Partida Rol por web

Bajo las luces de New York

New York, New York

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16/06/2013, 23:43
David Stanford [Superviviente]

David sostuvo la mirada de Isabella y tragó saliva. Agachó el mentón, mirándola con una sombra alargada proyectándose lentamente sobre el rostro. Esbozó una media sonrisa, amarga, y se dejó de jilipolleces.

- Tu camello favorito, ¿eh?- señaló con sorna.

No, no se refería a el mismo pese a que le estuviese mirando. Se consideraba adictivo, pero no parasol muertos vivientes.

Se golpeó con el dorso de índice y corazón la cara interna de la muñeca, marcando unas ya de por si sobresalientes venas entre tejido y cartílago. Se refería a drogas parenterales, claro, pero en secreto era un pequeño código para la no-muerta. Sangre. Le seguía importando una mierda que fuese un vampiro, un mago, un licántropo o un hada con alas rosas.

La mano de las venas, sosteniendo el bate, se balanceó hacia adelante, proyectando una intención hacia el edificio.

- Ve. Las mujeres no dejáis de enseñarme algo nuevo cada noche, así que más te vale estar a la altura- apunto mientras echaba a andar hacia el interior, ofreciéndole ir delante con la mano-. Tras de ti. No querrás que me rompa una uña, pero yo tampoco perderme las vistas.

Se ajusto las gafas y sonrió de medio lado, como un viejo cansado de vivir que seguía manteniendo su particular código de honor. Miraba el trasero de la chica, aunque desde luego, por muy veinteañera que fuese, prefería mantenerse lejos de un par de nalgas que pudiesen matarlo, descuartizarlo y comérselo como almuerzo a media mañana. Una visión tan cómica como grotesca.

Por supuesto, David estaba cagado de miedo, hasta las trancas. Pero no podía dejar que se le notase, y si comportarse como un cretino infantil no funcionaba, tendría que seguir probando. Era lo que mejor se le daba, sintonizar la radio y exprimir el limón. Y si para ello tenía que tener unos testículos de acero y responderle a alguien de las características de Isabella, lo haría.

La vanidad MATA.

Isabella también. Y desde luego, su bate de baseball no le valdría de un carajo ahí dentro, o al menos, ni de coña lo suficiente y necesario. Pero tenía a Isabella, tótem de la inmortalidad y santo amuleto de Terminator 4. Putas películas de acción, cuanto daño habían hecho a la humanidad. La realidad era que David se había pasado de vueltas. Ya iba de normal, pero aquello estaba comenzando a quemar demasiado la goma de los neumáticos, y el hombre iba chirriando sin frenos.

Su hija estaba muerta, como sus ideas preconcebidas sobre el mundo. Era consciente de toda la mierda que había bajo el asfalto de New York, pero verlo con sus propios ojos en aquel momento era un mal necesario. Uno que seria similar a terminar de rociarse en queroseno de pies a cabeza. Solo faltaba la llama.

Notas de juego

Según veas en base al tiempo, interés, espectacularidad, utilidad, etc. Lo que más te mole. Pero ten cuidado a David se le están friendo ya mucho los circuitos, y puede acabar metiéndose en un charco de lodo hasta el fondo al paso que va. Su cerebro de dramaturgo polludo no computa bien todo lo que le está pasando desde que vio el cadáver de su hija.

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17/06/2013, 12:12
Director

Notas de juego

A falta de postear (por la tarde si me deja mi puto catarrazo XD): esto ya más que charco de lodo adquiere el descriptivo de pozo fecal. Profundo y lleno de mierda. Va a ser un tanto gore, con violencia física y situaciones muy desagradables, pero como David tenía la idea de zombificar a su hija pensé que podría ser interesante y quizás querría aportar su granito de arena pese a que, dada la diferencia de poder, va a ser una escena un tanto cinemática.

En este juego no utilizamos Cordura, pero desde luego esto es una de las cosas que la afectaría muy fuerte. Por supuesto ni me hace falta decir nada en ese sentido porque se que actuarás en perfecta consecuencia, pero te aviso por si no es la idea que tenías.

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17/06/2013, 13:57
Director

Al principio el gesto de Donna estuvo cargado de cierta duda, de esta que suele ir acompañada de una breve risa de incredulidad. Sin embargo el gesto de Kate le dejó claro a la mujer que no estaba bromeando. Algo grave tenía que haber ocurrido para que la joven periodista no se sintiera cómoda ni siquiera en su hogar, pero no era del todo difícil de imaginar. Kate ya había hablado de Señor y había demostrado a la redactora que no confiaba en que su casa fuese un lugar intimo después de la sutil intervención de aquel magnate de...

Era difícil buscar palabras cuando en realidad no sabes muy bien a quién te refieres.

Con silencio entre incómodo y meditativo, Donna llevó el coche hasta un pequeño hotel cerca del hospital. Era uno de estos locales modestos muy lejanos a los gigantescos edificios repletos de habitaciones que se copan en la época turística, lo que casi fue un alivio. Un edificio recogido por unas cuantas pequeñas calles repletas de pequeños bloques familiares que era difcil conocer entre toda la maraña emblemática de la ciudad salvo que uno hubiera estado allí antes.

Cuanto más desapercibidas pasasen, más difícil sería encontrarlas.

Una mujer amable y algo mayor, lejos de la imagen de la joven recepcionista trajeada, les recibió con una cálida sonrisa. Tenían habitaciones de sobra libres y, dado que el precio del alojamiento no era muy caro, cada mujer pidió su propia habitación con acceso al buffet del desayuno incluido.

Donna se despidió de Kate y cada una se fue a su habitación con el sol ya oculto. Aunque no eran muy grandes ni lujosas,  Kate comprobó con alivio que la cama era cómoda. Iba a ser una noche dura, sabiendo lo que les esperaba mañana...Con un suspiro y la intención de relajarse la periodista se dio una ducha y, quedándose en ropa interior para no arrugar la vestimenta de mañana, intentó entregarse a los brazos de Morfeo mientras veía pasar, una a una, las horas del reloj...


Pasó como un parpadeo. Kate debió de quedarse dormida poco después de que dieran las tres de la mañana, pues la siguiente vez que abrió los ojos para comprobar que hora era el reloj marcaba las 8 y media pasadas. Hubo un leve intento de girar las sábanas pensando que quizás necesitaría energía más tarde, pero...no hubo resultado alguno y Kate acabó saliendo de la cama para asearse, vestirse y bajar a desayunar.

Tendría que compensar con café. Y ni siquiera empezaba a imaginarse lo mucho que le iba a hacer falta...

Kate bajó las escaleras hasta la recepción, donde ahora estaba un chico joven ordenando periódicos y papeles, que le indicó donde estaba el pequeño buffet. Era una salón de tamaño mediano con pequeñas mesas colocada aquí y allá. En una barra alargada se extendían cafeteras y bandejas repletas de tostadas, tortitas y bollería variada de buen aspecto. Había un par de jarras con leche y zumo y algunos botecitos con mermelada. No tenía la magnificiencia de los buffets de las grandes cadenas, pero desde luego la comida era copiosa y aunque la oferta era limitada tenía buen aspecto.

Allí había cinco personas desayunando, pero ninguna de ellas era Donna, así que Kate se sirvió y tomo su propia mesita. Pero apenas se había sentado cuando el chico de la recepción entró en el saloncito y se acercó hasta ella con algo de vergüenza en el rostro. Llevaba un paso rápido y la mirada gacha, que solo levantó para buscar a la joven.

- Buenos días. ¿Es usted Katherine Aldridge? preguntó. Llevaba en las manos un sobre en el que Kate pudo intuir su nombre escrito con buena caligrafía y una tinta oscura. Al menos sabía por que le buscaba...

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17/06/2013, 19:38
David Stanford [Superviviente]
Sólo para el director

Notas de juego

Muchas gracias por ser tan explícita, Petit, qué fina xD. Vamos a jugárnosla entonces, va.

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17/06/2013, 21:46
Director

Isabella avanzó hasta una de las naves, olisqueando el aire de manera cada vez más frenética. Fue recorriendo el resto en busca de esa esencia concreta hasta que la encontró y se paró frente a una puerta metálica, cerrada por un grueso candado.

Fue necesario solo un golpe para que la puerta prácticamente se saliese de sus goznes. La ghoul embistió enseñando los dientes en silencio, con el ruido sordo y quejumbroso de las bisagras antes de ceder como único gruñido. David cerró los ojos en un acto reflejo de dolor empatico, esperándose una articulación dislocada, un hueso roto. Pero lo único roto fue el candado que había saltado por los aires, chocando contra el suelo con golpecitos metálicos y el asa deformada. La puerta, destrozada, había abierto hueco suficiente para que pudieran pasar con un leve contorsionismo.

Isabella seguía intacta físicamente, su mirada cada vez más crispada. David comenzaba a entender el verdadero significado de la explicación que le dio, de su origen. No era un soldado: era una máquina de guerra. Un rastreador, un cazador...

Pero ahora David también lo olió. Quizás fuese solo un efecto de un cerebro que quería habituarse a una realidad tan inestable como su acompañante, pero un tenue toque iónico le invadió. Era un hilo sutil pero inquietante, algo que despertaba un instinto muerto hacía siglos que te decía que era mejor huir.

Quizás era magia. Quizás feromonas de tigre de bengala. Ni lo sabía ni le importaba. Pero David cada vez tenía menos claro que quisiera estar allí.

Lo peor de todo era que la escena tras la puerta era completamente normal. Una fábrica abandonada, repleta de telarañas y de polvo. A los lados, arriconados contra la pared, había restos de material industrial y algunos cascotes. En el suelo criaban polvo algunas latas de cerveza lanzadas por la pared y había manchas de aceite y de...

Y de manchas de sangre. Tenues regueros, casi hilos de gotas, avanzaban en varios caminos erráticos hasta una puerta que se alzaba ante ellos. Sin candado ni refuerzos, estaba entreabierta y dejaba entrever una escasa luz situada lejos de allí, en el otro extremo de la nave.

La ghoul se movió con un cuidado felino, instintivo, pese a que en la mente negra de David esa entrada triunfal había despertado a todo el vecindario. ¿Como intentaría explicar la policía el estado de la puerta? ¿Un coche? ¿Un miura suelto por el polígono industrial? David, sobresaturado por tanto tecnicismo de allanamiento, se quedó tras ella intentando aferrarse al pequeño clavo de lógica que quedaba en su vida.

Isabella habría la puerta sin que esta hiciese el más mínimo ruido y el escritor avanzó con cuidado hasta ella, cruzando ambos el umbral. A su derecha aparecieron una escaleras y ante ellos un pasillo que avanzaba hacia delante, con un par de puertas a sus laterales. Al fondo, cubierta por una puerta, la fuente de la débil luz que iluminaba el pasillo con grotescas sombras que les acechaban desde las paredes.

Pero había algo más. Entre sus nerviosos latidos, David consiguió escuchar algo. Una muestra de jadeo y gemido. Como un ciervo sorprendido por un cazador, el escritor alzó la vista hacia las escaleras.

Allí, antes de iniciar su torpe movimiento, una figura humana les contemplaba con la mirada perdida. Tenía los brazos y los hombros caídos, la silueta recortada por una ventana tras él. Pese a todo, David consiguió ver como un fluido espeso caía en un goterón desde su boca al suelo, golpeándolo con un sonoro y desagradable ruido.

SPLASH

Y comenzó a andar.

David, paralizado por un terror inhumano, vio como se acercaba a él con paso lento y renqueante. De su garganta salían sonidos guturales a inteligibles, una mezcla de gruñidos, jadeos y gemidos. Todo su cuerpo reaccionaba a cada movimiento con hipnóticos bamboleos: cada paso que daba sonaba lento y profundo haciendo eco en las escaleras, dejando rastro de sangre allá donde pisaba. Cada paso le acercaba más al escritor, que podía contemplar su terrible estado.

Los ojos, fijos en el hombre mientras avanzaba, estaban cubiertos de un halo blanquecino, como afectados por unas terribles cataratas. Sus dientes tenían un tono rojizo fruto de la sangre y en su boca se movía sin control entre unos labios hinchados y parduzcos, rodeados de una barba oscura y despeinada, una lengua oscura y muerta. La piel estaba abotargada y cubierta de heridas que habían roto, supurando un tenue reguero de un líquido amarillento, y el pelo de su cabeza estaba en irregulares cercos que dejaban ver hasta el hueso del cráneo.

Pero lo peor no eran los símbolos de un muerto que caminaba hacia ellos. En su cara decenas de símbolos grabados en la carne chillaban miles de herejías contra la vida en idiomas que ni siquiera existían. Heridas profundas clavadas hasta el hueso y enganchadas en su alma que movían el destartalado cadáver como si fuera una marioneta en automático.

Fue eso lo que hizo que al escritor empezasen a temblarle las piernas*, mientras Isabella avanzaba con tranquilidad para ponerse a su lado. El muerto comenzó a gruñir ante la presencia del ente amenazador, acelerando su torpe paso y haciendo que David cerrase los ojos y apretase la mandíbula con fuerza.

Lo siguiente que escuchó fue el ruido de varios huesos rotos y un último gemido, la sangre fluyendo contra el suelo. Y abrió los ojos, solo para desear habérselos arrancado.

Isabella se estaba cobrando su presa.

El siguiente ruido fue grotesco: los dientes de la italiana clavándose en la piel pútrida de aquel cadáver hasta entonces andante. Lo mantenía agarrado como una desfigurada piedad, con una joven virgen devorando aquel cuerpo barbudo destrozado. Como un perro hambriento tiraba de los músculos del cuello, que cedieron a la fuerza de la pálida mandíbula dejando a la vista algo que David suponía como la traquea. Los ojos de la ghoul brillaban en la oscuridad como tétricos faros, azulando los trozos de carne que acababan triturados en sus fauces.

Sangre, carne, el crujir del hueso. Lo que había dejado en aquella esquina ahora volvía a su estomago como un ansiedad visceral, devorando como si fuera la última cena, compensando la paciencia divina que había mostrado al no comerse al trío de la ranchera, al no morder al escritor.*

Y entonces alzó la vista hacía David. Como si no fuese bastante...

- Tiradas (2)

Notas de juego

*Autocontrol+Espíritu=1.

Puedes vomitar, hacerte pis, correr en círculos, gritar como una nena o sucedáneo. Lo dejo a tu elección previo a las siguientes acciones. O gastar un dado en mantener la dignidad, que me consta que conservas ;)

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18/06/2013, 01:15
David Stanford [Superviviente]

El dramaturgo no salía dé su asombro por las facultades de Isabella. La temía, y ciertamente no la temía tanto como un juicio sano debiera hacer. Cualquier persona normal ya se habría suicidado ante algo así, o se habría pasado por la secretaría de un psiquiatra para que le diese el antipsicótico más potente que pudiese recetarle. Porque desde luego, los monstruos no existían. Pero si para David.

Él llevaba esperando la grata noticia de que el mundo se terminaba y que lo cerraban en unas horas, que pasasen a la cola de San Pedro antes de que la lava lo quemase todo. Sabía que no ocurriría, pues ya vivían en el infierno. Sólo necesitaba eso, la constatación de que era real.

Arrugó el ceño y reprimió una arcada ante ese olor repelente, pero la sangre y la estampa funesta de de nido de arañas carnívoras, sorprendentemente, no fue un paraje que le extrañase. Que le incomodase, seguro, pero no uno que pudiese calificar como inesperado. Aquello era material fungible para paginas, aunque no de las que gustaban a los pajilleros y las mojabragas.

Ver al pequeño saco cárnico de Satán con los símbolos arcanos fue algo muy distinto. Soltó el bate y pego un par de traspiés hacia detrás, apoyándose contra una pared. Desvió los ojos y los cerró, conteniendo el aliento y sintiendo sólo el bombear del corazón, con el quejido de fondo.

Podría decirse sencillamente que el hombre se vio sobrepasado, y que la fuga era su único método para superar aquello sin salir corriendo. Se abrazó a si mismo y se encogió en el sitio, dejándose arrastrar hacia el suelo, como si hacerse un ovillo le fuese a proteger de el monstruo. No huía sólo porque Isabella le estaba ahí, porque ella le protegería. En otras circunstancias se hubiese echado a reír porque una mujer le defendiese a él y no al revés, aunque tampoco era nada nuevo. Seguía vivo porque alguien respondía y toleraba sus impertinencias.

Pero el zombie no lo haría. Así que el hombre solo atinó a sacar un par de lágrimas y enjuagarselas. David no lloraba de miedo desde los doce años, y fue culpa de su padre. Sobra entrar en detalles con respecto a que de lo que se come se cría, y que si había sido tan mal padre era por algo.

La mezcla de impotencia, frustración y auto-odio le sacudieron de corazón a cerebro, mordiéndole en las espinas como aquel muerto viviente. No estaba seguro de si estaba muerto o no, y en su mente aun estaba vivo, pero una parte de él intentaba procesar las marcas en su cuerpo como un ritual. No le importaba cómo había llegado allí ni como funcionaba su mente. Ni siquiera si tenía dueño.

El hombre sólo atinó a mirar a Isabella cuando llegó el momento, mirándola con un semblante de indiferencia únicamente porque su cara de poker era un buen reflejo de que no sabía cómo sentirse. Ni siquiera sabía que decir. Por primera vez estaba manifestando algo de verdadera humanidad. Emociones como miedo, pánico, duda Cosas que de normal no se permitía mostrar a nadie.

- Yo...- balbuceo con un hilo de voz, aferrándose con una mano a la pared para levantarse.

Fue entonces cuando abrió los ojos como platos, se levanto, y él mismo echó a correr hasta que, alcanzado un punto, comenzó a soltar hasta los higadillos. Se aferro a una barandilla y vomitó hacia el piso inferior, aunque se mancho ligeramente la punta de los zapatos. Conteniendo la segura, se arrodlló en el sitio y echó la segunda a los infiernos, al fondo del edificio, como su hija en la época de bulimia frente al retrete.

Terminó y escupió cuatro veces, con algo de sangre fruto del paso del ácido por el esófago, dañándolo. No tenia chicles, ni agua, así que sólo atino a encenderse un cigarrillo y dar una calada, famélico, intentando cambiar el sabor por cualquier otro. Con suerte aún conseguiría oler a algo más que a muerto. Apuro el cigarro como un toxicómano y se tragó el humano, soltando un poco por las fosas nasales.

Entonces si, tambaleante, se volvió a incorporar, y retrocedió o un par de pasos de foja errática, ligeramente mareado. Temía desplomarse en el suelo, aunque ciertamente la masa roja de carne comenzaba a nublarle la visión y pequeñas esferas de colores comenzaban a formarse, como si estuviese mirando al sol.

- Yo...- repitió, basante confuso-. Te... te espero... afuera.

Contuvo una nueva arcada y fue a dar un paso, pero le fallaron las piernas y se golpeó contra el suelo. La oscuridad se apoderó de el por unos instantes, quizá veinte segundos, hasta que comenzó a arrastrarse y pudo sentarse contra la pared, en la habitación de al lado, esperando con el bate entre las piernas a que Isabella terminase. Tenía cara de que alguien había gritado "le encantaba por el culo" en el funeral de su hija.

Tenía escolaríos espontáneos, e intentaba no pensar en nada. El mero recuerdo de ver aquella criatura viva y real, salida de los lienzos, le evocaba una sensación mayor de la que podía soportar. Tanto así que era algo complejo de describir, en parte por orgullo. David no estaba dispuesto a admitirse a si mismo cuanto miedo tenía.

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18/06/2013, 14:51
Katherine Aldridge

Fue una noche extraña. Tal vez por encontrarse lejos de su cama, o más seguramente por todas las cosas que rondaban en su cabeza, Kate no pudo pegar ojo. No hacía más que dar vueltas y vueltas durante las primeras horas tumbada en su cama para esa noche, como si se peleara con las sábanas.

No paraban de pasar historias por su cabeza. Recuerdos de lo que ya había sido, lo que había vivido en días anteriores, lo que había vivido ese día, y lo que quedaba por venir. Sentía miedo. Sería mentirse a ella misma el negar tal verdad. No sabía que iba a encontrarse en aquella granja, ni sabía siquiera si era peligroso o no. -Si voy de día no pasara nada, lo decía la carta... -Se repetía a si misma una y otra vez para tranquilizarse. Pero tenía miedo a lo que pudiera encontrar. No estaba preparada para afrontar la muerte todavía, le quedaban tantas cosas por hacer, tantas personas de las que despedirse... Sin embargo, estaba decidida a seguir adelante.

Cuando volvió a abrir los ojos ya eran casi las nueve. Debía haberse quedado dormida, pero para ella sólo había sido un pestañeo. Una noche sin sueños ni esperanzas, una noche vacía. Se vistió y fue a desayunar, con la ropa del día anterior y el pelo sin peinar. Trató de hacerse una coleta improvisada para salir al paso.

Tomó un café y un par de bollos, aunque cuando se sentó en la mesa apenas los tocó. Tan solo dio ligeros sorbos al café mientras miraba al vacío con la mirada totalmente perdida. El chico de recepción le sacó con timidez de su ensimismamiento.

-Sí, soy yo. -Dijo pesadamente. Miró la carta. -Otra de las cartas de Jack.- Pensó. -¿Cómo sabe que estoy aquí?. -Eso le hizo pensar que, si para Jack había sido tan fácil encontrarla, ¿cómo de fácil sería para Señor?. Eso activo alguna especie de alarma en ella. -Eh chico, ¿quien te ha dado esta carta?.

Kate abrió el sobre sin esperar la respuesta y leyó con avidez el contenido. Se esperaba algo malo, un mal presentimiento sacudió su cuerpo. Aún antes de hacerlo sentía una urgencia terrible de ir a buscar a Donna.

Mientras tanto el café seguía humeando olvidado por completo.

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18/06/2013, 22:21
Director

David se dejó caer en la habitación con un regusto a ácido en la boca y las pierna temblorosas solo para darse cuenta de que había salido de un círculo del infierno para entrar en el siguiente.

Tardo un tiempo indefinido, pues el miedo altera cualquier concepción que uno pueda tener de este, en escuchar el tenue gemido a sus espaldas. Su sentido común le negó el girarse, pero la curiosidad morbosa y destructiva que caracteriza a la raza humana ganó la batalla y con la lentitud propia de una escena dramática el escritor se giró solo para sentir como su estómago se arrepentía de haberse vaciado tan pronto.

Colgando del techo sujeto por una larga soga, estaba un cuerpo. El estado de avanzada putrefacción no dejaba mucha anatomía a la imaginación: piel seca y consumida alrededor del hueso, rasgos momificados en gesto sufrido. Sin embargo no había ningún olor en el aire, solo una extraña sensación auditiva, una vibración a punto de tomar forma sonora de pitido.

Y el desagradable frufrú de las pieles secas del brazo y el pecho rozándose mientras la criatura protestaba a una velocidad increíblemente lenta, sus movimientos impedidos por su mal estado de conservación. Sus pies llegaban a tocar el suelo, pero de manera tan escasa que el cuerpo se bamboleaba ligeramente con cada torpe intento de liberación. Una nueva combinación de símbolos se desplegaba por su piel de manera desagradable, que parecían moverse con cada forzado movimiento para horror del escritor. 

Notas de juego

(1/4)

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18/06/2013, 23:08
Isabella

Pero aún faltaba más.

David volvió al girarse al oír la respiración profunda y el crujido agónico de las bisagras de la puerta. En el umbral, con la cara y la ropa chorreando de sangre ajena, Isabella esta completamente quieta salvo por su pecho, que oscilaba de manera lenta hinchándose y vaciándose. La palidez de su cara, remarcada por las manchas carmesíes y su pelo descolocado y oscuro, lucía el toque azulado de unna mirada perdida que había captado la atención del cuerpo colgante que se agitó con pavor catártico ante la figura de la mortal joven. Si hasta un cuerpo consumido y colgado podía tener miedo a la mera presencia de Isabella, el cúmulo de sensación que se abrían al escritor eran casi infinitas.

Por que estaba claro que la muchacha, si es que podía denominarse así, había perdido la cabeza. De Isabella solo quedaba el hambre...y su fuerza sobrenatural.

Por eso cuando giró el rostro hacía David, abriendo con lentitud las fauces sanguinolientas que habían destrozado el cadáver animado de la escalera, el hombre se dio por muerto. De la garganta de la joven salió un gañido gutural, que comenzó a mover el pie hacía el rincón donde se había dejado caer del desdichado escritor.

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18/06/2013, 23:19
Director

 

- Eh.

Al principio David pensó que era un sueño, un delirio. El narrador de su propia novela, o Dios riéndose de él por todos sus comentarios y sus frases estelares.

Era una voz masculina y en cierta manera familiar, y aunque la niebla mental que se había apoderado de la consciencia de David le impedía ponerse a buscar ese dato tan insulso para su supervivencia, el ruido fue suficiente para que Isabella girase la cabeza hacia la puerta. El hombre, arrinconado como estaba, no llegaba a ver la figura salvadora que había llegado. No era el único sonido que inundó la habitación. Una sinfonía de maullidos de protesta y bufidos acompañó al llamamiento del recién llegado.

Aquel gesto temerario fue suficiente para que Isabella se girase hacía su nuevo almuerzo, permitiendo a David alejarse de ella con la poca dignidad que uno conserva en esas situaciones, y ver al recién llegado.

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18/06/2013, 23:27
Dimitri Ibrainovich

En el pasillo y mirando a la zombie como un domador de alimañas, estaba la última persona que esperaba encontrar allí. Dimitri Ibranovich, el vividor ruso. El vecino de Lew. Ese hijo de puta cabrón.

Completamente ajeno al traje con el que David le había visto, llevaba ropa de estilo militar aunque sin entrar en modas absurdas: se había preparado y sabía a que había venido. David podía intuir una mochila a sus espaldas y en la mano derecha llevaba una pala de aspecto extraño que el escritor, urbanita empedernido y poco dado a belicismos más allá de los verbales, no pudo reconocer como una pala de trincheras.

En el brazo izquierdo, estirado sin miedo alguno y mucha estupidez, había un gato. El animal, flacucho y de mal aspecto, se removía con fiereza mientras el ruso mantenía agarrada de manera férrea la cola. Gotas carmesíes y arañazos invadían el aire de continuo mientras el animal ejecutaba su último gran baile de garras sobre el brazo que lo mantenía preso.

- ¿Te gusta, eh?- susurró a la ghoul, que comenzaba a moverse hacía él con un paso peligrosamente rápido. ¡Pues cógelo!

David vio como el gato volaba por el aire, agitando las patas mientras se negaba a acabar sobre Isabella. Descargó toda su ira sobre la chica durante las milésimas de segundo que aguantó con vida, antes de que la ghoul clavase los dientes en el animal y le diese muerte de manera instantánea. Como un niño temeroso de que otros le quiten su postre se apartó instintivamente del cadáver colgante, pese a que estaba claro que este no tenía nada que hacer contra ella.

Pero fue bastante para dejar una salida de la habitación al aturdido David, mientras el ruso le increpaba con gesto angustiado y un movimiento frenético con la mano.

- ¡Vamos, vamos!- susurró, nervioso, cerrando la puerta tras David como si eso fuese a valer para mantener una máquina de guerra como Isabella encerrada. Quizás era solo una defensa mental, una manía...

Notas de juego

Post de reacción. Ya te comenté que esto era un poco cinemático, pero no quiero darte toda la mierda de golpe.

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19/06/2013, 00:36
Director

Al abrir el sobre, Kate se encontró con una carta escrita a ordenador, descartando a Kate al momento. En el interior había varias tandas de papeles así como una pequeña cuartilla doblada. El chico tardó un poco en reaccionar al ver que la periodista abría el paquete ante él sin miramientos, pero le respondió sin miedo.

- Hay un hombre trajeado ahí fuera. Señaló con la cabeza a la recepción. Me dijo que si no le importaba, quería entrar a hablar con usted sobre el contenido del sobre. añadió el joven de corrido, como si estuviese repitiendo la palabras exactas del misterioso remitente.

O no tan misterioso al ver el contenido.

Solo hicieron falta tres líneas para que Kate identificase y recordase perfectamente que era eso. El contrato que Señor había dejado en su piso hacía ya...¿tres días? La ajetreada vida de la joven había hecho que olvidase por completo el pacto que tenía con el hombre, quizás por que había tenido muy claro desde el principio lo que quería hacer.

Sin embargo la cuartilla era nueva y estaba escrita a mano, con una letra impoluta. El papel era de una calidad exquisita, y llevaba un cuño impreso de extraña y elaborada simbología, que Kate dejó de lado por el momento para centrarse en el contenido de la carta, que, sin ir firmada, estaba claro de quién provenía...

 


Estimada Katherine.

Comprendo que quizás nuestra primera toma de contacto ha sido algo brusca. Dada mi apretada agenda no suelo tener tiempo para llegar a acuerdos laborales diplomáticos con la futuras adquisiciones de mi empresa y la mayoría de las veces las muestras de poder son suficiente para que las personas entiendan que somos una entidad ganadora.

Sin embargo y dado que no he tenido noticias suyas en estos tres días, entiendo que mi primera oferta agresiva no ha sido suficiente. Es más, me consta que mi última intervención le ha hecho rehuir de su hogar, obligándola a tomar asilo en un hotel en esta misma ciudad. No debería haberse tomado la molestia: puedo jurarle que no hubo ninguna instalación de vigilancia en su casa. Pero puedo entender su desconfianza.

Es por eso que, como muestra de buena voluntad y medio para recuperar su confianza en mis buenas intenciones le envío a uno de mis hombres con la orden de que cumplirá cualquier encargo que le ordene y le asista en cualquier trabajo que considere necesario. Tómeselo como un gesto de muestra de los beneficios que puede obtener trabajando a mi nombre. 

Le advierto que por motivos de seguridad tiene prohibido cualquier tipo de acción que implique dañarse o morir sin obtener ningún beneficio con ello, así como abandonar su puesto de confianza, y le recomiendo que recapacite en su decisión. Se que es usted una mujer inteligente, pero nadie en esta ciudad reproducirá esta carta sin ser censurado y reducido a cenizas (socialmente hablando) de manera posterior, y la policía no tomará nota de ella.

Si tiene cualquier duda, petición o contracto firmado, no dude en contactarme.

 


Señor se había tomado la molestia de redactar una carta a mano y mandar una mezcla de esclavo, guardaespaldas y vigilante para la periodista. En pleno siglo XXI. Y la joven no terminaba de saber si solo quería ganarse su confianza, mostrar su poder o mantenerla aún más controlada. O quizás una mezcla de las tres cosas. ¿Era una disculpa? ¿Una manera sutil de decir que la tenía vigilada? Era incapaz de saber si a ese hombre se le había subido el poder a la cabeza o manejaba una diplomacia ajena a los niveles mundanos.

El recepcionista seguía allí mirando a la joven, ajeno al hervidero que se estaba formando en la mente de la periodista y esperando la señal para dejar pasar al tipo trajeado que esperaba fuera...

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19/06/2013, 02:59
David Stanford [Superviviente]

No era mucho, pero sí lo suficiente. El poder estar allí, obviando el canibalismo en la habitación de al lado, le bastaba para no terminar de volverse loco. Y digo terminar porque nadie se recupera de algo así. Una vez se baja la escalera de caracol al mundo de los horrores no hay ningún gato de sonrisa alargada, ninguna baldosa amarilla ni ninguna coneja blanca que pudiera terminar de sacarte de allí. Siempre tendrás un paso dentro, atrapado para mantenerte siendo alguien muy distinto al original.

David había aceptado que tendría que vivir con aquello toda su vida, aunque ciertamente estaba empezando a pensar que quizás, simplemente, no fuese capaz de hacerlo. Cuando has visto a una asesina nonacentenaria que sólo vive para matar, a un cadáver reanimado con vete a saber qué ritual satánico, y cuando descubres que a tu adorable y prometedora hija la ha matado un vampiro para hacerse zumos con su sangre, simplemente tienes que elegir. Y David no podría seguir viviendo con eso encima.

No podría fingir delante de su mujer y de su otra hija que no pasaba nada. No podría sonriere a su agente e insultar a la ciudad del mismo modo en que hasta ahora. Y a partir de ese momentos sus críticas hacia los góticos y los ocultistas serían muy distintas. Pero por encima de todo, él mismo no podía soportarse tras algo así. Estaba condenado a, que, ¿pensar en Isabella cada vez que tratase con una veinteañera? Ya se imaginaba despertando noche sí y noche también envuelto en sudor, en su piso de soltero, claro, pues su mujer no le soportaría después de aquello. A la mierda lo que quedaba de su ya de por si problemático matrimonio. Era extraño que aún pensase en todo eso, cuando lo más probable era que terminase muerto antes de que acabase la noche. Aún así, David no quería morir. Y menos si sólo aquello aguardaba tras la muerte en el mundo. La pregunta era, ¿le dejaría ningún Pedro entrar en el cielo?

Al escuchar al nuevo cadáver animado, sólo pudo girarse y, una vez más, para variar, congelarse. Su expresión anodina y petrificada era la misma que cuando miraba a un pulpo muerto sobre la tableta de madera de la cocina. Dispuesto a ser triturado. Pero por supuesto, aunque estuviese colgado como un traje o dispuesto como epítome del cine de terror, el hombre no gritó, ni lloró de miedo. Se lo quedó mirándolo, con algo que su cabeza procesó sin palabras como un "Es sólo un elemento con otra presentación". A los tres segundos, por supuesto, el cerebro hizo sinapsis y lo proceso. Por familiar que resultarle al haberlo visto hacía diez segundos, seguía siendo la viva imagen del horror y el espanto, como un espantapájaros ardiendo delante de un bebé descuartizado. Abrió las fauces y gritó como una niña en mitad de una película de suspense, con un timbre desgarrador y afilado que recordaba bastante a una bata blanca en un psiquiátrico para taradas mentales. Por supuesto, a eso había que añadirle cuatro uniformes sujetando cada uno una extremidad para que no se revolviese, y como David no estaba en ese estado, gateó cuan largas sus piernas eran hasta que topo con Isabella. Lo supo en aquel instante. Voy a morir.

Su vida se concentró en un solo instante, pero solo su esposa y su hija cruzaron por su mente. Con tanta vida a sus espaldas, tantas anécdotas y tantos hechos relevantes para incluir en su biografía, eso era lo único con lo que decidía quedarse. No las mujeres, ni la fama, ni los vicios o una vida acomodada. No una narrativa negra o unas compañías a cada cual mas enriquecedora que la anterior. Sólo pensó en su esposa, y en su hija.

¿Era eso lo que les esperaba a ellas también? ¿Vivir en la ignorancia o acabar compartiendo el destino de su hija y el suyo propio? No quería eso para ellas. Estaba convencido de que en su displicente vida había hecho algún mérito para que ellas corriesen mejor suerte.

Hubiese hablado con Dios sobre si aquello era un castigo por su actual relación, pero ello se vio solapado con una mirada famélica y suplicante a la soldada, rezando para que en sus novecientos de años de vida hubiese adquirido el autocontrol y la humanidad suficiente como para escucharle. El hombre se aferró los brazos y, mirándola con un par de lágrimas oscuras manando de los ojos, suplico. O lo hubiese hecho de no ser porque sólo un gemido patético y lastimero salió de sus labios, como un testigo miedo de que le faltaba el aire y de su garganta, paralizada por el miedo visceral que atenazaba su cerebro, no podía salir ningún tipo de sonido inteligible.

Cuando se levantó y miró al gato muerto, su cara resultó mayúscula. Tenía arraigada una expresión idiotizada que lo decía todo. No tenía ya sesos para poder siquiera reaccionar ante algo así, y que le partiese un rayo bajo techo si "Ahora entiendo por qué los restaurantes chinos hacen tanto negocio" no fue lo que pensó.

Tenía el cerebro frito y dado la vuelta sobre la plancha, así que se quedó medio segundo petrificado mirando a la infantería no-muerta hasta que algo en su cerebro de reptil le dijo "Tú eres el siguiente". Por supuesto, lo siguiendo que hizo fue poner una mueca de agua, pegar un pequeño bote en el sitio y echar a correr.

Humano de si, miro de forma famélica al bate de baseball, como si algo así pudiese siquiera ayudar de algún modo  a su empresa contra la veinteañera. Era la primera vez que veía alguien comerse a un gato vivo, o que había estado vivo hacía segundos.

No tuvo que seguir pensándoselo para echar a correr tras Dimitri. Le daba igual en aquel momento si era un ángel de la muerte, un traficante de cadáveres o un justiciero en sus ratos libres. Por él podía ser un agente gubernamental, un mafioso de lo sobrenatural o un simple fetichista al que le iba demasiado el riesgo. Pero no era gilipollas, y dedució por sus pintas y por el gato que ese hijo de puta le había estado ocultando información desde el principio.

Y eso, señoras y señores, sí que no.

Salió de allí echando ostias, con una sensación en las nalgas de que en cualquier momento la mujer iba a hendir los colmillos allí y se lo iba a merendar como una trituradora y compresora de basura. Se cogió las rodillas, cogiendo aliento, mientras el magnate cerraba la puerta. Hubiese seguido corriendo por su vida, y eso seguiría haciendo, pero una gota de rabia le obligaba a, efectivamente, esperar un segundo a que terminase.

Tan pronto se giro el escritor encajó, o intentó encajar, sus nudillos diestros en el pómulo derecho del hombre.

- Por no avisarme, hijo de puta- dijo con dureza mientras fintaba dando la vuelta y echó a correr.

¿Hacia adonde? Pues hacía su puto coche, salvo que hubiese uno a la vista que no estuviese allí antes, y que por lo tanto fuese de Dimitri. Asumía, o esperaba, que ese cabronazo hubiese traído algún monstruo más duro y más rápido que su antigualla.

Notas de juego

Sí, sí, tú no lo pases demasiado rápido, que nos perdemos la parte más interesante si no.

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19/06/2013, 14:17
Dimitri Ibrainovich

El golpe de David, más con rabia que bien encajado, desequilibró a Dimitri que a punto estuvo de bajar las escaleras con la barbilla por delante. La suela de sus botas militares trastabilló con la sangre coagulada que había dejado el prime almuerzo de Isabella, que ahora era solo una masa sanguinolienta compuesta por trozos de carne disgregados y algún pedazo de anatomía aún reconocible.

Un futurible de lo que podría ocurrirles si su apuesta no salía bien. Y estaban jugando a la ruleta rusa con bombas nucleares. Aunque sobreviviesen quedarían secuelas: las que David ya estaba sintiendo en la parte más básica de su cerebro. El miedo a revivir de manera continua lo ocurrido, el horror de saber que aquellas escenas no eran solo de películas, sino de la propia vida misma. Lo siniestro está, dicen, en hacer que lo extraordinario se convierta en un habitual. Pero en realidad lo verdaderamente destructivo es el miedo a que la situación, por extraordinaria que sea, puede volver a repetirse.

Pero el ruso logró agarrar de la manga a David a tiempo, no solo para equilibrarse sino para, con el ceño fruncido, tirar con una fuerza de la que el escritor carecía y alterar su rumbo errático. Una fuerza humana. Coherente. Casí un alivio dada la situación. Estaba claro que nadie metido en aquello podía ser normal pero al menos...al menos parecía que compartían especie. O algo.

- Te huele y no vas a llegar antes al coche que ella. dijo alzando la voz al ver la dirección de David, como un profesor explicándole con frustración una norma básica a un alumno, sin dejar de correr. Desde luego el escritor no había visto que velocidad podía alcanzar Isabella, pero si había aumentado en la misma proporción que su fuerza... Necesitamos darle otra presa.

Acababan de bajar las escaleras y, con una iluminación, David vio a que se refería Dimitri, que hacía ya la intención de girar hacía el pasillo de las puertas. La luz del fondo.

¿Era música clásica lo que se oía?

- Tiradas (1)
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19/06/2013, 15:33
Director

Fue entonces cuando en el piso superior se oyó el ruido de la madera astillándose sin ofrecer la más mínima resistencia, haciendo que las virutas volasen en una nube que David pudo percibir en las sombras del suelo. Miles de líneas girando ante de caer contra el suelo. El tiempo se ralentizó en un vano intento de supervivencia, de poder ampliar la reacción. Solo escuchó un paso de la ghoul contra el suelo, calzado con fuerza entre sus frenéticos latidos, ahora lentos y parsimoniosos. Un único golpe vibrante, poderoso. Agresivo.

Estaban en la encrucijada: justo en la base de las escaleras. Podía zafarse del ruso y correr hacía el coche, rezando porque Isabella encontrase otra presa más apetecible que su cuerpo repleto de adrenalina. ¿Porque estaba Dimitri tan seguro de que iría a por el escritor? ¿Por que no podría correr hacía él?

Inténtalo, valiente. Puede que sera la última apuesta que hagas. Rió el poco cinismo que quedaba en su mente agitada, mientras su consciencia más básica le gritaba una única cosa. ¡CORRE!

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19/06/2013, 21:41
David Stanford [Superviviente]
Sólo para el director

Notas de juego

A ver si lo he pillado... ¿tengo elegir entre hacer caso a mi cerebro de reptil y huir hacia el coche solo rezando para que se vaya a por Dimitri o ir con este hacia una sala iluminada llena de puertas y música clásica?

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19/06/2013, 21:47
Director

Notas de juego

Isabella habría la puerta sin que esta hiciese el más mínimo ruido y el escritor avanzó con cuidado hasta ella, cruzando ambos el umbral. A su derecha aparecieron una escaleras y ante ellos un pasillo que avanzaba hacia delante, con un par de puertas a sus laterales. Al fondo, cubierta por una puerta, la fuente de la débil luz que iluminaba el pasillo con grotescas sombras que les acechaban desde las paredes.

Puedes o ir a sala inicial, que da a puerta rota y al coche, o correr por el pasillo de puertas, con una puerta más al fondo que es de donde viene la luz y la música. Dimitri está avanzando hacía el pasillo y te tiene agarrado, pero no debería costar zafarte.

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19/06/2013, 21:43
Katherine Aldridge

Kate se sintió profundamente aliviada al comprobar que no se trataba de otra de las cartas de Jack haciéndole conocedora de otra muerte de la ciudad. Según había entendido, las cartas iban dirigidas a personas cercanas de las victimas y no quería que otra persona cercana se encontrara en tal sufrimiento.

Sin embargo la alternativa no era mucho mejor. Descartando la posibilidad de que Jack fuera el remitente, sólo quedaba otra posibilidad, y esa casi le gustaba menos. Efectivamente, se trataba de Señor.

Leyó la carta ávidamente, con una mezcolanza de sentimientos que abarcaban casi toda la paleta de la confusión. Se sentía extrañada, desorientada, temerosa de que fuera una trampa, preocupada... pero sobre todo se sentía desprotegida. ¿De qué había servido correr a esconderse a ese hotel si él había logrado encontrarla tan fácilmente?. Y ¿cómo diablos lo había hecho?. También sentía curiosidad, tal vez por defecto profesional. Se sentía muy integrada pero no consideraba que aceptar semejante oferta fuera algo bueno, pero también sentía que rechazarla sería firmar su propia sentencia de muerte.

-Dile que entre. -Le dijo al chico sin levantar la compungida vista de la carta. -¿Qué mierda es este sello?. -Se preguntó mientras pasaba el dedo pulgar por el extraño blasón.

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19/06/2013, 22:11
David Stanford [Superviviente]

A David Stanford se le planteaba una prueba moral. Tenía tres opciones a decir verdad, y todas por desgracia tenían un índice de fracaso notorio, donde este aseguraba una muerte por canibalismo. Por suerte, quizás fuese una muerte rápida.

Por un lado podía zafarse de Dimitri, ir a su coche particular y salir de ahí echando ostias. O podía intentarlo. Antes había pillado al ruso por sorpresa, pero estaba centrado en huir de Isabella, y quizás fuese fácil maniobrar con él. No había visto aún a Isabella lucir una velocidad sobrehumana, y no contaba con ello. Por otro lado, podía obedecer a Dimitri seguir su plan.

Una habitación iluminada llena de música clásica le sonaba antesala celestial, y la verdad, no le apetecía demasiado visitar la sala de espera de San Pedro. No atisbaba a verle la lógica a aquel panorama, y quizás simplemente hubiese llegado a un punto en el que comenzaba a delirar. Y si.. ¿y si simplemente se le estaba yendo del todo la olla?

Dimitri no parecia que fuese a traicionarlo, ni por sus palabras ni por sus actos. Al contrario, parecía estar allí para intentar salvarle la vida como le fuese humanamente posible. No sabía si aquel era su plan de huida en caso de necesidad, pero la idea de sacrificar a otro ser vivo no le terminaba de gustar. Menos si era algo humano.

E ahí su tercera opción. Zancadillar a Dimitri en la escalera, zafarse e ir a su coche. A ver si, con un mínimo de suerte, Isabella se comía al ruso y no a él. Pero si hacía eso, ¿en qué divergiría de el asesino de su hija? Era anteponer su bienestar al de alguien inocente. Era incluso peor, pues era anteponerlo al de alguien que te estaba ayudarlo. Era darle una manzana envenenada a tu salvador para tener más probabilidades de sobrevivir.

Un resquicio de humanidad en David le impidió hacer aquello. Confiaba en que tenia más posibilidades de sobrevivir siendo totalmente egoísta, pero aún así, podía considerar terminados sus días como humano. Quizás no a nivel físico, pero sí al psicológico. En el fondo temía estar ya prácticamente muerto, prolongando sólo su agonía. toda la búsqueda de salvar a su hija sólo le había conducido a una respuesta que no sólo no le aliviaba, sino que le hacía sentir todavía peor. Para colmo, ahora iba a correr un destino aún peor al de su hija. Más o menos.

David escogió obedecer y corrió por su mismo lado. No tenia alternativa. No podía morder la mano que le daba de comer.

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19/06/2013, 22:25
Alexander

El chico asintió con visible alivio por quitarse ese quebradero de cabeza y salió con prisas del salón, solo para que la puerta volviese a abrirse poco después con una figura bastante más imponente.

Era, sin duda, uno de los enviados de Señor. Traje sobrio negro bien cortado, gafas oscuras, pelo con un suave estilo militar. Sin embargo no llevaba el comunicador en la oreja que Kate había visto a los que estuvieron en el bar donde le tendieron la trampa a Grendell, aunque el porte y manera de andar eliminaba pronto la poca duda que pudiera causar ese detalle.

Kate se percató de que su rostro tenía un ligero parecido al de su dueño, al del propio Señor: la construcción de la mandíbula y nariz eran, si no idénticas, muy similares. Pero aunque el hombre era joven no era lo suficiente como para ser su hijo. Ambos se miraron durante unos momentos, analizándose mutuamente desde la distancia como dos pistoleros previo a un duelo, hasta que el trajeado se acercó a la mesa de la joven periodista.

Sin embargo, no tomó asiento.

- Buenos días, Señorita Aldridge. Se presentó de manera cordial, profesional, y carente de toda emoción. No mostró ningún símbolo de saludo, ni extendiendo la mano ni agachando el rostro. Una sensación muy fría... Puede dirigirse a mí como Alexander si lo desea, así como ordenar y solicitar mi ayuda en lo que considere pertinente.