Partida Rol por web

La vieja se lanzó delante de mí. Rodamos un poco.

¡¡¡AAAAAAAAAAAHHHHH!!! Sentí un gran dolor, el momento exacto de la mordida en mi pantorrilla. Sentí, además, una rabia interna muy grande. Por eso, hice acopio de las pocas fuerzas que tenía, y no sé ni como, traté de quitarme de encima al zombi que me tenía entre sus fauces, nunca mejor dicho. Traté de empujarla apretando en sus hombros y echándola a un lado. Por el esfuerzo, el dolor de la pantorrilla aumentaba y mucho.

Sacando fuerzas de flaqueza, conseguiste quitarte a la mujer de encima, empujando y echándole a un lado. Te levantaste como pudiste, sólo para descubrir que el otro "habitante" subía por las escaleras. La mujer estaba en el suelo y ya se estaba incorporando.

Spencer, un amigo de Bobby, decía que los ciegos oían mucho porque no podían ver con los ojos y entonces veían con las orejas. Por eso mismo, argumentaba, Daredevil era tan super fuerte y se podía hacer, recuerda literalmente, una imagen mental tridimensional del entorno en su mente. Y eso mismo piensa hacer él.

Debido a la falta de luz y a la inminente situación de peligro de Ian, el pequeño cierra los ojos, junta los pies, levanta los brazos y junta las manos delante de su pecho, como en esas pelis de ninjas en las que se concentran mucho y detectan a los enemigos. Si a Naruto le funcionaba, ¿por qué no a él?

Sue entra directamente en la cocina muy rápido para no separarse del grupo y allí busca algún arma, un cuchillo grande o una buena sartén, cualquier cosa le vale. Entonces percibe los golpes en el piso de arriba y su mirada vuelve sobre Walter y Bobby...que está haciendo extraños movimientos. En otra ocasión se habría reído o admirado de la capacidad del niño de mantenerse "apartado" del horror que vivían. Pero no era el momento.

-Arriba...Walter.-dice con un deje nervioso en la voz esperando que él vaya delante, ya que tiene el arma de fuego.

La cocina está bien surtida: cuchillos, cucharas, tenedores, sartenes, ollas... Bobby se concentra mientras Sue toma un cuchillo de cortar pescado, el más hermoso que ve. Mientras tanto escucháis cómo las escaleras crujen, alguien sube o baja por ellas. También golpes en el piso de arriba, encima de vosotros. Como si hubiese una pelea.

Tenéis la puerta cerrada frente a vosotros.

Ian está peleando con alguien arriba. Percibes que cae al suelo él y otra persona, que ruedan por el suelo y uno de ellos se levanta y camina. Por otro lado, percibes cómo alguien muy muy pesado y muy grande, sube o baja por las escaleras. Estás asustado y preocupado por tu amigo Ian.

Bobby abre de repente los ojos. ¡El mapa mental tridimensional ha funcionado! ¡Fuá, verás cuando se lo diga mañana a Spencer en el cole!

- ¡Chicos, chicos! -dice con urgencia-. Hay una pelea en el piso de arriba, seguro que es Ian -empieza con tono serio-. Alguien ha caído al suelo, y la otra persona también, y entonces han rodado por el suelo, y entonces uno de los dos se acaba de levantar -poco a poco pierde la seriedad y vuelve a explicar las cosas atropelladamente y con los mismos conectores todo el rato, como el niño que es-, que espero que sea Ian, y entonces alguien muy grande está subiendo por las escaleras, o bajando, no sé, y entonces le pegará a Ian, y, y, y, y, ¡tenemos que hacer algo ya! Vamos, vamos, vamos.

Antes de que la mujer se volviera a levantar, traté de huir. Me levanté, busqué el abrecartas y me dispuse a lanzarme por la misma ventana (la trasera) por la que había accedido. Había que hacerlo rápido, pues el tipo de abajo ya subía. ¡Maldición!

-Venga vamos arriba de una vez...- dice Sue, armándose de valor y empieza a dirigirse a las escaleras, iniciando la marcha con el cuchillo bien apretado entre las manos con un gran tensión en sus músculos.

Como activado por un resorte, tomaste el abrecartas del suelo y te lanzaste a través de la ventana, escapando de aquella pesadilla, queriendo psicológicamente, dejar todo ello atrás. Aunque desgraciadamente, aquella pesadilla era real y huías sólo momentáneamente.

Saltaste hacia fuera y te descolgaste, volviendo la lateral de la casa, ya era de noche y la única luz era la de la parte trasera de la casa. No había nadie en el jardín, volvías a estar solo. Tus compañeros habían entrado.

Sue abre la puerta de la cocina y recorréis el pasillo hasta la puerta delantera. Escucháis ahora más ruido arriba y un ruido en el jardín fuera. Justo en la ventana, en la lado derecho de la casa, por la que había trepado Ian.

Las escaleras están oscuras, no se ve nada, pero escucháis a alguien en el otro extremo de las escaleras, en el piso de arriba y algún ruido más. Cuando llegáis al pie de las escaleras, en el piso de arriba en la penumbra, distinguís unas botas embarradas y unos pantalones vaqueros encima. Se ve una silueta enorme que desciende por las escaleras hasta vosotros.

Tenéis la puerta delantera de la calle a vuestras espaldas, de frente el pasillo para volver a la cocina y la parte trasera y al frente a la derecha, las escaleras por las que desciende la presencia.

Me fuí hacia la camioneta... ¿Sue dijo que estaban las llaves? -realmente no recordaba aquello-. No, no hay... eso dijo -decía yo en alto-. Sin embargo, si trato de hacer un puente... ¡Tal vez pueda arrancar y avisar al resto para largarnos de un pu** vez! -estaba totalmente fuera de mí-; aún recordaba cómo la vieja zombie se había lanzado sobre mi cuerpo, y cómo el tipo de los golpes, presumiblemente el marido, casi me atrapa escaleras arriba... ¡Joder! Me fui hacia la camioneta a tratar de arrancarla juntando un par de cables... ¡No es un Camaro como el que aparqué el mes pasado, carajo! ¡Es una maldita camioneta de tres al cuarto!

Me metí entonces en la camioneta, me agaché bajo el volante, saqué la tapa de la tapicería y busqué el cable rojo del mecanismo de arranque para empalmarlo con el que estaba conectado a la batería. ¡Arranca joder! ¡¡ARRANCAAAAAA!! ¡Trata de arrancarloooo IAN!!  ¡Trata de arrancarlo por DIOSSSS! -gritaba con los cables entre los dedos-.

Sigo a Sue, que esta armada para el cuerpo a cuerpo, sin caer en que ella no es una compañera de asalto, sino mi chica, periodista.

Le apunto rápidamente con el arma, la amartilleo y apunto a la cabeza, consciente de que, si se trata de uno de los "zombies", solo así podría detenerle.

-Soy el agente Brandon, detengase e identifiquese inmediatamente -bramo con una voz tan autoritaria como puedo.

- ¡Eso, alto ahí! -grita Bobby- ¡Somos muchos! ¡No tienes escapatoria!

El niño trata de reafirmar las palabras de su hermano, agarrándose fuerte a su pierna, para intimidar al hombre y a la vez para transmitir fuerza y apoyo a Walter. Sin embargo, su voz de pito no resulta demasiado autoritaria.

Descendiendo por las escaleras, en la penumbra, podéis distinguir que la persona que desciende ha dejado de ser humana hace poco. Aún tiene sangre fresca y una enorme herida en el pecho. Se trata del dueño de la propiedad suponéis, un enorme granjero calvo, vestido con mono vaquero y de casi dos metros.

Walter viendo que evidentemente es uno de ellos, hace fuego. La detonación os tapona los oídos. Rápidamente Bobby y Sue se tapan los oídos y fruncen en ceño del pitido que notan y el dolor agudo de la deflagración. En la frente del hombre aparece un círculo rojo que antes no estaba, en una forma simétrica perfecta y uno de los escalones es agujereado por la bala al salir del cráneo del granjero. Éste cae hacia delante y rueda hasta el final de las escaleras y golpea la puerta delantera con fuerza en su caída, abriéndola.

Walter que está más acostumbrado obviamente a los disparos, escucha perfectamente más movimiento en el piso de arriba, pero precisamente en esos momentos, escucha el sonido más maravilloso del mundo: un motor arrancando y luego el sonido del motor al ralentí, para acto seguido escuchar un motor acelerando y un vehículo en movimiento.

Al asomaros a la puerta, veis claramente a Ian montado en la camioneta roja que había en la parte trasera. ¡El puto aparcacoches le ha hecho un puente a la camioneta del año de la tana!

Ian se coloca justo con su ventanilla frente a la entrada, la baja, extiende el brazo y os sonríe en plan : "soy el puto amo" mientras os hace un gesto para que subáis. Lógicamente  no hay duda que quepa y cuando subís a la camioneta veis una viejecita, que tampoco es humana, descendiendo por las escaleras de la casa y asomándose a la puerta delantera.

Las luces de la camioneta son vuestra única iluminación mientras transitáis una pequeña carreterilla tras dejar atrás a la viejecita, quien en último momento extendió los brazos intentado agarraros, la granja y a la horda de personas enfermas que se les escuchaba moverse justo cuando salísteis de la granja, os iban cerca, si hubiéseis tardado diez minutos más en salir de la granja, problablemente os habríais visto rodeados y casi acabados.

La radio de la camioneta funciona y en todas las emisoras escucháis un parte especial: en todo Michigan se habla del mismo fenómeno. Ataques espontáneos de personas rabiosas que han perdido la cordura, pero vosotros sabéis la verdad. Esas personas han dejado de ser humanas... la carretera que transitáis está despejada, apenas veis cuando llegáis a la carretera general, unos cuantos enfermos a los lados deambulando sin rumbo. Ian sigue conduciendo y entonces os dais cuenta, un enorme cartel a vuestra derecha os anuncia:

DETROIT. LA CIUDAD DEL AUTOMÓVIL. 10 MILLAS.

Pero ésa ya es otra historia...

-Muy buena, Ian- digo, dandole un golpecito en el hombro desde atras.

Cuando termina la tensión, miro a Sue, me llevo los dedos a los ojos y luego señalo mi espalda. levanto la ropa lo justo para que pueda ver la herida, y susurro -¿Que aspecto tiene?