Partida Rol por web

Verónica que estaba más retrasada había conseguido arrancar la señal y tenía una arma que utlizar, se queda mirando como luchan cuerpo a cuerpo con la bestia cuando John le pide el palo. Se queda un segundo dudando entre dárselo o utilizarlo ella para demostrar que también puede colaborar activamente pero luego rectifica y se lo alarga a John ya que seguro que él tiene mas fuerza que ella y lo que interesa es eliminar a la bestia.

Azara retrasó un pie y colocó una guardia alta, lista para atacar también.*

Una vez con la señal en la mano a John solo le faltaba un paso por dar el cual era atacar directamente, agarro la señal por la parte más "filosa" e intento clavarla en el corazón de la criatura para neutralizar de una vez. (apuntar cintura arriba)

Dentro de aquella frenética vorágine de sucesos, la más rápida en actuar fue Azara. Fugaz, como un relámpago apeas perceptible, antes siquiera de que la misma bestia se diese cuenta de lo que estaba sucediendo, de su cuello, abierto casi por completo, salía sangre a borbotones y la cainita de pelo morado se encontraba al otro lado, agarrada a una tubería con una mano, con los pies apoyados en la pared a varios metros de altura, sujetando una katana que goteaba sangre por el otro lado. Por si fuera poco, Verónica le había pasado mientras tanto la señal a John y éste se la había tratado de clavar justo en el corazón, logrando atravesar su recia piel y provocando otra nueva herida de la que manaba sangre a de nuevo.

La bestia se revolvió y flexionó las piernas, en un desesperado intento por salir de aquella trampa mortal. Entonces Rafael, que seguía sin apenas moverse, volvió a mirarla fijamente y la criatura comenzó a gritar. Se llevó una mano -la única que podía mover pues la otra la tenía ya inutilizada- a la cabeza y aulló, con un rugido que casi los dejó sordos a todos. Entonces, cogiendo impulso y sacando fuerzas de lo imposible, la bestia saltó, se agarró a la pared y trepó hasta el tejado de uno de los dos edificios que flanqueaban el callejón, desapareciendo sobre él.

Azara, siempre rápida, esquivó a la bestia que de otra forma la habría arrollado en su frenética huida y con una voltereta en el aire cayó limpiamente al suelo, flexionando las piernas al llegar. El golpe de Isaac y el salto de Maeve no lograron alcanzar más que aire. 

-Esta vez no te me vuelves a escapar -murmuró Maeve, sin apenas prestar atención a los demás- ni de coña...

Y, sin que mediara más palabra, saltó a uno de los contenedores, apoyó un pie en el borde y se dio impulso, con una agilidad felina, alcanzando la tubería a la que se había agarrado antes Azara. Trepó por ella como si de una lagartija se tratase y, en pocos segundos, desapareció por el tejado, tras la bestia. 

Azara tenía los ojos cerrados en ese momento. 

-Tenemos un problema -dijo-, cuando vine dejé a Guille solo. Tiene un nievo chiquillo, los están persiguiendo y con el recién abrazado a cuestas no puede librarse de todos. Está resistiendo, pero no logra alcanzar el Elíseo. 

Miró a Rafael. Éste asintió y la joven desapareció de un salto al otro lado del muro que bloqueaba el final del callejón. 

- Tengo que ir a ayudarlas a ambas -dijo entonces Rafael-, no puedo perder más tiempo, ¿estaréis bien vosotros solos? Volved al Elíseo si os encontráis mal, allí podréis descansar sin que nadie os moleste porque además no queda mucho para la salida del sol y es peligroso... no sé si os lo han dicho ya; y de paso le contáis a la Príncipe lo que ha ocurrido; en cualquier caso, tratad de no meteros en problemas. 

Y dicho lo cual, salió corrió al inicio del callejón, donde había una escalera de incendios replegada. Saltó hasta alcanzarla -lo cual significaba que saltó cuatro metros en vertical- y trepó hasta el techo por el que había desaparecido Maeve tras la bestia herida. 

La noche había sido intensa. De empezar como humano había acabado como vampiro. Y encima los vampiros tenían enemigos mortales.

Rafael nos había advertido acerca del amanecer. En el fondo de mi ser aún me quedaba alguna esperanza de que todo esto fuera un sueño, pero Rafael lo había confirmado, no volvería a ver el sol.

Tenía dos opciones, podía volver a mi apartamento y pasar allí el día hasta que anocheciera de nuevo. Debería llamar a mi secretaria y tranquilizarla y darle algunas instrucciones y no sabía si eso lo podría hacer desde el Elíseo. Por otra parte y visto los enemigos a los que nos enfrentamos, El elíseo parece mejor refugio y me serviría para aprender más acerca de l oque me había convertido.

Estaba observando el lugar de la lucha con la mirada perdida mientras los pensamientos pasaban por mi cabeza. Al final tomo una decisión.

- Creo que sería una buena idea volver al Elíseo. Al menos yo he tenido bastante por hoy.

Inicio mi camino lentamente.

Tienes una sensación extraña aún así... Te ha parecido ver que Rafael no podía elegir dónde ir, al fin y al cabo, ellas se le han ido cada una por un lado y él sólo era uno...

La noche había sido sumamente diferente a lo vivido 30 años atrás, estas nuevas capacidades, enemigos, y todo lo que envolvía esta nueva no-vida pasmaba muchos de los pensamientos de John, es mejor tomar lo que nos es concedido, Volvamos al Elíseo, es lo mejor sin duda, se da cuenta que al decir estas palabras ya Isaac había empezado su retorno, mira hacia donde Verónica y le pregunta, todo bien? regresamos ya? al mismo tiempo que extiende su mano y empezar a caminar a su lado.

Miro hacia la escalera de incendios y concentro mi oído en el techo intentando descubrir el sonido de ruidos, pisadas o cualquier cosa. Huelo profundamente intentando captar el olor azufrado de la bestia moviéndome en círculos intentando ver si la brisa nocturna me hace percibir alguna dirección. Obviamente puedo oir y oler otras cosas que pasen a mi alrededor.

En principio confío en Rafael lo mismo que en el resto de personas que he conocido esta noche: muy poco. El problema es que no tengo muchas opciones y me parece una locura intentar seguir a alguien que me puede percibir en la distancia. 

Lo vivido esta noche habría vuelto loco a muchos que se consideran personas estables y sensatas. De momento tengo suficiente y quisiera intentar volver. 

Mi memoria fotográfica funciona y recuerdo que Rafael no quería que viniéramos, Helena tuvo que decírselo dos veces.

Me detengo un instante y doy un par de vueltas, como si estuviera buscando algo.

Verónica tenía todavía la mirada absorta en el lugar donde habia saltado Rafael. Qué potencia de salto, lo podré hacer yo algún día? En cuanto sus compañeros se ponen a hablar sale de su ensimismamiento. Estoy bien, gracias. Volvamos cuanto antes se gira y sigue al resto que ya habían iniciado la marcha