Partida Rol por web

- ¿Pero habría de contarnos algo ese borrachuzo? Bien... Si lo hemos de encontrar en la del Chete probablemente estará tan ebrio que poco podrá decir... No nos saldrá por muchos dineros el que se desate su lengua. ¿Recordáis hacia donde se fue el truhán? ¿Quizás por ese callejón? ¿Acaso volvería a la taberna a por más vino? O ahí o a un callejón a dormirla, muchas más posibilidades no nos deja el paisano...

- Si lo deseáis sigamosle primero. Si lo encontramos bien. Si no, más temprano que tarde volverá a por vino, y la taberna del Chete es el lugar que han mencionado frecuenta más que la propia cama.

El tal Almansa se fue por el camino que quizá sea el más directo a la taberna de Chete y Don Emilio os guía con certeza a los alrededores de la misma.

Pronto os dáis cuenta de que el buen Emilio no se ha equivocado un palmo pues el buen olor del vino de Yepes hace su aparición y el jorgorio típico de una taberna en horas de comida empieza a escucharse por el estrecho callejón que lleva al citado sitio.

Ya en la puerta os cercioráis de que estáis en el lugar correcto por el cartel que malcuelga en la parte superior del quicio de la puerta. Abrís la puerta y os sumergís en el ambiente clásico de taberna madrileña.

Tras la barra el orondo posadero os hace un gesto para que os acerquéis.

- Saludos tengan vuestras mercedes y bienvenidos aqueste mi hogar. ¿Qué se les ofrece?

A la paz de Dios, buen posadero, otorgador de dichas a los desdichados, de comida a los hambrientos y de bebida a los sedientos! - comienzo, haciéndole una exagerada reverencia - De todo ello deseamos - continúo, mirando alrededor hasta posar mis ojos en una mesa algo apartada - y servido, si es posible, en aquella mesa de allí...

No convienen las prisas si no queremos espantar la "pieza", como me dijo una vez un fulano que se las daba de cazador, aunque más bien creo yo que pescar era su oficio pues siempre le conocí acompañado de una buena "merluza" - susurro a mis compañeros mientras comienzo a sortear a los habituales de camino a la mesa elegida - mirad vos con disimulo, Don Rodrigo, si por ventura entre éstas almas perdidas halláis la del que pronto ha de ser vuestro mejor amigo...y los amigos de los amigos ya se sabe que son tesoros de gran valor.

Sigo a mis compañeros hasta el figón que responde al nomre del Chete, lugar al parecer frecuentado por nuestro amigo y concurrido por los madrileños.
Escucho las palabras de Ambrosio, y tras escucharlas miroa mi alrededor.

Pues no estoy muy seguro Don Ambrosio, pues nunca he tenido buena memoria, de si algún caballero de los aquí presentes es el que buscamos. Mas si me disculpáis un momento echaré un ojo al local...

Poco recuerdo de él al fin y al cabo...

!Posadero, un vino! Haber si me torna algo de memoria...

A gusto con mi  buena jarra de vino recorro con la vista igualmente el local, ya que también vi al tipejo que buscamos. Ya que estamos también es menester saber si se juega alguna partida en alguna mesa, pues ya sabemos que bebedores y jugadores son gente de aunar esfuerzos.

Tras pasar las jambas de la entrada, Emilio echa un buen vistazo al lugar, mirando a parroquianos atentos a sus tertulias, sus jarros y sus bolsas. Poca pechuga con que alegrar la vista hay en este lugar, pero otras diversas cosas con las que entretenerse. Mas la conversación de Ambrosio y Rodrigo no le pasa desapercibida, y decide centrarse en la tarea que aquí les trajo.

- Iremos tomando unos tragos; Chete, traigo cuartos que cambiarte por arrobas de buen vino.- Sonríe- Sí, traemos sed. Ahora que vuelva mi amigo tennos una botella con sus vasos.

En un primer vistazo no véis más que parroquianos comiendo y charlando sobre lo humano y lo divino, pero con un poco más de atención llegáis a ver al hombrecillo en una mesa, un tanto aislado, casi dialogando con su propia jarra.

Bien concurrida se encuentra la parroquia y buenos vinos sirven en ella. Sea quien sea el potado que buscáis está claro que sabe donde menos rio lleva el vino y es que otra cosa no pero Chete gusta de dar casi dos tercios de vino donde otros lo dan de agua.

Y así es que los amigos no paran de caerse de las manos de los parroquianos pues han venido a eso a la taberna del orondo Chete.

Pronto disfrutáis del vino del resto y calmáis vuestra sed.

Creo que Dios y el azar están de nuestra parte, pues sino me equivoco Don álvaro aquel es el que andamos buscando, ¿no es cierto? Bien vayamos con nuestros letrados compañeros pues parece que ellos son los más doctos en lanzar verbos...

Seguidamente me acerco a mis nuevos amigos y tras un sorbo compruebo la buena calidad del vino y bebo otro sorbo.

¡Ahí está nuestro afamado Almansa! Solo con Baco, llevémosle otro vino.

Botellas para matar a los fantasmas, aunque nunca lograbas matarlos del todo...

Está bien, veamos que podemos rebañar de plato tan condimentado con vino...dejadme ensayar unas frases antes de acercaros, para suavizar el encuentro...- comento, acercándome al mentado con la jarra en la mano.

Disculpadme, caballero...¿lleva por ventura vuestra merced el nombre de Don Félix de Almansa?. Así lo creo, y tengo la osadía de acercarme a usted porque he recibido el encargo, por parte de una persona de calidad, de representarle para ofrecerle sentidas disculpas por un malentendido que le puedo asegurar, ha perturbado hondamente a mi representado- continúo, señalando a Rodrigo - Desea invitaros a lo que querais tomar, y solicita humildemente que le perdoneis...- le sirvo vino sin preguntarle - está ciertamente desolado, sería un gesto en verdad noble por vuestra parte si aceptarais su compungido arrepentimiento...

Si me atreviera...¿nos hariais el honor de permitiros acompañaros? - susurro, en tono zalamero, dándole un toque de misterio a la conversación y sentándome a su lado sin más ceremonia - se ve a la legua que sabeis desenvolveros por estos ambientes, y para nosotros sería un gran placer poder platicar con persona tan bien relacionada como vos...naturalmente, los gastos corren de nuestra cuenta - añado vino a su vaso, ya medio vacío.

- Id vos, que yo os vigilo los cuartos traseros. Como habréis comprobado darle al pico no es mi fuerte, pero estaré atento a cualquier curioso que quiera entrometer las narices en vuestra charla.- dice amistosamente Álvaro levantando la copa.

Mientras los otros se acercan me quedo en mi mesa, pero atento a la jugada.Quizás no tanto al borrachuzo, del que no espero mal alguno, sino del resto de los parroquianos. No quisiera que por ventura algún curioso intentase enterarse de las cuitas que nos mueven. Así que no pierdo ojo de lo que acontece en la taberna y estoy pendiente de si mis compadres despiertan algún interés al charlar con el tal Almansa.

Antes de que el hombrecillo pudiera decir al menos un "¿Quién pregunta?" ya le habéis puesto una vino delante y una promesa de un buen caldo de gallina.

Toma un trago de vino y sonrie asintiendo con la cabeza-

- ¿Se lo dije o no a vuestra merced? - dice mirando a Don Rodrigo - vendríais vos a mi tarde o temprano mas no creí que fuera tanto.

Da otro sorbo al vino y levanta la mano reclamando al orondo Chete.

- Pon de comer Chete, mis amigos quieren invitarme al buen caldo que prepara tu moza. No escatimes.

Os hace una seña para que os sentéis y el viento que mueve su mano acompaña un añejo olor a vino. Este ya ha bebido mucho por hoy...

- Y, ¿puede saberse porque les intereso a vuestras mercedes?

Más de uno y más de dos saludan al tal Almansa. Parece que su placer por el vino le ha traído alguna que otra amistad mas ninguno parece hostil a tu juício.

Parece que la cosa ha ido bien y tus compañeros han conseguido hacerse un hueco al lado del borrachín.

Vuestra presencia allí no es más notoria que la de cualquier parroquiano a la hora del yantar.

- Tírele de la lengua Ambrosio, que a esta mesa nos traerán en breve un par de escudillas de olla poderida.- Emilio toma asiento de un salto junto a don Álvaro frotándose las manos ante la perspectiva de llenar el buche mientras llena el oido.- Mejor será dejarles hacer a él y a Rodrigo, no vaya a intimidarse por tanto yerro entorno a él.

Mirando de aquí para allá cotilleando los quehaceres de los parroquianos con mirada pícara, sin perder atención a las palabras que nuestro nuevo amigo les dirija a Rodrigo y Ambrosio.

¡Voto al mismo Dios que es bien cierto lo que dijisteis! Y como caballero que soy os ofrezco mi más sincera disculpa si fui algo grosero con vuesamerced,- me quito un guante y le alargo la mano, desnuda y franca- pero vengo de tierras italianas y las gentes de allá son poco afables a mi parecer, y aún no no me he acostumbrado a nuestra España...

Una vez sentado miro a mis nuevos compañeros, echo una ojeada al lugar y prosigo la conversación.

Altas y santísimas instituciones nos han pedido encontrar unos textos acerca de prácticas de herejes y demonios, para aplicarles medicina del ardiente infierno, imagino que me entendéis- vuelvo a mirar alrededor-mi letrado compañero tiene más detalles...

Ja,ja,ja,ja!, a lo visto en las italias son tan exagerados como en este Madrid - río con ganas, tratándo de disimular una gota de sudor que cae por mi frente - altísimas instituciones, dice...Qué Don Rodrigo éste!...- continúo riendo, mientras le doy una palmada en la espalda aprovechando para mirar alrededor por si alguien parece haber escuchado algo.

Lo que mi amigo ha querido dar a entender no es sino que es de nuestro común conocimiento que una persona de importancia en la Villa y Corte podría estar interesada en adquirir un ejemplar de la citada obra - susurro al oído del de Almansa - proporcionando ello jugosos beneficios a todo el que participe...-hago un significativo silencio - tales beneficios podrían hacer que os bañarais en los mejores caldos que encontreis durante una buena temporada...siempre y cuando sepais darnos razón de dónde conseguirlo. o de quién puede estar en posesión de un ejemplar, no se si me entiende vuestra merced...

Señor, sabes que no soy hombre religioso, pero permite que este hombre esté tan borracho como para no haberse enterado de quién nos ha hecho el encargo y te juro que pondré un cirio bien hermoso a San Judas Tadeo, patrón de los imposibles, en la primera iglesia que me tope a la salida de este antro...

La mirada del beodo es, en un principio de extrañeza cuando Don Rodrigo habla pero pronto, las palabras de Don Ambrosio devuelven la expresión risueña al tal Almansa.

- Pues ya me diran vuestras mercedes en que puedo ayudarles yo con esta jarra tan vacía - dice apurando el caldo.

- Algo tengo yo en la cabeza sobre tales legajos, miren vuacedes, mas no logro recordar muy a bien a quien se los vi la ultima vez.

Bien se ve que ya no hacen los vasos con el esmero de antes cuando el vino se evapora tan deprisa en estos tiempos - comento, llenándo de la jarra el recipiente de Don Félix mientras llamo con la otra mano al Chete, para que venga a rellenar.

Y...volviendo a la cuestión que nos ocupaba...ah, sí! - prosigo, con tono de quien no da demasiada importancia a lo que dice - ¿Cómo es posible que un hombre con vuestras evidentes cualidades intelectuales haya olvidado un asunto tan peculiar?. ¿No recordais siquiera algún detalle, un lugar, un nombre?

No os preocupéis demasiado...tenemos tiempo, y vino no ha de faltaros si vuestro esfuerzo resulta en fruto para nosotros, somos gente de palabra, podéis estar seguro, señor Almansa.

Rápidamente me doy cuenta de mi gran error, nombrar al Santo Oficio, por fortuna y con ayuda de Dios nuestro Señor Don Ambrosio es rápido de verbos.

Dios, qué torpeza la mía soy más docto en aceros que en palabras...

Es ocioso decir además que la persona interesada en cuestión tiene bolsa que gastar y caprichos por contentar, así que el negocio puede ser muy provechoso para los implicados; especialmente en cuanto al mundo terrenal se refiere...