Partida Rol por web

Asamblea de Bestias

Arthur McLaurens

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30/01/2015, 13:17
Arthur McLaurens

No sabes cuanto agradezco tus palabras y tu comprensión. Muchas gracias por todo Viktor, lo jugado ha sido una maravilla (y me quedo con ganas de poder decirle a Wood ¡chúpate esa! ¡Vampiros, tío, vampiros!).

 

Puesto que soy un poco masoca, mi subconsciente ha procurado hacerme soñar con la partida y todo, hundiendo el dedo en la herida, ello, junto a que no me gusta marcharme dejando las cosas sin terminar he hecho un post de despedida. 

Espero que salga todo genial! Y que tu trabajo no te siga reduciendo horas.

 

Arthur atendió a la llamada de la personificación de la vieja escuela, hechizado en el canto de sirenas que le suponía su porte elegante, sus aires de confianza embriagadora, su mirar indescifrable. El cuerpo de Arthur avanzaba hacia ese hombre tirado por la fascinación de sus ojos, incrédulos, incapaces de asumir que tuviesen delante todo a lo que él aspiraba.

En cuanto vio al hombre arremangarse no pudo evitar sonreír de medio lado, aceptando que iba a ser engañado en los próximos treinta segundos, y a su vez, aceptando el reto a no serlo. La magia era una ilusión, el sentimiento de que todo es posible, aunque sea por un segundo, medio, o un cuarto; el tiempo de duda era irrelevante, la chispa de la más absoluta libertad se encendía en ti, y como fuego que era, se extendía por todo tu cuerpo con vertiginosa rapidez. La paradoja del mago se encontraba en unirse a la magia por ese sentimiento, pero pasarse la vida huyendo de él, desafiándola, buscando descubrir el modo de hacerla suya.

Observó las manos que el mago le mostraba, las escudriñó, analizo y memorizó. Arthur no solo veía dos manos abiertas frente a él, veía el grado de apertura entre los dedos, la altura a la que se encontraban, la distancia con sus ojos y con el cuerpo del mago, la textura y la homogeneidad del color de su piel.

Los ojos del mago reclamaron su atención, “punto de distracción” pensó Arthur automáticamente y su sonrisa se acentuó “va a empezar”, pero no fue capaz de evitar que la enigmática mirada del mago calara en él, removiéndole las entrañas, reduciéndolo a aquel niño que escondido en los andamios de un teatro descubrió la magia por primera vez.

“Mclorens” corrigió la pronunciación en su mente con el mismo aire cargado del viejo Arthur, como si llevase toda su vida puntualizando ese detalle; y una primera arruga de desorientación se posó en su frente. El nombre podía haberlo obtenido con anterioridad, preguntar a alguien, ojear su cartera abastecida de las acreditaciones del verdadero Arthur, sin embargo algo seguía recomiéndolo por dentro: “Cómo le gusta que le llamen”, había puntualizado, y aquello despertó en Arthur la curiosidad de Gabe, de saber si le había descubierto, si realmente sabía que era un nombre tomado en préstamo o bien se trataba de una mero modo de hablar, de introducir el truco.

El hombre siguió, y la mente de Arthur atraída por las órdenes del mago, aparcó esos pensamientos y observó, escudriñó de nuevo, atendió con todos sus sentidos. Nada, no había nada en la mano del hombre, y tampoco sentía ningún peso precolocado en él. Entornó los ojos al techo y rió brevemente decepcionado, y relajo la tensión de sus hombros creyendo que el engaño se encontraba en que no iba a pasar absolutamente nada. Y se preparó para reír con él cuando abriese la mano y la mostrara vacía, y sin embargo, cuando mostró la piedra tallada se quedó completamente frío, pálido, pasmado; sintiendo como su sangre se arremolinaba en su corazón que latía rayando la arritmia.

- Bru-tal… - suspiró fascinado por como ese hombre había realizado el más sencillo de los trucos convirtiéndolo en el mayor enigma que había visto jamás, consiguiendo que él mismo se perdiera en ese sueño que tanto deseaba alimentar.

Prácticamente había conseguido freírle el cerbero, monopolizarlo en repasar una y otra vez las acciones del mago buscando el momento que pasó por alto, encontrar el resquicio en la perfección y de pronto la realidad y el frío de fin de año le golpearon en la frente, viéndose abandonando el edificio, alejándose de su destino, por el momento.

Gabe no se rendía con facilidad, y después de conocer a ese mago, la sensación de que podía haber lo imposible se había acentuado en él, determinándolo a perfeccionar cada truco existente para ser digno de volver a cruzar su camino con el mago francés.

 

 

Notas de juego

Si no es mucho pedir, ¿podrías ponerme como PJ muerto para poder seguir teniendo la partida a mano? A veces, cuando el tiempo me lo permite, releo o busco el recuerdo de algunas ideas. 

Gracias de nuevo por dirigirme, ha sido un auténtico honor.