Partida Rol por web

Salieron del parque. Aún era pronto así que el metro todavía funcionaba. Carlos sabía exactamente a dónde se dirigían. Él tomó del brazo a Verónica, por si aún se encontraba algo débil, pagó dos billetes y entraron en el subterráneo. Aunque era tarde, había aún gente en el metro ya que era viernes por la noche. Algunos los miraron, como si se tratase de una pareja normal, nadie hizo demasiado caso. 

Salieron en la estación de Recoletos, cruzaron la calle y caminaron un poco por el lateral del paseo. Entonces llegaron a un local, un café que ya estaba cerrado, en su letrero se veía con hermosas letras repujadas: Gran Café de Gijón. 

Carlos llamó a la puerta con un ritmillo característico y al momento una figura apareció tras ella. Se trataba de una niña, de apenas trece años, que iba vestida sin embargo de forma muy elegante. 

-Carlos y nueva chiquilla, deduzco -sonrió la niña- bienvenidos a mi Elíseo, pasad, por favor, ya sabéis por dónde es. Creo que Eileen había ido a buscaros, ¿no la habéis encontrado?

-¿A Eileen? -Carlos repite el nombre, sorprendido- no, no nos la hemos cruzado... quizá ella fue andando, nosotros hemos venido en metro, pero a ella le gusta el ejercicio, ya lo sabes. Ya volverá. 

Sonrió y ambos entraron, seguidos de Verónica, y la niña cerró la puerta, no sin antes mirar a ambos lados de la calle, vigilante. 

-Perdona mi rudeza -le dijo entonces a Verónica directamente, según los guiaba escaleras abajo-, mi nombre es Ángela y estás en mi Elíseo. Sigue mis normas, no llames la atención, no descubras este lugar a nadie y todo irá bien. 

"Pero si incumples alguna..." aquello sonó en la mente de la joven, porque Ángela no estaba pronunciando palabra alguna y sonó de tal forma que daba miedo "...yo misma me encargaré de echarte a patadas a la calle a plena luz del día". 

-No sabría deciros el humor de la Príncipe ahora mismo... -les comentó mientras atravesaban el subterráneo del local, abrían una puerta secreta al fondo de éste como si nada y la volvían a cerrar tras ellos- ... ha venido Lola, la Lasombra y ha aceptado... pero resulta que tiene un nuevo chiquillo. Y también están aquí las gemelas con otro. Ya va llegando la gente. 

El pasillo en el que entraron los llevó a una nueva habitación, amplia, iluminada. Las paredes lisas, no muy recargadas, daban paso a varias puertas, la mayoría cerradas. Ángela los condujo hasta el centro de la habitación y les pidió que esperasen. 

La niña se marchó en dirección a una de las puertas laterales. En la habitación había varios grupos de personas hablando entre ellos, al parecer de cosas triviales. Ángela volvió pocos segundos después, seguida de una mujer mayor, una más joven, de pelo negro como ala de cuervo, un joven de unos 23 años, un hombre que aparentaba unos treinta y cinco, con una gabardina de cuero y el pelo largo y dos gemelas rubias, muy guapas. Todos se quedaron atrás, salvo la mujer mayor que se acercó a ellos. 

-Carlos, bienvenido -dijo la mujer, a lo que el joven se inclinó en un gesto casi reverencial-, y ésta es tu chiquilla supongo. 

Entonces miró a Verónica. La miró de arriba a abajo, evaluándola. Unos segundos después clavó su mirada en la de ella.

-Mi nombre es Helena, soy a quien debes obedecer ahora pero no te reconoceré hasta que no me demuestres lo que vales, ¿has entendido? -sin dejarla responder, se volvió hacia Carlos- creíste que tiene aptitudes, quiero que me lo demuestre, ya lo sabes. 

-Príncipe -respondió él- ha conseguido separarse ella sola, sin matar al primero. 

Ante este comentario, varios de los presentes -que se habían callado cuando la Príncipe había aparecido- dejaron escapar murmullos de admiración y sorpresa. Helena levantó ambas cejas.

-Enhorabuena, puede que tuvieses razón después de todo. Bien,  como decía, demuéstrame lo que vales, hasta entonces, chiquilla, estás bajo extrema vigilancia. Tengo asuntos que requieren mi atención, Carlos, siento ser descortés, pero Ángela os atenderá en lo que necesitéis. 

Y dicho lo cual, la mujer se dio la vuelta y se fue, dejándolos a todos ahí, marchándose por la puerta por la que había venido, seguida del joven que había salido con todos de allí. 

Me había dejado llevar. Era plenamente consciente de ello, pero era la mejor solución. Durante la visita había permanecido completamente callado, escuchando y aprendiendo.

Algo había cambiado. Mis sentidos de alguna manera se habían agudizado a un punto increíble, podía escuchar con un mínimo de concentración cualquier conversación. Incluso los olores. Habría personas ahora mismo a la que podría reconocer por su olor.

Y otra cosa, lo mejor, podía recordar absolutamente todo a la perfección. No necesitaba que se lo repitieran, podía si así lo quería escuchar la conversación de nuevo en su cabeza.

Y algo no había cambiado. Al ver a Ángela casi no había podido contenerse. Era una niña. Por un instante la ira lo embargó... ¡Como habían podido hacerle esta a una niña! Estaba muy claro que esa niña era mucho más y podía de sobra defenderse sola, pero solo la imagen de un vampiro alimentándose de ella le hacía ponerse al límite de su aguante.

Hasta ahora todo iba bien y debía mantenerse calmado. Estaba claro que estos iban a ser sus nuevos amigos y convenía ponerse rápidamente a disposición del equipo. No había logrado montar un imperio de la nada en su vida anterior permaneciendo es segundo plano.

- Mucha información y muchos nombres. Todo es nuevo para nosotros. - Isaac decidió por fin romper su silencio, hasta ese momento había permanecido callado. Había saludado a todo el mundo con una inclinación de cabeza. No sabiendo los distintos niveles jerárquicos parecía la opción más recomendable. Tan solo se había sentido nervioso en la presencia de Ángela, posiblemente extrañado de ver a una chica tan joven con un cargo tan importante. La príncipe le había impresionado por su porte y su sensación de poder, pero era Ángela la que le inquietaba.

- ¿Podemos leer estos libros? ¿Hay alguna restricción al respecto? - Comento mirando la magnifica biblioteca. Tendré que estudiar mucho para ponerme al día de todo lo que han comentado. - Habéis dicho que soy Tremere y que eso me ha dado ciertos poderes y que me encuadra dentro de la "Camarilla" - Llevo mi mirada a John - Aunque parece ser que es posible pertenecer a una de las ramas pero no alinearse en esta guerra en el bando típico de la misma.

Extiendo mi mano a John para saludarle.

- Isaac Sánchez. Veo que tu también eres nuevo en esto. - Sonrío - Supongo que tendrás el mismo sentimiento de estar viviendo una pesadilla que yo.

Pregunto a Alex

- ¿Y cual es nuestro papel en todo ésto? ¿Somos simples soldados a vuestras órdenes? Si algo tengo claro con lo que habéis dicho, Madrid ahora mismo está casi totalmente bajo el Sabbath. Creo que estamos en el bando más peligroso.

Sin duda alguna habia sido un relato bastante extenso, sin embargo, la información había sido de mucha utilidad, tras escuchar el largo relato y una vez culminado John se da cuenta que le nuevo compañero rompe el silencio y además extiende su mano para saludarle, de igual manera este la estrecha y dice

Precisamente, es así, mi nombre es John y es un placer...

En el momento que Isaac hace la pregunta John se dedica a esperar la respuesta por parte de Alex.

-Me alegra que os llevéis tan bien -sonrió Álex mientra cerraba el antiguo tomo y lo dejaba en su lugar-; antes de poder entrar en esta biblioteca, tendréis que pedirle permiso a Ángela, es completamente suya; como veis, yo entro con llave. Vayamos fuera, ya os he explicado lo que tenía que mostraros aquí y tengo cosas que hacer. Si ella os lo permite, podréis entrar. 

Mientras los acompañaba hacia la sala común, añadió:

-Sí, efectivamente habéis llegado en un momento peligroso, pero no por ello lleváis las de perder. Y no, no sois simples soldados... aquí nadie es un simple soldado, mis queridos chiquillos. Primero debéis aprender lo básico para sobrevivir, después... bueno, después ya se os explicará lo que se os va a pedir a cambio del poder que se os ha otorgado.

Salieron los tres y el hombre cerró la puerta de nuevo con llave. 

En ese preciso momento la puerta por donde había desaparecido la Príncipe se abrió y ésta salió, junto con los que estaban reunidos con ella. Entonces, los tres nuevos la oyeron dar una orden, aunque no entendieron lo que decía, más bien lo notaron por el tono. Acto seguido, Aarón, las dos mujeres gemelas y la de pelo negro como ala de cuervo se dieron la vuelta y se marcharon. 

Lola, al pasar delante de John, le dijo:

-Espérame. Volveré en unas horas. 

Linda hizo lo propio con Isaac. Y los cuatro marcharon por el pasillo de entrada. 

No quedaban muchos cainitas en la sala. Unos pocos distribuidos por ahí, en grupillos; la Príncipe, a la cual se había acercado el hombre que acababa de salir de la biblioteca con John e Isaac, que se encontraba sentada en una silla, en el escalón del final de la sala, casi como si estuviera en un trono, con la frente apoyada en la mano extendida; Ángela y el hombre de la gabardina, que hablaban en voz queda y Carlos, otro hombre que ninguno de los dos nuevos conocía, el cual se acercó a la otra joven, le dijo algo y se marchó también, por el pasillo de entrada. 

Permanezco al lado de John sin decir palabra. De momento prefiero seguir a la escucha de los que se habla, pero sin parecer que quiero enterarme de cosas que no debo, sigo en modo escucha "casual".

Observo sobre todo a los dos últimos recién llegados intentando determinar si son "nuevos" (neonatos, tengo que recordar) y estando atento a lo que comenten.

John atiende firmemente la orden de Lola y responde, aquí estaré no te preocupes, tas esto ve que una nueva mujer que no había visto antes llega a la sala, no le gustaba el tener que mantenerse sin hablar por lo que dedico unos pasos hasta la joven y le dijo Bienvenida seas, mi nombre es John, si lo deseas ven con nosotros hasta el paredón de los perdidos, con su puño cerrado tapo su boca y evito reír, perdona hasta estas sillas por acá, estoy seguro podemos hablar de algo...Tras esto regresa al lado de Isaac.

Verónica todavía estaba en estado de shock, no sabía si lo que le había pasado era bueno o malo, si el muchacho que le había hablado era un recién llegado o la estaban probando, pero de momento se decanta por averiguar más de su nueva situación y de los demás Hola John me llamo Verónica y es la primera vez que vengo a este lugar, de hecho solo conozco a tres personas más así que ya me va bien ir con vosotros al paredón ese Se dirige al otro chico y le dice y tu? cómo te llamas? Intenta no decir abiertamente que hasta hace unas horas era una persona, el solo hecho de pensarlo le provoca un nudo en el estómago y tiene que disimular, no se le puede notar, así que saca una sonrisa mientras lo pregunta.

- Hola Verónica, bienvenida. Mi nombre es Isaac y al igual que tú apenas conozco a nadie en esta sala y de igual forma hasta hace unas horas ni siquiera hubiera sospechado de la existencia de todo esto. - Mi cara denota que me encuentro nervioso aunque intento tranquilizarme. - Habrá que esperar a ver qué nos cuentan.

Hago una ligera pausa y luego comparto con mis compañeros mis temores.

- Mas que nuestra situación me preocupa la cara de preocupación del Príncipe. Hay algo que la tiene muy preocupada y que dice aun faltan. Puede que se refiera a nosotros.

Miro a mis dos compañeros

- Me noto extraño. Es como si mis sentidos fueran más agudos. Me cuesta concentrarme entre tanta gente y tanta conversación. - Miro a Angela - Y la niña me pone nervioso, no sabía que podían haber vampiros niños. Eso no está bien.

Isaac mantiene el tipo pero se ve claramente que le cuesta.

"Es de mala educación espiar las conversaciones de otros a escondidas" la voz resonó en su cabeza, serena, calmada.

Era una voz de hombre y el que hablaba con la Príncipe parecía seguir hablando con ella sin problemas así que sólo podía ser...

Isaac miró a Ángela y al hombre de la gabardina, el que llamaban Rafael. Éste lo miraba fijamente, con unos ojos negros, tan profundos como la misma noche. Reflejaban serenidad y calma, pero Isaac también percibió en ellos un inmenso poder. Se percató además de que la niña también se había dado cuenta, sin embargo, ésta parecía haber dejado que el otro tomara las riendas. En ese momento se estaba levantando y se acercaba a la Príncipe. 

"Tienes que aprender muchas cosas de los vástagos antes de intentar espiarlos; tienes que aprender a diferenciarnos, a sopesar... tienes mucho que aprender" no parecía una reprimenda, más bien un consejo "por ejemplo, nunca espíes a un Malkavian, a no ser que estés completamente seguro de que tu poder supera el suyo y no te va a pillar, ¿entiendes?"*.

A mi también me tiene algo preocupado todo esto, hay personas acá con habilidades muy extrañas y de verdad no se en que vaya a parar todo esto, por lo menos se que nos necesitan para algo y eso ya es algo tranquilizante, aparte si nos hubieran querido matar pues no la habríamos contado, supongo que nos toca esperar y demostrar nuestra valía...

-¡Eileen! -de pronto el rostro de Rafael cambió; parecía que por un momento se hubiese olvidado de todo lo que tenía en mente en aquellos momentos- ¡Príncipe, tiene problemas! Voy a ayudarla. 

Sin que la Príncipe pudiera responder se dio la vuelta y salió corriendo en dirección al pasillo.

-¡Rafael! -lo llamó Helena antes de que se fuera; luego señaló a los tres neonatos- llévatelos; que me demuestren lo que valen.