Partida Rol por web

Tras una fiesta muy extraña todos acabaron volviendo a sus casas con la duda de qué había detrás de todo lo acontecido aquella noche. ¿Le había ocurrido algo realmente a Kain o era otra más de sus idas de cabeza? ¿Había borrado el mensaje o lo habían borrado por él? ¿Cuál era su verdadera relación con Mixi y qué sabía ella de Kain? ¿Qué llevaba la salsa de las patatas Deluxe de McDonalds que hacía que estuviesen tan ricas?

Fuera como fuese el foro volvió a la normalidad, pero se sucedieron los hilos donde todos, asistentes y no de la fiesta, discutieron lo que había ocurrido con Kain y su famoso mensaje. Muchos creían a pies juntillas lo poco que habían podido leer de éste, mientras que otros decían que debía ser una broma pesada u otra de las tonterías que Kain tenía en la cabeza. La sorpresa llegó cuando al segundo día un usuario no muy activo en el foro abrió un hilo para comentar que había podido recuperar el mensaje de Kain, ya que trabajaba en seguridad informática.

Amigos del foro, es difícil de explicar todo lo que estoy a punto de contaros. En mis años persiguiendo pistas para aportar información al foro nunca me había encontrado con algo tan real.

No sé si alguno de vosotros le ha pasado lo que a mí, pero yo me sentía observado constantemente. Sé que ha habido gente vigilando este foro y tratando de averiguar quiénes somos. Por eso decidí trasladar todas las pruebas que he recopilado estos años sobre ovnis, agencias gubernamentales secretas, etc. a un lugar más seguro que mi casa. Y comencé a tomar precauciones. Hasta que hoy me he dado cuenta de que unos hombres aparentemente normales me estaban siguiendo. ¡Durante todo el día! Creo que pueden estar buscando las pruebas que he ocultado. Entre ellas hay secretos e información valiosa sobre la secta de Luveh-Kerapf.

Tienen contactos por todos lados: el Gobierno, la policía e incluso los servicios secretos… Pero eso no es lo más escalofriante. Son un grupo rollo Iluminati, tienen muchos elementos cabalísticos o de rollo magia negra, como de hechizos medievales. Hablan incluso de sacrificios humanos y de seres que no son humanos… Muy chungo. Así que podéis entender que esté bastante acojonado. No he ido a la fiesta por esa razón y en cuanto recoja un puñado de cosas me voy a pirar de la ciudad una temporada.

No quiero decir adónde me voy, pero espero que vuelva a escribiros pronto… No quiero ser agorero, pero si no escribo en unos días deberíais empezar a preocuparos. Esa gente parece muy tocada de la olla… y parece que van en serio. No tengo tiempo para subir ninguno de los documentos que tengo, ni me quiero arriesgar a dejarlo aquí posteado, pero, de verdad, creedme, esto es muy gordo.

El mensaje solo causó más tension y algunos de los usuarios dijeron que iban a abandonar el foro como medida preventiva, por miedo a lo que pudiera pasar. Al tercer día el número de mensajes enviados y de usuarios visitando el foro se había reducido de forma significativa, pero todavía no de manera alarmante.

Aquella mañana Reyle le había hecho una agenta completita: a primera hora tenía una cita con una asesor de imagen que le vestiría para una reunión de escritores que tenía prevista para dentro de dos semanas, después debía ir al banco a hacer un par de movimientos en sus cuentas relacionados con algo de dinero que todavía quedaba en Europa y antes de comer tenía que reunirse con ella en una cafetería cerca del Madison Square Garden.

Lo del asesor fue bastante menos malo de lo que se imaginaba (apenas le eligió un traje elegante que no era demasiado estirado, le recomendó una colonia que estaba bien y de la cual le regaló una muestra y poco más), la cola del banco se hizo insoportable y toda esa tensión comenzó a liberarse lentamente cuando se sentó frente a su editora.

- Como te decía, Johnson está metiendo prisa por ver los últimos progresos y cada vez... Cobb, ¿me estás escuchando? - Cobb lo había estado haciendo, pero algo llamó su atención. Más bien alguien, ya que se quedó embobado mirando a un tipo totalmente anodino que pasó junto a otro por el fondo de la cafeteria para tomar asiento después un par de mesas más allá. No les habría reconocido de ir juntos, pero se dió cuenta de que les había visto al salir de la cita con el asesor, enfundados en un abrigo y fumando bajo una farola. Después también les encontró sentados en el banco, aparentemente esperando a que uno de los trabajadores del mismo les atendiera...

...y ahora estaban allí, otra vez. Inconscientemente el corazón de Cobb se empezó a acelerar mientras que Reyle le miraba con el ceño fruncido sin entender por qué el escritor se había descolgado del mundo de repente.

Era por la mañana y la vida de Duke había vuelto a un completa normalidad. Pese a lo raro de aquella fiesta y el caos que había habido en el foro los dos primeros días, todo se había vuelto aburrido. Aburrido fue hasta que, tras registrarse en una nueva página de citas que no conocía desde el trabajo fue a su correo a confirmar el mail de registro cuando se encontró que no podía acceder al mismo.

El aviso de contraseña incorrecta apareció una docena de veces hasta que harto, el administrativo reseteó la contraseña del correo. Tras una confirmación por teléfono de que realmente era él quien intentaba cambiar la contraseña por fin pudo acceder a su cuenta. Sin embargo, todos los correos parecían haberse esfumado por completo: enviados, guardados, recibidos y hasta unas imágenes que tenía de una cuarentona cachonda con la que había hecho sexting hacía unos meses.

Todo. Desaparecido.

Jenny había seguido haciendo su vida como siempre. Había sido una reunión rara, y exceptuando un par de excepciones todas las personas allí parecían haber sido sacadas de un circo... pero había sido diferente, un punto picante en una vida monótona (pero maravillosa, por supuesto). La ama de casa tenía que volver a la realidad, por mucho que le pesara, y continuó llevando a los niños al colegio, haciendo sus tareas del hogar y siendo una esposa perfecta.

Sin embargo aquella mañana estaba siendo muy confusa hasta para ella. Había ido a hacer la compra bien pronto, y al salir un par de bolsas de papel se habían roto haciendo que la mayoría de sus naranjas se desparramaran por el suelo. Un grupo de buenos ciudadanos la había ayudado a recogerlas, a los que agradeció dicha ayuda con una sonrisa agradable y un 'que tengan un buen día'. Más tarde, tras ir a la peluquería a retocarse el peinado se encontró a un par de señores en un bar sentados tomando algo que le llamaron la atención, aunque como no parecía conocerles continuó su camino hasta casa.

Ahora allí, en la entrada del colegio esperando a que abrieran las puertas para que los críos entraran se dió cuenta de que reconocía a dos hombres que había más allá, fumando mientras hablaban. Eran los mismos hombres de la cafetería, y también habían estado en el grupo de gente que ayudó a recoger la compra que se le había caído. ¿Podía haber tanta casualidad como para encontrarse a la misma pareja de hombres tres veces en tan solo una mañana? Inconscientemente su corazón comenzó a latir más rápido y no supo saber si era emoción o miedo, pero una vocecilla le decía en su interior que estaba pasando algo.

Jenny trató de esconderse sin que pareciera muy evidente. Sacó el móvil y empezó a teclear un apresurado mensaje en el foro por si acaso.

Era por la mañana y en la oficina del Times las cosas estaban bastante calmadas: Sarah ya había desayunado y se encontraba en una de las mesas de la zona grande de oficinas haciendo un desayuno algo ligero mientras navegaba por la red. No tenía realmente nada que hacer, y estaba planteándose hablar con el jefe para irse ese día pronto a casa cuando uno de los periodistas entró por la puerta con un montón de papeles en la mano y a toda prisa.

Todo se convirtió en un griterío, pero la fotógrafa pudo entender entre todo el jaleo que había ocurrido el asesinato de un joven durante un robo en su casa. Aquella noticia no era muy impactante de no ser porque la fecha... era de hacía unos pocos días, exactamente la misma noche en la que Sarah había estado en la fiesta con sus compañeros de Strangers among us.

La noticia la puso nerviosa de improvisto y se quedó clavada en la silla, inmóvil por unos segundos sin saber cómo reaccionar. ¿Qué... qué significaba aquello...?

Tras la fiesta Savannah se había sentido algo triste por no haberse divertido tanto como esperaba, pero había conocido a Sarah, Frohike y más gente que parecía ser muy interesante. El foro había estado calentito aquellos dos días, pero ahora todo parecía estar volviendo a la normalidad y la mañana en su mesa parecía antojarse monótona y aburrida.

Su chico había tenido que salir a hacer unos recados que requerían su presencia física y que ella no podía hacer por él, así que allí estaba, navegando por internet aburrida hasta que se encontró de casualidad una página web en la que acababan de colgar una extraña noticia: aparentemente un joven había sido asesinado durante un robo a su casa. Se trataba, según la página, de un estudiante de Informática que vivía solo y la fecha del asesinato... parecía ser unos pocos días antes.

Justamente el día en que Savannah había acudido a la fiesta de Strangers among us. Leer aquella fecha la dejó helada, mayormente por todas las cosas extrañas que habían ocurrido aquella noche. ¿Qué significaba aquello? ¿Podría... podría tener algo que ver con lo que había pasado en la fiesta? Solamente pensarlo le hacía ponerse a temblar.

A pesar de todo la mañana había ido decentemente, sobre todo para no haber dormido casi y haber tenido que recurrir a las viejas recetas del medico para seguir la agenda de Reyle (a quien se había propuesto complacer). Incluso le había preparado un pendrive con lo que había estrujado de su cerebro durante aquella noche.

-Chst, chst, chst. - chistó mientras levantaba el índice y lo interponía entre ellos. Seguramente pensase que era otra de sus mierdas para evitar el tema. Entones echó la mano al bolsillo y sacó el pendrive - Toma. Échale un vistazo a esto mientras yo resuelvo un asunto. Creo que me han salido admiradores. Y no, no es ningún teatro, de verdad que he escrito, mami. Léelo. Ahora vengo. -

Y con las mismas se levantó dirigiéndose hacia la barra: se había propuesto no beber durante la mañana por respeto a su editora, pero aquello se pasaba de castaño oscuro. Pidió un gyn tonic especificando cómo lo quería y que se lo llevasen (y cargasen) a sus amigos de incógnito. Después se estiró la chaqueta del taje, se pasó la mano por la espesa mata de pelo que le resultaba imposible mantener en el mismo sitio, y fue hasta su mesa.

- Buenos días, caballeros. Cobb Farrel, aunque no creo que les haga falta mi presentación, ¿hum? -dijo de muy buen humor tomando asiento sin invitación previa- No he podido evitar su profunda admiración por mi, y qué menos que dedicarse a los fans sobre todo cuando la cosa está tan de capa caída. ¿Qué les trae por Nueva York? ¿Es el tipo que tiene información sobre su organización súper-secreta de la muerte? ¿Lo han cogido ya o se les ha escapado? -

Cobb sonrió como todo buen maniático debería hacerlo: de la forma en que da escalofríos.

Se tomó un momento para analizar la situación. Un momento quizá demasiado largo, porque el teléfono de su cubículo empezó a sonar, probablemente porque alguien necesitaría un diagrama de mierda para una presentación o que le sacaran los presupuestos de su cartera de clientes del último año. Le dio al botón de mutear el sonido y cuando la luz de llamada entrante dejó de parpadear, descolgó.

Joder, eso no se hacía... No se hacía. Uno podía meterse en el correo de alguien a humear o a buscar fotos personales. Incluso para madarles correos a todos los contactos diciendo cosas como "Amigos, no puedo esconderlo durante mas tienpo, soy homosexual". Pero entrar en cuenta ajena a borrar todos los correos... Eso era de ser un pedazo de cabrón. Estaba muy cabreado. Mucho mas cabreado de lo que había estado en mucho tiempo. Se sentía como cuando su madre le registraba el cuarto, le encontraba las revistas porno y las tiraba. Se sentía humillado y violado en cierta manera. Y eso le hervía la sangre.

Congestionado por el ataque de rabia, abrió el buscador del ordenador del trabajo y tecleó Luveh-Kerapf. No tenía enemigos, ¡Ni siquiera tenía amigos! Y lo único que había cambiado en su vida reciente era lo del foro. Así que por cojones debía tener algo que ver con aquella fiesta, con el mensaje de despedida de Kain y con esos tíos. Estaba demasiado cabreado para ser cauto. O quizá simplemente le daba igual. Como fuera, tampoco tenía nada mejor en lo que volcar su frustración hasta que volviera a su casa y probara a hablar con los del servidor de correo a ver si le podían restablecer la última copia de seguridad de sus mensajes. 

Un día normal acontecía en el periódico, mi trabajo tenía esos altibajos de aburrimiento absoluto o diversión asegurada. Si me tocaba una premiere andaría de aquí para allá sacando fotos a las celebridades y porqué no, bebiendo un poco de champagne al son de una hermosa melodía. La paga era buena, podría ser mejor si me atrevía a vender las fotos sin editar, pero fiel a mi trabajo mantenía el anonimato y las horas de photoshop solo para mi, sumado a la bonita cantidad de dinero en mi cuenta. 

Sentada en una de las mesas principales me dedico a observar el comportamiento de mis compañeros, abatidos también por el aburrimiento incesante. ¡Qué demonios! la vida en el Times es para ancianos no para gente joven con ganas de divertirse al menos tomando unas fotos, una triste vida sin emociones aunque no por ello redituable. Muchas veces el dinero me podía y demasiado, gracias a él vivo en un precioso piso y tengo mi auto de último moda. Banalidades de un mundo bastante superfluo.

Por suerte un revuelo de griteríos surge en este espacio del tedio inagotable, me acerco junto a mi compañero y leo atentamente la noticia sobre el asesinato por robo. Compruebo las fechas y siento esa espinilla en mi corazón como señal de alarma.- ¿Será que estos loquitos se mandaron alguna grande y los están cazando? - fue lo primero que se me pasó por la mente, aunque dentro de ese grupito de trastornados me encontraba yo. -Jummm... ¿Estaré en la lista negra del horror? -afirmo en silencio doblando el diario para dejarlo en la mesa un tanto perpleja. 

Me costaba creer en todas estas cosas, el tema de las sectas y que se vayan cargando a cada uno me parecía muy de película de Hollywood. Es que una mente pensante creería que son tonterías, para mi que es un ajuste de cuentas por alguna que se ha mandado y le echan la culpa a los del foro. Aún así, con mi ceño fruncido y reflejando preocupación, decido volver a mi casa para ver si tenía alguna novedad en la página o tal vez comunicarme con alguno de los chicos.

Aquellos días no fueron muy diferentes, con gritos de su madre, miradas de reproche y una terrible monotonía. El foro era de lo poco que seguía manteniéndose interesante con un buen puñado de hilos conspiranoicos sobre el mensaje de Kain que se había recuperado de las profundidades de internet por algún misterioso camarada.

Por la mañana su madre había mandado a Moira a comprar junto al servicio en castigo por una mala contestación que la joven había tenido con ella. Aquellas no eran las maneras de una dama y si seguía portándose así tendría que aprender desde abajo.

Y allí estaba, saliendo del supermercado con bolsas de la compra y acompañado por un hombre y una mujer del servicio, molesta porque dos tipos se habían cruzado con ella numerosas veces en el supermercado. Tomó el camino hasta su casa, quejándose por dentro de que ella no debería estar allí perdiendo el tiempo... cuando se dió cuenta de alguien que iba tras ella. Dos hombres, los mismos dos hombres con los que se había encontrado la mayoría de los veces en la compra y que ahora también iban por aquel camino: una calle, dos calles, tres calles... y aquellos hombres seguían ahí. En otras circunstancias no le habría importado pero tras lo que se comentaba en el foro aquella misma mañana no pudo evitar sentirse algo nerviosa al respecto.

Aquella mañana se levantó un poco apresurada, últimamente dormía peor de lo que le gustaría, cogiendo más el sueño en el peor momento, el momento de despertarse para ir a trabajar.

Era una mañana rara, no había mimos antes de salir de las mantas, estaba acostumbrada a charlar con su pareja durante el desayuno, pero en esta ocasión el desayuno no transcurriría de forma intima hasta el amanecer, en vez de eso, un solitario café la esperaba en la cocina. Palpó la cafetera intentando descubrir cuanto tiempo había pasado desde que su pareja la apartara de la vitro y se sorprendió al comprobar que el café ya estaba casi frío.

-"Si que se ha levantado temprano…"- pensó de forma perezosa, aun con las marcas de la almohada en la cara y el cabello alborotado. Puso a calentar el café mientras preparaba unas tostadas y colocaba en su interior los restos de la ensalada de la noche anterior, preparando así un improvisado y delicioso bocadillo vegetal para el desayuno.

Se comió el bocadillo con unos grandes y acelerados bocados, pero el café para ella era un ritual, así que tomó su taza y se la llevó al salón para disfrutarlo cómodamente, allí bebiendo a pequeños sorbos mientras ojeaba y curioseaba cosas de internet algo llamó poderosamente su atención, una noticia en el periódico digital de Nueva York que acabó dejándola helada.

Recordar otra vez el tema de Kain la hacía sentirse vulnerable, el ambiente de casa se le antojó ahora mucho más solitario y menos confortable. Recordó oportunamente que debía llegar al trabajo en metro, su pareja se había llevado el coche y por lo tanto no compartirían su vehículo para ir al trabajo. Se apresuró tomando el café, algo poco habitual en ella.

Se dio una ducha caliente con el pestillo del baño echado, era una tontería puesto que estaba sola en casa, pero aquellos pequeños detalles la hacían sentirse más segura. Se vistió con su traje de ejecutiva azul marino, camisa blanca y tacones negros, no se entretuvo demasiado maquillándose y recogió su cabello con una gran pinza de color negro, no era un día para coqueterías, no se sentía la más despampánate a causa de las prisas pero se conformaba con estar presentable en su puesto de trabajo.

Llegó a su trabajo de forma despreocupada, aquello se había convertido en monotonía, encendió las luces y la calefacción, encendió su ordenador personal situado junto en la entrada y colocó su chaqueta en el respaldo de su silla de secretaria. Al parecer su pareja, el buen psicólogo, aún no había llegado a su consulta.

Tomo asiento para curiosear el foro de "Stranger" aprovechando que aún no habían llegado los primeros clientes en el típico goteo constante, como todas las mañanas.

Escribió unos mensajes en el foro, intentando satisfacer su curiosidad por lo que había leído en el periódico digital, buscando de aquella forma sacar conclusiones. Acto seguido escribió un wasap a su pareja. (Wasap: Cariño estoy en la consulta, has salido muy temprano esta mañana, ¿va todo bien? ¿o debo decirles a tus clientes que vas a retrasarte?, te quiero.)

Mama siempre encontraba formas de hacer parecer las actividades mas normales y cotidianas como algo denigrante y horrible, ahi me encontraba caminando en el supermercado, eligiendo que papel higienico llevar, seguida de cerca por dos personas del servicio de la casa, que me auxiliaban en lo que necesitaba, sobre todo a recordarme de llevar las cosas que la señora de la casa habia ordenado se llevasen, el día podría haber pasado por uno bastante normal, de no haber sido por dos hombres que comenzaron a rondar cerca de los pasillos donde yo me encontraba, pensé que me estaba volviendo paranoica con todo lo que estaba pasando en el foro y en la reunion de hacia unos dias, de vez en vez me lo quitaba de la cabeza sobre todo cuando estaba en la escuela, o practicando, o en el trabajo. Pensé que solo era una casualidad un poco incomoda, a si que continué en lo mio, me dirigí a pagar a las cajas la mercancia que llevaba, y observé que los dos hombres se dirigian a la caja tambien.

Empezamos a deambular el trayecto de regreso a la casa, pues no me habian permitido llevar al chofer conmigo, era una mañana soleada y corría una fresca brisa que alborotaba aun mas mi cabello, y fue entonces cuando sentí que el estómago se iba a los pies, llevabamos unas cuatro calles andadas, cuando me di cuenta que aquellos dos hombres comenzaban a seguirnos, bastante mas de cerca, habiamos llegado a una calle abarrotada de personas, gente entrando y saliendo de un banco cercano, me detuve en seco, con la molestia y la preocupación reflejadas en el rostro, y le entregué las bolsas a Joseph, indicandole que me esperaran un minuto, bufé molesta y me di media vuelta, para ir al encuentro de aquellos dos sujetos.

Me planté a unos pasos de distancia de ellos, observandolos fijamente y entonces les espeté con energía y seguridad...haciendo de tripas corazón por que sentia que se me habian caido los calzones cuando me percaté que estaban siguiendonos.-Muy bien que es lo que se traen y que quieren?, no crean que no los he visto siguiendonos en el supermercado!, dudo que vengan de hogwarts a decirme que he sido aceptada como alumna y que ademas soy una bruja, asi que por favor, si no quieren que llame a la policía en este momento, mas les vale que nos dejen en paz!, no tenemos ni idea de quienes sean ni de que quieren, pero el acoso esta penado por las leyes con hasta 20 años de carcel. PERVERTIDOS.- habia alzado mas la voz a lo ultimo pues un niño habia soltado un berrido estruendoso a mi lado, cuando su mama se habia negado a comprarle algo en el escaparte de la tienda, aproveché la distraccion y me dirigí de nuevo con los empleados de la casa, tomé la bolsa y les dije en un murmullo.

-Creo que sería buena idea tomar un taxi no creen.-

La camarera se sintió algo confusa por la petición de Cobb, pero dado que el escritor era cliente habitual del lugar y además ella le conocía por sus libros accedió con un asentimiento antes de prepararle la bebida. Una vez Cobb se sentó junto a sus amigos, éstos le miraron con las cejas ligeramente alzadas y la expresión de sorpresa que a cualquiera le sale cuando quien no te esperas se sienta frente a ti. El más fornido miró a su compañero frunciendo el ceño y alzando ligeramente las manos y el otro, algo más bajo pero también con buen cuerpo mantuvo la mirada fija en él.

- Señor Farrell, ¡claro que le conozco! - esbozó una sonrisa que pareció sincera, contra todo pronóstico - Bueno, no me siento muy orgulloso de ésto, pero... creo que nos ha cazado por completo. Pertenezco a la asociación "Bajo la piel", uno de sus clubs de fans que todavía permanecen activos. Nos llegó el chivatazo de que había vuelto a Nueva York y bueno... decidí echarle cara al asunto. -

El tipo se llevó una mano a la nuca, avergonzado, y por un momento consiguió que Cobb dudase de si se había equivocado o no. ¿Un fan sería capaz de seguirle así durante toda una mañana? ¿Y por qué ahora, días después de la fiesta y no antes? Algo no encajaba pero aquel tipo había reaccionado con una soltura impresionante: su compañero, por otro lado, se mantenía algo ajeno, como si él solo fuese un acompañante. En ese momento llegó la camarera con el gyntonic, advirtiendo a los dos hombres que el escritor lo había cargado a su nombre. - Oh, está bien. ¿Podría firmarme un autógrafo entonces, por favor? - sacó una libreta pequeña y un bolígrafo que le entregó

Cuando Jenny quiso asomarse para ver si los tipos andaban por allí ya se habían esfumado. En otra situación habría pensado que quizás eran imaginaciones suyas, pero aparentemente otros miembros del foro estaban en una situación similar. Sus pequeños entraron ya al colegio y ahora debía volver a casa: en aquel lugar estaba rodeada de padres y familiares, pero aunque aquella zona era bastante transitada Jenny tenía miedo de lo que pudiera pasarle si andaba sola por ahí.

Con los cojones hinchados y no por el motivo habitual comenzó a buscar por todas partes información sobre aquella supuesta organización de la que Kain había hablado. La búsqueda en Google no mostró muchos resultados, apenas un puñado de menciones en empresas de exportación, tiendas de ropa y mayoristas. Ninguna dirección, ni teléfono ni página web: no parecía haber nada en la red que diera algún indicio que pudiera arrojar luz a todo este asunto.

En ese momento apareció su jefe dándole un susto de muerte. - Eh, Burrows. Tienes una llamada por la línea 3. - dijo de pasada mientras se alejaba con unos papeles en las manos. El administrativo descolgó el teléfono y pulsó la tecla número 3 que parpadeaba con un color rojo.

- Huye. - dijo una voz distorsionada al otro lado

De camino a casa y con la duda ya sembrada en su mente el teléfono de Sarah sonó. Lo sacó de su bolso algo incómoda por todo lo ocurrido aunque en el fondo no se creyera nada en absoluto y relajó los hombros al ver que quien llamaba era Mixi. Tras descolgar, pudo escuchar la voz de la joven al otro lado.

- Sarah... ¿podemos hablar un momento? Estoy en el trabajo y... perdona, estoy algo nerviosa. He leído el foro y creo que yo también estoy siendo perseguida por unos tipos, no se han movido en toda la mañana de la cafetería que hay frente a mi tienda y no sé qué hacer... -

Justo antes de que el primer cliente llegara a la consulta y sin respuesta por parte de su marido al whatsapp él mismo apareció por la puerta con una sonrisa en los labios y el brazo tras la espalda.

- ¡Buenos días! - dijo, acercándose a ella. Se inclinó por encima del escritorio de Savannah para darle un beso en los labios y acto seguido movió el brazo derecho, revelando un ramo de rosas rojas no demasiado grande, pero lo suficientemente sorprendente cuando la secretaria pudo cerciorarse de que eran de verdad - Sorpresa. Me he levantado pronto para ir a recoger el pedido de las flores. ¿Cómo estás, cariño? -
 

Aquellos hombres que la perseguían abrieron mucho los ojos cuando Moira se colocó frente a ellos comenzando a decir aquella retahíla de cosas. No le costó ver que acababa de coger a ambos totalmente sorprendidos y con la guardia baja, incapaces de reaccionar ante su explosión e incluso dieron un paso atrás cuando ella gritó 'pervertidos'.

El servicio, por otro lado, estaba más acostumbrado a Moira y se sorprendió también, pero menos. Cuando ella volvió ambos asintieron sin decir nada y todos echaron a andar fuera de allí, pidiendo un taxi y diciendo la dirección de la casa de la familia O'connor. Con el corazón latiendo a cien por hora y sabiendo con toda seguridad que aquellos tipos estaban tras ella no pudo evitar sentir el bombeo de la adrenalina en su cuerpo al darse cuenta que les había no solo pillado si no dejado totalmente fuera de juego.

Normalmente hubiera pensado que se trataba de una broma de alguno de los capullos de sus compañeros, que querían reírse del pobre pringao que se pasaba las horas muertas en un foro de chalados por las conspiraciones. Normalmente hubiera mandado a la mierda al gilipollas de turno, hubiera buscado en el registro de dónde había llegado la llamada y hubiera bloqueado el ordenador del tío ese, borrándole en el proceso cualquier trabajo que tuviera a medias. Y más con el cabreo que llevaba encima. Pero cuando escuchó la voz distorsionada al otro lado de la línea se le cerró la boca del estómago y un escalofrío le recorrió el cuerpo, dejándole la piel de gallina. Le empezaron a sudar las manos y se le encogieron los huevos antes de reunir el valor suficiente para responder. 

- ¿Có... Cómo? - Dijo débilmente, con el teléfono pegado a la blanda mejilla, que había perdido todo su color rosado. 

Se inclinó ligeramente hacia atrás para sacar la cabeza de su cubículo y echar un vistazo alrededor. Se estaba contagiando de la mierda de paranoia de Kain, joder. Y más con lo que habían contado los otros, de los tipos esos que les estaban siguiendo. Y lo de su correo... 

Si toda aquella locura de Kain resultaba ser cierta... Iban a estar bien jodidos...