Partida Rol por web

La mujer se da la vuelta sin dejar de cantar. Entonces lo ves:

Tiene unos horribles ojos rojos que casi se salen de las órbitas. La mujer abre la boca ( ahora sí deja de cantar ) mostrando una fila de dientes amarillos casi naranjas del tamaño de un dedo. Además observas que en vez de tener manos tiene garras afiladas.

La mujer lanza un grito e intenta morderte pero sin éxito.

La situación se esta complicando a marchas forzadas. Esto tiene que ser cosa de magia. El bosque se ha vuelto oscura y la espesura llega a límites que nunca había pasado.

Y ese cántico, me parece que la situación empieza a no gustarme. ¿Donde están mis compañeros?

Aterrada ante semejante visión lo único que logro hacer en ese momento es lograr que no me muerda con esa horrible dentuadura e intentar huir y ponerme a salvo. Lo primero sería correr pero gracias a mi instinto de supervivencia he logrado sacar el cuchillo antes incluso de que pudiera haberme dado cuenta de ello.

El miedo ante lo que acabo de ver me impide defenderme a cuchillazos con claridad pero mis reflejos siempre han sido excelentes y parece que en esta ocasión también van a estar de mi parte.
¿Qué clase de demonio se ha instaurado en el cuerpo de esta mujer? pienso en el estrés de la pelea.

La mujer se abalanza sobre ti, en un primer momento la esquivas pero la mujer obstinada y empeñada te agarra y te lanza un mordisco al pecho que te desgarra la blusa, atravesando el tejido y la carne.

Lanzas un aullido de dolor y caes al suelo de espaldas.

No sin mucho esfuerzo, logras levantarte. Te das cuenta de que la niebla se está disipando y la mujer ha desaparecido.

Poco a poco la niebla comienza a disiparse, a medida que esto sucede os vais encontrando unos con otros. Resultó que no estabais tan lejos como parecía.

La única que no aparece por ningún lado es Inés.

Con un dolor horrible aplastándome el pecho de pronto me percato de que ya no está la mujer. Pero no ha podido ser un sueño ni una alucinación, el mordisco es real, muy real por desgracia.
Con el pecho casi al descubierto y herida arrastro los pies como puedo hacia el río para mojar la herida con cuidado y después me giro para intentar volver al camino por el lugar por donde llegué a aquel maldito rincón del bosque.
Maldita sea, ¿pero qué clase de demonio era esa mujer? Dios mío, protégeme... pienso apretándome ambas manos sobre el pecho casi llorando de dolor. Necesito a Ramona... Necesito...

Ramona mira a su alrededor hasta identificar a todos los que la acompañaban, parece que están todos... espera! Falta Inés, ¿dónde se habrá metido?

Inés, Inés, responde! Inés! ¿Estás por aquí?-empieza a gritar con toda la voz que es capaz de reclutar la mujer-.

Estoy.... eeee... ¡Estoy! ¡¡Estoy aquí!! - consigo gritar finalmente sujetándome el pecho y tratando de no caerme a causa del dolor, intentando seguir la voz de mi compañera con bastante dificultad dado mi estado.- Estoy aquí...

Un poco confundido por la extraña niebla saco instintivamente la espada corta y me pongo en guardia. Según la visibilidad comienza a mejorar observo a los compañeros se distinguen en la bruma. Al no ver a Inés, me acerco a la fuente de su voz con cuidado de no caer en algún hoyo o con una rama que sobresalga del suelo del bosque.

Al oir la voz de Inés, Ramona se acerca junto a ella y le coge cariñosamente el hombro, dejando el arco en el suelo para ver como se encuentra su compañera...

¿Te encuentras bien? ¿Estás herida? -dice con un tono de voz visiblemente preocupada-.

Ay, al fin Ramona... pienso al ver aparecer a la mujer frente a mi. Me extraña que no vea la herida pero la respondo igualmente:
- Una... una mujer estaba cantando y cuando la he ido a hablar se ha abalanzado sobre mi como poseída y me ha mordido en el pecho. Era un demonio, estoy segura... - explico con la voz débil a mi compañera que me acoge entre sus brazos y apartando mis manos de mi pecho le muestro la herida.

Dios mío! -grita Ramona al ver la herida de Inés-

Rápidamente saca algunas hierbas que lleva encima y empieza a mascarlas en la boca para hacer una especie de papilla de color verde que deposita encima de un pequeño cuenco. Limpia con agua la herida de Inés y luego aplica las hierbas encima de la herida del pecho de Inés.

Por favor, no os acerquéis -dice a sus compañeros que supone querrán ver qué ha pasado y comprobar que Inés está bien-. No es decoroso para una mujer que un hombre la vea así... Se recuperará -dice con tono tranquilizador y esbozando una sonrisa, para calmar a sus compañeros-.

Dicho esto se vuelve a centrar en la herida de Inés para evitar que sangre demasiado y se infecte. Acto seguido coge un par de pañuelos secos que había lavado el día anterior y los utiliza como vendajes improvisados.

Hija mía, te recomiendo que digas que ha sido una bestia del bosque... no conviene alterar a los demás con historias de demonios... además, podría acarrearte problemas más adelante... -le susurra al oído-.

Depues de que la niebla se disipara,  veo que estamos todos. uff menos mal, lasituación no me gustaba un pelo. Incluso a aparecido Ines, aunque algo le ha pasado pero Ramona nos pide que no nos acerquemos. Siempre respetare a las damas.

¿Ehsssh Graaaveeeee?. Logro decir no sin antes un gran esfuerzo.

- Gra... gracias Ramona. - es todo lo que consigo tartamudear antes de que la mujer empiece a untarme un ungüento sobre la herida que hace que me escueza.

Tras el consejo de ella de disfrazar la verdad para no preocupar al resto de compañeros no puedo sino asentir con la cabeza pues sé que es lo mejor. Aquel demonio me mordió y después desapareció, no creo que debamos preocuparnos de que pueda volver a aparecer. Al menos así solo aparecerá en mis sueños cuando cierre los ojos y mejor será ahorrar ese trauma al resto.
- Sí, tienes razón... Mejor será que no sepan nada. Cuando esté mejor intentaré arreglarme la blusa... - le respondo mirándome la herida y los jirones de blusa que cuelgan a un lado y a otro de la misma.- ¿Me pondré bien? Me encuentro débil...

Visiblemente alterado y molesto por los gritos de las mujeres, Tobías estalla en reproches hacia su señor:

-¡Con semejantes rebuznos no harán otra cosa que servirnos en bandeja a los bandidos del lugar!, ¡no van a traernos más que problemas!.

Sus quejas se acompañan de aspavientos, ceño fruncido y repetidos esputos contra la hojarasca.

El mercader, que iba a la cabeza, hace parar a su yegua y la encara con la comitiva tras asistir al griterío y a las acaloradas maldiciones del criado.

-¡¿A qué viene tanto alboroto?!, no es conveniente llamar la atención, las malas gentes esperan como agua de mayo el paso de compañías como la nuestra... es menester que reanudemos la marcha de inmediato con mayor ahínco.

Y sin atender a explicaciones, espolea la montura y continúa el camino, seguido por el carruaje tirado por un malhumorado Tobías.

Descuida, te pondrás bien... ¿Puedes levantarte? -le dice mientras le ayuda a levantarse-

Ramona le presta la capa que llevaba puesta para que pueda abrigarse. Recoge el arco que había dejado en el suelo, mira por última vez la herida en el pecho de Inés y se pone en camino tratando de ayudarla a caminar.

Le debe de doler mucho pobrecita... Espero que no se infecte ni...

Cuando se acercan hasta donde están sus compañeros, junto con Malaquías y Tobías, Ramona empieza a hablar para ahorrarle el mal trago a Inés.

Lo siento don Malaquías, ha sido sólo un susto, una bestia le ha atacado en el bosque por sorpresa, pero no es nada. Mañana ya estará recuperada. Le pedimos disculpas por el alboroto, no volverá a suceder -dice la mujer con gesto compungido-.

Espero que mejore pronto o no sé qué pasará. Si no puede seguir tendremos que quedarnos a cuidar de ella y perdermos la paga... y no tenemos dinero ni para comer... -pensaba para sí misma Ramona-.