Partida Rol por web

Había sido una noche extraña, para algunos más que para otros.

Para el grupo Pride, la actuación había sido todo un éxito, aunque había quedado cruelmente empañada por la desaparición de Anna, uno de sus miembros.  A pesar de las dudas, llamaron a la policía y esta les dijo que un agente se pondría en contacto con ellas en cuanto pudiera, pero que no podían actuar si no disponían de pruebas de que había sucedido algo delictivo. Sin daros cuenta de que estabais haciendo lo mismo que muchos otros, empezasteis a colocar carteles con la fotografía de Anne, por si alguien sabía algo de ella.

Ninguna sabíais nada de ella ni supisteis nada durante los días siguientes.

Dayanne guardaba todavía en su memoria todo lo que había sucedido y su encuentro con todos aquellos desconocidos, sobre todo con aquel maldito arrogante que se hacía llamar Matt y que no le había explicado nada de nada. Los siguientes días en la biblioteca fueron tranquilos, demasiado tranquilos, y no ofrecieron respuestas. Matt también tenía muchas preguntas y todas ellas le llevaban a la universidad. Quizás había llegado del momento de asistir con mayor regularidad.

Arthur lo pasó bastante bien. No había vuelto a coincidir con Wendy pero estaba deseando hacerlo y cuando ocurriese... bueno, sus posibilidades eran bastante altas. La muchacha no se había apartado de él incluso cuando habían intentando ocupar su lugar; ese estúpido de Ronnie había obtenido justo lo que se merecía, gracias a William, a quien no se le había dado demasiado mal la noche, aunque para su desgracia, no había conseguido alcanzar a aquella tía buena pero después de todo, aquella Estela no estaba demasiado mal.

Pero muy pronto, unas y otras preguntas tendrían su respuesta y todos se encontrarían en una guerra que no habían esperado.

Habías empezado el día como cualquier otro, pero a tu llegada a la universidad algo te dijo que no iba a ser exactamente así. Había algo diferente en el ambiente, algo que no sabías muy bien qué era, pero que sin lugar a dudas, te transmitía una sensación extraña y de irrealidad, difícil de explicar, pero que a pesar de lo cual, seguía allí.

En el campus, vistes más carteles de chicas desaparecidas, entre otras uno que correspondía a Anna, el miembro del grupo de Rina, reconociéndola sin problemas de tu enfrentamiento. Hasta ese momento no habías caído en ello, pero ahora, sin duda, tendrías que decírselo. Tendrías que explicarle que te había atacado... y que de alguna manera, habías acabado con ella.

Por si no fuera suficiente, aquella noche te habían asaltado sueños extraños, con rostros inesperados, como el de aquel chico junto al que habías peleado, el de las dos mujeres que habíais matado y también, el tuyo propio, envuelto en ira y violencia.

También se te había aparecido el de aquel profesor que se habían encontrado ella y Rina en la biblioteca, así que cuando llegaste a ella y te lo encontraste leyendo tranquilamente en tu mesa, supiste que definitivamente, algo estaba ocurriendo.

-Ah, señorita Bennet. Me alegra volver a verla. Antes no estaba seguro pero ahora sí que lo estoy. Es usted la que andaba buscando.

Los días eran fantásticos cuando la noche brillaba y tus manos agarraban el balón con tanta seguridad que no había nadie en este planeta capaz de arrebatártelo. La otra noche no te fue nada mal, y aunque la gente parecía estar preocupada o de mala leche, tú no tenías tiempo para tonterías. Cuando salías, lo hacías para triunfar, y eso fue lo que hiciste, aunque fuera con la amiga de Dayanne.

Sin embargo, tampoco te gustaba que hubiera problemas así que habías decidido ir a buscarla para decírselo. A ver, que lo normal hubiera sido que Estela ya se lo hubiese contado, pero por si acaso, tú siempre ibas de frente, así que te dirigiste hacia la biblioteca.

El campus estaba lleno de carteles de chicas desaparecidas y entre todos, había uno nuevo, el de la tía del grupo de Pride, que finalmente no había dado señales de vida.

Cosas que pasaban, aunque por supuesto, no a ti, porque tú seguías siendo un campeón y cuando el mundo giraba, lo hacía solo gracias a que tú se lo permitías.

Estabas buscando con la mirada a Joe Lee cuando de repente te encontraste con una figura inesperada. 

-Buenos días, hijo. Disculpa que no tuviese tiempo esta mañana de ir a desayunar. Hemos estado toda la noche trabajando -te dijo tu padre, que parecía bastante cansado, porque actuaba de forma más seria de lo habitual (si es que eso era posible) -. Estoy buscando a esa chica amiga tuya, Rina. ¿La has visto?

En ese momento llegaba precisamente Rina al campus, así que se desvió hacia ella.

-Ahí está. 

Durante los días siguientes estuvisteis intentando encontrar a Anna o algún rastro de ella, sin conseguirlo,  así que simplemente, dejasteis de preguntar y aceptasteis que ella debía ser otra de esas chicas que habitualmente estaban desapareciendo sin explicación. Entre todas hicisteis unos carteles con su fotografía y lo repartisteis por todo el campus.

Quizás tuvieseis suerte y alguien la hubiera visto... aunque no contabas con ello.

Tus pasos se habían hecho más lentos desde aquella noche, temiéndote lo peor. Era tu compañera, tu amiga, tu camarada en el escenario y también fuera de él, y ahora ya no estaba. ¿Por qué? ¿Qué le habría ocurrido?

Casi sin darte cuenta, te dirigiste hacia la biblioteca. No sabías por qué, pero en aquellos momentos Dayanne era la persona con quien más te apetecía hablar. Aquella noche había desaparecido y no te había dicho nada sobre por qué, lo cual no era demasiado habitual en ella. Pero a pesar de todo, era tu amiga y te sentías mejor a su lado.

Sin embargo, no te dio tiempo a acercarte. Nada más llegar al campus viste a Will hablando con un hombre que te pareció ser su padre y este, al verte, se dirigió hacia ti sin pérdida de tiempo.

Frank dejó a su hijo un instante y dio dos pasos para colocarse delante de Rina.

-Señorita Andersen. Soy el Teniente George, de homicidios. Estoy investigando la desaparición de esas chicas por toda la ciudad y quería preguntarle por su amiga, Anna Smitch. 

El rostro del padre de Will era serio y las bolsas bajo los ojos dejaban claro que había dormido poco o mal. Seguramente, aquel caso estaba llevándole de cabeza.

Al finalizar la noche, Wendy se había ido con su amiga, diciéndote que esperaba volver a verte. Eso ya significaba algo, desde luego, y era que al menos, no habías perdido el tiempo. Durante los días siguientes habías acudido a clase esperando verla, pero no habías tenido suerte. 

Afortunadamente, algo que te decía que aquel día, sería diferente.

Mientras tanto, sabías que la chica del grupo continuaba sin aparecer y al llegar al campus, viste carteles con su foto, al igual que otros muchos. Debía ser duro estar en la piel de sus amigas y compañeras, y no saber nada de ella ni poder hacer nada para encontrarla.

Viste también de lejos a William con un hombre que tenía pinta de ser su padre, y a Rina, pero no estuviste el tiempo suficiente para preocuparte por ello porque a lo lejos viste también a Wendy, sentada tomando el sol, en uno de los bancos que había, sola. Aquello fue suficiente para alegrarte el día, aunque su aspecto no era demasiado animado que digamos.

Parecía algo abatida, o más bien, enferma.

Los hechos ocurridos aquella noche, estuvieron rondando por tu cabeza un día tras otro. Tanto el encuentro de aquel imbécil de vampiro chulo, estableciendo un territorio que hasta entonces nadie había reclamado, como la aparición de aquella muchacha, habían conseguido que te hicieras muchas preguntas.

Ahora bien, durante las noches siguientes, habías intentado buscar información adicional y no habías conseguido nada. No habías vuelto a ver a aquella Martha ni a su maestro, ni tampoco a la muchacha, por lo que al final, si querías saber más de ella, no te quedaba otra que ir a buscarla. 

Pero de día, la cosa no pintaba muy bien que dijésemos. Al final lo único que sabías era que estaba en la universidad y trabajaba en la biblioteca, por lo que aquella era la mejor opción, pero con el sol en todo lo alto, había que ser rápido, o bien acceder al lugar antes de que amaneciera. Esa era otra opción, desde luego.

Pero necesitabas respuestas. Algo en tu interior no hacía más que recordarte que se había producido un cambio y que era el momento de actuar.

Habían sido unos días muy complicados, Rina estaba realmente preocupada y deprimida, no comía demasiado y eso era decir bastante ya que ella habitualmente no comía mucho, apenas dormía por la preocupación y habitualmente le dolía la cabeza de la misma preocupación que sentía por Anna. Incluso se dejaba las gafas para ir a la universidad cosa que no era común en ella. Ese día se había puesto un jersey de color verde con unos pantalones de cuadros a juego y unas botas altas blancas. Caminando pesadamente por el Campus se dirigía hacia la biblioteca casi sin darse cuenta. Fue en ese momento en el que caminaba cabizbaja se encuentra con William y su padre, ella saluda al chico con la mano y se detiene frente al policía, ante su comentario asiente, mientras siente como su preocupación empieza a aumentar por las acciones del hombre:

Si, claro. ¿Sabe algo de Anna?

En su voz podía notarse claramente la gran preocupación que sentía por su amiga

De verdad que aquella noche, quitando por completo a Ronnie había sido un éxito. Al parecer le caí bien a Wendy y la pasó bien, y ya tenía ganas de verla de nuevo. Al llegar al instituto y ver el cartel de Anna me sentí muy preocupado, ¿De verdad estaba desaparecida? ¿Algo le había pasado justo cuando se iban a presentar? Esto no era posible... En la distancia pude ver a Will y a Rina, y estaba por ir hacia ella, al menos hasta que vi más adelante a Wendy, y eso me hizo dudar, sin saber muy bien que hacer, pero de seguro podría hablar con ella más tarde, así que primero fui hacia Wendy.

Con una expresión que reflejaba mi preocupación me acerqué a ella, hasta que cuando notó mi presencia traté de saludar con mi mano. -Hey, hola Wendy. ¿Te encuentras bien?-

Los sueños que había tenido la noche anterior eran de lo mas extraños hasta el punto que había perdido parte de mi sueño anoche y no estaba precisamente de buen humor por aquello. Al llegar a la universidad no hizo que mejorara si no todo lo contrario. 

Había pedido a Leo que me consiguiera de la policía toda la información que pudiera sobre las chicas desaparecidas. Sabía que a cambio me haría preguntas pero negué a responderle hasta que tuviera la respuesta y supiera como poder compensar la muerte de la chica rubia. Así que por el momento mi única opción era averiguar todo lo posible...

También estaba el hecho de la amiga de Rina, ¿cómo le iba a explicar lo que pasó...? ni siquiera sabía explicar cómo murió o que fue lo que pasó por lo que hasta que no tuviera toda la información no iba a poder responder sus preguntas ni las de su familia.

Mientras seguía pensando entré en la biblioteca con la mirada perdida. ''Genial...'' fue lo que pensé irónicamente cuando vi al profesor en mi asiento. No estaba de humor para aguantar a ningún profesor con sus exigencias pero intenté ser lo más amable que pude: Buenos días, profesor Cooper...- ignoré su frase mística para decir.- ¿en qué le puedo ayudar?

Cooper estaba enfrascado en una lectura y solo cuando le hablaste y te encontraste casi encima de él, se dio cuenta de tu presencia. Parecía ser un hombre despistado, a pesar de que tenía un "algo" que lo hacía parecer interesante.

-La pregunta correcta, señorita Bennet, es ¿en qué puedo yo ayudarla a usted?

El profesor dejó el libro, que no tenía nombre en la portada pero que era igual de gordo que el libro que tenía entre sus manos la otra vez, se puso en pie y dio la vuelta a la mesa para colocarse justo delante de ti.

-Verá, señorita Bennet, usted no es consciente todavía de lo que sucede a su alrededor y es mi trabajo demostrárselo y conseguir que se de cuenta, antes de que sea demasiado tarde para otros. Hasta hace unos días no supe que era usted y no la señorita... Andersen, cuando mis fuentes me contaron lo que le sucedió en aquel callejón. 

En esos momentos, el profesor Cooper te miraba fijamente, muy seriamente, y en posición relajada, pero al ver que parecía que todavía no terminabas de comprenderle, se giró hacia la mesa y extrajo el mismo libro que llevaba el otro día, mostrándotelo por la cubierta.

-¿Ha tenido tiempo de leerlo? Es decir, si no todo, al menos sí una parte, como por ejemplo, ¿en la que habla de cómo es un... vampiro?

Wendy se sobresaltó un poco al oírte pero nada más verte, sonrió con naturalidad.

-Ah, hola Arthur. Sí, sí, estoy... bien. Solo un poco cansada. Llevo unos días... algo enferma y bueno, todavía no me he recuperado del todo. P-por eso no he podido venir a la universidad.

Al mirarla más de cerca, la joven parecía estar más pálida de lo normal, incluso algo más delgada. Desde luego, daba la sensación de haber estado enferma y no haberse recuperado completamente.

-No pude decirte... la otra noche lo pasé muy bien. Muchas gracias por salir conmigo. I-incluso cuando vino ese chico, tú acudiste en mi ayuda. Bueno, y también tus amigos. D-dales las gracias a ellos si los ves.

Como si acabase de recordar algo, miró su reloj. La verdad es que ya era la hora de las clases, por lo que vuestro lugar estaba dentro del edificio y no fuera. Wendy se levantó y entonces vio a Rina y Will, junto con el padre de este, hablando.

-Oh, creo que ya... empieza la clase. S-será mejor que nos vayamos, ¿no? Oye, esos no son... ¿tus amigos?

Si había algo que a Matt le gustaba era la calma. Había vivido demasiados años, demasiadas guerras y carnicerías para solo apartarse, intentar vivir en paz, puede que fuese una visión derrotista, pero cada día era más difícil levantarse a luchar, y más fácil limitarse a conformarse con una vida tranquila.
Pero si había algo que aquel vampiro con pinta de proxeneta y la encantadora bibliotecaria habían conseguido había sido quebrar su paz. Que alguien reclamara el pub como parte de su territorio ya era bastante malo, ni si quiera él lo había reclamado, se había limitado a asegurarse de que ningún vampiro se pasase de la raya para que no le estropearan el "coto", pero más allá de eso le daba absolutamente igual. Y aun peor, tenía el presentimiento de que aquello iba mucho más allá de una lucha por territorio, aunque desgraciadamente sus contactos sobrehumanos eran escasos, por lo que no era sencillo informarse. Y sinceramente, no le gustaba la idea de empezar a mezclarse entre ellos para conseguir información, aunque quizás no le quedase otra...

Y luego estaba Dayanne, aunque no parecía un peligro a priori, era aun peor que el vampiro que reclamaba territorio, una humana mata vampiros, en el peor de los casos conseguiría que la matasen, en el peor atraería mucha atención, y eso inexorablemente le recordaba a vampiros con los que no quería cruzarse por nada del mundo.

Lo peor es que estaba atado de manos en ambos casos, solo le quedaba investigar. Así que había decidido dedicar las noches a esperar que aquel chulo se presentase en el pub. Y por las mañanas iba siendo hora de investigar a la chica. Ni ella misma sabía porqué había hecho aquello, ni si quiera sabía conocer la naturaleza de lo que había destruido. Y como él mismo, parecía querer que simplemente la dejasen en paz, pero eso no iba a ser tan fácil.

Aquel día decidió que era hora de demostrar que era un verdadero alumno modélico, saliendo del pub antes de que el sol saliese para colarse por cualquier acceso de la universidad al llegar. Mientras el alumnado llegase se entretendría leyendo un rato, y para cuando llegasen buscaría un buen sitio en la biblioteca, poco iluminado, para "estudiar".

Tus intentos por encontrar a aquel pequeño vampiro que se creía más de lo que era, no estaban dando sus frutos. A pesar de que todo se hubiera originado por un territorio que en ningún caso tenía dueño, y menos a alguien como aquel, no lograste encontrarlo, ni a él, ni a Martha.

Era extraño que no hubiese aparecido hasta ahora, teniendo en cuenta que aquel era un lugar habitual para ti, y que solo te lo hubieras encontrado una vez, y eso acrecentaba tu interés por descubrir algo.

Pero estaba claro que no iba a ser fácil.

Por otro lado, el tema de aquella chica, Dayanne, te interesaba bastante más; de hecho, te tenía fascinado como había logrado quitarse de encima a aquella vampira, con un desparpajo y una naturalidad nada habitual en una humana. Era valiente y diestra, aunque esto último era algo que todavía debías comprobar mejor.

Tu idea para aquella mañana sería intentar encontrarla, observarla y llegado el momento, hablar con ella. Te quedaste oculto en la biblioteca, en un rincón, pero algo alertó tus sentidos, una persona que entraba en el lugar, buscaba un libro distraidamente y se sentaba a leerlo en la mesa principal. Era un profesor, o creías que era un profesor, primero por la edad y después porque recordabas haberlo visto por ahí en más ocasiones.

El hombre no parecía una amenaza pero su comportamiento era algo extraño. ¿Un profesor sentándose a leer antes de que abriese la biblioteca? No era algo frecuente.

Cuando unos minutos más tarde entró Dayanne, supiste que había algo diferente, tanto en él como en ella. Se conocían, e intercambiaron unas cuantas frases que no te costó escuchar, desde donde te encontrabas.

-Ah, señorita Bennet. Me alegra volver a verla. Antes no estaba seguro pero ahora sí que lo estoy. Es usted la que andaba buscando.

 Buenos días, profesor Cooper... ¿en qué le puedo ayudar?

Después de aquel día extraño en el que todo parecía haberse torcido, las cosas volvieron a la normalidad y Will siguió ligando y jugando al football sin perder su puesto ante Dwayne. Lo único que no era normal era la desaparición de tantas chicas, aunque Will pasaba un poco de ese tema ya que no eran de su círculo.
Su postura cambió al enterarse de que una de las desaparecidas era de la banda de Rina, sobre todo después de que su padre se acercase a la universidad para hablar con él. Eso le indicó que el tema era más serio de lo que parecía y que no se trataba de jóvenes que se habían pirado de casa para vivir la vida.

Antes de que pudiera indicarle dónde se encontraba Rina, esta apareció y los dos se pusieron a hablar sobre la desaparición de la tal Anna. Will devolvió el saludo a Rina y escuchó atentamente a su padre, notando la preocupación por el caso. - Papá, ¿Qué está pasando?

El padre de William negó con la cabeza, visiblemente preocupado pero interiormente, frustrado.

-Por desgracia, no. Para serle completamente sincero, señorita Andersen, no estamos más cerca de resolver las desapariciones que al principio. En todos los casos las mujeres simplemente se desvanecen sin dejar rastro. No puedo asegurarle que podamos encontrarla, pero sí que seguiremos trabajando con todas nuestras fuerzas.

Estaba cansado pero no sabíais si era solo porque no había dormido lo suficiente o también porque se trataba de un caso sin aparente solución. Pero pareció recuperar la profesionalidad y volver a hablar del caso.

-Señorita Andersen, lo que necesito que me diga es si su amiga Anna solía salir de noche. En todos los casos las desapariciones se produjeron al ponerse el sol y nunca antes del amanecer, por lo que nos serviría saber eso y también por qué locales suele ir.

Frank se volvió hacia su hijo.

-William, hijo. Como puedes ver, estoy investigando la desaparición de vuestra amiga. Tienes que haber visto algo. Cuando sales por las noches, ¿no te has encontrado con nada raro o que te haya llamado la atención?

Matt entrecerró los ojos mirando a aquel tipo, no parecía alguien normal, su propio porte lo hacía parecer extrañó, pero dudaba que se tratase de un vampiro. Sus palabras no eran demasiado extrañas, aun así enseguida captaban su atención. Estaba seguro de que la había estado buscando, no había que ser muy listo para deducir que tendría que ver con sus cualidades especiales, o eso o la había visto actuar en el grupo de teatro y había decidido que fuese la próxima chica Bond, pero eso parecía cuanto menos descartable.
Aun así Matt no emergió de las sombras, por el momento era mejor escuchar, valiéndose de sus sentidos aumentados intentaba escuchar la conversación mientras fingía leer un libro.
No obstante, y aunque parecía relajado, su cuerpo estaba tenso como la cuerda de una guitarra, listo para salir disparado como un resorte para defender a la chiquilla en caso de que lo necesitase, aunque aquel tipo a priori no parecía una amenaza, ni si quiera parecía ser gran cosa. Su estilo cantaba a viejuno, y por ello había dudado de si se trataría de un vampiro, pero probablemente solo fuera una de esas personas que desde niños ya parecen una vieja.

Profesor Cooper, perfecto, otra cosa más que investigar, ¿de donde salían toda aquella panda de frkis últimamente? parecía que hubiese llegado el circo a la ciudad.

Me quedé callada y con los brazos cruzados mientras hablaba de esa manera tan misteriosa, ¿pero quién se creía que era?¿Y cómo el podía saber lo que sucedía a mi alrededor? Era un nuevo profesor con el que no había tratado antes así que era imposible que supiera nada de mi.

Cruzada de brazos y con el ceño fruncido me dedicaba a observar sus movimiento poco a poco e intentar indagar en que se refería aquel hombre. En cuanto nombró lo sucedido en el callejón, mi mirada se ensanchó y mi mano fue directa hasta el borde de su chaqueta que agarré con fuerza y le miré furiosa a los ojos: ¿Me estaba espiando...? - y si no era eso solo había dos opciones. Una que hubiera sido Matt quien le hubiera informado o por otra parte que fuera del otro bando y ninguna de las dos me gustaba para nada.

- He leído ese libro varias veces de hecho pero solo habla de fantasías por lo que no tiene nada que ver conmigo y lo que sucedió en el callejón. Ahora...- le agarré mas fuerte de la chaqueta, dije amenazadoramente.- ...me va a decir quien me espiaba o cómo sabe lo sucedido en el callejón o buscaré la forma de hundirle... ¿entendido?

Dale Cooper era bastante más alto que el resto de la gente que le rodeaba. No es que fuese imponente, ni pareciese demasiado fuerte, pero tenía un porte que lo hacía ser visto como alguien con un rango superior. A pesar de todo, su manera de hablar, demasiado arrogante en muchos momentos, y su acento, más remarcado de lo habitual, unido a su escaso interés por sociabilizar, lo habían convertido en una figura poco popular.

El profesor sintió la mirada desafiante de Dayanne pero no pareció molestarse por ello; tampoco dio la sensación de burlarse; simplemente, la ignoró, o adoptó una actitud indiferente.

-No, no la estaba espiando, señorita Bennet, aunque... tengo mis fuentes para saber qué es lo que ocurre en esta ciudad -le dijo, adoptando un tono misterioso.

Sin embargo, muy pronto quedó claro para Cooper que había llegado el momento de decirle lo que realmente ocurría a aquella joven. Cuando le agarró de la chaqueta, el profesor levantó las manos con suavidad y retiró las de Dayanne como si no le diese importancia.

-Señorita Bennet, por favor. Tiene que aprender a controlar sus impulsos. Una cazadora no es nada si no es capaz de controlar sus habilidades. 

Cuando se soltó, miró a Dayanne con un extraño brillo en sus ojos y después, se sentó sobre la mesa, dejando una de sus piernas colgando.

-Lo que ha leído en ese libro es completamente real y en ese callejón descubrió la verdad sobre el mundo que nos rodea. Además de humanos, hay demonios entre nosotros, vampiros, licántropos, y otras muchas cosas que provienen del infierno, y por eso hay siempre alguien que lucha contra ellos, que intenta destruirlos. Ese alguien es la "cazadora", que tiene habilidades especiales, como más rapidez, más fuerza, más resistencia.... 

Antes de que pudieras interrumpirle, siguió hablando un poco más.

-En cada generación hay siempre una cazadora que "se activa" cuando es necesario y desde este momento, lo es usted. En cuanto a mí... yo soy el encargado de entrenarla, además de otras cosas. Soy su "vigilante".

Desde tu posición no te costaba demasiado observar la escena. Dale Cooper era bastante más alto que el resto de la gente que le rodeaba. No es que fuese imponente, ni pareciese demasiado fuerte, pero tenía un porte que lo hacía ser visto como alguien con un rango superior. A pesar de todo, su manera de hablar, demasiado arrogante en muchos momentos, y su acento, más remarcado de lo habitual, unido a su escaso interés por sociabilizar, lo habían convertido en una figura poco popular, al menos por lo que tú habías oído por ahí, aunque fuese de pasada.

 -¿Me estaba espiando...?

Te pareció que Dayanne le estaba mirando de manera desafiante, furiosa incluso, pero el profesor no dio la sensación de molestarse por ello, sino que la ignoró, o adoptó una actitud indiferente.

-No, no la estaba espiando, señorita Bennet, aunque... tengo mis fuentes para saber qué es lo que ocurre en esta ciudad -le dijo, adoptando un tono misterioso.

A Dayanne no parecía gustarle nada todo lo que estaba ocurriendo a su alrededor.

- He leído ese libro varias veces de hecho pero solo habla de fantasías por lo que no tiene nada que ver conmigo y lo que sucedió en el callejón. Ahora...- 

Acto seguido, la joven agarró de la chaqueta a Cooper.

...me va a decir quien me espiaba o cómo sabe lo sucedido en el callejón o buscaré la forma de hundirle... ¿entendido?

Cuando le agarró de la chaqueta, el profesor levantó las manos con suavidad y retiró las de Dayanne como si no le diese importancia.

-Señorita Bennet, por favor. Tiene que aprender a controlar sus impulsos. Una cazadora no es nada si no es capaz de controlar sus habilidades. 

Cuando se soltó, miró a Dayanne con un extraño brillo en sus ojos y después, se sentó sobre la mesa, dejando una de sus piernas colgando.

-Lo que ha leído en ese libro es completamente real y en ese callejón descubrió la verdad sobre el mundo que nos rodea. Además de humanos, hay demonios entre nosotros, vampiros, licántropos, y otras muchas cosas que provienen del infierno, y por eso hay siempre alguien que lucha contra ellos, que intenta destruirlos. Ese alguien es la "cazadora", que tiene habilidades especiales, como más rapidez, más fuerza, más resistencia.... 

Antes de que pudiera interrumpirle, el profesor siguió hablando un poco más.

-En cada generación hay siempre una cazadora que "se activa" cuando es necesario y desde este momento, lo es usted. En cuanto a mí... yo soy el encargado de entrenarla, además de otras cosas. Soy su "vigilante".