Partida Rol por web

El bárbaro se había levantado como un gato asustado, en un instante tenía en la mano su gran apreciada arma, pues las voces de alarma indicaban que necesitaría utilizarla, el bárbaro cogía su espadón con fuerza mirando de donde podría provenir la defensa, la oscuridad envolvía todo el terreno, pero enseguida pudo comprobar los ojos brillantes hacia el noroeste de lo que parían ser unas criaturas, de ello estaba seguro de que era la amenaza, además una de sus compañeras se acercaba hacia allí, sin duda era allí. Como buen bárbaro y valeroso no dudó ni un instante en abalanzarse hacia allí para cargar contra la primera de las criaturas que se encontraría a su paso, moriría a manos de su arma por su pueblo....

El trasgo mas lejano estaba a 50 pies de distancia, justo dentro del rango de mi arco, nada mejor que atacar al que esta mas lejos para hacerlos juntarse.

Sin pensarmelo dos veces estire mi arco, y la flecha ya preparada que tenia puesta en el, para lanzarle un mensaje de bienvenida a los trasgos.

Mientras preparo mi escudo escucho a alguien jadeando, como si huyese de algo, y a otras criaturas, según me parece están soltando palabras malsonantes. Pero no logro distinguirlos con mi vista.

- ¿Veis algo? - pregunto a mis compañeros, mientras dudo si retroceder hacia la fogata o si acercarme hacia las voces... pero sin pdoer verlos, prefiero hacer lo primero

El hombre sediento de justicia comenzaba a contar con el tan necesario apoyo.

El rudimentario campamento se ponìa de piè justo despuès de que Samir partiera en dos el corazòn de su primer atacante.

Ya a cubierto, aunque herìdo, la cosa parecìa ponerse mejor para si... Hasta que, el trasgo que errara el primer disparo le dedicara una segunda atenciòn... Logrando un impacto a travès del denso follaje del arbol, tomando desprevenido al fatigado aunque cubierto explorador.

Nuevamente el siseo macabro al aproximarse el maderamen del pequeño proyectil, sin darle tiempo a esquivar, ni cubrirse, ni nada màs que sentir con dolor y asombro el pinchazo detràs del hombro derecho, perforando la carne y quedando como un mastil payacezco del que mana sangre...

Entre risitas nerviosas, el primero de los goblinoides en impactar inicialmente sobre el explorador lanza su segunda y ùltima jabalinilla, seguro de volver a conseguir su azaña... Pero su punterìa es imprecisa...

Hugash aparece espadòn en mano frente a la pequeña bestia reptiloide, para destriparla de un solo golpe dejandola postrada entre gritos de dolor y horror 

GUIIIIIAAAAA HHAHHAUuhhh...  

Que se apagan casi al instante en que la primer gota de sangre trasga cae desde la espada de Hugash al fresco pasto hasta ahora impoluto.

Casi al mismo tiempo, lorethel toma de entre sus pertenencias su arco y se dispone a cargar una flecha para disparar... Crotar le pasa frente a sus narices hecho una tromba, con los ojos iluminados por la fogata, o por un fulgor que le viene de su sangre orca y sanguinaria... Con una mueca aterradora del perro rabioso listo para morder a quien pueda... 

Arshade, tras observar el panorama y ver la ventaja numerica y de potencia, decide no malgastar uno de sus conjuros, al tiempo que piensa en la importancia de contar con un arma a distiancia... por ejemplo una honda... Tan solo se dirige a obtener la cobertura del àrbol tras el cual se esconde el explorador, para lograr asì socorrerlo en cuanto le fuera posible.

El explorador, herido y muy dolorido, quizá más de furia e injusticia que de tajos... Tensa el cordaje de su sencillo aunque poderoso arco largo... Devolviendo la gentileza del trasgo, a través del follaje y en la oscuridad de la noche, su saeta perfora la armadura acolchada de la vil criatura que chilla aterrada

Wiiiii! grita la bestezuela...

Viendo que la amenaza se esfuma, y consciente de que un trasgo en tales condiciones no habría de presentar batalla, decido trasladarme hasta donde el herido se encuentra, pero sin descuidar al trasgo y la posibilidad (aunque remota) de un "manotazo de ahogado"...

Aguante hombre, le ayudaremos!

Digo tratando de darle fuerzas... Aunque su ultimo disparo deja en evidencia que fuerzas no le faltan.

Durbara bufó. Así que había sido ese encapuchado el que había atraído a esas bestezuelas a su campamento. ¿Un incauto o un loco que se reía de la muerte?

Dejando esa pregunta sin contestar, la enana se arrojó sobre el trasgo más cercano aullando un grito de guerra y blandiendo el hacha por encima de su cabeza.

--¡Por Hela del Hacha Brillante!

Durbara bufó. Así que había sido ese encapuchado el que había atraído a esas bestezuelas a su campamento. ¿Un incauto o un loco que se reía de la muerte?

Dejando esa pregunta sin contestar, la enana se acercó hacia el único trasgo que quedaba en pie, cubriendo metódicamente el avance con su escudo. Aunque no dudaba de que el trasgo huiría, encontrándose en tanta inferioridad numérica y contra oponentes bien armados.

El trasgo maldice en quién sabe qué idioma (sino trasgo) y, superado y herido como está, escapa a lo profundo del bosque, justo al norte de su posición gritandoles

BSUSMDR S ÑS TRVOMVJS FR DID ;SFTRD!!!!!!!!!*

Se pierde en la espesura de momento.

Han pasado tan solo tres turnos de guardia, con lo que les quedan cinco horas de potencial sueño, o de persecución a la criatura. Sin embargo, el explorador está muy herido, y es menester darle asistencia.

GRAAA!!! MATEMOS TRASGO VIVO!!! Brama Crotar enfurecido saliendo maza en mano rumbo norte (hasta la altura de la enana aproximadamente)

Magnus, casi llegando donde el herido le grita al semiorco Alto Crotar! No vayas tras la criatura! Lo mejor es reagruparnos y aguantar la posición mientras aseguramos el perímetro! No te alejes!

Dice ya con el escudo bajo saludando al ensangrentado hombre misterioso

Mi nombre es Magnus, permítame ayudarlo con sus heridas, mis votos así lo demandan. Y, digame, qué hace aquí, luchando contra estas criaturas en medio del páramo, en mitad de la noche?

Viendo las heridas, el clérigo pide permiso con un gesto para retirarlas... Otorgando cierta clase de primeros auxilios. Así, extrae con pericia los proyectiles aún incrustados en el explorador, aún antes de que este responda siquiera... Pero quedaba lo pero... Y el clérigo no haría uso de su magia divina salvo que la justificación fuera valida...

El bárbaro semiorco a su vez, molesto ante la idea "cobarde" del líder, mira a Hugash, e incluso a la enana Dejamos que escape? Lamemos heridas de humano traedor de problemas? Blandiendo su enorme maza, niega con la cabeza Quién sigue a Crotar?

La reacción instintiva de Durbara fue salir en pos del trasgo, pero no le hizo falta más que un par de zancadas para darse cuenta de que su cuerpo rechoncho y de piernas cortas no estaba hecho para perseguir a nadie en un bosque desconocido a mitad de la noche. Eso la puso de mal humor y lanzó un hondo bufido.

--Magnus tiene razón --dijo, y empezó a buscar razones para autojustificarse:--. Los trasgos son criaturas cobardes, y valoran su sucio pellejo por encima de todo. Dudo que aunque avise a sus congéneres se atrevan a atacar a un grupo compacto y bien armado.

Enfundó el hacha en el cinto y se situó junto a Magnus, cruzada de brazos y examinando al explorador herido con el ceño fruncido. El clérigo había expresado en voz alta los pensamientos que ella misma había tenido hacía unos momentos. Por la culpa de ese viajero incauto habían tenido que repeler un ataque a su campamento. Habían salido ilesos, pero no le gustaba la idea de que la negligencia de otros la hubiera puesto en peligro a ella o a sus compañeros.

- Lo primero es atender al herido - digo con firmeza a Crotar - Además, no creo que sea buena idea perseguirle por un terreno que ese ser seguramente conoce mejor que nosotros. No es plan de meternos de cabeza en una emboscada, y los trasgos son conocidos por urdir trampas y emboscadas

Ya al lado del explorador y Magnus, me dirijo a éste primero haciendo gala de mi personalidad afable.

- Menuda noche movidita, ¿no? Soy Nathan, paladín al servicio de Tyr.

--Te estás confundiendo con los kobolds, Nathan --objetó Durbara--. Lo cierto es que los trasgos suelen ser bastante más primitivos en ese aspecto, y confían más en una aplastante superioridad numérica que en táctica elaborada. ¿No es así, Magnus?

Después se dirigió al recién llegado.

--Y yo me llamo Durbara --gruñó al desconocido--. Añadiría que estoy encantada de conocerte, pero lo cierto es que las circunstancias que nos han reunido no han sido precisamente las más apacibles.

- Sé lo que digo, mi buena Durbara. De todos modos, me reafirmo de que perseguir a uno en territorio inexplorado es muy mala idea, y más teniendo un trabajo pendiente. No estamos aquí para cazar trasgos.

El semiorco, màs primitivo en el bosque de lo que parecìa en la ciudad, mira a Hugash, su par bàrbaro esperando su respuesta... Lo cierto es que tan solo a èl lo veìa como un igual.

Miro a los presentes mientras dejaba sus ojos sobre Nathan - Lo se y lamento haber traido mis problemas aqui... - Dijo de forma sincera - Creo que seguire mi camino.... debo hacerlo, aquellos monstruos destuyeron el pueblo donde naci - suspiro con cansancio pero..... primero debo curar mis heridas Dijo Samir sentandose en el suelo completamente exhausto.

La criatura salió muy rápido a buscar la protección del bosque y la oscuridad de la noche, había el bárbaro empezado a ir en su busca cuando oyó la voz de Magnus al que ya había acatado como líder del grupo, se detuvo al instante, mientras pensaba las posibilidades de éxito, era de noche y no tenía opción ninguna de tener ventaja al trasgo, el instinto le decía que fuera tras el, pues era para lo que el vivía, la batalla... En lo que latía un corazón Crotar lo miraba expectante para ver si el bárbaro se decidía pues Crotar lo tenía muy claro, aunque el bárbaro sabía que el semiorco apenas podía pensar en las ventajas y desventajas en un momento...

El bárbaro negó con la cabeza, aunque en la mirada y su rostro reflejaba las ansias de ir en su busca, si por algún casual Crotar se fuera sin esperar, debería ir detrás de él para ayudarle y protegerle, al fin y al cabo era al que más conocía... Pero eso era cuestión de la decisión de Crotar, y si creía conocerle, no iría sin su compañero el bárbaro...