Partida Rol por web

INCURSIÓN BAJO ARVEIL

Los reservistas no perdieron el tiempo y se encaminaron en pos de aquel extraño personaje al que minutos antes se enfrentaron tanto Grettel como Tanukime. Solo tenían un camino: dirigirse al lugar donde les habían dado esquinazo.

Las botas, primero de Grettel, luego de Tanukime, Uzumi y por último las de Juliette, rompieron el relativo silencio de la avenida, trotando como una orquesta bien organizada por las losas de piedra de las que estaban formadas los escalones que los dirigían al canal, un nivel más abajo que la avenida central. A esas horas, todo estaba oscuro, sin la vida de la que habían sido testigos esa misma tarde. En cambio, ahora, parecía una ciudad fantasma.

Los reservistas se detuvieron ante la verja semicircular de la boca del canal y tiraron de la puerta hacia ellos, todavía abierta, para entrar en la formación pactada.

Era un túnel hecho de piedra, por la que corría un pequeño río de agua cenagosa y pestilente, expulsada hacia el canal y la cual era totalmente inevitable evadir. Con los tobillos (Grettel hasta los gemelos) cubiertos de aguas residuales, avanzaron por ese callejón oscuro y frío, que se iba estrechando más y más por la zona superior, haciendo que los aventureros tuvieran que andar casi en cuclillas hasta alcanzar el otro lado.

Todo estaba oscuro, y el sonido del flujo del agua, resonaba con armonía cavernosa por todas partes debido al eco. Al abandonar la boca de salida del agua, se encontraban en una estancia grande, cuyo techo no era visible a la luz de las antorchas ni de cualquier otra iluminación que portaran los aventureros, dando sensación de inmensidad. El olor a aguas fétidas inundaba el ambiente, y algo os decía que la cosa iba a ponerse mucho peor a medida que siguieran avanzando.

Con un vistazo rápido, pudieron leer en idioma imperial, un cartel de madera noble colocado en la pared más cercana, lo siguiente:

"Cuidado con las alimañas del camino. No se permite avanzar más allá de los márgenes de la zona restaurada por vuestra propia seguridad. En caso de pérdida, gritad hasta que un operario pueda oíos. No perdáis el material de la empresa o se descontará del salario del responsable"

Sin duda, era un aviso hacia los empleados del equipo de limpieza de la ciudad. Obviamente, de seguir ese consejo, habrían vuelto ya a la seguridad de sus hogares.

La sala parecía relativamente segura, no muy grande, de unos 6 metros, cuadrada. En la parte izquierda de la habitación, unas escaleras subían a lo que parecía ser otra estancia que daba a la superficie. Frente a ellos, en la parte norte, había una puerta de metal oxidado, cuya cerradura estaba totalmente hecha añicos, pero no recientemente, más bien como si hubiese estado así desde hace un año o más. No muy lejos, otra reja semicircular de hierro vomitaba agua ponzoñosa hacia el túnel por donde habíais llegado.

Como íbamos avanzando, iba conteniendo todo lo posible la respiración, y aguantando a duras penas las arcadas que me producía ese pútrido olor. Atenta, pensando en lo que nos podíamos encontrar, para así intentar quitarme de la cabeza ese maldito olor y nauseas que me daba, andar por los canales y estar mojada hasta los gemelos por aquellas aguas nauseabundas.

Al entrar a la sala, haciendo un alto, mirando alrededor con la esperanza de encontrar algún vestigio de lo que íbamos siguiendo.

Susurrando, para evitar posibles reverberaciones y evitar todo lo posible que llegara a orejas no deseadas.

-“Bien, compis ¿por donde? haciendo un esfuerzo para que me salieran.

No me podía creer que estuviera haciendo aquello...

De hecho, desde que llegó a mis fosas nasales aquel... aroma... lejos de cualquier posición defensiva que me preparara para repeler un posible ataque, no podía sino taparme la nariz con una mano. La otra, eso sí, sostenía la vieja espada corta que me habían dado en el gremio. En cuanto a mi caminar... iba de puntillas, más preocupada en evitar pisar algo indeseoso que en otra cosa; y... cuando por desgracia mi pie daba sin querer en algo blandito... ya fuera una rata muerta, o un excremento a medio disolver... hacía una mueca de asco infinito y soltaba una queda exclamación de disgusto y lamento a partes iguales.

—¡Ay! ¡De verdad! Esto es... asqueroso...

El tono de mi voz, suave para evitar delatar nuestra presencia más de la cuenta, sonaba nasal, lo que denotaba que me estaba apretando con ganas la nariz para no oler nada, y más lastimero que enfadado... De hecho, mi mirada, lejos de mostrar la expresión fría que solía dedicarle a Tanukime a menudo, miraba esta vez a unas, y a otro, por igual y casi suplicante.

—Decidme que esa cosa aparecerá pronto y podremos terminar con esto ya, por favor...

Y, para mi desgracia, esto no era más que el comienzo. Lo sabía. No hacía falta que lo dijeran ellos. Sabía que aquella cosa estaría en la profundidad de la cloaca. Y eso conllevaba a toda una noche entera buscándolo y pisando asquerosas aguas fecales y elementos putrefactos... y eso si, con suerte, lo encontrábamos.

No debería haber aceptado esta misión...

Sin embargo, ya no había vuelta atrás. Eso sí, no pensaba embadurnarme más de la cuenta... por lo que cuando Grettel preguntó hacia dónde avanzar, señalé rápidamente con la espada (por supuesto, la mano de la nariz no pensaba moverse de su sitio), hacia la puerta con la cerradura rota.

—Por ahí.

No pensaba acercarme a revisar el tubo rejado que soltaba... agua, si es que se podía llamar agua, sin parar; no fuese a ser que me salpicara el cuerpo. Suficiente tenía ya con los tobillos.

Asco. Asco. ¡Asco! Se me notaba en el rostro el disgusto que llevaba encima con cada paso que dabamos, tanto o más que mis compañeras. Entonces pisé algo "lodoso"... Y sí. Definitivamente mucho más disgustada que mis compañeras. ¡Y es que claro! Ese sitio daba asco a todo el mundo, pero estar llevando una larga túnica que debía sostener con ambas manos para que no se mojase más de la cuenta me impedía cubrirme la nariz, y mis sandalias... ¡Bueno! Llevaba sandalias. 

-Estoy sucia... La suciedad es impurezaaa...-

Me quejé casi lloriqueando, pero sin aminorar el paso, siguiendo el ritmo que mis compañeras y compañero marcaban para no retrasar la marcha ni quedarme atrás. ¡Iba a necesitar un buen daño después de esto! Aunque eso lo necesitarían de seguro todos...

El disgusto que llevaba encima era tal que ni siquiera llegué a responderle a Juliette, permaneciendo un tanto abstraída en mis propios pensamientos mientras nos adentrábamos en una zona que fácilmente borró de mi memoria todo los aspectos positivos de la vida en ciudad. ¡Y eso que trataba de mantenerme firme! Relajarme, respirar... Y ahí es cuando ya fallaba ese proceso. Todo lo que sabía sobre la calma y la meditación involucraba precisamente eso, respirar, cosa que allí abajo era lisa y llanamente imposible.

Eventualmente saldríamos de ese estrecho tunel a una estancia que permitía que pudiésemos dejar de estar acuclillados, cosa que me hizo dar las gracias a los ancestros. Sí, el lugar aún daba asco, ¡Pero al menos mi túnica no iba a sufrir tanto!... Fue entonces cuando me di cuenta que no logré evitar que la falda de la túnica se ensuciase, muy para mi desgracia. Miré entonces a los demás, escuchando la pregunta de Grettel y la inmediata respuesta de Juliette. Y la verdad es queee... ¡Sí! Barajando las demás opciones, totalmente sí. 

-¡Ese camino parece bien! Pero... Tanukimeee... ¿Ves algo?-

En silencio recé a los kamis y a mis ancestros para no tener que arrepentirme de haber hecho esa pregunta.

Sin duda alguna el olor era nauseabundo, eso estaba claro, pero no había más opción que ir por ahí si queríamos salvar a la chica. Avanzo con paso firme y cara de poker, no voy a dejar que un poco de mierda y ratas muertas me detengan. Soy dolorosamente consciente de lo que me costará quitar la peste de mi pelaje pero no dejo que eso me detenga.

- Tiene gracia. Esto me recuerda un ejercicio en la instrucción en la que teníamos que... - miro a mis compañeras cuando empiezo a contar la anecdota, pero sus caras dejan claro que no es el momento - Mensaje recibido, pero si tenéis problemas para andar id pensando cómo vais a luchar.. Es curioso, gran parte del entrenamiento empieza a tener sentido. 

Empiezo a meditar sobre mis propias palabras y en mis días de entrenamiento lo que me permite mantener la cabeza centrada en algo que no sea el nauseabundo olor que lo inunda todo mientras con un pequeño punzón voy dejando pequeños símbolos a nuestro paso para poder volver sobre nuestros pasos sin perdernos.

Observo la puerta con detenimiento, la cerradura está destrozada, pero centro mi atención en las bisagras para saber si pueden estar operativas o no. Si abro sin mirar y chirria o se me viene encima nos oirían incluso desde la superficie. Si están agarrotadas y es evidente que hace mucho que no se abren subo las escaleras en silencio y buscando algún tipo de huella en los escalones más altos aprovechando que estarán secos y un paso reciente dejaría restos de agua.

Bajo la tenue luz de la que disponen (¿Quién lleva la luz? es importante) Tanukime comprueba que las bisagras, de hierro algo oxidado, siguen operativas, pero seguramente hará ruido al moverlas, habría que andarse con cuidado* si desean evitar delatar la posición. Al mover la fuente de luz hacia el suelo, todavía destaca, sobre las losas de piedra, una huella muy extraña, con lo que parecen cuatro dedos alargados y unas almohadillas en la base, bajo los dedos. Pero solo hay dos o tres,  que se acercan a la puerta, luego desaparecen, como si el dueño de ellas se hubiese desvanecido en la nada.

Iba detrás, siguiendo a los demás hacia la puerta que Tanukime observaba con atención. Sin embargo, permanecía ajena al hallazgo de las huellas y al de las bisagras. Después de todo, desde aquella posición no podía ver mucho a no ser que adelantara al menos a Uzumi. Pero, siendo sinceros, ni aunque lo hiciera me percataría... ya que mi mente sólo estaba en esquivar todo aquel cúmulo de cosas extrañas y asquerosas que flotaban en aquel agua pestilente; o que, si tenían algo más de consistencia, yacían en el suelo dispuestas a dejarse pisar por algún intruso desprevenido.

Y... eso podía ser lo peor. Un paso mal dado, un pisada en algo resbaladizo y... baño en aguas asquerosas.

—Puaj...

Tuve que hacer un esfuerzo por reprimir la arcada que me sobrevino tan sólo con imaginarlo.

Quizás por eso, tratando de evitar volver a pensar en tan funesto destino, centré mi atención en otra cosa... y eso fue Tanukime observando la puerta.

—¿Ves algo? —le pregunté, al percatarme de que llevábamos parados más segundos de los que me gustaría.

Abriendo la vanguardia, dando cobertura a Tanukime, abriendo los sentidos, pese al malestar de encontrarnos en las alcantarillas.

Esperando a que inspeccione la puerta, notando que se detiene por un momento examinando lo que parece algo que le llama la atención.

-¿Qué has encontrado?, soltando un gallo al hablar, al sentir algo peludo pasar rozándome entre mis pantorrillas, digo a la vez que la pregunta de Juliette, aclarándome la garganta. Cerrando la boca rápidamente y mirando a mis compañeros.

Seguí caminando tímidamente detrás de Grettel y de Tanukime. Estaba decidida de lo que debíamos hacer, pero... Esa clase de lugar... (¿Alcantarillas?) No eran precisamente los sitios donde una persona lograba reafirmar sus intenciones, sino más bien todo lo contrario. El hedor era un tanto desorientador, y podía sentir algo comenzar a agolparse en mi garganta a cada segundo que pasábamos allí dentro.

Pese a todo, hice mi mejor esfuerzo por seguir a mis compañeros de cerca y brindarles visión con la luz de la antorcha, fijándome de la mejor manera que pudiese en lo que estuviese en frente, teniendo la fortuna de que fuese Grettel la que se posicionó en frente mío y no Juliette, cosa que me daba la altura necesaria para fisgonear un poco.

-¿Son ratas...?- Preguntaría con curiosidad al ver las huellas, sin ser una experta, pero... Sí, definitivamente era un sitio de muchas ratas. Tenía toda la pinta.

El semibestia sabía que una maniobra brusca haría que el hierro oxidado de la puerta sonara como una orquesta de bardos puestos hasta las cejas de vino de fuego. Sin embargo, si sujetaba la puerta con ambas manos y hacía un movimiento ascendente para desbloquear las bisagras de las piezas de hierro dañadas, podría abrirse sin alertar a todo el mundo desde la alcantarilla hacia Frontera. Realizando ese movimiento, la puerta se abrió sin excesivo ruido, abriendo el paso al resto.

Lo poco que podía verse desde esa posición, revelaba un pasillo relativamente estrecho, donde los reservistas podían ir en fila de uno o de dos, pero hombro con hombro, sin demasiado espacio para maniobrar. Sin duda alguna, era un lugar perfecto para una emboscada, si el pícaro no hubiese descubierto aquel fallo en la puerta. Si había alguien o algo esperando al final de ese pasillo, no iba a descubrir que los reservistas estaban allí. De momento.

Dando un suspiro, al ver como desencaja la puerta, sin demasiado ruido, y no alarmar a nadie aparentemente. Adaptándome a la luz que me llega desde atrás; ya congestionada las narices por el mal olor y ya dándome menos arcadas. Me pongo en marcha, arrimada a un lateral, casi rozando la pared, y cada vez haciendo menos caso, de los tropezones que van flotando.

-"¡Vamos, compis! exclamo en un susurro, haciendo un gesto con la mano, de avanzar

Tanukime estaba especialmente silencioso, lo que me hizo fruncir el ceño. A decir verdad, prefería que estuviese calladito... al menos siempre y cuando no le hubiera preguntado yo algo antes, claro. En cualquier caso, fue capaz de desencajar la puerta de las bisagras oxidadas y poder abrirla sin apenas ruido, por lo que lejos de echarle la bronca, asentí conforme con la cabeza.

Fuera como fuese, era hora de seguir avanzando... así que, cuando Grettel emprendió la marcha, yo esperé a que Tanukime y Uzumi avanzaran para ir tras ellos, protegiendo la retaguardia.

—Estad atentos —advertí—. Este lugar es perfecto para tender una trampa...

Yo no sabía mucho de trampas, pero... un sitio tan angosto como aquel era especialmente peligroso. De eso no me cabía la menor duda, daba igual si fuera experta o no...

Suspiro aliviado después de que la puerta se abriera sin delatarnos. - Gracias a Nocturnal. Si la fortuna nos sigue acompañando puede que hasta salgamos vivos de aquí. - Mi voz es apenas un susurro

Cuando mis compañeras hacen ademán de avanzar les hago un gesto con la mano para que se detengan. Casi puedo oír como Juliette me corta por la mitad con su mirada por tenerla un segundo de más en este lugar pero me es indiferente. En combate me callaré y obedeceré sus ordenes dado que la batalla es su elemento, pero aquí le toca confiar en mí y saber que es consciente de eso y lo mucho que seguramente le enoja es... reconfortante, pero sólo mientras todo vaya bien.

Saco de mi mochila con cuidado tres palos de aproximadamente un metro cada uno y los encajo formando una vara de 3 metros. En la punta ato un hilo con una pequeña plomada en el extremo quedando algo que recuerda a una caña de pescar y como medio metro más lejos del extremo del palo repito el procedimiento pero ahora con una liviana pluma en vez de una plomada.

La plomada me ayudará a detectar cables trampa y la pluma se moverá si hay corrientes de aire - comento tranquilamente - Recordad que llevamos una llama abierta

Me adentro con cuidado y tratando de hacer el menor ruido posible, con la plomada y la pluma lo más lejos que me permita la vara para tener el mayor margen posible. La plomada va casi arrastrandose sobre el suelo y mis ojos van muy pendientes de ésta no tropiece con nada. 

-Te lo dije... ¡Se lo debemos a la bendición de Rakkinansebun!- Comenté confiada en mis propias palabras, rompiendo un instante la formación para aprovechar de darle palmaditas en las orejas a Tanukime, obviamente retomando mi posición poco después. Claro que Tanukime parecía haber agradecido a las cosas en las que él mismo creía... ¡Pero hay que corregir cuando las cosas están mal!

Ya de vuelta en mi lugar tan solo me quedaba observar, respetando el gesto de Tanukime de mantenerme en posición (ahora sí) mientras observaba la forma en la que este ensamblaba ese extraño artilugio de madera. -¿En serio crees que pueden haber trampas aquí?- Inmediatamente trataría de forzar mi mirada en la oscuridad, más sin obtener éxito alguno en notar nada fuera de lugar. -Puede que vayamos muy lento...-

Estaba preocupada, impaciente incluso, y no precisamente por salir de allí. Bueno, sí, ¡También tenía ganas de salir cuanto antes! Pero... Claramente ese no era el único motivo. Además, una vez Tanukime comenzó a moverse, seguiría el paso marcado con este sin apresurarme de más ni volver a romper la formación. -Confío en que los ancestros la protejan...- 

Los reservistas siguieron andando. En un principio, el ruído era leve, como el que hace un pequeño riachuelo. Lentamente se iba volviendo más y más estruendoso, a medida que los aventureros se acercaban al final del pasillo. Cuando por fin atravesaron aquella oscuridad final, se encontraron con que el escenario subterráneo se hacía inmenso, al menos, lo poco que la luz podía abarcar: Habían bastantes pilares y columnas, como gigantes que sostenían toda una ciudad sobre sus espaldas, a sus pies, os hacen sentir diminutos, los primeros eran dispersos y estaban construídos de forma un poco descuidada, con materiales simples, más modernos y pegotes argamasa mal puestos, pero a medida que los reservistas andaban, los pilares eran más refinados, con dibujos y formas que mostraban escenas de batallas, blasones antiguos o simples motivos de decoración con buen gusto, como si ambas estructuras estuvieran construídas por civilizaciones diferentes.

Los reservistas se detuvieron sobre un puente de piedra que ponía fin al pasillo de entrada. Bajo sus pies, el agua se escondía, en el otro extremo, no era una simple corriente de agua putrefacta como las que dejaron atrás, sino que era un enorme río subterraneo que movía una cantidad de agua tremenda, de hecho, apenas la luz de la antorcha alumbrara la otra "costa". No obstante, había que recordar que Arveil estaba construída sobre un río.

El camino se bifurcaba en dos: un pasillo hacia la izquierda y otro aún más largo hacia la derecha. A priori no había forma de cruzar al otro extremo de la sala.

Avanzando poco a poco por aquel angosto, claustrofóbico y nauseabundo lugar, hacia que me sintiera perdida, compensado por mis compañeros y algo más segura ver a Tanukime usando aquel artilugio.

Admirando la diversa arquitectura hacia que se me pasara por momento aquel apestoso lugar, hasta que desembocamos en aquella amplia zona viendo el vasto rio, volviéndome a la cruda realidad, parándome en seco, pensando que un pequeño resbalón, podía engullirme aquella corriente. Contemplando el lugar se nos presentaba otro dilema, qué camino seguir.

-“Bueno, ¿Qué camino seguimos?" susurrando haciando un esfuerzo por el repulsivo ambiente

Y ahí estaba el río bajo Arveil.

En cierto modo, me pareció casi poético: bajo los pilares grabados de civilizaciones antiguas, la modernidad permanecía ajena al constante fluir de aquel río. No es que fuera gran cosa. De hecho, a mí parecer, no lo era... Pero teniendo en cuenta la pestilencia que nos había golpeado desde que habíamos bajado, un poco de agua limpia parecía como un maravilloso tesoro. De hecho, si podía, mojaría mis pies en ella para limpiarlos de la suciedad que se hubiera podido quedar adherida...

—Hum. Es difícil decidir —murmuré tras la pregunta de Grettel—. ¿Derecha?

Dije derecha por decir algo. A decir verdad, salvo que un pasillo parecía más largo que el otro, no había mucho más que los diferenciara... Y tampoco es que tuviéramos más opciones

Porque cruzar al otro extremo de la sala parecía imposible... 

La preocupación en mi rostro es evidente. - ¿Sois conscientes que estamos persiguiendo a un depredador inteligente a su casa, en su terreno, verdad? No descartaría que nos estuviese observando en este mismo momento. No podemos actuar sin saber lo que estamos haciendo. - hago una breve pausa - Si es que acaso es posible tal cosa.

Busco alguna huella, símbolo o resto que pueda dar alguna pista de que frecuenta esta zona de la ciudad. Mientras medito posibles teorías sobre para que puede querer a la chica, alimento o reproducción, el nivel de inteligencia de la criatura, antigüedad de la misma y sobre su posible residencia en la parte mas antigua y profunda de las ruinas sobre las que seguramente fue edificada la ciudad, me doy cuenta que cualquier conclusión está basada en conjeturas sin fundamento. Daría lo mismo que tirar una moneda al aire y para eso la sugerencia de Juliette era perfectamente válida.

- Derecha entonces - Asiento tranquilamente - Pero antes déjame probar una cosa. Guardad el mayor silencio que podáis unos segundos evitad respirar si os es posible. 

Dicho eso me dejo caer para acabar sentado con las piernas cruzadas. Aguanto la respiración, cierro los ojos y me concentro en mi oído tratando de aislar los ruidos presentes... el agua, el crepitar de la antorcha, el ceño de Juliette frunciéndose... y tratando de detectar algún ruido puntual que pueda dar una pista de otros seres cercanos. 

Tras unos segundos respiro de nuevo y si no he oído nada me levanto y hago ademán de avanzar hacia el camino indicado por Juliette con la vara por delante.

Por un momento parecía haber olvidado la situación en la que nos encontrábamos, cambiando mi expresión a una mucho más curiosa y abierta, lejos del disgusto previo, y es que no era para menos... Esos pilares inmensos que sostenían la ciudad, el agua del río fluir libremente, en contraste con la desagradable suciedad con la que nos habíamos topado antes. Era maravilloso, y es que inclusive la oscuridad no parecía hacer demasiado por ocultar la ilusión que me causaba ver algo así.

-¡Es increíble! Todo es tan antiguo, y tan grande...-

Comenté en voz más alta de lo apropiado en circunstancias como esa, dejando la cautela relegada a un lugar secundario por unos instantes, y... Demostrando que quizáaa no era la más apropiada para llevar la luz. En más de una ocasión acabé desviándome, adelantándome o simplemente me quedé atrás, todo para poder ver con mejor detalle y atención esas inscripciones en los pilares. Ni siquiera estaba segura si podría llegar a entender algo, pero subsanar mi curiosidad me movió por un rato, al menos hasta que cualquiera me dijese algo.

Lo único que parecía mantenerme más a ralla fue precisamente Juliette, pues trataría de frenar cualquier intento que hiciese por limpiarse con el agua del río, por mínimo que fuese. ¡No podía dejar que lo mancillase así! Aunque de seguro se me habría escapado una que otra vez de todos modos...

-¿Creen que esto lo hicieran los humanos? Es mucho más bonito que las ciudades...-

Pregunté un tanto ida en mis propias divagaciones. ¿Cuánto tiempo llevaría allí todo eso? ¿Lo habrán hecho los propios humanos, o quienes estaban antes? ¿Qué querrían decir todas esas inscripciones? Tenía demasiadas dudas, de momento ninguna muy centrada en la tarea para la que había venido en primer lugar, aunque... Mientras observaba un pilar y el resto del grupo discutía qué dirección tomar, un pensamiento acabó invadiendo mi cabeza.

-... Parece un lugar muy tranquilo... Pensé que las plagas eran mucho más... Plagosas.-

Agité la cabeza, miré a mi alrededor un momento y luego me apresuré en retomar mi puesto para continuar por el camino de la derecha que habían seleccionado.