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Ars Diavoli Et Literari

La casa de las muertes

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11/03/2010, 22:20
Ambrosio de Casares

En cuanto mi interlocutor aparta la vista de mi, la mano derecha ha soltado la bolsa de dinero que cae al suelo con un tintineo y ya tiene empuñada la ropera, ante la aparición de Don Rodrigo. El acero sale como un relámpago de su funda lanzándose en busca de la espalda del matasietes, y se hunde en ella profundamente.

No deberíais hablar así a un caballero, Señor... - comento con sorna cuando el arma impacta.

- Tiradas (2)

Notas de juego

He considerado la dificultad -3 por el ataque de desenvainado, no sé si habría que añadirle algo por atacar por la espalda pero no creo que influya en el daño.

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12/03/2010, 08:56
Director

Del otro lado sombrero de Don Rodrigo el valentón chilla como un gorrino al recibir una estocada tras otra del noble de Santiago.

A renglón seguido Don Ambrosio intercepta la acción del otro matasiete lanzando una habilidosa estocada sobre el hombro del hombre que no puede sino airear su ropera intentando defenderse. En respuesta a la estocada el matasiete gira la muñeca y doblando la rodilla intenta hacer blanco en Don Ambrosio entrando desde abajo. Pero éste anda listo y consigue desviar la ropera del valentón bajando la suya en un movimiento circular que acaba por chocar ambos aceros.

Don Álvaro y Don Emilio desnudan sus roperas y caminan raudos hacia donde riñen sus compañeros. El primero hace un rápido movimiento y acaba con la ropera a la altura de la garganta del matasiete quien se encuentra sentado con la espalda en la fachada del caserón apretándose los entresijos.

Mientras el segundo barre con la ropera en arco golpeando al valentón que cae de medio lado a los pies de Don Ambrosio.

Visita, tenemos visita de a cuatro —grita intentando arrastrarse por el suelo hacia la puerta del caserón.

- Tiradas (3)

Notas de juego

Rodrigo: Efectivamente estás en combate cerrado, faltaría más. El daño de una daga es 1D6 modificado por tu puntuación de Destreza. En tu caso 1D6+1. De todos formas, lo mismo da.

Ambrosio: La maniobra "Desenvainar" da un -3 a la defensa del enemigo. No impone ningún penalizador a tu ataque salvo el de no poder realizar nada más que una defensa normal, es decir, impide realizar otro ataque o ataques completos.

Álvaro: Sólo tienes que empujar un pelín la ropera para darle muerte.

Todos: Yo, siempre que os dejáis alguna acción entiendo que la puedo usar para realizar las defensas de vuestro personaje, es decir, siempre que os quede una acción yo la usaré para defender. Si queréis guardarla para otra cosa, indicarmelo en vuestro turno, ¿ok?

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12/03/2010, 18:25
Ambrosio de Casares

Bien, mozalbete. Avezados están los de dentro sobre nosotros, te ayudaré a subir si aún te atreves... - susurro a Emilio, señalando el balcón que cuelga sobre nosotros mientras enfundo el acero y coloco las manos entrelazadas para facilitar la ascensión - Haremos un poco de ruido aquí, que te sirva de distracción...

 

Notas de juego

No puse nada sobre la otra acción porque pensaba que el adversario me daba la espalda, bien aplicada la acción que faltaba en defensa, gracias.

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12/03/2010, 23:00
Alvaro del Monzón y Rodriguez

Mi estoque acaba con el sufrimiento del paisano. Que de la alarma en el infierno, que a bien tendrán de abrirle las puertas.

No me entretengo más de lo necesario antes de ponerme a la par de mis compañeros para continuar la incursión.

- ¿Ruido?- susurro en medio de la tormenta - ¿Ruido para qué? ¿No sería mejor intentar entrar todos?

No es que esperase una unidad mercenaria perfectamente sincronizada, pero me empieza a preocupar esta tendencia de mis compadres a improvisar en terreno enemigo.

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13/03/2010, 02:19
Emilio de Vizuete y Olmedo

Aupándose en las manos que le tiende Ambrosio a modo de escala Emilio se intenta dar alcance del balcón herrado en negro, mas la herreruza se le traba de mala manera y se entorpece más que un tanto en la labor.

- Busquen vuestras mercedes en las ropillas de ese par de desdichados. Si es menester y no encuentran nada, probaré a subir de nuevo y bajar luego a franquearles el paso desde dentro, mas una llave en el bolsillo de los muertos nos haría grande servicio.

- Tiradas (1)

Notas de juego

Joer con los daditos.

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15/03/2010, 18:04
Director

Los dos matasietes que tenían el poco grato cometido de guardar la puerta a quien sabe que destino acaban muertos antes de lo que se tarda en soltar dos pardieces. La simple sugerencia de Don Emilio os hace mirar los cadáveres descubriendo sobre un de ellos un grueso manojo de llaves.

La noche continúa en su silencio sólo roto por el repicar de la lluvia y el sonido de los truenos cada vez más continuos. Un nuevo relámpago ilumina vuestros rostros y la siniestra fachada del caserón.

Don Emilio, en su intento de acceder al balcón superior, ha dado cuenta de la poca posibilidad de entrar por ahí. Una gruesa contraventana protege la entrada por esa terraza.

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16/03/2010, 00:31
Alvaro del Monzón y Rodriguez

Cojo el manojo de llaves:

- Soy una persona simple: si veo unas llaves sólo puedo pensar que han de abrirnos las puertas.- digo mirando primero a mis compadres y luego a las puertas que custodiaban los dos finados - ¿Vamos por ahí? No parece que haya más opciones.

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16/03/2010, 13:05
Rodrigo de Rivas

De frente y sin demora Don Álvaro, no vaya a ser que estén descuartizando a otro pobre infeliz en su interior.

Cambiando la daga por la ropera, más larga y letal, me preparo para entrar en la Casa de las Muertes en cuanto el valentón nos abra el lugar. Espero que no nos estén esparando al otro lado con granizo. De repente una idea asalta mi cabeza.

¡Si algún vecino me oye que avise a la corchetería!

Puestos a organizar jaleo, que sea uno como nunca se haya visto en la ciudad.

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16/03/2010, 13:13
Alvaro del Monzón y Rodriguez

Enarco una ceja ante la llamada del noble:

- Sólo espero que la corchetería no venga a deternos a nosotros por allanamiento...

De cualquier forma parece que la suerte está echada. Abro la puerta y que sea la Justicia Divina la que esta noche de tormenta decida nuestra suerte.

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16/03/2010, 18:06
Ambrosio de Casares

Raudos somos en finiquitar vidas, y ni siquiera tenemos la certeza de que sean las que se lo merecen... - comento con seriedad, poniéndome a un lado del umbral cuando Don Álvaro abre la puerta. Con un tiro recibido de ese modo es suficiente - Quizá un poco de información calme esta inquietud que de repente me asalta, no nos apresuremos en silenciar del todo al que se mueva ahí adentro, y pasemos con precaución que esperan invitados...

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16/03/2010, 21:08
Director

Tras unos cuantos intentos una de las múltiples llaves abre la puerta que chirría al empujarla. Una vez abierta respiráis el opresivo y cargado aire de la casa.

Avanzáis un par de pasos y pronto estáis todos protegidos de la lluvia en el interior de la casa. En algún momento pensáis en lo inoportuna de esta protección que ofrece la casa pero pronto volvéis a fijar vuestro objetivo.

Un sepulcral silencio os sobrecoge. Por unos momentos dejáis de oír el ruido de la intensa lluvia exterior. Un tremendo trueno devuelve el sonido de la lluvia y a vosotros al zaguán del caserón donde os encontráis.

El polvoriento recibidor carece ya de todo mobiliario, con excepción de una raída alfombra. Una gran puerta doble en su día protegía la entrada al vestíbulo y un par de puertas más a ambos lados del zaguán permanecen cerradas todavía.

Unos metros os acercan al gran recibidor. Se trata de una estancia de buenas dimensiones y altos techos que se abre a la práctica totalidad de las estancias del vetusto caserón. Antaño decorado por cuadros, alfombras y objetos de arte hoy apenas restan unos tristes lienzos desgarrados en las paredes y dos horrendas estatuas negras a ambos lados, representando a ángeles.

Un nuevo silencio os revela un leve rumor proveniente de las entrañas del caserón. Dejáis de lado unos instantes la superchería que os inundó la razón en primera instancia y suponéis que aquestos que buscáis deben encontrarse en algún sótano.

El fraile Juan os sigue expectante y timorato.

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17/03/2010, 00:37
Emilio de Vizuete y Olmedo

- Si hay hombres en este lugar han de valerse de luz alguna para no tropezar y romperse el pescuezo en tan desolada morada- reflexiona Emilio en voz alta, la mirada puesta en paredes y poyetes en busca de algún candil, pebetero o cabo de vela que aún humee. Olfateando el aire en busca del olor del humo, llegan a su nariz los olores de la tierra húmeda que tras de si queda y el aroma añejo, enrarecido que inunda los lugares deshabitados.

- No se veían luces en las plantas altas a pesar de las contraventanas, pero vayamos precavidos en busca de escaleras.- al pasar por delante de los negros y retorcidos ángeles esculpidos en negra piedra un ligero escalofrío hace camino por su espinazo. No en vano las leyendas tienen su fuerza, y Emilio se ha criado con la que están tratando.

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17/03/2010, 10:44
Alvaro del Monzón y Rodriguez

Aferro la toledana con fuerza mientras oteo alrededor:

- Este sitio me da escalofríos. Para menesteres siniestros mejor un sótano que un fayado. Optaría por buscar unas escaleras, pero que bajen a los abismos y no suban hacia los cielos. ¿Quizás en la cocina?

Me fijo en todas las puertas por si pudiera adivinar a donde conduce cada una. En caso de no tener referencias habrá que abrirlas todas esperando que alguien cubra mi hombro para cuando descerroje cada una.

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17/03/2010, 19:13
Ambrosio de Casares

Si nuestro sino nos lleva nuevamente a las entrañas de la tierra, quizá sea mejor descartar que alguien pueda venir tras nosotros y repetir pasadas jugarretas... - sugiero, con el acero en la mano, mirando alrededor - Busquemos ratas, podemos cerrar la puerta con esa llave providencial para que no tengamos que preocuparnos de que alguna entre o salga en nuestra ausencia

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18/03/2010, 23:08
Rodrigo de Rivas

Sí, amigo mío. La cocina parece el lugar más indicado. ¿Cuántos hombres creen ustedes que habrá en la casa? Yo diría que tal vez ocho a lo sumo. Así que no se anden con cuarteles, vayan a lo seguro. La Inquisición se ocupará de los casi muertos.

Siguiendo al valentón y procurando no estorbarle con la espada, -punta bien alta y lista para dar un tajo- camino, paso a paso siguiéndole y no perdiendo de vista los huecos y esquinas. Desconfío más de los hombres que de los ángeles oscuros, por muy siniestro que sea su aspecto no te atraviesan el cuerpo.

Tampoco yo veo nada, Emilio si fuera tan amable...

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21/03/2010, 19:52
Director

En un instante todos cruzáis la puerta que da al gran vestíbulo.

La amplia escalera que gobierna la estancia comunica éste vestibulo con el piso interior del que mayoritariamente podéis ver la balconada. Al final de la escalera un retrato de un enlutado caballero con la mano en el pecho y una cruz de Calatrava en sus oscuros ropajes recibe el acceso al piso superior. Flanqueando el mismo hay sendas panoplias. De una de ellas cuelga un polvoriento y desvencijado arcabuz, que no serviría más que como buen garrote, y de la otra pende una única espada (la otra falta), resultando ser una ropera temprana o de pitones de buena calidad y en perfecto estado de conservación. La guarda del arma está compuesta por un complejo diseño con partes de oro macizo y la otra tiene una inscripción de una divisa hecha en el mismo metal: "Una salus victus mulam sperar salutem" que fraile Juan traduce como "la única salvación para los vencidos es no esperar salvación alguna".

Un nuevo relámpago ilumina la estancia y tras el trueno escucháis un rumor proviniente de una de las habitaciones cercanas al pie de la escalera, a la izquierda de esta. Pudieran sonsacarse unas palabras del rumor pero no sabéis si es simplemente es producto de la sugestión.

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21/03/2010, 22:12
Alvaro del Monzón y Rodriguez

Tomo la ropera de la pared pero antes de poder examinar el filo con calma me sorprende el ruido del trueno y el otro proveniente de la otra sala.

- Parece que ya tenemos una pista.- digo mientras sin soltar la nueva toledana uso el manojo de llaves para abrir la puerta susodicha.

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21/03/2010, 23:26
Ambrosio de Casares

Don Rodrigo, quizá sea momento de llevar presta esa pólvora que guardáis con tanto mimo... - susurro tenso al de Rivas, poniéndome a un lado del umbral - No os expongáis demasiado... - añado, esta vez a todos, midiendo la luz que nos rodea para saber si seremos un buen blanco cuando la puerta se abra.

Notas de juego


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23/03/2010, 02:05
Emilio de Vizuete y Olmedo

- Es cuestión de aplicar el oído a la tarea, a fin de cuentas siempre será más de nuestra conveniencia sorprender que ser sorprendidos.

Con tan declarada intención se aviene Emilio a llegarse quedo hasta la puerta de donde provienen los murmullos, tan presto el acero como los sentidos, a fin de cerciorarse de si se hallan o no en compañía de uno o de varios.

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24/03/2010, 19:04
Director

El rastro lleva a Don Emilio a lo que parece ser una despensa. Esta mohosa habitación es la residencia de una enorme familia de roedores. Espantado por la súbita entrada de la luz huyen.

Quedan a la vista vacías estanterías que con anterioridad guardarían alimentos, un barril con detritus en el fondo y una trampilla de madera abierta de par en par en el suelo.

El rumor ahora es más claro y una luz titilante acompaña el cántico, pues ahora podéis decir que es un canto.

"Salve Satanas, Salve Satanas, Salve Satanas
In nomine dei nostri Satanas luciferi excelsi
Potemtum tuo mondi de Inferno, et non potest Lucifer
Imperor"