle las pertinentes preguntas al tipejo que hemos capturado.
Esta vez la prudencia es injustificada. No hay ningún tirador apostado tras el muro asi que pasas con algo más de calma a la habitación.
Se trata del dormitorio, el lugar de descanso (posiblemente del librero) donde se encuentran cama, armario, muebles básicos, enseres varios y jofaina para el aseo.
En el próximo turno deberás hacer una tirada de ESP difícil (2D6+6)
Te vuelves a la escalera y te dispones a bajarla. No se oye demasiado escándalo abajo así que supones que el Santo Oficio tiene controlada la cuestión.
Continuas caminando hacia la entrada. Una vez allí ves al gigante teutón agarrandose fuertemente a una pappeheimer con una mano y a una daga en la otra.
- Dummkopf, Sohn der Nutte, Dummer Idioten - dice mirandote firmemente.
Don Álvaro se dirige escaleras abajo y Don Emilio se dedica a fisgar en la habitación de al lado.
La herida de Don Ambrosio no tiene tan mala pinta. Duele, eso seguro, pero no tanto como para notarse morir por ahí. Un rápido apaño con un trozo de camisa contiene la hemorragia y el quemazón lo suficiente como para dejar moverse al hidalgo.
En tal Robles obedece las palabras de Don Rodrigo sin siquiera decir un "esta boca es mía", acurrucado tras el escritorio y bajo la atenta espada de su atacante.
Después de un rato Don Rodrigo tiene muy visto el lugar y asegura que no hay más pistoleros a vuestro acecho.
Acordaros de desmarcar al compañero que no está (Álvaro). Emilio está en la habitación de al lado asi que puede oiros salvo que susurreis.
- Vaya, vaya... No se hablar las lenguas herejes... ¿Lo último que dijiste es el nombre de vuestro padre?- pongo cara de sorpresa y luego de arrepentimiento - ¡Disculpadme! ¡Había olvidado que no conocíais a vuestro progenitor porque nacisteis en una mancebería!
Dicho lo cual miro para mi espada, que sigue desenvainada desde que entré y añado:
- ¿Las espadas entienden de idiomas?- digo mientras guiño un ojo.
Si el morlaco hace cualquier ademán agresivo estoy al quite. No voy a comenzar la pelea por si a nuestro fraile le parece mal, pero desde luego si el otro la empieza estaré encantado de cruzar mis aceros.
¿Tiro iniciativa?
Este Álvaro es un kamikaze... No sé como ha llegado a la mayoría de edad XD
Por las acciones del corpulento teutón te es obvio que no está aquí para enseñarte su bonita y pesada espada.
Con un par de pasos avalanza su corpulento cuerpo hacia tí con la espada por delante. La daga, por ahora, la mantiene en la siniestra, de guarda.
Por ahora no demuestra nada con el lance pero estás seguro que este fuerte teutón es más de lo que pintan lo que te hace ser cauto.
Tirada: 3d6
Motivo: Ataque MANFRED
Dificultad: 17-
Resultado: 12 (Exito)
Tirada: 1d6(+5)
Motivo: Daño MANFRED
Resultado: 3(+5)=8
No hay que tirar iniciativa. La iniciativa es igual a tu velocidad que, a su vez, es igual a tus reflejos. Asi pues tienes iniciativa 12
Las cosas están:
PJ |
VEL | Bríos | Esgrima | Defensa | Armadura |
Álvaro | 12 | 10 | 16 | 11 | Coleto de cuero (2) |
Manfred | 10 | 13 | 17 | 9 | Coleto de cuero (2) |
El muchachote hará un ataque y una defensa. En principio tu deberías atacar primero pero en este primer asalto entiendo que le cedes el turno por tus acciones. Asi que él ataca primero.
Yo hago el ataque de él. Si tu ataca es fructífero recuerda tirar la defensa del teutón (3D6 a dificultad 9) y si no la pasa tirara el daño de tu arma (1D6+2+Modificadores por maniobras si los hubiere).
El daño de él es 1D6+5. Puedes tirarlo si quieres en el caso de que falles la defensa o decidas no hacerla. La ropera Pappenheimer es una ropera pesada que utilizaban los alemanes, de ahí su elevado daño y su poca habilidad de defensa.
Serían 8 puntos en el pecho que se quedaría en 6 por tu armadura.
Sonriendo a las palabras del ahora ausente Álvaro, siempre tan animoso, me incorporo con algún trabajo y me acerco a mi agresor.
Vuestra acción ha sido ruín y cobarde, miserable sangüijuela- mi voz suena firme y decidida, miro al tal Robles directamente a los ojos - Y lo peor es que habeis estropeado mi mejor camisa, y a punto he estado de caer sobre "La Paca". Si eso hubiera ocurrido, creedme que ni la Santisima Trinidad que bajara del cielo a rogar piedad por vos os hubiera salvado.
Pero me siento generoso por el momento - añado, quitándome la chaqueta y empleando los jirones de mi camisa para vendar la herida - aunque no me parece justo que yo, que soy el afrentado, me vea sin ropas cuando vos llevais esas tan hermosas, que aunque no son de mi talla, con un apaño servirán. Os ruego que os quiteis la camisa y la depositeis ahí, si sois tan amable - comento, con tono de firme amenaza - Al fin y al cabo, si decido mataros ¿no querreis que se estropeen unas vestiduras que sin duda no han sido baratas?
Mientras espero a que se alivie de sus pertenencias, miro a mi alrededor en busca de algo parecido a los legajos que estamos buscando.