Partida Rol por web

-¿Acaso la Naturrrraleza puede hacer volarrrr este galeón, querrrrida niña?-, inquirió Zigresky dedicando una sonrisa exagerada a Comadreja. La joven frunció el ceño, dispuesta a replicar. El gnomo no lo permitió.

-La duda es el veneno que atenaza los corrrrrrazones de los débiles, fraulein. Donde usted ve una torrrrrrmenta en contrrrra, yo veo la oporrrrtunidad de trrrrriunfarrrrr ante la adversidaT-, remató alzando un su docto dedo.

Zigresky estaba muy lejos de ser un pusilánime y hacía gala a sus congéneres: si logras desafiar la curiosidad de un gnomo, es posible que pierda toda su fortuna, sacrifique a su familia e incluso ponga en peligro su propia vida únicamente por saber si es capaz de hacer algo especialmente desafiante.

Y el Profesor Zigresky jamás había desafiado a una tormenta de hielo, como le había recordado -sin él saberlo- Sir Autumnshield.

Podría parecer que Comadreja se dejaría amedrentar por el sobrecogedor intelecto del gnomo ególatra.

Podría.

Pero Comadreja no era una mujer demasiado impresionable. Tenía buenas razones para no dejarse avasallar.

-¿Ha visto alguna vez algún gigante, Profesor...?

Entornó sus ojos, adoptando una mirada peligrosa que sus compañeros reclusos conocían bien. Iba a hacer sangre.

El gnomo se cruzó de brazos, molesto por la tozudez de la joven jefa de exploradores.

-Técnicamente, no he visto a ningún gigante en movimiento, perrrro conozco sus carrrrracterrrrrísticas biológicas básicas, sus hábitats naturrrrrales, dieta y...

Comadreja le interrumpió.

No sonreía.

-¿Ha visto alguna vez a un gigante a menos de diez pasos de usted, Profesor?

Había bajado la voz hasta el punto de que parecía sisear sus preguntas.

El gnomo loco carraspeó, pero no contestó. Comadreja, sus ojos pardos aún clavados en el gnomo, casi pareció susurrar.

-Créame. Ninguno de los libros que haya estudiado, ninguno de los supuestos "expertos" que le haya hablado de la maldita dieta de esos seres y le aseguro que ningún maldito invento que usted pueda construir se acerca, ligeramente, a lo que son esas cosas cuando están a menos de diez pasos de ti...

Notó las miradas posadas en ella y sus mandíbulas tan tensas que podrían hacerle sangrar las encías. Lanzó un largo suspiro y miró a Efrain.

-Perdón, Capitán. Necesito tomar el aire... Si me disculpan.

Avanzó hacia cubierta sin poder alejar el rostro de su hermano de su mente.

Zevran aguantó en un tenso silencio hasta que Comadreja abandonó la Sala de Guerra.

-Oh, boy... Eso ha sido intenso. ¿Qué ha pasado?-, inquirió a Chafee en un susurro.

El roedor, aún con su sombrero detectivesco, se atusó sus bigotitos antes de exhalar una de sus vaharadas de aire emulando a Humphrey Bogart.

-Fuuuuuu... Creo, Zev, que tenemos en el equipo una mujer con un pasado...

Miró a su hermano de armas con ojos entornados y una ceja enarcada.

-Ya sólo nos falta un hombre sin futuro para construir una novela negra... Fuuuuuuuuu...

Zigresky se rascó su barbado mentón y carraspeó, retomando la conversación.

-Mentes escépticas... En fin, rrrrreplicando a su prrrrregunta, fraulein Harrington, rrrreiterrrada porrrr Herrrr Autumnshield...

Continuando pues la pregunta de la señorita Laureena, ¿Hay alguna forma de acercarnos al poblado sin que descubran la embarcación?

-La Serrrrendipia es una nave de combate, Herrrr Autumnshield.

Dijo aquello como si la respuesta no fuese obvia en sí misma. 

-Estamos prrrrrreparrrrrrados para el despliegue de trrrrrropas desde el airrrrre...

Zigresky sonrió de tal modo que heló la sangre del paladín. Estaba a punto de lanzar una carga de profundidad.

El gnomo loco extrajo de un armario un juego de membranas adheridas a un armazón de madera insertado en una especie de mochila y se lo ajustó con habilidad. Extendió las alas y exclamó muy emocionado.

-¡¡¡PARRRRRACAIDISMO!!! La guerrrrrra ha cambiado, Herr Autumnshield. La guerrrrra, en el futurrrrrro, se harrrrrá en los cielos. 

Vaya, parece que finalmente acabaremos por saltar del barco sí o si, según las últimas declaraciones de Herr Prrrofesorr. No es algo que me apeteca especialmente hacer, la verdad, no soy demasiado amante de las alturas.

- Entonces, queda claro que entraremos primero Zev, Chafee y yo. ¿Alguna dama tendría la amabilidad de acompañarnos y ayudarnos con el deleite de su bonita voz? Eso ayudaría a captar la atención del público y nos ahorraría algún que otro tomatazo. - Lo digo mientras miro a ese par, en especial a McCheese, que tengo claro que su voz y sus dotes artísticas no son del todo embelesadoras, digamos. Comadreja se ha ido hacía unos instantes, tampoco creía que ella se fuese a prestar voluntaria para algo así. Seguro que ahora mismo se está sintiendo avergonzada por abrir parte de su ser ante todos, luego quiero ir a hablar con ella para ver como está e intentar sonsacarle algo más sobre los gigantes y sobre su vida.

- Y, ¿cuál sería el plan? Una vez tengais la información, ¿cómo nos comunicamos o dónde nos reunimos? ¿Acordamos algún tipo de señal, Capitan? - Un nuevo cigarrillo reposa entre mis labios y el humo envuelve la sala en una neblina poco densa, pero se huele.

Y, ¿cuál sería el plan? Una vez tengais la información, ¿cómo nos comunicamos o dónde nos reunimos? ¿Acordamos algún tipo de señal, Capitan?

-Ahorrrrrrra que lo dice el señorrrrr Banjowitz, sí que disponemos de un instrrrrumento de comunicación avanzado parrrra esta misión... Imagino que Herr Stedman le habló de él, Herr Autumnshield...

El Profesor Zigresky empezó a frotarse las manos mientras reía de modo maníaco.

-Ñeh, ñeh, ñeh, ñeh, ñeeeh... ¡PERRRRRMÍTANME PRRRRRESENTARRRRRLES UNO DE MIS MÁS AUDACES INVENTOS...! ¡EL PÁJARRRO MENSAJERRRO ARRRRRRRRQUÍMEDES, ALIAS ARRRRRRRCHIE!

El gnomo se sacó una llave de plata de la barba, dejando la sospechosa sensación de que más que barba era un postizo repleto de útiles bolsillos y compartimentos secretos. Introdujo la llave en la cerradura de un baúl y tomó con exquisito cuidado lo que parecía un pajarraco de metal y cables cuyos ojos bullían de energía.

-¡SALUDA A TUS COMPAÑERRRROS, ARRRRRRCHIE!

El pájaro, a todas luces una copia metalizada de un búho de plumaje oscuro con matices sanguíneos, observaba con aparente inteligencia a los allí presentes con dos enormes orbes de fuego solar sin parpadear. Alzó una de sus alas y casi pareció dedicar un saludo militar.

-¡Uuuuuh, uh, huhuhuuuuuu, uuuuuuuuuuh!-, fueron sus palabras exactas.

-Quierrrre decirrr que "Se prrrresenta el soldado Arrrrrchie I. Encantado de conocerrrrrles"-, dijo alegremente el Profesor Zigresky admirando su invento con orgullo paternal.

Chafee dio un brinco del susto al ver a Archie y habría dado un jardazo espectacular de no ser porque Zev estuvo atento y lo cogió en brazos al vuelo.

-¡CÁSPITA! ¡Yo no pienso llevar al pajarraco ese! ¡Me da más miedo que los de verdad! ¡Uno de esos gofrutas se cargó a mi primo Vassily! ¡No puedes cogerles por sorpresa! ¡Giran el cuello en todas direcciones!-. Chafee descendió al suelo e intentó girar su cuello en un ángulo de 360 grados, pero al ver que no podía puso sus brazos en jarras y miró a los presentes con evidente fastidio. -No os hagáis los tontos. Sé que me entendéis. Esa cosa le daría miedo hasta al hurón de Billy-, dijo señalando la chistera del bardo. -Billy, haz la prueba, macho. Es mitad asesino volador mitad cíborg... Este gnomo está chalado perdido...-, añadió mientras olfateaba a Archie con claras sospechas.

-Hmmmm... Esto me recuerda a aquella película... "Durmiendo con su enemigo"... No pienso llevar al pajarraco en mi mochila. Que conste en acta-, dijo alzando su dedito ratonil sin perder de vista a Archie, al que dedicó una mirada entornada.

Zev estalló en una carcajada al ver la reacción de su compañero, palmeándose la pantorrilla y doblándose de la risa.

-¡Eso ha sido demasiado bueno! ¡Ouh, aire... necesito aire...!

Lanzó un silbido y se enjugó las lágrimas que manaban por sus mejillas antes de apoyar a Billy.

-¡Estoy con Will, The Thrill! ¡Chaf, él y yo podemos servir de avanzadilla, Cap! Y si me permite la sugerencia, no me importaría que fuese con nosotros la Lady o nuestra flamante jefa de rastreadores. Al fin y al cabo, no sabemos qué habrá en Bowerstone... Sólo una cosa: ¿Qué van a hacer aquí el resto mientras nos adelantamos?

Tras el cantazo del bocachancla de Chafee sobre el hurón (es cierto que no le había pedido discreción). Se me nota un poco más alterado. - Bueno, sea como sea ya es cosa suya, si usamos el pajarraco para comunicarnos me parece bien, pero asegúrese de que es discreto. No será bueno verle destellos brillantes mientras revolotea el pueblo de uno a otro... Por otro lado, voy a estar fuera, preparándome. Cuando tengan el equipo de incursión decidido, comuníquenmelo. El resto ya será cosa suya. Mi especialidad son las distracciónes y sacar información, contra gigantes puedo hacer más bien poco. Si me disculpan... - Y con un pequeño gesto tocando el ala del sombrero y una ligera reverencia, salgo de la sala en busca de Comadreja.

Cita:

- Supongo… pero tal vez pudiéramos aprovechar la fuerza de una ventisca real para disminuir la fuerza de la mágica momentáneamente. Confío en sus conocimientos y experiencia, Profesor Tchaikowski.

Como cualquier líder que se preciase, el Caballero del Zodiaco sabía hablar de cosas de las que no tenía ni la más remota idea y sabía dar órdenes de dudosa posibilidad de cumplimiento. Se notaba que empezaba a acostumbrarse al cargo.

La conversación tomó entonces un rumbo diferente. Casi fue como si Comadreja tuviera algo personal contra el gnomo… aunque para Efrain las piezas comenzaban a encajar: por un lado, aquella expresión en la celda de interrogatorios; después, su seguridad al hablar de aquellas montañas; y ahora esta pasión… Desde luego Comadreja tenía algo personal, pero era contra el gnomo sino contra los Gigantes. ¿Habría hecho bien en pedirle que viniera o le había pedido algo que acabaría por romperla aunque sobreviviera? 

Cita:

Efrain no dijo nada, pero respondió a la solicitud con un leve asentimiento de cabeza. Miró con tristeza manifiesta a la joven mientras abandonaba la Sala de Guerra: 

La he traído de vuelta a su Barovia- pensó compungido.

Sin embargo ahora no era momento para dejar medrar ese tipo de pensamientos. El profesor les estaba explicando su plan para hacerles bajar a tierra sin exponer el navío a miradas indiscretas.

- ¿Paracaídas?- repitió incrédulo.- Profesor, no se alarme pero saltar de un barco volador con una mochila membranera a la espalda no era lo que tenía en mente… Además, plantea otra incógnita: ¿Cómo volveremos a la nave? Esas mochilas no nos harán volar, ¿verdad?

- Ah sí, el señor Stedman comentó algo sobre un ave- confirmó al profesor, aunque no se esperaba ni por asomo que se estuviera refiriendo a un ave metálica.- Claro, por supuesto que debía ser algo así- comentó con voz neutra. 

No tardó en ver, sin embargo, las ventajas de un objeto así aunque un comentario que hizo el hombre rata le detuvo con la palabra en la boca. De forma inmediata y sin poder evitarlo, su mirada pasó de Chafee a Hamleen y de él a Mikeala y Celestina. ¿Se habrían dado cuenta del disfraz de su antiguo compañero? Entendió perfectamente consiguiente el nerviosismo de éste y no puso pegas a que abandonara también la sala.

- Por lo que se ve ya vamos quedando menos…- bromeó para quitar algo de hierro al asunto.- Volviendo al tema: profesor, ¿Cómo funciona el av… esto… Archie? No he entendido nada de lo que ha dicho. 

Aun quedaba el tema de decidir quién bajaría a tierra cuando llegaran a Bowerstone, pero antes tenía que saber cómo hacer funcionar al ave mecánica y cómo volver a la nave una vez acabada su tarea.

-Créame. Ninguno de los libros que haya estudiado, ninguno de los supuestos "expertos" que le haya hablado de la maldita dieta de esos seres y le aseguro que ningún maldito invento que usted pueda construir se acerca, ligeramente, a lo que son esas cosas cuando están a menos de diez pasos de ti...

-Señorita comadreja, si tiene tanta experiencia con el trato de gigantes podría compartirla con el grupo en lugar de salir corriendo como una niña cada vez que algo le moleste.- Las palabras de Mikeala fueron serias, y duras, luego continuó hablando con los que se encontraban en la sala.-Ese tipo de actitudes es la que esperamos que no tengan. Efraín, no confiaría en que ella me cuide las espaldas, en lo que a mi respecta, podría ir saltando del barco como dijiste hace un momento.

¿Alguna dama tendría la amabilidad de acompañarnos y ayudarnos con el deleite de su bonita voz?

Como dije, señor Banjo, yo voy con uds. Cantar no sería mi tarea principal, pero puedo hacerlo si se necesita mantener la tapadera. También se tocar el violín, y traigo el mío aquí. Mikeala recordó el día que salieron de Daggerfold, cuando toco una pieza junto con Hamleen. nunca hubiera imaginado que la gaita y el violín se llevaran tan bien, pero ese día habían sonado bonito.

-¡¡¡PARRRRRACAIDISMO!!! La guerrrrrra ha cambiado, Herr Autumnshield. La guerrrrra, en el futurrrrrro, se harrrrrá en los cielos. 

-Imagino que ese artilugio ya fue probado con éxito antes ¿cierto?- Se notaba que no estaba cómoda con la idea de saltar por los aires.-¿No hay otra opción?

El búho de relojería de Zigresky era alucinante, y aunque el comentario sobre el hurón le trajo recuerdos, lo dejó pasar. -Señor Profesor, ¿podría llevarme ese fantástico artilugio luego de esta misión?. Seguramente con las ganancias podría comprárselo, por supuesto.

Sólo una cosa: ¿Qué van a hacer aquí el resto mientras nos adelantamos?

Se ve que tras toda esa actitud funky con mucho swing, nuestro compañero de múltiples brazos piensa después de todo. Iba a preguntar lo mismo, gracias por la respuesta Efraín

Comadreja no prestó demasiada atención a las palabras de Lady Edevane. Nada iba a herirla más que sus recuerdos en aquel instante. Agradeció que Ser Autumnshield le diese cierto espacio y no añadió nada más antes de subir sola a cubierta.

El aire nocturno golpeó sus fosas nasales y el frescor penetró en sus pulmones, regalándole una efímera sensación de paz. Necesitaba salir de ahí dentro o a buen seguro se habría derrumbado.

Recorrió la tarima hasta alcanzar el palo mayor del navío. Entonces miró al cielo estrellado y sus ojos se posaron en el puesto de vigía, ahora desocupado, por extraño que fuera eso en una nave de guerra.

"¿Por qué no?", se dijo para sus adentros.

Agarró con fuerza el juego de cuerdas que podía emplearse para subir, prefiriéndolo a la escala por la pura sensación de trepar al mismo cielo. Alcanzó el puesto con rapidez y ya arriba la sensación de estar a merced del viento le resultó abrumadora, hasta el punto de que creyó ser despojada de sus miedos por la acción de la misma brisa. Permaneció un instante contemplando la luna en su cuarto creciente y no pudo evitar musitar una tímida plegaria a Selune.

Fue en ese instante cuando advirtió que Billy salía a cubierta. A primera vista le pareció desorientado, confuso. ¿La estaba buscando a ella?

Se llevó una mano a la boca para carraspear disimuladamente con intención de llamar su atención, pero casi al mismo tiempo sus ojos se encontraron.

-Eh, marinero... Aquí arriba.

Cuando recorro la cubierta en busca de Comadreja, la acabo encontrando subida al puesto de vigía del palo mayor. Ella me llama la atención, con lo que me doy por enterado y subo a su posición.

Me la encuentro pensativa, contemplando el panorama desde allí, como yo había heho hace un rato. Dejo unos instantes de silencio para que se acostumbre a mi presencia, en el que yo también me dedico a respirar la paz y la libertad de la que no gozabamos hace unas horas. Al cabo de unos minutos, me quito el sombrero para que Harry se pueda dar un paseo por la plataforma. El hurón la huele y se queda cerca de ella buscando su contacto físico.

- ¿Quién nos hubiese dicho esta mañana, que terminaríamos el día surcando las nubes, con la libertad más cerca y compartiendo un rato de auténtica soledad? - Es una pregunta claramente retórica que lanzo al aire, y dejo pasar un rato más de silencio, hasta que sí que me dirijo directamente a ella. - Por tus comentarios, puedo deducir que conoces a esos gigantes de cerca. Nunca me hablaste de tu procedencia, pero parece que conoces bien el Cinturón de Piedra. ¿Me equivoco?

-Espera, espera, espera... Quieres que nos pongamos esa cosa. Para tirarnos por la borda. Yo habré bebido, pero el borracho aquí eres tú.

Fue lo primero que se le pasó por la cabeza, y dijo, en cuanto vio aquel trozo de tela pegado a cuatro palos dentro de una mochila. Una cosa era que subiesen a bordo de ese cacharro volador y otra hacer un salto de fe sobre unas montañas nevadas.

-Mejor ve buscando donde aparcar este trasto que podamos bajar como dios manda.

Por si no fuese poco también sacó una especie de búho que debía venir en el mismo pack de Stedman, separados al nacer. Estaba claro que aquel chiflado al menos sabía como entretenerse construyendo cosas, igual incluso podría sacar algo de aquello siempre que no fuese otro trozo de tela con dos palos.

-Ya que tanto te gusta inventar, ¿por qué no inventas una llama que nunca se extinga? Una llama para quemarlos a todos y atarlos a las cenizas.

Pronunció con un tono de voz algo más siniestro. Aunque la idea de una llama que no se apagase sería el adorno perfecto para el monasterio. Habría que negociar al respecto.

Esa cosa le daría miedo hasta al hurón de Billy

Eso fue lo único que la sacó de sus pensamientos de adoradores del fuego y otros tipos de cultos no aptos para gente de bien. Su mirada rápidamente se dirigió a Billy, clavándose en este como si algo oliese a podrido a pesar del maravilloso baño que aquel grupo había recibido no mucho antes. Miró también de reojo a Mikeala pensando que ya solo le faltaba ir tras ella para tener al hijo perdido del gaitero ambulante más famoso. Afortunadamente todas sus miradas quedaban para ella.

También notó la mirada de Efrain sobre ella, pero la bebida ayudaba a no sumar dos y dos.

-Menos mirar bellezas y más concentración, tienes que convencer al hombre barba que las damas bajan a pata no con un triple mortal hacia atrás.

Respecto a ella, viendo que algunos salían, decidió hacer lo propio a ver si con el aire del exterior se le pasaba un poco todo lo que llevaba encima. No molestaría a Billy y a Comadreja en su momento de cortejo a la luz de las estrellas, pero si que se quedó viendo el panorama con aquella pequeña criatura correteando.

-Joder... Es como el desgraciado de Harry y el puto Harry II... Creo que se acabó el alcohol por hoy.

Convencida de que la aparición de los fantasmas de los difuntos Harrys era todo cosa de la bebida retomó el paso, acercándose al extremo de la proa para apoyarse y tratar de ver el suelo desde aquella altura. Definitivamente aquello de saltar con un cacho de tela no sonaba nada bien.

El gnomo estaba loco, pero no tenía un miserable pelo de estúpido.

Frotóse las manos divertido por el desconcierto que generó su invención alada y el miedo que asoló la sala cuando mostró "el parrrracaídas".

-Comprrrrrendo perrrrrrfectamente sus rrrrreticencias, perrrro perrrrrmítanme calmarrrr sus ánimos alterrrrrados por ese mal infecto que es la ignorrrrrancia... ¡¡¡NECESITO UN VOLUNTARRRRRRIO!!!

La sonrisa desquiciada de Zigresky se acentuó cuando empezó a observar a sus potenciales cobayas.

-¡¡¡NECESITO A UN VALIENTE QUE NO TEMA A LA MUERRRRRRTE!!!-.

Por algún motivo, todos los ojos fueron a posarse en...

Laureena dio un paso al frente antes de que Zigresky acabase la frase.

-Dígame cómo funciona. Yo misma lo probaré.

Hablaba sin emoción alguna, el rictus sereno en una mueca seria, sus ojos glaucos clavados en el gnomo.

-Vale... Eso ha sido inesperado-, comentó Chafee a su camarada de cuatro brazos con un susurro mientras se atusaba uno de sus bigotines.

-Se masca la tragedia en el ambiente... Vamos a perder a nuestro primer efectivo antes de llegar al siguiente capítulo. ¡Ni siquiera hemos superado el tutorial!