Partida Rol por web

Ah, disculpe Señor...Pikes.- La recepcionista sonrió, aunque Nathaniel vio algo en sus ojos que no le acababa de convencer. No se que puede tener este edificio de interesante para hacer una construcción turística que no haya podido ver en los planos del catastro, pero puedo intentar concertarle un cita con el Señor Charlmers

Fue entonces cuando la otra recepcionista se levantó para hacer un encargo, dejando a los dos solos. La joven miró a un lado y a otro, antes de apoyarse en el borde de la mesa y acercarse en confidencia a Nath. 

- Verá, oficialmente no creo que pueda darle la cita. admitió. La hija del director ha desaparecido recientemente, y no estará disponible para nadie. Pero si tiene algún tipo de acreditación, yo misma puedo mostrarle algo del edificio...

Ciertamente la estructura la tenemos estudiada, pero se necesita una perspectiva interior para hacerse una idea figurativa de lo que se puede apreciar. La sede del "Day of New York" está en la lista de los edificios que tengo que hacer una visita. Jaja, aunque parezca raro (por que esté lleno de oficinas), el edificio en sí es de cierto interés para la constructora A.R. Esto no son más que meros formalismos para este proyecto de *Alchemy Rock. Papeleo...

Al oir lo de la acreditación, me interesé plenamente por la hija del director. Sabía que hoy había manifestación en la sede central de las comisarías, y temí que Chalmers pudiera encontrarse allí. Estaba dando evasivas para no tener que enseñar identificación, y a la vez intentaba que me dijera lo que quería escuchar.

¿Como?¿La hija del R.Chalmers? Es terrible lo de las desapariciones... conozco a un par de personas que han sufrido una perdida hace muy poco. También ha desaparecido un familiar del compañero del proyecto... y hoy estará ocupado en... Ah!, ya entiendo, entonces el señor director estará hoy bastante ocupado en la manifestación en comisaría... ¿es eso?
Uff... Puede que sea una grosería, mi mirada era tristona, como dando un pesame pero vengo por trabajo, y lo siento mucho, pero me veo obligado a informarme... como último caso (y si no hay otra manera) podríamos intentar con otro representante en el edificio. ¿le hay?... No podemos trabajar en función a si una persona está en condiciones o deja de estarlo... la expresión que puse fue de tener un problema grave... era entre "perdone mi gravisima falta" y "que follón en el que estoy metido"... creo que esto sería mejor llevarlo sin presiones... no se... ¿Tiene secretaria personal? ... ... ¿Quien me podría informar de... digamos "el mejor momento" para concertar una cita?... Para hablar personalmente con el antes de eso...

Esperaba que ella, después de decir mi nombre, la empresa a la que pertenecía, y tras la evasiva, pasara un poco por alto mi identificación... no me quería ver obligado a darle a aquella señorita un inconvincente, a la par que poco elegante: "se me ha olvidado"/"me lo han robado" . Aunque puede que solo estuviera retrasando lo inevitable.

- Que yo sepa el Señor Charlmers no irá a la manifestación, pero como puede imaginar, está muy dolido por lo de su hija...respondió la recepcionista, algo cotilla, aunque impresionada por los falsos credenciales de Nathaniel. Los conocimientos del negocio parecían haberle salvado esta vez...eso, y que la chica no parecía tener demasiadas luces.

- Bueno, el Sr Charlmers no tiene secretaria pero...rió un poco, seguramente al imaginar cual sería la cara del prepotente de Bradley si supiese que le habían llamado por ese término. Puedo dirigirle al Señor Bradley. Es su hombre de confianza, y estoy seguro de que sabrá llevar esto con cierta discreción sin molestar a los jefes.

- La verdad es que le enseñaría el edificio yo misma,- añadió. Parecía sincera, pero había un interés mayor a la amabilidad bajo sus palabras. Probablemente el salir del aburrimiento.- pero no puedo abandonar mi puesto de trabajo y no tengo acceso a todas las zonas...y prefiero no molestar a la redactora jefa. Puso un mohin de disgusto. Hoy esta que ladra.

Linda no era tonta. Su ordenador tenía contraseña. Pero gracias al cielo, había editado de alguna manera el ordenador para que esta solo fuese requerida al iniciarlo, no al salir de procesos de hibernación*. Así que Bradley se topó con un fondo de pantalla de Adele, con todos los iconos ordenados a la derecha en un par de accesos directos rodeados de carpetas.

TRABAJOS, FOTOGRAFÍAS, IMÁGENES.

Viendo el título tan global del asunto, aquello sonaba a un laberinto de subcarpetas en el que perderse durante horas para acabar topándose con alguna autofoto comprometida. Que podría ser hasta divertido guardar alguna para chantejear a la joven cuando la encontrasen. Si es que la encontraban.

Y si es que Ronald Charlmers no pasaba justo por ahí para ver a su hombre de confianza contemplando fotos de su hija en bikini. O sin él. O a saber.

Todas las molestias que Kate se había tomado para evitar que quien la espiaba no supiera que se reunía con el agente acababan de ser tiradas por tierra con las dos primeras palabras del agente Jackson. Si también tenían pinchado el teléfono del policía, cosa que no le extrañaría si estaba investigando lo de las desapariciones, ahora ya sabrían que aquel número era el suyo. Chasqueó la lengua molesta.

-Sí, allí estará bien. -Iba a proponer otro sitio más seguro pero ahora ya le daba lo mismo. Trataría de dar un rodeo para despistar a sus posibles seguidores y esperaba que pudiera lograr algo.

Kate colgó sin más.

David procesó todo aquello, pero no podía responder en escopetazo a cada cosa. O una de las chicas estaba involucrada directa o indirectamente en lo de Clare, o sólo querían drogarle a él por algo. Le daba igual en ese caso si era para tirárselo, para engañarle, o para las dos cosas. Sólo le importaba su hija.

- Me alegro de que sea Ruso y no Musulmán, entonces- contestó, dando un nuevo trago sin perder el tono habitual-. Habría muerto antes de entrar en los Estados "Unidos" de América- quizá no, pero la filosofía de David era negra-. Eres peor que el diablo, pero eso también me lo han dicho a mí, así que no quiero averiguar quien es peor persona de los dos- alzó una ceja-, según la- suciedad- sociedad.

Dejó el vaso en el suelo, a falta de muebles disponibles, omitiendo el minibar. Apenas había bebido, pero no quería alcohol en ese instante, y el vino nunca había sido su bebida favorita, ni de lejos. Prefería lo duro a lo romántico, y se hablaba de drogas legales, no de sexo. Se puso en pie, señalando.

- Averíguame quien de tus chicas ha sido la de las drogas, y por qué- pidió en tono autoritario, como si hablase con su agente tras firmar un contrato-. Podría ser importante, o no. Pero no tomes medidas, paladín de bruñida polla- que no armadura.

Seguía siendo el David de siempre, pero se le adivinaba cierto cinismo y rigidez, propios de cuando estaba serio dentro de su personalidad. Enfatizaba con el dedo al hablar, cual maestro de colegio, pese a que sabía muy bien con quién hablaba.

- Y dicho eso- retomó volviendo a su empatía habitual-, a mí se me dan bien cuatro cosas. Follar. Caer mal. Caer bien. Ser noticia. Escribir- contó con los dedos, sacando uno por cada cosa. Cinco dedos-. Bueno, mira, soy mejor de lo que me pensaba, qué le vamos a hacer. Normalmente me paso los meses rechazando hacer basura, así que tú dirás cómo de divertida y emocionante sería tu vida sobre papel sin mentir- alzó las cejas, cruzándose de brazos-. Y la última biografía fue la de Lew Ashby. Mal amante, peor persona, mejor consumidor de viagra y una ONG de nabo tieso para jovencitas drogadictas.

David no quería escribir. Podía hacerlo, mientras la persona lo mereciese, o su al menos, lo hiciese su vida. O ambas, por sinergía no recíproca. Pero aquello le daría información, y la necesitaba. Su nombre, sus lazos con el país, todo. ¿Su plan? Hacerle beberse medio minibar hasta que confesase hasta el estrangulamiento con el cordón umbilical durante el parto y el puenting asociado al mismo.

- Está hecho. respondió, cruzándose de brazos. No me importa que se droguen ni drogarme, pero intoxicar a gente sin permiso está feo. Tengo el suficiente caché como para poder mandar a esa gente a tomar por culo y eso pienso hacer. Declaró, dejando claras sus intenciones. Vamos, que pensaba tomar las represalias que le diera la gana por mucho que dijese el escritor.

La respuesta de David pareció interesarle al principio, pero acabó soltando una pequeña risa mientras se encogía de hombros.

- Lo lamento pero debo de rechazar tu propuesta. Me temo que mi vida es demasiado emocionante para novelizarla. Perdería todo su encanto.

No irá a la manifestación? Humm... un hombre ocupado verdad? Por cierto, me puedes decir algo más de él? Para mi desgracia, he tenido que trabajar con hombres muy... ¿como decirlo? Distintos a mi. Quiero estar un poco mentalizado antes de tener trato con el. ¿Es un hombre de costumbres?¿Puntual?¿Serio?
Tenía la impresión, de que una conversación informal, era un respiro para la secretaria. Y eso parecía buena señal.

Bien... será mejor no molestar a R. Chalmers por ahora... así que, con gusto me dirigiré al señor Bradley. Si no le importa apuntarme su nombre completo, y su número... busqué en un bolsillo interior... palpé mi cazadora en busca de mi boligrafo y papel imaginarios Por dios... donde tengo las cosas? ... si no le importa darme un papel...

Al ver sus ganas de evitar un poco la monotonía solté un comentario... Se ve que necesitaría un respiro jaja... si quiere me puedo quedar a charlar un poco con usted... Scott siempre intentaba agradarla. Desde que entró al establecimiento y entabló conversación la miraba fijamente, y de vez en cuando la lanzaba una sonrisa.
Bueno, si luego no me puede acompañar, no pasa nada... entonces solo daré una pequeña vuelta por el piso.

David compuso una mueca cínica, sonriendo como si estuviese hablando con alguna periodista guapa que, por desgracia, le quería por el interés.

- Creo que debería leer más, señor...- dejó la frase en el aire, esperando a que dijese su nombre, para el registro. Lo hubiese hecho o no, siguió-. Como Best Seller, me ofende profundamente que considere cualquier cosa demasiado emocionante como para ponerlo por escrito. Pero eh, tú sabrás, Don Caché. Sólo espero que esa pobre chica no acabe con una fisura anal- claramente, se recrudecía conforme hablaba, claramente enfadado ante aquella malversación en su última intervención, y no hacía sino agravar "Tengo el suficiente caché como para poder mandar a esa gente a tomar por culo y eso pienso hacer". Era narcisista hasta para David, y sorprendente, un comentario con menos clase, al menos a sus narcisistas y bastos ojos-. Qué quiere que le diga. El agente que lleva la desaparición de mi hija, vista últimamente en el Lumiere la tarde del día en cuya noche nos fuimos de farra al local, se sentiría bastante interesado si algo le pasase a ninguna mujer con la que estuviese esa noche.

David sonrió, estirando la mano para ofrecerla, invitando a que la estrechase su interlocutor.

- Sé que es incómodo que, cuando no tiene pensado quedarse demasiado, le moleste la ley con preguntas sobre  nimiedades de campesinos- aquello no es un sería, sino es.

Dimitri Ibrainovich acababa de demostrarle que tenía una vena autoritaria y descontrolada al mismo tiempo, falta de tacto. Llevaba pocos días en la ciudad, como poco tiempo llevaban las desapariciones. Probablemente no tuviese nada que ver, pero le merecía la pena intentarlo, y quería que él lo supiese, si tan listo era.

David sería estúpido para muchas cosas, pero no era gilipollas integral, por mucho que se lo hubiesen dicho cuernudos declarados o en potencia y unas cuantas mujeres. Irse de fiesta el mismo día al mismo local que había desaparecido su hija, le pareció macabro, y demasiada coincidencia. Alguien podía haber intentado recrearse en aquello, obteniendo satisfacción personal por sus dotes de titiritero. Y Dimitri tenía pinta de gustar de tales cosas, por su personalidad latente.

De Kate a Donna, SMS:

Lo siento corazón. Esto va a volverme loca, no te tenía que haber dicho eso. Te quiero mucho, ya lo sabes.

- Dimitri. Pero ni soy señor ni soy nada. Parecía consciente de que había ofendido al escritor, pero que no le importase demasiado. En cierto modo parecía casi satisfecho, como el mero hecho de que alguien como David Stanford se sintiese ofendido por tus palabras fuese un premio. No pienso dar por detrás a nadie que no quiera y es lo único que pido a cambio. Metafórica y literalmente. Alguien que va aderezando bebidas ajenas no es el tipo de gente que quiero para salir de marcha, pero si a ti te interesa, te paso su número. Respondió, burlón, encogiéndose de hombros como si no entendiese el punto por el que David se sentía ofendido. Las chicas que vienen conmigo lo hacen voluntariamente, David. No es que vaya a partirles las piernas por portarse mal. Aclaró, viendo lo que el consideraba una confusión del escritor, confusión entre divertida y preocupante.

Si embargo, el cambio de tono de la conversación se reflejó en una cara de desagradable sorpresa en el rostro del ruso. Bueno, al menos conservaba algo de sensibilidad. Ignoró por completo la amenaza del escritor, aunque viendo su reacción David no acababa de estar seguro de que siquiera hubiese entendido lo que había querido implicar.

- Espera...¿tu hija también...?- dejó la frase en el aire, dándose cuenta a mitad de frase de que la respuesta era demasiado obvia. Se quedó un par de segundos adicionales en silencio, antes de añadir. ¿Rubia, estatura algo superior a la estándar, ojos claros?

- Pero...se llevó la mano a la barbilla, pensativo. Apenas estuvimos allí. Bueno, al menos yo. Admitió, con rapidez. Entre y vi a Lew, tu y tu agente y os invité a venir de fiesta a mi casa. Yo me tomé una jarra y vosotros os acabasteis la vuestra. Nos iríamos a las ocho.

Al ver la mano tendida del escritor se quedó unos momentos mirándola, como si no entendiese de que iba aquello. Sin embargo se la estrechó con lentitud, clavando sus ojos en los del escritor. Unos ojos que, a decir verdad y ahora que los miraba bien, parecían demasiado viejos y cansados para estar en el cuerpo de aquel joven descontrolado.

Bradley sonrió con autocomplacencia al ver que no sería necesario introducir una contraseña. El diseño minimalista del escritorio parecía prever que dentro habría un laberinto de información. En estos instantes era cuando el abogado dejaba de controlar el entorno en que se encontraba y empezaba a jugar a ser investigador, comenzó por "Trabajos", buscando cualquier indicio de agenda o anotaciones diarias que pudiera tener su jefa para el día de su desaparición, el día anterior, o el posterior.

David imitó a Dimitri, estrechándole la mano con lentitud. Arrugó los ojos, ceñudo, cual DiCaprio poniendo su única expresión en el cine.

Cri, cri.

Se oía en la mente del escritor. Una nebulosa de confusión ocupaba su mente, intentando procesar todo aquello. Desechó lo de la pequeña zorra que hacía apología de la drogadicción, o lo que fuese. En aquel preciso instante no era algo en absoluto. El "también..." le importaba, dejado caer. O ese hijo de puta había leído la prensa o le habían raptado a alguien cercano en Nueva York.

- Puede ser- respondió ante la descripción física, mintiendo. Su hija no era rubia por naturaleza, ni demasiado alta, aunque habría que ver qué significaba alto para Dimitri-, si se pone tacones y se tinta el pelo, lo cual no me extrañaría nada. ¿Le ha desaparecido a usted también alguien, Dimitri?- preguntó el escritor, ignominioso cual primigenio de las marismas ante un sacrificio ritual-. No parece ser el tipo de hombre que lea prensa basura, así que me atreveré a pensar que es eso.

David estrechó la mano, negándose a soltar a Dimitri en aquel instante de tensión, aunque la relajó al segundo, sin moverse del sitio. Giró sobre sus pasos y se agachó, dando un sorbo a su copa de vino nuevamente. Le haría falta para poder seguir en condiciones. Alzó un dedo, tragando e incorporándose, antes de seguir.

- Espero que entienda que hablamos de mi hija- dijo en tono conciliador-. No me quiero meter en su vida, y me importaría una mierda juzgar o indagar en nada, pero necesito que me diga todo lo que pueda ayudarme a encontrarla. Está usted hablando con una persona desesperada, capaz de cualquier cosa.

A David, ciertamente, no le importaba lo más mínimo lo que pensase Dimitri, o como se ganase la vida. Pero había flaqueado, achacado por sus propios demonios personales, y eso era algo que David debía explotar a toda costa. Si Dimitri también tenía problemas, habría dado un paso de gigante en su campaña.

La carpeta era un auténtico mausoleo de entregas de facultad y los pinitos como periodista de Linda. Había, como un pájaro de mal agüero, un documento en blanco con el nombre "MASALLA", el cadáver de un artículo que ni siquiera había llegado a nacer, creado el día antes con ilusión. O miedo. O a saber.

Sin embargo y tras un buen rato buceando encontró algo parecido a una agenda de Linda, un power point con los días de la semana marcados, aunque solo los de la actual, dejando a Bradley sin conocimiento de las acciones pasadas de la desaparecida. Había poco que hacer para el martes: redactar toda la información de la noche anterior. Sin embargo el jueves y el viernes la chica pensaba pegarse una buena fiesta: Salir con las chicas y un Al menos inténtalo. El qué tendría que esperar a saberlo hasta encontrar a Linda y preguntárselo, pero sonaba como un gancho interesante del que lamentablemente no tenía ni puta idea.

- No, por suerte. A ninguna de las dos cosas. Pero oí lo de Charlmers en la radio. Me sorprendió porque yo también fui a la exposición, que parece que fue el último sitio donde se la vio. confesó pensativo.

David había activado un tipo de resorte desconocido en la mente del ruso, que ahora no podía dejar de dar vueltas al tema. El propio ruso pareció darse cuenta de que eran dos personas desaparecidas ante sus narices, pues arrugó el ceño también, lanzando una mirada de desagrado a la nada a su derecha.

Como si fuese demasiado para él, Dimitri murmuró algo en lo que debía de ser ruso, antes de volver a clavar la vista en David. Quedaba poco de la mirada burlona y cálida: sus ojos eran ahora fríos y determinados. Como los de una autoridad, o un militar. O un asesino a sueldo, todo fuera dicho, que no había tanta diferencia si se pensaba fríamente. Gente con una fuerte disciplina, que mataba por dinero. Por mucho dinero estos últimos...

- Puedo ayudarte a buscarla. Es más, voy  ayudarte a buscarla. Parecía importarle más bien poco la opinión de David al respecto... Pero necesito saber como es...

David sacó la cartera, mirando de reojo a Dimitri.

Menudo elemento.

Rebuscó la fotografía tamaño carnet de su hija y se la tendió al diletante con los dedos índice y corazón de la mano contraria, guardando la cartera de nuevo sobre su firme nalga.

- ¿Sabe que la quiero viva, verdad?- dijo con una sonrisa, llamando a un cambio de mentalidad. Bromeaba, claramente, pero debía hacer notar a su compañero que su actitud era ligeramente paranoide- La foto está obsoleta, pero esa es. Clare Stanford- se resignó-. ¿Por qué ha dado esa descripción antes?- preguntó con cierto interés, confuso.

Desde luego, todo aquello le inspiraba poca confianza, pero no tenía nada, así que tenía que dejarse hacer. Él, al paso que iba, nunca la encontraría. Toda ayuda sería poca, aunque pudiese salirle el tiro por la culata. La actitud de Dimitri no ayudaba en absoluto a que le diese crédito, pero el hombre tenía dinero e influencia. Si decía que iba ayudarle, no podía sino concederle un voto de confianza.

Con un gesto ágil y no carente de elegancia por la cantidad de tarjetas de negocios que le habían hecho coger, Dimitri recogió la foto que David le tendía y se centró en ella, clavando los ojos en la mirada alegre de la fotografía como si su interlocutor hubiese desaparecido.

- Por que es lo que parecía Linda Chalmers. Y se supone que en las desapariciones hay cosas en común ¿no?- respondió distraído, mientras escudriñaba la foto de la hija de David. O no le convencía el parecido, o estaba memorizando cada poro de la piel.

Acabó alzando la vista, con seriedad. Estaba ya metido hasta las orejas en el asunto, estaba claro. Tenía que estar un poco mal de la cabeza si prefería buscar hijas desaparecidas a que escribieran su biografía. Salvo que tuviese algo que ocultar.

- ¿Te importa si me la quedo? La movió ligeramente, aunque estaba perfectamente colocada por si David quería cogerla y guardársela de nuevo. Se que tendrá un alto valor sentimental y tal, pero la necesitaré para poder preguntar por ella.

La descripción velada de la secretaria le dejó claro que Charlmers era el típico jefe cabrón, absolutamente dedicado a su negocio. Parecía sin embargo no disimular su predilección por los buenos trabajadores y al menos recompensar las horas extras y las tensiones de las publicaciones de última hora.

Y así Nathaniel salió del edificio con el número del "asistente" de Charlmers. Y salió, más que nada porque al intentar entrar en la zona de oficinas uno de los agentes de seguridad salió de su sueño y le pidió un pase que claramente no tenía. Y el hombre parecía bastante menos dispuesto a tragarse la charlatanería de Nathaniel a las siete de la mañana que la aburrida recepcionista.

- Consiga un pase y hablamos.

Maldito engreído...

¡Y una mierda!

Dimitri tenía un evidente problema de psicosis. No es que David estuviese bien del ala, pero lo de ese hombre era demasiado para él. La última vez que un hombre miró así fotos de su hija le pegó una ostia con los nudillos cerrados. Que su hija era sagrada.

Pero le importó más bien poco, asumiendo que simplemente, Dimitri era un morboso al que le iba el meterse donde no le llamaban, porque seguramente se aburría. Era rico, con una casa vacía, en un país desconocido. No podía ponerse sin más a hablarle a las paredes y esperar a que el eco le contestase, y bien sabía David que era imposible estar constantemente con mujeres. Acababa siendo hastiaste no tener tiempo algo más. Cualquier cosa, lo que fuese. Buscar a las hijas de otro, por ejemplo.

- Mientras no te destroces la polla mirándola, es toda tuya- contestó el escritor, dejando ir la fotografía. Ya tenía la cartera guardada, y desde el principio pensó en no recuperarla. Ya sacaría más fotos de su hija, si es que tenía. ¿Tenía? Era un puto desastre. Tenía un álbum de fotos lleno de su mujer, y de la pequeña, pero la mayor había sido siempre tan autónoma que ni lo sabía. Valga dios.

David estaba dispuesto a largarse de una vez, o quedarse. O no sabía ni qué, porque no tenía más ideas. Sabía que Harry, el camarero del Lumiere, tenía algo raro con Sasha, así que quizás debiera preguntarle a ella primero. O intentar sacarle por las buenas o por las malas al tío de dónde había salido lo de su hijo. También podía informar a Jackson, pero hasta que no le presentase algo útil lo consideraba una pérdida de tiempo. Ahora es cuando echaba de menos no tener un colega informático para descubrir quién era el que se tiraba a su hija. El de twitter.

- Te recomiendo empezar por el Lumiere- dijo al fin, como si la cosa no fuese con él. Iba, pero a él no se le daba bien usar las artes de Dimitri, que siendo un cuasi mafioso ruso, debía estar más puesto en el mundo de la extorsión. Que se dedicaba a las armas y al petróleo, por dios-. Al camarero le pusieron un ojo mirando para Los Ángeles, y parece tan reciente como la desaparición de la chiquilla.

Dimitri parecía sincero en su interés por buscar a Clare, pero David sentía algo raro. Era un truco que el mismo había usado demasiadas veces como para no darse cuenta. Las verdades a medias. No son una mentira, así que las puedes decir con suficiente tranquilidad y convencimiento incluso cuando no eres un buen mentiroso. No hay cargo de conciencia y, normalmente, nadie te las reprocha.

Había algo que el ruso estaba ocultando, un verdadero motivo por el que arriesgarse el pellejo por una chica que ni siquiera conocía. Y no era lujuria. Si, seguía siendo un padre y como tal paranoico y sobreprotector, pero el escritor sabía que en esa foto hubiera podido haber un adolescente obeso con acné y la reacción hubiera sido la misma.