Partida Rol por web

El día empezó como los anteriores, aunque si bien terminaría de forma bien distinta. Desayuno bien temprano y luego entrenamiento hasta la hora del almuerzo. Tu equipo y tú, los Bucaneros de Cáprica, os habíais desplazado a las montañas cercanas a la ciudad de Delphi para realizar entrenamientos en altura y fortalecer vuestra forma física. El equipo no iba muy bien cuando tú llegaste pero había mejorado notablemente y ahora aspiraba por el título de liga. Allí, entre tus amigos, te sentías bien. Disfrutando de los buenos momentos de camaradería.

Fue casi cerca del mediodía, cuando estabas a punto de ejecutar un tiro especialmente difícil, que una ráfaga de viento caliente te golpeó en la cara. Al principio no sabías que era. Lanzaste una maldición porque te había hecho errar el disparo, pero te diste cuenta de que ya nadie seguía el juego. Fue entonces cuando una de las chicas del equipo señaló con el dedo levantado y los ojos lagrimosos en dirección a la ciudad. Al girarte contemplaste una columna de humo gigantesca, con forma de hongo. La columna que formaría una explosión nuclear.

Anders se queda patidifuso ante lo que ve, jamás esperó ver con sus propios ojos lo que solo había escuchado mencionar en las conversaciones sobre pasados tiempos de guerra, aún así algo en su cabeza le hizo recordar un sentimiento muy similar al que estaba experimentado muy enterrado en su subconciente, una especie de Deja vu.

Esto ya lo he vivido antes...-se dice sorprendido siquiera de pensarlo-.

Despues se vuelve a sus compañeros y les grita los que llevan más tiempo mirando.

¿Qué diablos ha sido eso? ¿Fue una atómica?-le pregunta a los que están más cerca y despues vuelve la vista hacia el hongo y con voz energica les dice-Tenemos que buscar covertura y averiguar que demonios ha sido eso. Vamos bucaneros....

Después de una semana esperando asignación desde el Ministerio de Defensa por fin te llega el mensaje de que debes personarte en la Estrella de Combate Pegasus al mando de la Almirante Cain. Nunca te habías sentido cómoda con el trabajo de funcionaria y estás más que agradecida de salir por fin de la triste oficina en la que estás enclaustrada. Caprica City, capital del planeta, era la cuna de la cultura y el desarrollo de las doce colonias. Sin embargo a ti te había parecido una ciudad opresiva y claustrofóbica. Si te habías quedado a vivir aquí era porque tu madre formaba parte del gabiente político del Presidente Adar. Pero ya era hora de empezar a volar sola.

Esa mañana recogiste tus cosas personales en tu pequeño apartamento y subes al transporte militar que te espera en la puerta. En el espaciopuerto, un raptor te esperaba para salir del planeta rumbo a tu nuevo destino y hacia tu futuro.

Pero los dioses de Kobol eran caprichosos. Al poco de despegar y cuando sobrevolabas la ciudad, un resplandor luminoso aparece en el horizonte casi dejándoos ciegos a ti y al piloto. Cuando se apagó, una gruesa columna de humo en forma de hongo se divisaba en la distancia. Lo identificas rápidamente como una explosión nuclear. El piloto grita algo que no entiendes y se eleva aún más. Una nueva detonación más cercana bambolea la nave y cuando se calma, puedes ver los estragos que ha hecho la onda expansiva en la ciudad.

-¿Averiguarlo? -dice una de tus compañeras- ¿Es que no lo ves, Sam? ¡Es una bomba atómica! ¡Ahí estaba la ciudad de Delphi!

Otra de tus amigas se lleva las manos a la cara y se deja de caer de rodillas.

-Mis padres... mis padres viven en... Delphi...

-¿Gaius? ¿¡Gaius!?

La voz de una mujer te despierta sobresaltado en tu casa. Tu última conquista también se revuelve inquieta junto a ti para también abrir los ojos. Por encima del cobertor de las sábanas de tu cama, ves a la misteriosa mujer rubia con la que has estado flirteando durante casi dos años.

Nunca supiste de dónde había salido. Sólo que un buen día se te acercó en un club y comenzasteis a hablar. Trabajaba para una compañía informática, te dijo, y tú por aquel entonces estabas empezando a diseñar tu famoso programa de Control de Navegación para el Ministerio de Defensa. La joven demostró tener excelentes habilidades, tanto en el terreno matemático, como en otros lugares más interesantes. Gracias a ella pudiste terminar el diseño y los militares quedaron bastante impresionados.

Y ahora estaba allí, sentada en tu sofa, observándote con severidad. La otra mujer, se incorporó junto a ti y exclamó.

-¿Quién es esta, Gaius?

Abrió los ojos, seducido por una voz sensual. Tenía una sonrisa de satisfacción por lo que había hecho hace un momento, estaba en la cima del mundo. Pero la voz, aunque proviniera de una belleza, no tenía intención de seducirle, sino de echarle la bronca, cosa que le sobresaltó al no esperarlo. Instintivamente, se levantó corriendo para acercarse a la chica de rojo tapándose con las sábanas sin ni siquiera en la mujer que estaba en la cama con él.

-Puedo explicarlo, me han engañado, seducido, bebí demasiada ambrosía y se han aprovechado de mi cuerpo. Sabes que soy débil pero que solo me fijo en ti.

Baltar se puso entre la mujer del sofá y la puerta de la salida, no quería que se fuera de allí pero también temía una reacción violenta por su parte. Conocía a muchas mujeres, demasiadas, y algunas se tomaban sus escarceos a más. Pero un genio no podía permitirse una sola mujer.

Samuel se vuelve a su compañera y después de lanzarle una mirada osca se vuelve a los demás y a la que ha gritado.

Vamos no podemos alarmarnos así de ese modo, sé que es algo difícil decirlo así pero tenemos que mantener la cabeza fría. Lo que me refería es que debemos averiguar la causa de la explosión y de los daños. ¿Nadie tiene algún radio o teléfono aquí para tener alguna noticia?-dice con voz autoritaria-.

La mujer miró a la chica que estaba junto a Baltar.

-Fuera -ordenó secamente.

-Gaius, ¿quién es esta mujer? -volvió a preguntar.

-He dicho que fuera -volvió a decir con las mandíbulas apretadas.

La joven, ofendida, se marchó en dirección al baño mientras que Baltar se deshacía en disculpas.

-Guárdate tu estúpido remordimiento y falta de conciencia -le espetó la atractiva rubia-. Vine porque tengo algo que decirte.

Shaw se quedó mirando perpleja los restos de lo que antes era Caprica, estaba tan ensimismada que no podía mover nada en su cuerpo, simplemente miraba como se alejaba del planeta sin poder ni siquiera decir una simple palabra. No puede ser retumbaba en su cabeza.

El piloto le hablaba pero su voz parecía tan lejana que apenas podía entender lo que decía, el destello había sido tan fuerte que los ojos le dolían aun habiendo pasado un tiempo desde la primera de las explosiones.

¿Qué puede haber causado eso? Su mente estaba tan bloqueada como su cuerpo por lo que se dejó llevar por el momento aunque eso no era normal en ella pero esto era una situación que escapaba a su control aunque sabía que debía reponerse y hacer algo.

Baltar hace como si no pasara nada cuando la chica se encierra en el baño, pero sabe que la otra está ofendida y tiene que hacer algo de teatrillo para relajar la situación.

-Bueno, ya que lo preguntas no sé ni como se llama, si es que me ha dicho su nombre- al terminar la frase Gaius se quedó un rato parado. Ahora que lo pensaba tampoco conocía el nombre de la rubia que parecía echar humo, aunque él se lo hubiera preguntado.- Bien, ¿a qué has venido entonces?

El científico se quedó donde estaba para esperar la respuesta, sin importarle que solo estaba tapado con una sábana.

¡Dioses de Kobol, ¿¡Nos están atacando!? -exclamó el piloto del Raptor mientras luchaba contra los controles intentando no perder el control de la nave. El aparato ganó altura y entonces ambos pudisteis ver como más y más hongos nucleares aparecían en el horizonte-. Teniente, ¿qué hacemos?

-Yo tengo -exclamó tu compañera Diane Seelix. Uno de los últimos fichajes del equipo y bastante buena. Era una joven pelirroja de rasgos finos con una sonrisa muy bonita. No estabas del todo seguro, pero creías que le gustabas a la mujer. Aunque ahora no tenías tiempo de pensar en eso con lo que estaba pasando. Ves como Diane se lo alcanza a la joven cuyos padres en Delphi. La mujer marca aunque al rato murmura.

-No hay línea, se ha cortado -dice con voz débil.

El entrenador de tu equipo le arrebata el teléfono.

-Mi hija vive en Caprica City, tal vez allí no haya pasado nada -el hombre se lleva el teléfono al oído- ¡Hay línea! -informa esperanzado. Pulsa el botón de manos libres para que todos podáis oir.

-¿Sí, quien es? -pregunta una voz aterrada.

-¡Soy yo, hija, soy papá! ¡Estás bien!

-¡Papá, algo grave está ocurriendo! ¡Dijeron en la televisión que habían estallado varios artefactos nucleares en el planeta! ¡Que nadie sabía de dónde habían salido! ¡En las noticias no nos dicen nada! ¡Dioses, ¿qué es eso!? -se escucha como un fragor de fondo y la comunicación se corta abruptamente. El entrenador llama por su hija desesperado gritándole al teléfono inerte hasta que alguien se lo quita suavemente de las manos.

La puerta de tu habitación del hotel te golpeó en la espinilla cuando cerraste torpemente para salir. El gato que llevabas en su caja, Lance, te bufó cuando maldijiste al sentir el dolor agudo en tu pierna. El gato de tu mujer recuerdas, ya que a ti nunca te habían gustado demasiado los animales. Habías acudido a Caprica para asistir a un juicio y Faye insistió en que llevaras al estúpido gato al veterinario. Como si en Geminon no hubieran. Pero ella no se fiaba de esos matasanos religiosos de la ciudad donde vivíais. Ella quería al mejor. Cuidaba más al gato que a vuestras propias hijas a tu parecer.

Y por eso estabas así, cargando con la caja en recepción y después de pagar, en la calle esperando por un taxi. El trayecto hasta el espaciopuerto es lento debido al tráfico de la capital. Miras impaciente tu reloj incómodo por la posibilidad de perder tu nave.

Afortunadamente no es así, y dos horas más tarde estás cómodamente instalado en tu asiento mientras el capitán comunica por el altavoz las instrucciones de rutina. Lance descansa cómodamente en la zona de portaequipajes situada sobre tu cabeza. Los motores ronronean y la nave se separa del suelo.

Entonces, al poco de despegar y cuando sobrevuelas la ciudad rumbo a la estratosfera, un resplandor luminoso aparece en el horizonte casi dejándoos ciegos a todos los pasajeros. Se escuchan gritos de asombro y miedo entre la gente. Afortunadamente las gafas de sol que siempre llevas puestas mitigan un poco el efecto aunque ha sido bastante potente. Cuando se apaga, una gruesa columna de humo en forma de hongo se divisa en la distancia. La identificas rápidamente como una explosión nuclear. La gente sigue gritando aterrada mientras señala el humo. Una nueva detonación más cercana bambolea la nave y cuando se calma, puedes ver los estragos que ha hecho la onda expansiva en la ciudad.

-¡Nos atacan, nos atacan! -grita un tipo obeso y sudoroso bastante desquiciado.

La mujer se acerca y acaricia suavemente la cara de Baltar.

-Gaius, mi querido Gaius. He venido a decirte que...no soy humana. Soy una cylon.

Baltar profiere una risotada que cesa cuando ve la expresión seria de la ¿mujer? Y la cambia por incredulidad.

-¿Una cylon? Los cylons son metálicos, máquinas, cables, ni siquiera hablan.

Eso es lo que había entendido, lo que le enseñaron de la guerra con los cylons hace ya muchos años, ¿como iba a ser ese ser tan bien formado un trasto?

-Mira, he oído cosas raras, pero la tuya se lleva la palma, eres una mujer, ¿acaso no lo ves?- Baltar se permitió echar una mirada por ella a su forma escultural- Puede que loca, pero una mujer al fin y al cabo.

Cita:

-Esos modelos todavía existen. Tienen sus usos -manifestó la mujer sentándose de nuevo en el cómodo sofá. Disfrutaba del estupor de Gaius-. Sabes que estoy diciendo la verdad, Gaius. Tu me crees porque, en el fondo, siempre supiste que había algo distinto en mí, algo que no era normal del todo -sonrió con picardía-. Y me crees porque engrandece tu ego. El creer que, de todos los miles de millones de personas de las doce colonias, tú fuiste el escogido para llevar a cabo mi misión.

- ¡Joder!

Un pitido llega junto con la segunda explosión a sus oídos, y durante varios segundos, Romo es incapaz de escuchar nada.

Aparta las gafas de sol de sus ojos para poder ver mejor el panorama que no se termina de creer.

La ciudad es un caos, y todo ha ocurrido en escasos segundos y no ha mucha distancia de donde él se encuentra.

Y eso no hace más que empeorar la situación. Los nervios y la adrenalina alcanzan su máximo exponente cuando realmente acepta lo que está ocurriendo y se da cuenta del peligro que corren todos los de esa nave... Y ese todos, le incluye a EL, lo cuál crea una situación demoniaca.

Los gritos de terror se acentúan a su alrededor ahora que recupera la audición y se pregunta si conseguirá salir de esta.

El científico tragó saliva cuando ella terminó de hablar. Lo que más le trastornó es que ella parecía triunfal, y el no saber por qué empezaba a incomodar a Gaius.

-Bueno, también sé que las mujeres hacen y dicen cosas muy raras para que esté con ellas, po...podría ser el caso- tartamudeaba porque la seriedad de la chica y que no titubeara al hablar indicaban que estaba convencida de que aquello que decía era verdad, y las últimas palabras que ella dijo le intrigaron. Aunque no estaba muy seguro de querer oírlo, sobre todo después de ver una sonrisa maliciosa, además que de que un intento de inflar su ego había sido una buena jugada por su parte- ¿Qué es eso del elegido entre millones? ¿Qué misión?

Baltar seguía muy atento a lo que decía, intentando ver alguna señal de que todo era una locura.

Kendra por fin comienza a escuchar al piloto, respira hondo intentando contener su miedo - intenta contactar con quien sea que nos pueda dar norte sobre este asunto, nos dirigiremos a la primera Battlestar que esté cerca, desde ahí ya veremos cual será nuestro siguiente paso - miró de nuevo Caprica mientras se alejaban espero que estén bien la Battlestar Pegasus... piensa mientras se escucha como el piloto busca alguna frecuencia.

Es peor de lo que pensaba.¿Que demonios está sucediendo?-se dice mientras todo se desarrolla rápidamente-.

Reacciona a los pocos segundos recuperando su compostura y dice.

Será mejor buscar cubierto y tratar de contactar con alguna autoridad. Si estamos siendo atacados debemos reunirnos con los demás sobrevivientes.-dice con autoridad-Vamos a buscar algún vehículo e ir a al cuartel más cercano.