Partida Rol por web

Bajo las luces de New York

Mansion de Lew

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07/12/2012, 23:27
Director

David repitió de nuevo su viaje en la Cucaracha, devolviendo el coche a su hogar. Seguramente volviese a llevarselo, porque Lew no estaba para reclamarlo y aunque estuviese, tampoco parecía tener muchas intenciones de recuperar las llaves. Poco a poco la parte gris de la ciudad fue dejando sitio a las casas blancas y de colores cálidos del exterior, hasta llegar a las enormes mansiones de la gente más chic de Nueva York.

Cada vez menos semáforos y cada vez menos ruido, pues esta vez no había ningún rasguido de guitarra rompiendo el silencio, solo el ronroneante motor de la Cucaracha y los pajaros que pobablan los inmensos jardines de los acaudalados vecinos.

No tuvo que esforzarse mucho para dejar el coche prácticamente en la puerta exterior que, dado el aviso, estaba abierta. Al abrirla el camino de piedras pasó a recibir a David, guiándolo hasta la piscina. Allí, tumbada al sol sin mucho entusiasmo, estaba Samantha.

Se levantó algo confusa al oir el ruido de la puerta, como si se hubiera quedado adormilada como un lagarto con gafas de sol en forma de corazón, pero pronto levantó el brazo para saludar al escritor, haciendo un amago de levantarse.

- Que pronto has llegado. Si que tenías ganas de verme...dijo, con una sonrisa pícara, antes de recordar la situación real y transformarla en algo más convaleciente. Bah, venga, sientate. dijo, señalando con uan pierna perfectamente depilada la tumbona de al lado. Y cuéntale a tia Samantha que te pasa.

La sorna vacilona implicita en la última frase no hubiera podido pasar desapercibida ni para un asperger. La clara diferencia de edad entre ambos, junto con la más que escandalosa historia que habían vivido juntos, hacía de aquella escena algo que mucha gente clasificaría como surrealista. Sin embargo David sabía que la chica si estaba preocupada: quizas no por su hija, pero si por él.

Porque sabía mejor que nadie que David vivía siempre al filo de un barranco, y que aquel soplo de malas noticias podía ser suficiente para hacer que volviera a despeñarse. Y ya tenía una edad muy mala como para volver a trepar como antes...

- ¿O prefieres que te mezcle algo para beber antes? Lew presumía de sus cogorzas ahora estaban patrocinadas por las habilidosas mezclas alcoholicas de la joven, que parecía tener muy buena mano con los cócteles, asi que aquella no era una mala oferta. Según lo espabilado y controlado que quisiera estar el resto del día...

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08/12/2012, 00:02
David Stanford [Superviviente]

- Siempre. Tan productiva como siempre- dijo el escritor negando con la cabeza, luciendo ojos rasgados con malicia y una sonrisa anclada en malas costumbres que nunca cambiarían. Como si nada, casi agradeciendo el poder sentarse al descansar por una vez en un paraje agradable, se dejó caer en la tumbona adyacente al tiempo que besaba el dorso de la mano de la muchacha, cual viejo príncipe saludando a la emperatriz del país vecino. Su saludo pudiera haber dado esperanzas en cuanto a la primera frase de Sam, pero el mazazo de la vete a saber si realidad o mentira le seguía de cerca.

Disfrutando por un segundo de los chorros de agua manteniendo pura el agua de la piscina, pudiendo admirarlo todo con las arrugas en las mejillas a pesar de las gafas de sol, dejó correr unos segundos de silencio mientras sacaba un cigarrillo del bolsillo. Fumaba cada vez que sentía necesitarlo, o que no tenía motivos para no hacerlo pero sí ganas, y la desaparición de su hija le producía el estrés suficiente para que consumiese nicotina como un carretera.

Lanzó el paquete y el zippo de metal, frío al tacto, contra el vientre de la chica, dejando que ambos elementos rectangulares descansasen cerca del pequeño piercing a la altura del ombligo. Al hacerlo, se quedó un segundo mirando a la chica en stand by, repasándola, como siempre, de arriba abajo sin tacto alguno. Aquella delgadez era una de las múltiples cosas de Sam que le recordaban a su hija, y quizá tuviese algún tipo de relación, por desgracia.

- Oh, tía Sam, qué lástima que seamos familia- mintió siguiéndole el juego, más por subirle la parca autoestima bien fingida que por lo obvio, pues él ya tenía bastantes problemas sin rescatar la posibilidad de meterse en más problemas con una mujer que ya le había robado demasiado. Mientras tanto, por supuesto, aprovechó para intercambiarse las gafas con ella, aunque fuese por un momento.

Así pues, David se dejó caer, liberado de sus Ray Ban y su material para hincharse de nicotina el pecho, pero con unas irrisorias gafas en forma de corazón que no hacían sino demostrar que era un niño grande. La niña fumaba, pero mucho menos que David, en parte porque su padre no lo hacía y porque veía cómo tosía de vez en cuando el viejo novelista. Prefería tontear a nivel social y dejarse los enganches para cosas mucho más placenteras.

- Lo cierto es que no le diría que no a tu juego de muñeca- dijo con una sonrisa de oreja a oreja, satisfecho de ser tan cabrón, a falta de otra palabra para definirlo. Sabía que a aquel juego jugaban los dos, y que era una forma como otra cualquiera de divertirse y evadirse de la realidad sin necesidad de drogar el cuerpo con sustancias legales o ilegales, pero o dejaba de tener un ligero trasfondo de dolor cuando cada uno se iba por su lado, aunque era casi todo de Samantha, pues David, como ya se sabía, estaba demasiado viejo para pensar en tonterías. Una palabra bastante apropiada-, pero con Whisky- añadió con cierto tono socarrón, si bien le daba igual que le estampase el paquete de tabaco en la nariz y le mandase hacerse por sí mismo las mezclas, dejando los "juegos de muñeca" de Sam aparte.

Tras un par de caladas, al fin, se puso algo más serio.

- Vamos a ver- dijo quitándose el cigarrillo de la boca, balanceándolo con la mano por todos lados-. He ido al aeropuerto, y le vuelo ha llegado. Ha recogido sus maletas, pero se ha dejado un espacio de unas horas antes de ir a casa. Tú eres como ella, pero distinta- y menos mal que añadió eso, pues sino podía haberse sentido bastante ofendida-. ¿Qué demonios tendrías que hacer en Nueva York? Si no tiene más que hipócritas y escritores misántropos.

Casi hablaba para si mismo, y tenía mucho más que decir, pero no podía evitar preguntar aunque ella no tuviese la respuesta.

- Joder, casi me olvido- añadió con una sonrisa, sujetándose el cigarro entre los dientes mientras se levantaba la camisa- ¿tú sabes traducir algo de esta mierda?- se arrancó una parte de la venda donde ponía PartyRock BFFnosequé, o algo así, deseando que la chiquilla supiese algo más de eso, sin pensar en la fardada que suponía.

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08/12/2012, 00:51
Director

Samantha se dejó camelar docilmente, dibujando una sonrisa en el rostro ante los comentarios del escritor. Cualquiera la habría clasificado como prepotente, pero David sabía interpretarla de verdad. Era un “gracias, necesitaba que alguien me lo dijera”. Incluso se dejó intercambiar las gafas con una breve risa, y prestó su ayuda a las preguntas retóricas del escritor.

Quizás hubiera sido mejor que se quedase callada.

- Una polla. Respondió, sin pensárselo dos veces. Es la única cosa decente que puedes conseguir en esta ciudad de mierda, y más un puto dia donde todo el mundo va a ir a la carrera para reunirse con su querida familia y tirarse de los pelos. Está claro. Respondió Samantha, quitando por un momento el cigarrillo a David de entre los dedos y dando una breve calada, antes de devolverselo. Eso o comprarse unas botas, pero no creo que viniese de donde fuera solo para esa mierda. Se quedó unos segundos pensativa, antes de esbozar una sonrisa y girar su cara hacia la del escritor, con sus gigantescas rayban dandole un aspecto falsamente infantil. Lo que hizo aún más chocante el siguiente comentario. Y ya puede ser una buena polla para pegarse ese señor viaje…

Pero había otras líneas de investigación que seguir donde hacer menos cábalas. La chica se quedó examinando el “tatuaje” temporal del torso de David, apartándose las gafas con comicidad como si imitase a un tasador.

- Traduzco que has dejado de hacer abdominales. Y que te lo pasaste bien en la puta fiesta de Lew anoche…dijo apartándose del hombre con algo menos de humor. El escritor había tocado inconscientemente un palo sensible, algo poco habitual en Samantha. No me jodas que no te acuerdas, replicó, llevándose una mano a la cintura en plan ofendido. Si debió de ser algo super épico, todos sacudiéndoos la polla entre ginebras de dos mil dolares con rusas magreandose ante vosotros.

Vale, normal que Samantha no se lo creyese. Era el tipo de cosa que un hombre no solía olvidar, por muchas juergas que se hubiera corrido. Desde luego, había tenido que tomar algo mucho peor que ginebra para que esa imagen se borrase de su cerebro. La chica se levantó de la hamaca con un resoplido para alejarse hacia la casa de la piscina. El minibar, como lo llamaba cariñosamente Lew. Si a eso le predías fuego, estallaba la casa.

Y Samantha iba moviendo las nalgas de más. David se dio cuenta.

- Voy a por tu puto Whisky: te dejo a ti solito los juegos de muñeca, a ver si así te acuerdas de lo de anoche... Le replicó al escritor, alzando la voz.  La piscina era bastante grande y, aunque podían hablar a gritos, no resultaba del todo cómodo. Sonaba enfadada, pero el escritor sabía que no era con él. Alguien había traido nuevos juguetes al patio de juegos y Samantha había pasado de ser la reina de la casa a quedar relegada a la esquina como una vieja muñeca de porcelana rota.

Y eso jodía.

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08/12/2012, 02:19
David Stanford [Superviviente]

- Respeto- atinó a decir el hombre, aprovechando el momento en el que le arrebataron el cigarrillo de entre los dedos para, como si de un par de hermanos café se tratase, cerrar el puño, anillo al anular, y enseñárselo a Samantha para chocar los nudillos. Muy del estilo de las tonterías que hacía el escritor, pero que tenían su calado emocional.

Debía reconocer que, si bien no había tenido pelos en la lengua, no esperaba menos de ella. Ambos tenían teorías similares, por desgracia, y aquello no hacía al pobre David más que darle ganas de coger el mechero y pegarle fuego al minibar. Pero sin Sam dentro, claro está, y si aquella no hubiese sido la casa de un amigo. Amigo, con todas las letras, pues ese hombre podía ser un impresentable, pero seguía siendo su impresentable.

Agarró el zippo y el paquete de tabaco y se los guardó en un bolsillo, al tiempo que se recolocaba el paquete cuando su violada decía que le dejaba a él los juegos de muñeca. Demasiadas muñecas había en la vida del escritor, por suerte y desgracia. Aquel gesto era para él, pues ella difícilmente podría verlo, y aún así sólo era una forma de hacer el tonto para el público compuesto por sus propias neuronas.

Podía esperar, pero no quería. No si la pobre Sam se iba con las pulgas revueltas. Al bueno de David no le gustaba ver a una mujer en ese estado, y acudía con el hocico bajo a olfatear. Y precisamente eso hizo. Se levantó y fue hasta la casa, aprovechando para abrazar por detrás a la chica y plantarle un beso en el cogote. El gesto era totalmente paternal, para que la mujer supiese que seguía queriéndola a su manera, pero se desembarazó tras el simbolismo y fingió agarrar una botella cualquiera de tantas cuantas había. Un poco de su mechero y voilá, sí. Hay dentro debía de haber grados como para emborrachar a la ley seca.

- Creo que mi cerebro decidió, por mi bien, borrar los recuerdos de esa noche. Sólo espero que lo de sacudirnos las pollas no fuese entre nosotros- volvió a comenzar como si nada, con tono algo resacoso al principio, pero con un deje de sonrisa cansada al final, como si aquel tipo de anécdotas macabras tuviesen su gracia mientras fuesen ciencia ficción-. Yo llegué a la misma conclusión respecto a Clare- hija, por supuesto, y había cambiado de tercio a propósito.

Olisqueó una botella y le pegó un trago, al azar.

- Ahora en serio. Fui a comisaría, a denunciar lo de la chiquilla- pegó un trago más largo, apoyando la mano libre en el hombro de la morena-. El poli que me atendió preguntó si había estado en el Club Lúmiere. ¿Te suena de algo?- añadió mientras se despejaba los labios con la manga, dejando la botella en su sitio. Aquello confirmaba que no tenía ni idea de si había estado ahí o no.

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08/12/2012, 12:17
Director

Sam devolvió el brofist a David antes de entrar en su fase de cabreo e inicar su huida a la casa de la piscina. Como David había supuesto no vió su monólogo de entrepierna pero tampoco pareció ver venir que le siguiese hasta el minibar, donde ya se había puesto a mezclar las bebidas con bastante furia controlada. Sin embargo el gesto bien calculado del escritor pareció suavizar algo la explosión de carácter, y la chica le respondió con una breve y algo forzada risa.

Ey, no estoy cabreada contigo. Venía a decir. Gracias por venir y escuchar mi mierda aunque tu estes repleto de ella.

- Es un antro de alcohol barato. Alzó la vista hacia al escritor mientra agitaba la coctelera, el líquido resonando en su continente metálico. Iba allí con mis amigas antes de conocerte, por que no te piden el carnet ni nada. Estaba claro que el escritor había revolucionado su vida social, y poca gente habría pasado a pedirle identificación a la violada de David Stanford. Al menos en los locales a los que a la chica le gustaba pisar. Pero tu hija es muy mayor para eso, ¿no?-preguntó dejando de lado la coctelera por un momento, mientras buscaba un vaso.

Lo cierto es que Clare hacía años que podía beber legalmente y, aunque había tonteado con el alcohol como todos los jovenes, no parecía tener el amor desarcerbado por el desenfreno de su padre. Al menos no lo suficiente para volar desde Bostón solo para beber sin sacar el carnet.

Pero la supuesta juerga de Clare no era la única que le estaba dando quebraderos de cabeza al escritor y lamentablemente Samantha no sabía mucho del tema. Estaba claro que había habído una fiesta, pero el resto de las condiciones parecían escaparse a su control. Quizás era eso precisamente lo que le incomodaba, pues era de saber público que no era la única muñeca de Lew. Quizás el verdadero incordio era no saber quienes eran las nuevas y que tenían ellas que no tuviese la propia Sam.

- La verdad no tengo ni idea. Solo lo que Lew me dijo cuando llegó a casa totalmente puesto. Echó el contenido poco a poco en el vaso, aunque sus ojos estaban muy fijos en David. Y obviamente no le pregunté más. Si quiero oir mierdas de esas me pillo uno de tus libros, que al menos estan bien escritos. El escritor sabía que el halago iba en serio. Samantha no habría robado su libro si no le hubiera gustado poder escribir como él. La chica era así. Le puedes preguntar a él, pero no creo que se acuerde de mucho más de lo que farda...si es que no es medio inventado. Pero vamos, iba tan colocado que no puedo asegurarte nada. respondió, con una risa cruel, como si le divirtiese la idea. Desde luego sería algo que reprocharles durante el resto de su vida para reirse de ellos y sacarles los colores.

El dia que productor, actor y agente os machacaesteis la polla entre vosotros. Una escena cuanto menos dantesca.

Inclinando levemente la cadera le tendió el vaso a David, dibujando una pequeña sonrisa, algo fría en aquel rostro tan veraniego en pleno Noviembre. Sam nunca podría dejar de lado aquellas maneras, y ambos lo sabían.

- Ya sabes las normas de Lew...Drink me. se acercó hasta la cara del escritor giró con la muñeca el vaso delante de sus ojos, antes de dejarlo sobre la barra del minibar, haciendo que los hielos repiquetearan. Y luego seguimos pensando donde pudo ir tu hija o cual de todas las zorras rusas te dejo eso escrito. Lo que prefieras.

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08/12/2012, 21:22
David Stanford [Superviviente]

David agarró el vaso, y jugueteó con él entre los dedos, observando el mecer del líquido con expresión ausente.

Sam tiene razón.

Era una jodienda, pero no dejaba de ser real. No tenía ni idea de dónde podía estar su cría, y todo apuntaba a que estaba dependiendo de los demás para encontrarla. Cuando tuviese que poner una lápida podría decir que los demás la buscaron por él. Pero claro, no podía hacer mucho más, salvo suponer y tirar de la mierda que tenía.

Sólo sabía o recordaba lo del aeropuerto, pero ni idea de qué había pasado en esos ratos muertos. Probablemente fuese un hombre, pero vete a saber. No podía preguntarle a su mujer, pues no sabía nada y bastante tenía ya con lo suyo, y menos a su otra hija. Su agente estaba buscando su coche, perdido vete a saber dónde, y tanto él como el resto de la tropa estaban al tanto de la situación. Temía que, en el fondo, todos se hubiesen cruzado de brazos. Sasha podía llegar a hacer algo, por cuestiones sentimentales. Lew, si se acordaba y le apetecía, también. Y Charlie por supuesto, pero dudaba que su teléfono, única arma eficaz, le sirviese.

Se le acababa la esperanza al escritor, pero no podía más que dejar que su garganta bebiese aquello como placebo, algo hecho ya muchas veces en la vida. Tenía que descartar el club Lúmiere, al menos por el momento. Había de ser selecto con su tiempo, y no iba a perder el tiempo con las conjeturas de otra persona. Ya se encargaría ella.

Tenía lo de la fiesta, que no tenía por qué tener relación, así que tampoco iba a centrarse demasiado en eso. Lo que sí debía era encontrar su coche, pues no le gustaba tener que ir por ahí con un coche prestado. Así pues, tras beberse aquello, jugueteó con el teléfono, pensando en enviarle un mensaje a su agente. Pero no lo hizo. No quería presionarle, pues ese no era problema del hombre, y David, a veces, tenía buen fondo.

¿Qué debía hacer entonces? Dudaba, y mientras se revolvía el pelo, cual hombre recién levantado tras dormir en la calle, no podía dejar de pensar que estaba completamente perdido. No podía acceder a las cámaras del aeropuerto, y no conocía a las amigas de la cría. Era buscar una aguja en un pajar.

Salió de la casa, buscando nuevamente la piscina. Sabía o pensaba, no obstante, que Sam poco más podría ayudarle. No sabía más que él o Lew, y era obvio que para con su hija no podría hacer conjeturas mejores que el escritor.

La opción desesperada era pasearse por New York con la foto de la cría, pero era como intentar matar a una mosca con balas. Una ciudad demasiado grande para una niña tan pequeña. Por otro lado, podía hacer algo aún más desesperado, pero aquello era verdaderamente peligroso.

Tenía su blog, el que se había negado a empezar pero al que había cogido cierto gusto. Era bastante distendido, y aunque tenía demasiados seguidores, siempre había estado dedicado al trabajo. Porque cobraba por ello, básicamente. Podía publicar ahí el problema, pero su hija siempre había pasado desapercibida ante la prensa, y no quería ponerla en el ojo del huracán mediático. Aunque aquello siempre sería mejor que ponerla en una caja de madera.

A la mierda. No tenía ninguna idea mejor, pero tampoco podía hacerlo directamente. Tendría que hablar con Charlie, pues para eso era su agente. Si le daba el visto bueno no le quedaría alternativa, y necesitaba desahogar aquella frustración con su mejor amigo. Eso, y a ver qué había sido de su coche.

- Tengo que dejarte- dijo conforme se acercaba a la piscina, buscando a Samantha-. Voy a hablar con Charlie, a ver como soluciono esta mierda.

Una visita fugaz, pero le había servido de algo. Confirmar lo que se temía y averiguar más sobre el Lúmiere. No era poco. En la voz de David se podía leer la resignación, y aunque el hombre siempre vivía al filo de lo improbable, no dejaba de ser molesto que un hombre te visitase tan poco tiempo, asaltando con preguntas y bebiéndose tu esmerado cóctel para luego largarse.

- ¿Te llevo a algún sitio?- preguntó mientras rebuscaba las llaves del coche. Le sabía mal haberla hecho ir hasta allí para luego largarse sin más. La podía dejar donde fuese, indistintamente de si era la casa de su padre, una tienda de zapatos o la casa de alguna amiga. Si es que tenía de eso.

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10/12/2012, 00:07
Director

- Nah. Se despidió Sam desde el minibar levantando el brazo, antes de volver a cruzarlos. Me quedaré esperando a ver que me cuenta la estrella de rock cincuentona.

No hizo ademán de despedirse de David, porque ambos sabían que no hacía mucha falta. Eran así. Lo mismo estaban dos semanas sin saludarse que iniciaban una conversación completamente personal, intercambiandose las gafas de sol como payasos. No les hacía falta estúpidos protocolos sociales vacios.

Así que la chica se limitó a observar desde la distancia, con un cubata en la mano, como David se alejaba por el camino de piedras del jardín con las llaves de la Cucaracha en una mano y el movil en la otra. Charlie respondió rápido, como hacía siempre. Ese hijo de puta vivía pegado a su teléfono, y eso era lo que había mantenido con vida la carrera de David en sus momentos oscuros. Bueno, eso quizás era exagerar, pero era inegable que era esa relación de simbiosis la que le daba el dinero.

- Hola, Capullo, ¿Que quieres de este calvo semental a estas horas?.

Notas de juego

Oh dios mio, lo siento. Vi esto justo antes de salir de fiesta y hoy se me olvidó totalmente responder.

¡Perdón, Perdón!

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10/12/2012, 05:05
David Stanford [Superviviente]

- Yo también te quiero, mi pequeña bola de billar- replicó con la confianza que sólo hay con el mejor de los amigos-. Me gustaría saber si has inseminado mi coche o no.

Se refería a si lo había encontrado, o buscado tan siquiera, aunque no dudaba en que el hombre habría puesto su empeño en ello, aunque no hubiese dado sus frutos, se esperaba algo del estilo de "Ni puta idea, David. Lo mismo se lo han llevado unos chinos de la triada para dar de comer a los Transformers esos", aunque no estaría de mal un "Lo tengo en garaje. ¿Quién es el amo ahora, cabronazo?". Por eso le encantaba Charlie. No dejaba de ser una caja de sorpresas, y un buen tío. Era un hombre divertido y amigo de su gente, aunque no dejaba de tener cierta imperfección que le hacía parecer humano. Algo ajeno a las novelas de David que le hacía tener los pies en el suelo.

- No me gusta estar usando un coche de Lew. A saber en lo que me estoy sentando- mintió, pues dudaba que el coche hubiese servido más que para un par de rodeos, si es que los había dado. Cierto era, no obstante, que a David no le gustaba depender materialmente de cosas de los demás, y le tenía un cariño especial a su coche. Tanto, que al tener que cambiar el viejo, tan pronto salió del confesionario le rompió la luna delantera derecha. Se había acostumbrado a tenerla así desde que, hacía ya años, le rompió un novio ajeno la misma con un bate de béisbol. Mejor no saber el por qué.

Se metió en el coche, y tras encenderse un nuevo cigarrillo, arrancó.

- Escucha. Me quiero pasar por tu despacho, o tu casa. Tengo una idea para encontrar a la cría, pero necesito ver que te parece. Ya sabes, sigues siendo mi agente- y siempre lo será. Para eso estaba la lealtad mutua. El "escucha" era claramente para indicar que lo verdaderamente era eso, y que su coche era algo secundario. Más importaba su hija que unos cilindros con ruedas, desde luego.

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10/12/2012, 23:42
Director

- Inseminado, inseminado...tu puto culo voy a inseminar. Charlie sonaba algo ahogado, como si hubiera estado haciendo ejercicio. Aunque dada la naturaleza del agente de David, eso podía significar subir un par de pisos por las escaleras. Pues ando paseando por el puto barrio. ¡Ningún depósito tiene tu coche, asi que a saber donde coño lo has aparcado! Ibamos tan mamados que no recuerdo una mierda...

No sonaba del todo mal, pero si David había llegado allí conduciendo el coche según iban la otra noche, ya podían dar gracias a todos los dioses de los panteones por seguir vivos. Aunque visto el maratón que se había dado el hombre, quizás sería mejor no insinuarselo.

- ¿Quién coño folla en el asiento de alante teniendo esa parte trasera? Si eso era una metádora críptica o solo una frase con mal tino era dificil de saber, pero parecía tener ese aire tranquilizador de "Pero que tonto eres. ¿Como voy a matarte con una escopeta? Con lo que me gusta sentir la sangre en mis manos."

- Todo sea por Clare. dijo Charlie con recuperada seriedad tras la oferta de David. Se detuvo un momento a coger aire, consciente de que jadear restaba bastante credibilidad a su discurso. Sería calvo y bajito, pero el cabrón era un buen agente por detalles como esos. Nos vemos en mi casa. Ahora aviso a Anna para que vaya ella a dar el puto rodeo en busca de tu coche y nos deje charlar solos.

No es que Charlie no se fiase de su mujer, ni que David no la conociese. Pero las maneras de Anna muchas veces ponian demasiado freno a sus conversaciones (aunque fuese por su verborrea) y este era un asunto de hombre a hombre. O eso suponía el agente.

- Te veo allí, maricón, no te estampes en la puta carretera. Que voy oyendo el motor. declaró, antes de colgar.

Siempre tan cariñoso y paternal.

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11/12/2012, 01:48
David Stanford [Superviviente]

Aquello iba para largo. Ese coche parecía que iba a tener que ser suyo durante unos cuantos días más. Al final tendría que volver a la comisaría para decir que su coche también debía estar en busca y captura. Una idea interesante, la verdad, bastante cómica. El pobre diablo no pudo evitar mientras ponía una emisora de Rock en la radio. ¿Qué iba a escuchar ese hombre sino?

Fantaseó con la perspectiva de decorar el vehículo, pero la desechó. No tenía sentido, pues el suyo sólo tenía unas gafas de sol en la guantera, la documentación, y algún que otro paquete de tabaco. Quizá tuviese unos guantes y el cenicero lleno de colillas, pero nada más. No que el recordase, que ese era otro tema.

Así que arrancó en cuanto el semáforo se puso en verde, y volvió a desbloquear el teléfono móvil. Lo cierto es que no le importaba que Anna estuviese con ellos durante la charla, al contrario. Confiaba en esa enana, y siendo la voz de la cordura no le vendría nada mal su consejo. "Hank, eres un hombre de instinto, como los perros. De hecho, alguna noche has marcado el territorio por ahí, seguro. Si crees que anunciarlo en el blog es la mejor opción, hazlo, pero atente a las consecuencias". Se temía que dijese algo así. Bendita esposa. Sin ella Charlie no sería el mismo. Ni siquiera el propio David sería el mismo, por adhesión.

Con la sonrisa de un hombre satisfecho de tener verdaderos amigos en la vida, marcó el número de su médico particular. Benditos sean los Estados Unidos y su sistema sanitario, que no se diga. El pobre podía morirse en la calle de tuberculosis, pero el que pudiese costearse un seguro para dentro. David era de los segundos, y sólo confiaba en su pequeño, metafóricamente hablando, Jean.

Necesitaba de ese un análisis de drogas. El novelista no era un experto en medicina ni en toxina. Tampoco en drogas, pues ni siquiera como consumidor era un maestro. Al menos, no de las ilegales. El no sabría hacer la cuarta vocal con un canuto en ese tema, por lo que debía acudir a alguien como Jean.

Para ser sinceros, directamente no tenía ni idea de lo que había pasado aquella noche. La noche en la que Clare ya había desaparecido. Quizás, como la mayoría de las noches, hubiese sido sólo alcohol, pero no podía descartar alternativas más peligrosas tan rápido. Podía haberse drogado voluntariamente con algo ilegal, o podían haberlo hecho sin que se enterase. No sería tan raro, y si alguien podía ayudarle con el tema de las drogas era un adicto a los calmantes.

Rezó para que el test diese negativo, pero aquello no hubiese dicho nada. O no se había drogado o el cuerpo ya había purgado los residuos del organismo. Todo dependía de la droga. Mientras el tono de espera sonaba en su oído, David meditaba seriamente si hacerlo ese día o mañana. Esa noche iban a ElectroSand, y aunque confiaba en un hombre acostumbrado al alcohol y la fiesta, pues más de una vez tuvo que molestarlo en plena noche, pues para eso pagaba y era su colega, no dejaba de tenerle miedo a ese hombre cuando estaba borracho o resacoso. Combinado con pastillas podía ser peligroso. Muy peligroso.

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11/12/2012, 14:04
Jean Luca

El teléfono dio un par de pitidos, probablemente en lo que el doctor se quitaba los guantes de latex para que su teléfono movil detectase la presión de sus dedos y pudiese coger la llamada.

- Date prisa, tengo a un paciente enseñándome sus partes pudendas y se está poniendo incómodo. -breve pausa, voz avergonzada de fondo. El médico no se cortaba un pelo y la mayoría de sus pacientes ya no lo sabía, pero seguía habiendo alguno que se hacía el sorprendido, el ofendido o las dos cosas. Eso, o acababa de descubrir la verdadera naturaleza de Jean. ¡Oiga, encima de que lo hago por usted, que como este se ponga a rajar me tiene aquí oliendole los huevos hasta mañana!.

¿Si, Hola? Si, soy Jean Luca.

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11/12/2012, 17:44
David Stanford [Superviviente]

David pudo sino negar con la cabeza mientras sonreía.

Jodido Jean.

- Será una eyaculación precoz entonces- masculló, pues era una frase bastante gratuita, que no hubiese compartido con otro de no haber sido Jean la voz al otro lado del teléfono-. Necesito un análisis de drogas. En general. No descarto que hace dos noches me hubiesen metido algo, porque no recuerdo nada- y ya estoy más que acostumbrado al alcohol-. Dime cuando tienes un hueco y me paso por ahí.

Sabía que Jean podría no tener un hueco. Igual le decía que era imposible, ya fuese encontrarle hueco o hacérselo, por lo que fuera. Él no controlaba la agencia ni los medios de su médico, ni sabía de esas cosas lo suficiente.  Pero esperaba que sí, ya fuese ese día, o al siguiente. Le habló como si no hubiese duda, porque ese era el lenguaje habitual, pero se conformaría con lo que hubiere. Aquello no era un tiro en la pierna, sino una corazonada maltrecha, por lo que no se iba a poner muy exigente.

En aquel momento, más que la respuesta de Jean, lo que necesitaba era picar algo en casa de Charlie, porque las agujas no le hacían demasiada ilusión, ni cualquier otro tipo de prueba médica. Ay, el solo pensarlo. No sabía cómo Jean podía acostumbrarse a ese tipo de cosas, la verdad.

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11/12/2012, 18:47
Jean Luca

- ¿Precoz? No te cuento el campo florido que hay aquí porque sería ir en contra del secreto médico. ¡Ey, ni que el tio este se supiera su puto nombre, joder!

Pudo oir a Jean al otro lado musitar algo pensativo, antes de que le lanzase la respuesta.

- Ya podías haberme llamado ayer entonces. Te hablo de cabeza, pero creo que tengo un hueco justo antes de cerrar consulta. Nadie quiere malgastar su vida un sabado a las 19:30. Pasate y miramos a ver que tienes aún circulando por tus venitas antes de irnos de fiesta y buscarles compañeros de juegos.

Asi era Jean. En realidad lo único que él consumía era analgésicos, pero no por eso no iba a renunciar al precioso juego de palabras que le proporcionaba la situación. Quizás por ello era tan buen médico y tan desastre de persona: era capaz de encontrar y girar la tuerca a prácticamente cualquier cosa en cualquier momento. Operaciones, consultas, rehabilitaciones...

- Te veo a la hora de cerrar, y me hablas sobre tu fiesta.

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11/12/2012, 19:12
David Stanford [Superviviente]

-Eres un amigo- escupió como si nada, pues era algo a medio camino entre la verdad y una frase hecha. Colgó, guardándose el teléfono en el bolsillo de la camisa, como siempre. Ya se le caería y rompería la pantalla tarde o temprano, sí. Con un buen frenazo saldría contra el volante, pero David no prestaba demasiada atención a algo material como un móvil. Lo importante era que, aunque Jean se anteponía a sí mismo que a los demás a la hora de la verdad, era un buen amigo. Era mejor que la mayoría, y eso bastaba para el misántropo, incapaz de esperar mucho de la gente. O quizás, a esperar demasiado, depende de cómo si mirase.

Giró la rueda de volumen de la radio, aumentándolo, y siguió conduciendo al ritmo que el tráfico de New York le permitía hacia casa de su agente. Cualquier otro acabaría de cabeza siendo David, porque aquello no era vida, pero el hombre estaba acostumbrado. No hubiese sido famoso de no haberse movido constantemente.

Recapitulando, aquello debía de haber acabado con él en el momento. Él mismo no se hubiese visto capaz de llevar con tanta entereza la desaparición de la cría. ¿Qué hubiese pensado? Desde luego, estaría hecho pedazos entre colillas si estuviese solo en la vida, pero, por suerte, había podido apoyarse en todos sus pilares. Gente importante, a fin de cuentas. Gente que le ayudaba a sobrellevar los problemas. Charlie. Anne. Clare madre.

Joder, la madre. David estaba como loco, buscando a la cría por toda la ciudad en un precario equilibrio de seguridad y confianza, para evitar que la paranoia y la perspectiva de una hija desaparecida acabasen con él, pero su esposa no tenía tantas opciones para tener la cabeza ocupada. Quizá sí, pero la conocía demasiado bien como para tener esperanzas.

Si le daba tiempo, entre Charlie y Jean debía visitarla. Necesitaba ver como estaba la mujer que más quería en el mundo, y saber que no se ahogaría del todo en un mar de lágrimas. Eso sí que no podría soportarlo, pues, por muy imperfecta que fuese su mujer, seguía siendo la viga maestra de su vida. Cada vez que ella le rechazaba, él acababa condenadamente mal, y el adjetivo era bastante apropiado.

También podía ir a la noche, o mañana, pero temía por su esposa. David sólo tenía que mantener unido el hilo que se había cosido al corazón, pues a la que se desmadejase todo iba a ser un río de sangre, y esa no era una forma apropiada de acabar sus días. Se merecía un final distinto, ya fuese para bien o para mal.

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22/01/2013, 21:25
Director

Nunca salir de casa había sido un esfuerzo tan titánico. Poco a poco David conseguía dejar atrás los asquerosos efectos secundarios. Si hubiera sabido que dormirse en una bañera era tan parecido a una mezcla de gripe y resaca...bueno, se hubiera esforzado al menos en moverse hasta la cama.

Al menos no había sol, porque si ya le costaba soportar la luz con las gafas, conducir de otra manera se le hubiera hecho un odisea eterna. Con algo más de destreza manual David fue repasando el móvil y su agenda del día mientras tomaba asiento por última vez en la Cucaracha.

Recogería su querido y anhelado coche e iría a ver a su aún más querida y anhelada esposa. Luego tendría tiempo de preocuparse por el resto de mujeres que poblaban su vida. Y después ya vendría Runkle. No es que no le tuviera cariño, pero su querido cabezapolla tenía eso, polla. Y ese rollo...

Arrancó el coche, que ronroneó con el contacto y se dirigió a casa de Lew. Con más lentitud de lo normal, no por sentido común sino porque sus propias reacciones aún eran algo torpes, condujo más con el piloto automático que sabiendo por donde iba. Por suerte y con las ventanillas bajadas, el aire newyorkino no tardó en despejarle.

Al fin aparcó la Cucaracha en la puerta. Hoy no se oían guitarras ni movimiento en la piscina. Solo esperaba que hubiese alguien en casa. Por suerte y sorprendentemente el mismo Lew fue el que respondió a su llamada en el infernal telefonillo. Dios, necesitaba algo para la cabeza. Quizás cortársela fuera suficiente.

- Ey, David. ¿Has vuelto de entre los muertos?

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22/01/2013, 22:31
David Stanford [Superviviente]

David se encendió un cigarro, bastante más reposado. Se había colgado las gafas de sol del cuello, con el cabello ya ligeramente revuelto por el viaje al aire fresco. No parecía haber nada importante en su móvil más allá de los cuatro preocupados de siempre y las cuatro jilipolleces de todos los días.

- Y he tardado tres veces menos que Jesucristo, sí- dijo con aire creído, restándole importancia al asunto-. Tengo un poco de prisa- añadió señalando la acera-, así que... te lo meto rápido en garaje- concluyó dejando la ambigüedad homosexual en el aire de forma deliberada, antes de volver a comenzar-. El coche. Charlie ha encontrado el mío por aquí cerca. Típico- y se acabaron las tonterías.

Estuvo a punto de preguntar por su análisis de drogas, pero se acordó que, aunque fuesen parecidos, Luca y Lew no eran el mismo tío. Aún le quedaba un poco de "jet-lag", al parecer. 

- ¿Qué tal están mis chicas?- preguntó sacando pómulos con gesto de recibir golpes, pues prefería no tener que preguntárselo a un hombre que a ellas, y aún temía la respuesta-. Dejé a Sam echa una cuba en su casa, y a Sasha contigo, así que más te vale que la segunda siga viva.

El hombre jugó con las llaves del coche, antes de palmear la piedra al lado del telefonillo.

- Me respondes dentro- sentenció mientras echaba a correr tras La Cucaracha.

Al menos ya sabía una cosa. Lew no había estado también anoche de fiesta. Sino a santo de qué iba a abrir él la puerta.

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24/01/2013, 02:10
Director

- Pasaaaaa- respondió el productor con su habitual deje, mientras las puertas del garaje se abrían a su voluntad. Para aquel entonces David se estaba subiendo ya en el asiento del conductor, y volvió a poner el coche en marcha prácticamente cuando estas se abrieron completamente.

Lew bajó mientras acababa de aparcar el coche con algo de esfuerzo, ajustando con  maniobras un poco forzadas. Si, el garaje de la estrella del rock era grande, pero no estaba precisamente vacío. Allí había otros cuatro coches, durmiendo juntitos como una gran familia, y David había venido a perturbarles con el intenso rugido de la Cucaracha.

Iba vestido con una especie de pijama: pantalones anchos negros y una camiseta blanca de hacer ejercicio demasiado grande y raída para un tío que ganaba todo lo que ganaba Lew. ¿Que le costaba comprarse otra?

Lew pegó un silbido erótico cuando David se bajó del coche. A saber si con ironía o verdadera razón de ser. Sin embargo tardó un par de segundos en hacer una pregunta, algo incómodo y con voz bastante más seria.

- Entonces...¿no has hablado con Sam? Pensé que tu me podrías decir algo... el rockeroparecía afectado por algún hecho que ahora se escapaba a la mente del escritor, pero ¡por favor! que no fuese una desaparición. Bastante tenía con una hija desaparecida como para ahora tener...bueno, lo que demonios fuera Sam. Un ser querido más. Una joven alocada e inconsciente. Un trocito de parcela florida en el corazón del escritor.

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24/01/2013, 10:57
David Stanford [Superviviente]

- No me jodas- masculló el escritor en voz baja, negando con la cabeza, escéptico, centrando la mirada en ninguna parte-.  La dejé en su casa, con su padre, indefensa y vulnerable por culpa del alcohol- añadió con tono algo distendido, aunque se le pasó rápido la broma-. ¿No contesta tampoco? Porque me sobra con buscar a mi propia hija como para hacerme el detective con las de los demás. Eso y que la necesitamos para rodar la temporada, claro. Sin Sam no hacemos un carajo.

Se refería a la serie sobre la vida de David, por supuesto, donde Sam, pese a no aparecer demasiado, era vital por su papel de lolita rota.

- ¿Y Sasha? La dejé haciendo algo importante contigo, relacionado con Clare, pero, pero no termino de acordarme- añadió, pues ciertamente le costaba recordar según qué detalles de aquella noche. Se acordaba de las ingles brasileñas de la chica, pero no acababa de recordar por qué cojones eran tan importantes los tíos esos.

David tenía prisa, y no poca, pues tenía que ver a su mujer y pasarse por el Lúmiere, si es que no se le quedaba nada más en el tintero, pero desde luego tenía que cuadrar la información sobre esas dos. Como le hubiese pasado algo a alguna podía darse por jodido. Estaba intentando no beber, y llevaba una hora sobrio, sin contar la bañera, pero le iba a ser misión imposible si pasaba alguna mierda más.

La mano del novelista se meció por el aire, lanzando las llaves de La Cucaracha al rockero que parecía cuidar un poco su desgastado corazón. La viagra, el alcohol, el tabaco y las drogas son cosas que te destrozan a nivel cardíaco, desde luego. Bien sabía David sobre las dos de en medio.

Una cosa menos.

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24/01/2013, 21:42
Director

- Sasha se vino a hablar conmigo y se encontró con más de lo que quería ver, supongo, porque se largó. El rockero se encogió de hombros, antes de reír de manera fanfarrona. Mi polla es demasiado espectáculo para sensibles. A lo mejor por la cara de resaca o por el poco sentido común que a veces tenía, Lew se dio cuenta de que no era momento de bromas y recobró la seriedad, con un suspiro algo compungido. Estaba con un vecino nuevo y sus chicas. Con el que estuvimos de fiesta el otro día. dejó caer el rockero, como si David no hubiera estado buscando pistas sobre esa puta fiesta durante hacía ya cuatro días. Ya sabes, el ruso.

No, no sabía. Pero encajaba con lo que le había dicho Sam. Quizás era por ese mismo motivo por el que la chica no cogía las llamadas del rockero. Era una lolita, no una idiota: cuando ella dejaba de ser la que mandaba, se tomaba el último honor de mandarlo todo a la mierda.

- Hablé con ella más tarde y le expliqué un poco. Que me lo preguntó ella, vamos. No voy a robarte a la actriz también. Aunque menudas peras...silbó con admiración, mientras el escritor se acercaba a devolverle el control del coche.

Lew cogió las llaves que le tendía David, y se quedó esperando a que abandonase el garaje, antes de hacerle una última petición, algo más tímida. Para cualquiera que conociese a el rockero, aquello era una autohumillación de primera categoría, por fanfarrona que sonase. Y es que otra cosa no, pero Lew tenía soberbia para él y todo su vecindario.

- Oye, Sam creo que se ha enfadado conmigo. ¿Podrías decirle algo de mi parte si a ti te habla? Se que te la follas tu antes que yo y tal y es un poco raro, pero...No se, no quiero acabar a jodiendas con ella por algo así. Que yo me follo lo que me da la gana, que siempre ha sido así, pero no quiero que este enfadada.

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25/01/2013, 23:24
David Stanford [Superviviente]

David escuchó, manteniendo esa sonrisa sencilla y no demasiado radiante. Era la que ponía cuando un fan le pillaba en mal día, pero no quería acabar mandándolo a la mierda por decir algo así como "me gustó la película, pero está mejor el libro". Su puta madre le fue a gustar esa basura de metraje a la que llamaron cine.

- Le diré algo bonito de tu parte, tranquilo- dijo palmeando el hombro del Rockero, comprometido.

Podía haber sido peor. Podía haber desaparecido de verdad.

Se giró, dispuesto a largarse. David no tenía el día para aguantar a Lew en todo su esplendor, luchando por la abstinencia al alcohol y sacar algo de provecho. Lo de Clare estaba empezando a desquiciarle llegados a ese punto. Habían pasado ya demasiadas horas.

Sin embargo, cuando el hombre se metió las manos en los bolsillos y ya parecía abandonar el garaje, se giró.

- ¿Dónde decías que vivía el nuevo?- preguntó con las cejas fruncidas, intrigado. Vivía por allí, sí, pero necesitaba la dirección exacta. Tarde o temprano tendría que pasarse por ahí a ver qué pasaba. Sobretodo si al final el análisis de drogas de Luca había dado positivo. Sea como fuere, era obvio que David había sido más parco en palabras de lo normal. A buenas horas le entraba conciencia a Lew. Un poco tarde. Casi hubiera preferido que siguiese como siempre, ebrio.

Ya tenía algo que hacer en lo que se iba a casa de su esposa. Ya de paso, qué cojones, pararía de paso en casa de Sam. Tenía que asegurarse de que estaba bien antes que nada, no fuese a ser que la rabieta con el rockero hubiese llegado a más.

Crías.

Si es que en el fondo Samantha no dejaba de ser sólo eso, una cría. Ya me dirás con las dieciocho primaveras cumplidas a dónde ibas con esa vida. A escritora de éxito procesada por corrupción de menores, seguro.