Partida Rol por web

Posada "El Gigante Tullido"
Puerto Marítimo de Sulescu, al sur del Gran Ducado de Karameikos

La oscuridad de la noche ha hecho acto de presencia y la posada se encuentra a abarrotar. La gente del pueblo ha terminado su jornada en los más diversos trabajos y es la hora de tomar una jarra de buen aguamiel. Eric, el posadero, y su joven hija Lorna, no cesan en servir bebida al personal mientras el alboroto y el jolgorio se acrecentan en la posada con el paso del tiempo.

El lugar está repleto de humanos, aunque pueden verse algunos elfos, probablemente comerciantes que visitan el poblado como tantos otros en sus viajes por todo el Imperio. No se observa a ningún enano; ninguno en su sano juicio se encontraría por voluntad propia tan cerca del mar a menos que tuviera negocios importantes que atender.

Un grupo de jóvenes aventureros se hallan sentados tranquilamente en una esquina del local. Acaban de conocerse aunque comparten un objetivo común: encontrar la Puerta de los Sueños. Todos en el Mundo Conocido conocen el mito de la Puerta de los Sueños, aunque nadie sabe dónde se encuentra. Algunos creen que realmente no existe, que son cuentos de hadas para chiquillos, pero todos saben que el nombre de aquél que la encuentre perdurará por toda la eternidad.

Para bien o para mal, muchos son los buscadores, pero pocos los destinados a encontrar.

Estos jóvenes han sido enviados desde sus respectivas tierras para hallar la mítica Puerta de los Sueños. Han llegado al puerto de Sulescu con lo puesto, sin apenas monedas de oro, en busca de la aventura de sus vidas. Cada uno cuenta con su propia historia sobre por qué está ahí, en la posada, y sus compañeros están a punto de descubrirlo...

Os acabáis de encontrar, y por vuestro objetivo común os habéis sentado juntos para compartir una buena jarra de aguamiel. Para encontrar información fiable acerca de la Puerta de los Sueños, tal vez la mejor opción pase por visitar al Mago de la Corte del Duque Stefan III, regente de Karameikos y cuyo castillo se halla en la imponente ciudad portuaria de Specularum, capital del Gran Ducado. Sabéis que se encuentra, al menos, a unos cinco días a pie al norte de Sulescu, siguiendo por los caminos costeros de la playa, aunque os preguntáis con expectación el tipo de recibimiento que os daría alguien tan importante como el Mago de la Corte.

Sea como fuere, estáis disfrutando de un buen trago rodeado de parroquianos que cantan, bailan y, sobre todo, beben. Tras un primer intercambio de impresiones, ha llegado el momento de las presentaciones, ya que váis a permanecer juntos en tan augusto y noble viaje...

Animado por haber encontrado a alguien que comparte mi sueño de encontrar la mítica Puerta de los Sueños, miro con antención a mis compañeros de mesa y no puedo evitar fijarme en la peculiar belleza de Niké, en la traviesa mirada de Titiana y en las arrugas llenas de secretos de Knoss. Acto seguido, me presento:
- Me llamo Kaliber de Athenos, he llegado en barco esta misma mañana, y esta ciudad me resulta de lo más hostil. A duras penas he conseguido encontrar un lugar donde dormir. Menos mal que en esta posada quedaba una habitación. Me alegra haber encontrado compañeros para emprender mi búsqueda. Llevo soñando con encontrar la Puerta desde que mi mentor -al mencionar a su mentor una breve sombra aparece en sus ojos- me contara las leyendas sobre la misma, cuando yo no era más que un crío. Espero que mis conocimientos mágicos sean de ayuda. Seguro que sumando nuestras habilidades tendremos éxito, sea cual sea el desafío al que nos enfrentemos. He oído comentar a un parroquiano que cerca de aquí había una tienda de un alquimista, ¿alguno de vosotros sabe ir hasta allí? Aunque no creo que a estas horas esté abierto ya, claro.

El gran Vizir contemplaba el jolgorio de la taberna desde cierta distancia. Su apariencia y compostura hacia que desencajara en el lugar ... pero a decir verdad los campamentos Vistani a los que pertenecía no eran muy distintos y había un calor especial en el lugar que hacia que se sintiera cómodo.

Escuchó las palabras Kaliber y asintió en su deseo de encontrar la Puerta de los Sueños.

-También me agrada haber encontrado a mas gente interesada en tal aventura.- Dice en una sonrisa que fácilmente podría pasar desapercibida en su cascado rostro. -Si bien no tengo presencia de el desde hace tanto tiempo como usted ...-

El Vizir acarició el orbe de cristal que no había dejado su huesuda mano desde que habían entrado. Acarició su superficie con dos dedos, con cariño, como si acariciara la sedosa piel de una amante.

-Tuve ... una visión ... desde entonces no he podido conciliar el sueño de forma placentera y tengo una incansable necesidad de encontrar la puerta.-

El Vizir quedó en silencio durante unos instantes, observaba a la taberna a través de su orbe, que mantenía alzado a la altura de los ojos, como comprobando las tonalidades que adquiría la luz ... pasó la bola delante de Kaliber y se detuvo de golpe, como si viera algo.

Ladeo la cabeza, chasqueo la lengua.

-El futuro aguarda secretos ... a veces buenos ... a veces ... desagradables.- Dijo con voz pausada y grave mientras bajaba el orbe lenta y dramáticamente.

-Perdón, no conozco ninguna tienda de alquimia ... por cierto, creo que no me he presentado, soy Knoss de Monteraso y esta es mi preciosa hija, Titiana de Monteraso.-

El anciano hombre miró a su hija y sus ojos no pudieron evitar demostrar una cierta candidez.

Había tenido suerte. Tras varias semanas de viaje, había logrado dar con un lugar de paso de lo más particular. El bullicio, el tintineo de las copas y las carcajadas sueltas que hacían de telón de fondo eran un cambio agradable. Gente despreocupada, amable con los extraños. Tal era el ambiente de los pueblos mercantes. Y no más que una cuestión de tiempo que hallara en Sulescu a compañeros afines; gente que, al igual que ella, estuviera dispuesta a perseguir sus sueños y lanzarse a la aventura.

Escuchó a Kaliber y a Knoss con atención y mientras hablaban, ella sonrió. Era una expresión franca. Intercaló gestos de sorpresa y curiosidad a medida que relataban, lo cual a su vez le hizo reflexionar sobre lo que ella misma estaba dispuesta a compartir. No estaba muy acostumbrada a tratar con personas, cuanto más abrirse con desconocidos.

Era paradójico. No tenía miedo alguno a coger una espada, pero cuando se hallaba entre el bullicio, se volvía reservada y cauta.

Hizo un esfuerzo. Asintió cuando ambos finalizaron sus presentaciones y después tomó la palabra. Habló en un tono que mezcló cierta timidez y emoción:

“Es un placer conoceros, amigos. Me…”

Carraspeó, y luego miró al resto. Hizo el ademán de señalarse, posando la diestra sobre su pecho.

“Me podéis llamar Niké. Soy una aventurera, como vosotros, y mi deseo es saber más sobre los misterios de este mundo. Parecéis personas sagaces”, y tras este inciso, hizo una pausa. Acentuó su sonrisa. “De poco sé más que blandir espadas y lanzas. Pero me considero una persona honrada. Espero que vosotros tengáis a bien verme así.”

Cita:

Oír mi nombre me saca súbitamente de mi perplejidad. Desde que hemos entrado aun no he podido cerrar la boca de excitación, mis ojos saltaban de un lado al otro, mirando la gente disfrutar de los placeres de la comida, la bebida y la buena másica.

Oh ... Encantada, señor. - Doy un brinco para adelantarme un paso y plantarme delante de Kaliber. Acto seguido realizo una leve reverencia,adelantando un pie flexionando la rodilla al mismo tiempo que con los dedos levanto discretamente la maltrecha falta. Como he visto hacer alguna vez a las damas de sangre azul.
Señora ... - Repito la misma reverencia, pero ahora mirando hacia la gran mujer peliroja.

Vuelvo mi posición inicial, junto a Knoss, a su izquierda. Sin dejar de mirar a la mujer me inclino un poco, estiro el cuello y me pongo de puntillas para hablarle a mi padre. En voz baja, pero no lo suficiente como para mantener mis palabras en la privacidad - Mire Padre ... Ella debe de ser "la gran montaña roja" que viste en tus sueños. Es realmente enooooorme. - Suelto una risita algo infantil por alguna cosa que me ha hecho gracia - No le llego ni a la barbilla.

De repente, doy un salto, como si acabase de recordar algo importante que había olvidado. Con presteza me acerco a una de las sillas vacías, sacudo un par de veces la mano por encima, con intención de quitarle polvo o migajas que pudieran quedar y la acerco a la mesa - Siéntese Padre. - Ofrezco la silla a Knozz, con la soltura de quien ya ha hecho esto mil veces.
Después de Knoss busco otra silla, demasiado alta para mi, y poder ponerme a su lado. Al sentarme solo las puntas de mis pies descalzos alcanzan a tocar al suelo y los balanceo en el aire al ritmo de la música que suena de fondo, sin prestar mucha atención a lo que ocurre en nuestra mesa.

Al escuchar aquello de la gran montaña roja se le escapó una mueca de confusión. Miró a Titiana, preguntándose quizás si se mofaba de ella o realmente estaba sorprendida. Aún así, hizo un esfuerzo y recuperó la sonrisa. Quería ser amable. Tanto padre como hija tenían pinta de ser extranjeros; y se decía que la gente del sur era un tanto... excéntrica.

Al menos, desde el punto de vista de Niké. Pero ella no había visto mucho, así que la mayoría de lo que había visto en los últimos meses bien que podría encuadrarse dentro de esa categoría. Para ella, toda persona que saliera dentro de sus cánones era un sureño.

Como un anciano que afirma poder vislumbrar atisbos del porvenir.

"¿Así que podéis ver el futuro?", preguntó Niké en un tono bromista. "¿Podéis adivinar en lo que estoy pensando ahora mismo?"

El Vizir enarcó una ceja.

-Claro ... por una pieza de plata.- Sonrió afablemente mientras sacaba un pañuelo de seda purpura y lo doblaba sobre la mesa y luego ponía cuidadosamente su orbe en el.

Su mirada no mostraba ningún tipo de emoción y parecía perdida en el tiempo.

Con que un "adivino", ¿ eh ? ... Eso habrá que verlo ... - Respondo sin dejar de mirar un numeroso grupo junto la entrada que parecen estar pasándolo bastante bien. Pongo la mano sobre la mesa, extendida con la palma hacia arriba, como esperando que alguien ponga en ella una moneda de plata.

- Si los pensamientos sólo cuestan una moneda de plata, ¿qué no harías por una moneda de oro? En cualquier caso, mi maestro siempre decía que el futuro había que forjárselo y que de poco servía escudriñarlo, por eso yo prefiero la magia de combate. Ummm, creo que otra vez he dicho en voz alta lo que estaba pensando, como veis, maese Knoss, mis pensamientos no valen ni una moneda de cobre. Perdonadme si os han molestado mis palabras.
Dicho esto, trato de buscar al tabernero para pedir otra jarra de hidromiel con algo de comer, tratando de desviar la atención sobre lo que acaba de decir. Aunque, viendo el gesto de Titiana y su joven mano extendida, reconozco que siento la tentación de sacar una moneda de plata y ponerla sobre su mano... Tal vez en otra ocasión.

El Vizir escuchó a Kaliber.

-Con el suficiente oro y tiempo, puedo augurar los portentos de la vida de alguien ... cosa que no aconsejaría a nadie.- Añade de forma enigmática.

-Poca gente encaja bien si alguien amado va a morir o la oscuridad acecha sobre el mismo-

La muchacha se echó a reír tras escuchar aquellas ocurrencias. Ciertamente, ¿qué sentido tendría adivinar el porvenir? Más valía vivirlo y no adelantarse a los acontecimientos.

"Agradezco vuestra oferta, mi buen señor, pero como dice maese Kaliber, prefiero no obrar por medio de la hechicería lo que se puede lograr con el propio esfuerzo."

Sin duda, sus nuevos compañeros eran interesantes. Muy interesantes.

"Pero que ello no os impida advertirnos de los peligros que nos aguardan. Aunque tratad de no asustarnos demasiado; ¡o no saldremos de la posada!", dijo ella con aquel tono alegre, algo juguetón.

Cierro la mano con una mueca al comprobar que no hay nada en ella, pero sin dejar de mirar ni un instante a ese grupito animado de la entrada. Como la chiquilla encerrada en casa que mira por la ventana y con envidia a sus compañeros jugar en la calle.

Pero pronto se ve que no era permiso de nadie lo que esperaba. Vuelvo a inclinarme hacia mi padre para dirigirme a el en un tono discreto - Padre, voy a buscar algo para cenar.

Sin esperar su confirmación, me pongo en pie de un brinco y echo a correr hacia donde la alegria suena mas viva. Ya incluso antes de llegar, mis pies descalzos empiezan a moverse y saltar al ritmo de la melodía, para acabar levantando los brazo con un grito de jubilo que se deja sonar por un instante por encima del la música.
Allí agarrando sin pedir permiso a uno de los chicos que se encuentran alrededor del grupo, lo cojo por la cintura, lo arrastro sin vacilar hasta el centro del jolgorio. Me planto delante de el, le tomo las manos de las manos y tras una sonrisa a modo de salutación, empiezo a bailar con el como si no existiese un mañana.

El Vizir observó como su hija se lanzaba a los brazos de borrachos y campesinos con pesar en su mirada.

-Esta chica ...-

Chasqueo la lengua y un gato negro subió a la falda del adivino como si alguien lo hubiesa llamado. El gato era delgado y elegante, con un pelaje oscuro y brillante que quedaba resaltado por el amarillo de sus ojos.

Se lamió una patita y se froto una oreja mientras Knoss lo acarició con dulzura.

-Luna, vigila a Titiana para que no se meta en líos- El gato miró en dirección a la chica y soltó un maullido de protesta.

Con cierta desgana salto al suelo y se acercó hacia el grupo de personas que bailaban, corriendo entre la sombras y el mobiliario para pasar desapercibido.

El Vizir volvió a centrar su atención en la mesa.

-En todo caso ... si queremos investigar mas sobre esa puerta de los sueños, tendremos que buscar a alguien con el conocimiento suficiente, el mago de la corte, a no ser que alguien tenga otro plan.-

El viejo contempló con apatía su orbe mientras lo acariciaba entre sus delgados dedos.