Partida Rol por web

Una vez más había conseguido contestar mi pregunta sin decirme nada en claro. ¿Magia? Claro... Cómo no se me había ocurrido pensar en la magia. Si hubiera sido un simple truco quizás me lo hubiera creído, pero que alguien hablara en mi cabeza... No, eso sí que no.

Comenzaba a ponerme nerviosa pero, por algún extraño motivo, era incapaz de cortar aquella conversación y largarme de allí. Reuben ejercía en mí una atracción igual que la que haría un imán con un trozo de hierro, por más que quería alejarme la fuerza con la que me arrastraba hacia él, hacia sus palabras, sus ojos y su sonrisa, me dejaban exhausta.

Pero lo que no esperaba era su invitación enmascarada en pregunta. Enarqué las cejas asombrada mientras me mordía el labio pensando la respuesta más adecuada. Quería decirle que no, debía decirle que no, pero su sonrisa... Maldita sea, su sonrisa era demasiado cautivadora para rechazarla.

Respiré hondo antes de formular mi respuesta.

- Yo... Verás, no nos conocemos de nada y no tengo por costumbre aceptar este tipo de invitaciones de desconocidos, sobre todo tratándose de una fiesta tan... digamos... familiar. Además ya había quedado con Sacha.

Seguía sin entender el porqué Reuben mostraba ese interés en mí, se me escapaba lo que él podía haber visto o sentido en mi presencia y eso me hacía recelar. La desconfianza me había convertido en una superviviente y no iba a cambiar ahora.

- ¿Por qué tanto interés en mí?

-Gracias...- respondo, sorprendido por el halago que me dedica. No sabía que esa mujer me hubiera visto con anterioridad, más que nada porque después de lo ocurrido estaba casi totalmente seguro de que me habría dado cuenta de ello.

¿Cómo va a pasar desapercibida?

Visto lo visto, hubiera llamado la atención entre el público. Es algo que me sorprende, pero sobre lo que decido no profundizar demasiado, añadiendo algo más a mi agradecimiento en su lugar -me alegra que te haya gustado.- termino, sinceramente.

Me sorprende su proposición, la verdad es que no esperaba estar demasiado tiempo fuera del local. Pero por lo visto ella sí, dudo que si entro a avisar ella estuviese al salir de nuevo, y deseo saber porqué es esa mujer la que me llama tanto la atención. Siempre puedo pedir disculpas a mis compañeros cuando termine, sea hoy o al día siguiente.

-Claro...- termino por responder, esperando que ella comenzase a caminar para seguirla y preguntándome qué deseaba decirme. Rachel no parecía detenerse ante nada, parece que cuando desea algo se lanza a por ello con una determinación tan abrumadora como fascinante.

A juzgar por la expresión de Reuben, habias dado en el clavo con tu respuesta, como si fuera precisamente eso lo que esperaba de ti, como si acabaras de cumplir todas las expectativas puesta sobre tu persona.

Aún así, ladeo la sonrisa en sus labios, alzando un dedo, cuando comenzaste a hipotetizar ante la invitacion de él- No te preocupes por Sacha. Te aseguro que, en fin de año, también estará en ese mismo lugar. - le dijo, dirigiendo una mirada a la puerta del local, como si tuviera claro que, a aquellas altura, Sacha ya no estaba dentro de aquel garito- Además... que yo sepa no dije nada de que se tratara de una fiesta... familiar. Más bien, te ofrezco la oportunidad de experimentar algo que nunca, jamás, has experimentado y que jamás volveras a experimentar. Es más, tengo la absoluta certeza de que esa noche será total y absolutamente inolvidable.

Sonrio entonces, haciendo una pausa, para escuchar tu nueva pregunta, mientras volvia a hacer el gesto de mojar sus labios con el rojizo liquido que llenaba aquella copa. Negó entonces, dejando escapar una breve carcajada divertida.

-Por qué tanto interés en ti... -repitio, con un arrebatador susurro, mientras sus ojos volvian a clavarse en los tuyos, intensos. Muy intensos- Hagamos un trato, Erika. Responderé a esa pregunta cuando brindes conmigo por el año nuevo. Tienes mi palabra.

Desde luego, habia que reconocer que el tipo tenia recursos para convencerte de que aceptaras la invitación.

Rachel comenzó a caminar entonces, alejandose por el callejon en direccion contraria al bareto, como si no quisiera que pudieran ser molestados por ningun inoportuno. Entonces se giró parcialmente hacia ti, mientras caminaba por aquel callejon, con una delgada sonrisa en los labios- ¿Qué sucede, Sacha? ¿Te ha comido la lengua el gato? - susurro, sin llegar a alzar la voz, con aquel tono atrayente que ahora, ademas, se habia vuelto casi divertido- No irás a decirme que no estas acostumbrado a que una chica te lleve al callejón de atrás, ¿verdad? -añadio, burlona, disfrutando de aquel juego, y del efecto provocado en el joven.

Y lo mas curioso, quizás, era la forma en la que se dirigio a él: como se conocieran desde siempre, como si aquella conversacion fuera lo mas normal y lo mas natural del mundo. Como si nada alli estuviera fuera de lugar, o resultara extraño.

Ante su broma río, recobrando poco a poco la compostura después del efecto inicial. Es cierto que su efecto sobre mí no ha disminuido, pero voy acostumbrándome y no puedo permitirme quedar como un estúpido tampoco. Menos ante Rachel.

Con algo de dificultad intento tomarme las cosas con la misma naturalidad, viendo como ella lo hace de esa fascinante forma. Lo hace tan creíble que hasta puedo creerme que sea los más natural del mundo... si no fuese porque escuché uno de sus susurros desde arriba del escenario.

Bueno chico... al menos es real. O eso creo.

-No, cierto... no es la primera vez- contesto -. Pero sí es la primera vez que, tras invitarme al callejón, me piden dar un paseo...- añado, siguiendo la broma con un deje de descaro. Poco a poco vuelvo a ser yo, o eso creo, pero Rachel parece tan... distinta a todos los demás que no sé qué puedo pensar de ella.

-Por no hablar que es la primera vez que escucho los susurros de una chica desde encima del escenario, o a lo mejor... es que he bebido demasiado...- sugiero, como una disculpa. Tal vez no lo haya hecho y me vaya a tomar por un loco, no lo había pensado. Pero si no lo había hecho ¿cómo es que sabía que iría al callejón, si no es porque ella misma lo sugirió?

Su respuesta sí que me dejó desubicada. ¿Sacha también iba a estar? No entendía cómo estaba tan seguro de lo que decía pero sus palabras me tranquilizaron un poco, por lo menos estaría con alguien conocido. Aún así no pude evitar seguir recelando de él.

- No, yo... Es decir, me refería con familiar no que tú estuvieras en familia ni nada de eso sino... -La verdad es que tampoco sabía muy bien lo que quería decir-. Vamos... que a la gente por lo general le gusta estar con la familia en estas fechas.

¿Había metido la pata? Si era así Reuben no parecía molesto.

- ¿Y tú cómo sabes lo que he experimentado o dejado de experimentar?

Me sentía un poco furiosa en aquellos momentos. ¿Quién se creía que era para pensar que me conocía? Él no sabía nada de mí, de mi vida o lo que había hecho o pasado.

- No sería la primera vez que me proponen noches inolvidables... Y luego todo se queda en palabras.

Y fue entonces cuando, al ver cómo se llevaba la copa a los labios, me fijé en el líquido que estaba bebiendo. Hasta el momento no me había llamado la atención, pensé que Reuben era lo suficientemente snob como para pedir una copa de vino en aquel garito, pero ahora no lo tenía tan claro. Además, le estaba viendo beber, o eso me parecía, pero la copa seguía igual de llena que al principio. ¿Magia de nuevo?

Y una vez más me quedé atrapada en sus ojos y en sus palabras, sintiendo de nuevo que caminaba por el filo de una navaja entre la desconfianza y la atracción. Sin saber muy bien porqué, cogí mi copa y la elevé pero sin llegar a brindar con él.

- Has cambiado las reglas.

¿Sería buena idea aceptar? Bueno, siempre puedo decir que sí y luego pasar del tema. ¿Qué va a hacer si no aparezco en la fiesta? ¿Venir a buscarme? Si de esta forma le quito de en medio y me deja tranquila entonces aceptaré. No estoy firmando ningún contrato y puedo buscarme cualquier excusa para no acudir a su... momento inolvidable.

- De acuerdo.

Y esta vez sí brindé con él dándole un trago a mi bebida.

- Ahora ya puedes contestar a mi pregunta.

Rachel rió. Una risilla melódica, casi infantil, dedicandote una mirada juguetona- Ir diciendo por ahi que oyes voces en tu cabeza no suele ser precisamente bueno. Lo sabes, ¿verdad? -dijo, con aire burlón, sin resolver, sin embargo tu duda.- Pero tranquilo, no te preocupes por mi... No es a evaluar tu salud mental a lo que he venido...

Se detuvo entonces, clavando sus ojos en los tuyos. Una mirada intensa, capaz de despertar los instintos de cualquiera que se pusiera a su paso. Aquella mujer no era normal, eso estaba claro, aunque seria igualmente dificil explicar por qué era capaz de resultar fascinante y aterradora al mismo tiempo.

Y se detuvo ahi, como si esperara que fueras tu quien le preguntara por sus razones, por sus motivos, esperandote con esa mirada y esa sonrisa que no dejaban muy claro si se esfumaría de repente, sin dejar rastro o si, por el contrario, acabaría lanzándose directa a tus brazos.

Reuben rio. Rio con ganas, ante tu respuesta y tu reacción. Y negó, divertido, mientras seguia sujetando aun aquella copa entre sus manos- Dime, querida... ¿Tengo pinta yo de adorar las reuniones familiares? - le pregunto, alzando una ceja, divertido. mientras acababa por dejarla sobre la mesa. - No, no es ese tipo de reunión a la que tengo intención de llevarte, tranquila... - añadio, afilando su sonrisa, mientras te observaba, guardando silencio de nuevo, dispuesto a escucharte.

Entonces vinieron tu indignacion y tu cabreo ante sus suposiciones. Sin embargo, lejos de alterarse, Reuben miró un instante la mesa, y su sonrisa se ladeo ligeramente, antes de volver a mirarte. Su rostro mostraba serenidad, tranquilidad y una absoluta y rotunda confianza en si mismo- No sé qué has experimentado, pero de lo que sí estoy seguro es de lo que NO has experimentado. Y te aseguro, Erika, que lo que te ofrezco es algo unico e inolvidable. Olvidate de llamas que se apagan antes de haberse encendido siquiera. Olvidate de principes que acaban siendo ranas. Y olvidate de la monotonía y lo de siempre. No, Erika, si quisiera darme un revolcón contigo, no estaría perdiendo el tiempo con juegos y adivinanzas, creeme. Lo que te ofrezco es mucho más. Algo que jamas te ha ofrecido nadie antes.

Y sonrio, al ver como Erika acababa cediendo, entrechocando la copa con la de el. Sin embargo, en lugar de contestar a su pregunta, Reuben acercó la copa a sus labios, para acto seguido dejarla sobre la mesa, llevando la mano al bolsillo interior de su chaqueta, en completo silencio. Como si buscara algo importante.

-No, seguro que no...- contesto, con un amago de sonrisa en los labios, intentando seguir siendo yo. Leer las intenciones de Rachel es como intentar mirar al Sol fíjamente durante una hora, tal vez lo pueda conseguir, pero no creo que me guste el resultado... -pero, entonces ¿a qué has venido?- Pregunto, directamente, ya que ella me había dado pie a hacerlo.

Tal vez debía haber sido más sutil, pero la actitud de Rachel me tiene en ascuas ¿qué es lo que desea esa mujer? Una pregunta directa es la mejor forma de saberlo, a no ser por supuesto que se negase a contestar o lo hicera de forma ambigua.

Que viendo lo que estoy viendo... no sería extraño.

No tengo ni idea de cómo manejarme con ella, intento por supuesto ser como siempre. Pero ella es demasiado opaca, me cuesta mucho ver a través de ella. Sus intenciones o deseos, parece que puede salir por cualquier lado, incluso me da la sensación que puede decidir acciones completamente opuestas. Definitivamente, ella me gana en este juego.

Rachel sonrio, como si esperar a que formulara aquella pregunta no fuera más que parte del espectáculo. Y entonces se inclinó en dirección a tu oido, con total naturalidad, como si fuera algo que acostumbrara a hacer en su día a día. - Dime, Sacha... ¿Tienes planes para fin de año? susurro en tu oido, rozando deliberadamente el lobulo con sus labios durante un solo instante, antes de volver a separarse, con una sonrisilla burlona pintada en los labios: la sonrisa de quien está jugando, y disfrutando en el proceso.

Y quizas, lo mas curioso de todo aquello ni siquiera fuera el descaro de Rachel, o aquella opacidad suya. Lo mas curioso fue que, en aquel susurrro, pudiste notar todo... menos su aliento.

Un escalofrío recorrió mi columna al escuchar esas palabras en mi oído, tal vez fuese por el hecho de que había rozado mi oreja, que la había sentido. Pero si me atrevo a apostar, lo que creo que me ha puesto más nervioso es lo que no he logrado sentir:

Nada de aire ha salido de sus labios, nada de calor como es normal en una persona. No ha salido el cálido aliento que escapa del cuerpo de uno en invierno. Ha sido, durante un momento, como si la persona que susurrase no existiese. Si no hubiera sido porque he sentido sus labios, habría pensado que se trataba de un maldito fantasma y que, sin dudarlo, estoy loco de remate.

Pero Rachel está ahí, a mi lado, y he podido notar como sus labios están hechos de carne. Consigo mantener la compostura centrándome en ese pensamiento, antes de contestar:

-La verdad es que sí...- confieso, con una sonrisa nerviosa -había quedado con una amiga.

Más o menos, Erika y yo habíamos quedado justo antes del concierto de pasar las fiestas juntos, ya que nuestras familias no iban a hacer acto de presencia, en realidad en su caso es que no deseaba que lo hicieran. Por mucho que me atrayese la idea, no puedo decir que estoy libre, ya que yo mismo fue el que sugirió la idea a Erika.

Estaba visto que todos los tíos pensaban igual. Yo no había hablado de revolcones ni nada parecido, aunque eso pudiera desprenderse de mis palabras. No, no sólo me refería a eso. Pero era igual, en ningún momento había pasado por mi cabeza acostarme con ese tío, por mucha atracción que me despertara.

Pero lo que dijo despertó mi curiosidad. Qué me podía ofrecer que pudiera asombrarme, seguro que ni era sexo, ni drogas, ni algo por el estilo... A esas alturas no eran cosas que me motivaran lo suficiente, estaban demasiado vistas. Entonces ¿qué podía ser?

- Eso está por ver... Pero no has contestado aún a mi pregunta.

Y parecía que no tenía intención de hacerlo ya que pude comprobar cómo bebía de su copa, o por lo menos hacía el gesto, y después rebuscaba en su chaqueta buscando algo. Le miré fijamente, con curiosidad, ¿qué estaría buscando? Por lo que había comprobado él no fumaba así que no buscaba su tabaco, ¿un pañuelo? Quizás. Pero ¿por qué sentía tanta curiosidad por aquel gesto?

-Erika... -susurró la mujer, con un tono capaz de helar la sangre a cualquiera. Sin embargo, acabo por sonreir, negando, lentamente, como si hubiera sido aquella la respuesta que estaba esperando.- No te preocupes por ella. Mi hermano debe estar dándole en estos momentos un sobre igual que este... -dijo, tendiéndote un sobre que no habias visto antes y que era imposible que hubiera sacado de algun lugar de aquel ceñido vestido. ¿De donde salia entonces?

Se trataba de un sobre rojo, con tu nombre pulcramente escrito en el anverso, con una caligrafía perfecta.

En el interior, una tarjeta negra, unas pocas letras escritas en un tono plateado: una dirección y una fecha, la fecha de fin de año.

-Dime, Sacha... ¿Brindarás en año nuevo conmigo? - dijo finalmente, mirándote, con un aire entre juguetón y embaucador, terriblemente atrayente.

Reuben acabó por deslizar un sobre por la mesa. Se trataba de un sobre rojo, con tu nombre pulcramente escrito en el anverso, con una caligrafía perfecta.

En el interior, una tarjeta negra, unas pocas letras escritas en un tono plateado: una dirección y una fecha, la fecha de fin de año.

-Te estaré esperando. - susurró Reuben, inclinandose ligeramente hacia adelante, a medida que te tendia el sobre- Entonces, cuando estemos brindando por el año nuevo, tendrás tu respuesta, tal y como te prometi. - parecia que Reuben no se habia referido a brindar en ese instante, sino en la noche de fin de año.

Entonces se puso en pie, tomando tu mano con un gesto elegante, para dejar, acto seguido, un suave beso en el dorso de tu mano- Enchanté, Erika. Ha sido un placer compartir contigo esta velada... - añadio, reverenciando ligeramente, mientras mantenia tu mirada durante unos segundos, antes de volver a incorporarse.

Y, acto seguido, se giró, con una delgada sonrisa en el rostro, y una clara intencion de marcharse de aquel lugar.

Nada lo ataba ya alli. Ya habia hecho lo que habia venido a hacer.

Así que ese tipo tan raro era su hermano...

Visto de esa forma, entonces no puedo decir que no, no tengo demasiadas razones. Además, la atracción que esa mujer ejerce sobre mí hace que incluso desee pasar por alto el hecho del sobre, que no podía haber sacado de ningún lugar de su vestido. Al menos, eso aparenta ese vestido, ceñido y apretado alededor de su cuerpo ¿De donde lo sacó entonces? Poco me importa ese detalle a estas alturas.

Cojo el sobre entonces, aceptando de esta manera la invitación que me hace para la fiesta de fin de año. Por supuesto lo hablaría con Erika, ya que antes había decidido quedar con ella y si no aceptaba no la iba a dejar tirada.

-Sí, supongo que sí...- respondo al final, mirando los ojos de esa mujer que bien me dan ganas de pedir brindar y lo que no es brindar con ella, ahora mismo. Pero es una de estas mujeres contra las que te avisan todas las alarmas que tienes dentro, pero esas alarmas siempre son silenciadas por esa mirada y ese tono de voz...

Miré el sobre un tanto sorprendida, maravillándome por la perfecta caligrafía con la que habían escrito mi nombre, algo que me llevó a sospechar que Reuben ya había mostrado interés en mí antes de este día. Era una invitación, confirmando con aquella tarjeta que el interés en que yo asistiera a la fiesta era real. Me detuve unos segundos en admirar con ojo crítico su diseño y llegué a la conclusión que, al igual que todo lo que rodeaba a Reuben, tenía clase y elegancia.

Me mordí el labio al darme cuenta que, la disculpa del brindis, era para el día de fin de año, así que me quedé con las ganas de saber porqué había sido elegida para esa invitación. Me despertaba mucha curiosidad ese tema y en ningún momento me pasó por la cabeza que alguien como él me conociera por mi trabajo, estaba acostumbrada a otro tipo de gente.

Con la misma elegancia con la que se había presentado se despidió. Sentí sus labios en mi mano y no pude evitar un escalofrío. Todo aquella noche había resultado muy extraño y seguía con la sensación de que no debía fiarme de él.

- Nos vemos...

Mis palabras rebotaron en su espalda y no sabía si había llegado a escucharlas. Le vi alejarse sin saber qué pensar y mi mirada se desvió de nuevo a la tarjeta que reposaba encima de la mesa.

Si quiero saber qué está pasando será mejor que acuda a esta fiesta. Espero que, tal como me dijo, Sacha vaya también, así por lo menos me sentiré protegida si sucede algo que no me guste.

Rachel sonrio ante tu respuesta, satisfecha de haber escuchado precisamente lo que queria escuchar. La puerta del local se abrio entonces de nuevo, a algunos metros de vosotros, y aquel tipo tan extraño a quien habia identificado como su hermano, salio al callejón, como si tuviera clarisimo que estábais alli.

Rachel desvio entonces su mirada hacia él, asintiendo lentamente, con una media sonrisa.

-En ese caso, te estaré esperando. - susurró Rachel, justo antes de depositar un suave beso en su mejilla.

Y acabo por girarse entonces, sin despedirse hasta que no estuvo de espaldas a el- Ha sido un placer, Sacha... -dijo, sencillamente, mientras acababa caminando junto a aquel hombre, a quien agarro del brazo, con intencion de alejarse de alli con él.

Y de ella solo quedó aquel escalofrio en la mejilla de Sacha y aquel sobre, que tantas respuestas parecia estar dispuesto a ofrecer.

-Igualmente... a... adios...- digo, de forma entrecortada después de recibir el frío beso en la mejilla. Observo como se aleja con el que, dijo, es su hermano y miro el sobre que me ha entregado.

No sé qué pensar, esa mujer es muy misteriosa pero ¿de verdad ese sobre me daría respuestas sobre esa fascinante mujer? La única forma de averiguarlo sería acudir a la fiesta a la que he sido invitado, cosa que antes debería hablar con Erika...

Tampoco tenemos nada mejor que hacer, siempre podemos volvernos después y montar nuestra propia fiesta... y hablando de fiestas...

Se me había olvidado que había dejado dentro a Sophia y a Marco, y que ahora Erika también estaría esperando junto a ellos. Si es que se atreve a acercarse demasiado a Sophia.

Menudo lío tengo armado ahí...

Con un suspiro me doy la vuelta, entrando de nuevo en el local para reencontrarme con mis amigos.

Sacha volvio a entrar en el local, en el que todo parecía seguir como cuando salio. Los del grupo, efectivamente, estaban juntos, echando unas cervezas despues de haber cantado, como solia ser costumbre.

Sin embargo, alguien faltaba en el grupo.

Erika no estaba con ellos, tal y como esperabas. Estaba sentada en una mesa, con dos copas delante suya, una llena y otra prácticamente vacía.

Ante ella, sobre la mesa, habia una tarjeta que reconociste enseguida.

Una tarjeta igual que la tuya.

Después de la marcha de Reuben me quedé tan absorta en mis pensamientos, evaluando si todo lo que había pasado había sido cierto, que ni siquiera era consciente de lo que sucedía a mi alrededor. Sólo salí de mi ensoñación cuando noté una presencia a mi lado.

- Sacha... Buen concierto, como siempre.

Se notaba duda en mi tono de voz, al fin y al cabo no había estado demasiado atenta al escenario y las veces que había mirado no era en la música precisamente en lo que me había fijado.

Seguí la dirección de su mirada viendo cómo se posaba en la invitación. Me encogí de hombros en una respuesta silenciosa, queriendo decir con aquel gesto que no sabía qué pensar de todo aquello. Le hice un movimiento a Sacha para que ocupara el mismo lugar que había dejado Reuben y, de esa forma, poder hablar de lo que había sucedido.

- Por tu cara me imagino que tú también has recibido una de éstas ¿verdad? -Señalé la tarjeta pero sin cogerla-. Él me lo dijo... Me dijo que tú también irías, pero yo no sé muy bien qué hacer. Ha sido todo tan... raro.

No pude evitar estremecerme al recordar la conversación con Reuben y los sentimientos que me inspiraban su presencia.