Partida Rol por web

Costas de la Mantis. Hora de Hantei.

Así sea. Dice la dama diriguiéndose a Bato. Os concederé un pequeño barco para que os devuelva a la aldea.

Las palabras de la mujer salen algo forzadas, no parece convencida de querer hacerlo, pero no le das más importancia.

Girándose hacia Yojiro dice: ¿De verdad pretendíais mentirme tan vulgarmente? Se nota en vuestra voz que no habéis enviado ningún mensaje. Os dije que os andáseis con cuidado con lo que hacíais y aún así persistís en vuestros intentos por ofenderme. Ahora haced el favor de salir de mi casa antes de que haga que os corten las cabezas que tan poco parecéis usar.

Sin más palabras, se levanta del trono y se marcha a través de la misma puerta por la que entró.

Sorprendido por las palabras de la dama ni siquiera vuelve su rostro para mirarla, ya había enprendido el camino hacía la salida. Ante la amenaza... simplemente la obvió. Si tenía el suficiente deshonor para mentir cara a cara tambien lo tenía para ignorar las represalias que pudieran derivarse de estas.

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Una vez salieron de la sala camino de lo que parecía un pequeño puerto a la bajada de la mansión, se dirigió a sus compañeros en voz alta, pero sólo para que estos pudieran escucharlo:

Bien. Pues ya tenemos clara dos cosas: La primera, que no vamos a recibir ayuda alguna de los habitantes de esta isla, es más, me atrevería a decir que todo lo contrario. Y la segunda, que la dama Kumiko, esta demasiado versada en las intrigas de lo que a una joven de su alcurnía le pertenecería; ya que como habeís podido comprobar reconoce la mentira con mucha destreza, lo que implíca que la utiliza muy a menudo...

Costas de la Mantis. Hora de Doji.

Los hombres asienten en silencio.

El calor del interior del castillo da paso a la lluvia y el viento del exterior. La tormenta, lejos de remitir, sigue inundando las tierras de la isla. El mar, embravecido, no dará tregua a las embarcaciones que se atrevan a sucarlas.

El hombre del embarcadero así os lo hace saber. Os presta una barca que no parece ser la más nueva, aunque se niega a acompañaros. Parece ser que os deberéis enfrentar al mar vosotros sólos o volver por la selva de nuevo.

El samurai tuerto estaba más pensativo que de costumbre, al final la señora de la casa no había respondido a ninguna de las preguntas, y que hacer??? además Yojiro la había molestado lo suficiente como para ponerla en fuga... Bueno, al menos había sacado que casí podría moverse por la casa y las cercanías un poco más libremente...

Así andubo, a paso lento e indiscreto desde el salón hasta el embarcadero, mirando cada nimio detalle, observando cuantos hombre allí vivian y cuantos eran guerreros... Si estaban reparando armas o armaduras, si habían heridos, cualquier indicio de batalla reciente...

Una vez en el embarcadero observó la flota de barcos, y sin pudor ninguno se acercó a todos, quería verlos con detenimiendo, cualquier indicio sería bueno... buscaba en los pantalanes, en las cubiertas incluso se asomaba a las orillas del pequeño puerto...

Sacando sus propias conclusiones terminó por sentarse bajo techo a esperar que amainara el temporal, de una manera o de otra la marea habría de bajar...

Descansad, en cuanto la mar baje nos haremos con la barca y daremos la vuelta hasta el pueblo...

Sin añadir mas, Yojiro se sienta en una piedra cercana a la espera de que el recio temporal amaine. La situación se esta convertiendo en insostenible para sus joven paciencía. Medita sobre lo ocurrido y recapacita; Yojiro.

Costas de la Mantis. Hora de Bayushi.

Las horas pasan y el mar no parece querer calmarse. El aguacero sigue cayendo con fuerza.

De repente, el agua deja de caer. Un pequeño respiro, pensáis. La luz del día se va yendo muy poco a poco. Las olas os salpican a los que estáis más cerca del embarcadero. El viento arrecia. No es tan fuerte como lo había sido hasta entonces. Os preguntáis si será buen momento para intentar volver al poblado. Calculáis que llegaríais sobre la noche, tendréis que remar con fuerza para evitar navegar a oscuras. La costa puede ser muy traicionera de noche.

Todo el grupo parece que algo abatido. No se ha sacado demasiado en claro de todo esto, excepto que la hermosa mujer no parece muy colaborativa. ¿Por qué? ¡Quién sabe! En cualquier caso, aún tenéis una misión que cumplir y el tiempo va corriendo.

Costas de la Mantis. Hora de Bayushi.

Bato observa con detenimiento todo lo que puede, aunque no ve nada sospechoso. En un giro de esquina, puede ver por el rabillo del ojo a un hombre, que como él, tiene un ojo inútil. Un largo corte surca su cara, dejando una fea cicatriz blanca en su rostro.

En varios giros de esquina, no puedes evitar sentir que el hombre, aunque discreto no te quita ojo. No es hasta que te sientas con el resto de tu equipo cuando sientes que sus ojos ya no están posados en ti.

Viendo la marea bajaba considerablemente se puso en pie, un poco más de agua no les haría ningún daño, además quería ver que tal era la entrada a la ensenada...

Hayakun... volvamos al pueblo tenemos que descansar, mañana será un nuevo día y espero que bastante próspero... Yojiro manos a la obra, ponlos en movimiento zarpemos de inmediato

Y como quitandole un poco de hierro al asunto, volvió a la cubierta esperando que los otros samurais empezar a moverse y preparar la barcaza, se quedó junto al timón, pues esta vez esperaba estar suficiente alerta...

Hai.- levantó la voz Yojiro a la misma vez que se incorporaba de su incomodo asiento de dura y humeda piedra. ¡En movimiento muchachos!, este revuelto mar nos devolverá a una cena abundante y a un descanso merecido...- la moral de los samurais necesitaba ser levantada, o al menos, eso creyó el Yoritomo.

Una vez en la barcaza empezó a señalarle a los distintos samurais las tareas mas inprescindibles para el pronto zarpe de la embarcación.

Costas de la Mantis. Hora de Bayushi.

A pesar del estado de la mar, conseguís llegar sin demasiados problemas a la aldea, antes de que una hora haya pasado. Vuestros kimonos vuelven a estar calados y la moral está por los suelos. En numerosas ocasiones, aunque de forma discreta, varios de vuestros hombres se os acercan a preguntaros qué es lo que debéis hacer como siguiente paso. Aunque os cueste admitirlo, finalmente confesáis que no sabéis bien qué hacer.

La aldea está en calma. La tormente ha parado definitivamente. ¿La calma tras la tormenta? ¿Será una señal de los dioses?

Bato sabía que el día había sido duro, pero aún había algo por hacer, y contaba con sus hombres para estas cosas...

Separaos en grupos de a dos, recorred el pueblo y preguntad a todos los aldeanos quien vió el ataque, no quiero que pregunteis nada más, solamente si alguien vió a los asaltantes y enteraos tambien de las familias, que perdieron a algunos de los suyos... Observó a todos como se separaban por parejas, con un gesto detuvo a Yojiro para que esperara junto a él, se iban cada uno hacia una punta del pueblo y entonces retomó el paseo...

Aniki, acompañame... Ahora si necesitamos esa paloma mensajera, solamente informaremos de la situación, daremos parte y para mañana cuando baje la marea volveremos al mar, en esta isla no podemos hacer mucho más...

Hai, la mentira a la cual sometí a la enigmática dama era para corroborar que estaba implicada hasta la médula en los acontencimientos recientes. Dudo que nadie nos ayude y nos preste información, pero... ha sido muy inteligente mandarlos por separado, ya que las mentiras son muy dificíl de encubrir y si cada uno da una versión estaremos en lo cierto de que a esta ISLA no la ha saqueado nadie mas que sus propias ansias de no entregarle a nuestro Damyo lo que le pertenece.- se estaba abriendo a Bato, sabía que era el único que podía darle un punto de vista positivo. 

Vayamos por ese mensaje... Que me gustaría mandarle un mensaje a otra persona para que no se preocupase...

Habían dado un par de vueltas a la aldea, y parecía que no iba a ser posible entregar el correo, solamente sería a través de algún comerciante, y no era seguro que volviera a un puerto lo suficientemente importante... Era un auténtico fiasco, así que lo dejó pasar, aún bajo la lluvia volvían camino a la taberna, aunque un poco tocados en el orgullo iba con la cabeza bien alta... Entró en la taberna y pidió té caliente y algo de sopa, ya despojado de las humedas chaquetas que apenas cubrían del agua, se la tomó con calma y luego cruzó las piernas en loto para concentrarse.

Yojiro partiremos mañana, te agradecería que revisaras el barco con las dos primeras parejas que vuelvan, estoy pensando en un plan de acción, te lo comunicaré despues, además quiero compartir ciertas curiosidades contigo...

Al ver el semblante atormentado del compañero tampoco quizo torturarlo con preguntas y protestas que no venian al caso. No era muy ducho a la hora de recibir ordenes pero por esta vez, y empatizando con el bueno de Bato-san, lo dejaría pasar.

Sólo un condicionado Hai, salió de su boca en respuesta a su nuevo amigo.

Esperó cabizbajo en la puerta de la posada a que llegará el primer grupo de samurais que habían ido a probar suerte con los incomplacientes aldeanos. Intentó despejar la mente ene este lapso temporal, consiguiendolo casi por completo a excepción de alguna escena donde aparecía su queridisima amada...