Partida Rol por web

- ¡No me mientas! - decía en furia.

- ¡Vete, engendro! ¡Incluso si fueras real, nunca iría contigo! - quitó la mano con violencia y trató de empujarte.

De repente, una suave nieve comienza a caer en el lugar. A pesar de que todo parece inundarse de blanco, no sientes frío, sino la caricia suave de los pequeños copos que caen.

Esto te recordaba a tu infancia mientras corrías en el invierno con tu madre, esa gentil mujer que te miraba con amor a medida que ibas creciendo. Este toque suave era energía de luz, luz que alumbraba en esta temible oscuridad.

Ephorus parecía resistirse a creerlo, pero era notorio que estaba desconcertado con tu respuesta. Tal vez no obtener respuesta era justo lo que esperaba.

- Animae... De verdad eres tú... Pero, ¿cómo? ¿Cómo puedes haber llegado a este terrible lugar? - parecía haber perdido el deseo de atacarte, aunque tampoco parecía confiar del todo en el hecho de que fueras tú.

De repente, una suave nieve comienza a caer en el lugar. A pesar de que todo parece inundarse de blanco, no sientes frío, sino la caricia suave de los pequeños copos que caen.

Sentías cómo aquellos caían sobre Ephorus y sobre ti, pero su tacto era familiar, era conocido, era algo que habías sentido en el pasado. Tu memoria se transportó al momento en que Ilify te dio aquel medallón, el momento en que iba a declarar su amor, pero Scarlet lo impidió. Su mirada, su porte, la nieve lo evocaba a él. Era su energía, estabas segura, pues no había quién pudiera conocerla mejor que tú.

La chica se sigue acercando a ti y sonríe - Esa es la Chidori que me gusta, con voluntad de hierro. Muéstrame tu seguridad, demuéstrame que no anhelas la oscuridad porque tu boca dice una cosa - y en ese momento, apareció detrás de ti mientras se aferraba a tu cintura y pasaba una de sus manos con lascivia por tus pechos para luego retirarla -, pero tu cuerpo y tu espíritu muestran otra - dijo al oído para luego reír y desaparecer.

Todo el lugar se cubrió de una sombra negra y tres espejos aparecieron frente a ti.

De repente, una suave nieve comienza a caer en el lugar. A pesar de que todo parece inundarse de blanco, no sientes frío, sino la caricia suave de los pequeños copos que caen.

Esto te recordaba a tu infancia mientras corrías en el invierno con tu madre, esa gentil mujer que te miraba con amor a medida que ibas creciendo. Este toque suave era energía de luz, luz que alumbraba en esta temible oscuridad.

Con el primer corte, comprendiste que no había escapatoria de dicha pelea. Arjimae había perdido el control y deberías pelear, quisieras o no.

Una vez más atacó, pero algo frenó su avance. Algo comenzó a caer del cielo, algo que parecía nieve. Se sentía como nieve y traía frío como la nieve, pero no podías comprender cómo había nieve en un lugar así. Sin embargo, esta energía te era sumamente familiar y tras analizarlo un poco mejor, te diste cuenta que se trataba de la energía de un dragón. Ese abrazo cálido y helado a la vez, esa perfecta combinación entre luz y oscuridad era algo que solo se conocía en Hardak.

La nieve había llegado hasta ellas, podías sentir su suave caricia sobre ellas, pero aún no reaccionaban. En ese momento, una fuerte luz invadió el oscuro lugar y una puerta se materializó. De allí, la energía de la Sacerdotisa y Calíope se intensificaban, pero no solo la de ellas. Miraste más de cerca y pudiste ver que Aberrant esperaba del otro lado. Estaba allí, esperándote.

Sigo de rodillas y casi caigo de espaldas... me hacia daño... mucho daño... demasiado daño... más que los golpes, ésto era un tortura y un tormento... -...¿Engendro?... ¿Por... que me dices esas palabras mamá?... eso... ¿Eso siempre fui para ti mamá...? ¿Por eso... por eso me abandonaste...?...- Extiendo los brazos con las manos abiertas a los lados... -Mírame... ¿No soy un monstruo?... solo quiero que me ames... mamá... mírame... estóy a tu merced... ¿que mal puedo hacerte así?... soy tu hija... dime... ¿Que debo hacer para que me creas y confies en mi?-... 

Al parecer esperaban a todos, sin duda Ilify esperaba que Aberrante no esperara para luchar en su contra. Era lamentable de pensar, pero cabía la posibilidad que su experiencia en el espejo también la hubiera tenido Caliope y que esta se dejara dominar. Bastaba con acercarse como siempre, directo pero alerta, sabía que en el peor de los casos estaría en desventaja, y de hecho había estado en desventaja desde su llegada a ese oscuro lugar, por ello quizás, esperaba que ambas estuvieran bien y de su lado.

Todos esos juegos de desgaste, habían sido realmente duros, pero por suerte o por desgracia le habían hecho mucho más fuerte, su cuerpo, su espíritu, e incluso su mente estaban a un nivel que no hubiera imaginado nunca. En su época en Hardack se recordaba aun más poderoso, pero compartiendo el cuerpo con Jaycee había ganado algo que le faltaba, una mentalidad más abierta, y aunque su frialdad no había descendido, las palabras tenían otro tono, otros significados, si, sin duda no se arrepentía de haber muerto y renacido al lado de ese chico, un muchacho que siendo también un poco frío a veces, le otorgaba un segundo pensamiento, segundas ideas que sin estar en total sincronía con las suyas, le regalaban otro punto de vista.

Había sido molesto a veces, Ilify no fue excepción a la hora de molestar al joven con ideas diferentes, pero de algún modo, luchando juntos, habían sabido compenetrarse y cooperar, diferir el uno del otro, les llebaba a ser un ser mejor.

¿Le tomarían por loco por hablar consigo mismo? Un hecho que no le preocupaba, pues por ello, todavía estaban allí todo lo enteros que podían.

Una fuerte ventisca sale de la puerta y esta parece absorberte a gran velocidad. Al hacerlo, la puerta se cierra, separándote de tus compañeras. Estás vivo, pero estás solo.

Miras a tu alrededor y logras identificar ese lugar como una antesala, algo que te recuerda a los coliseos romanos donde los antiguos celebraban combates para el divertimento de las masas con el precio de la vida de los contrincantes. Si lo pensabas, tal vez para eso era ese lugar, ya que en la parte alta había pequeñas sillas donde sentarse. Era bastante grande y a pesar de la devastación que le agobiaba, podías aún escuchar los gritos, la desesperación, la rabia y el éxtasis de aquellos que presenciaban los combates.

Habías escuchado que los luchadores de Kal'Ahd debían mostrar su valía en la batalla, y este parecía ser el lugar adecuado para ello.

Frente a ti se encontraba Aberrant, quien parecía esperándote. No te moviste por un instante esperando su reacción, pero tu último recuerdo de ella era cuando luchaba con Scarlet para salvarlos a los dos.

Entro a la oscura antesala del Trono... y mi voz resuena en eco a todo alrededor ... -[["Valiente Dragón Ilify"]]-

-[[Valiente Guerrero Dragón... vos habeis llegado solo... seas bienvenido, a la Antesala del Trono de la Gran Reyna de las Tinieblas, y vuestra última morada... vos sois muy Poderoso para haber llegado tan lejos como hasta aquí, no esperaba que nadie llegara, eres digno de reconocimiento... eres valiente aunque...]]-

-[[Debisteis aprovechar mi benevolencia cuando os di la oportunidad de escapar junto con Animae... ahora estarían a salvo los dos... pero en cambio... rechazasteis mi oferta... ahora, habeis condenado tu alma, y la de los tuyos...]]-

-[[Su Ilustrisima, la Gran Reyna de las Tinieblas, me ha enviado a vos como su mensajera, para tratar de hacerte entrar en razón... por favor escuchadme, la Reyna de la Oscuridad solo quiere lo que es mejor para todos vosotros... vuestro Mundo debe hundirse en la Oscuridad Absoluta, para que pueda resurgir en el amanecer de un Mundo mejor... así deben de ser las cosas... para que haya Luz... primero debe de Haber Oscuridad...]]-

-[[No es mi voluntad lastimarte, ya lo sabes, pero Tampoco puedo evitarlo... se razonable Ilify... por favor, te lo ruego, abandona, la Reyna está ya muy lejos de su alcance... vuelve con los tuyos y que desistan de sus intensiones... sus fuerzas ya están mermadas y tú estás muy mal herido... ya no podrás llegar muy lejos, te lo aseguro... y aunque me mataras, detrás de mi todavia hay un ejercito esperandote para acribillarte a sangre fría, por eso me he ofrecido a salir a hablar contigo...]]-

-[[Por favor Ilify... no más sangre derramada...]]-

-[[Entrega tus armas... ríndete... te lo pido...]]-

Ilify agachó su rostro, Aberrantz, era la última titánide con la que querría luchar, y si no fuera porque la suposición de que debe haber oscuridad antes que luz se desmoronaba por todas partes, tal vez pensara en retirarse. - ¿como Hardack? ¿O tal vez como vuestro propio mundo Kal\'Ahd? Si dejas que la oscuridad devore otro planeta, sólo lograrás otro mundo destruido y que el vuestro se llene de mayores tinieblas, si de verdad hay luz tras esa oscuridad, ¿cuantos milenios más espera que pasen Kal\'Ahd para iluminarse? no quiero pelear contigo, ni con ninguna titánide más pero si se derrumba ese mundo, se perderán mucho más que las vidas humanas, perderéis las titánides una brizna más de lógica caeréis en un caos mayor, más guerras, más dolor, más almas de todas las razas perdidas. - ¿dejarás que te manipulen? ¿de verdad quieres llevar la oscuridad y la destrucción a otro mundo que no se recuperara? ¿Que OS impide vivir en ese mundo con todo lo que tiene? Alzó su rostro firme, dolido por ver que su sospecha de que Aberrant intentaría detenerle era cierta. Y algo sonó en la mente de Ilify, algo dijo el humano que sorprendió incluso al dragón. - creo que te sorprendería lo que me ha dicho el chico cuyo cuerpo poseo, pero no te lo diré porque no se si creerías la firmeza con la que sus palabras han resonado en mi cabeza, solo te diré, que yo moriré hoy, él morirá hoy, pero no en tus manos o en las de mil y una titánides que hayan detrás. Moriré ante la reina oscura, por tal de que reaccione y recupere sus sentimientos. Una tenue sonrisa dedicada a la muchacha declaraba que no podía abandonar. - si muero antes de mi objetivo, solo moriré unos minutos antes que el resto del planeta, por que eso le va a pasar al planeta de los humanos, perecerán todas las formas de vida, y abandonar solo me daría unos minutos que no necesito. Te seré sincero en dos cosas, la primera, que no estoy tan grave como te piensas, el camino que he escogido de defender a quienes estén en mis manos, os incluye, y segunda, que preferiría tenerte como aliada, y desearía no tener que atacarte. Dio un paso hacia ella, con la misma sonrisa de confianza que le ofreció un rato antes. - ¿sabes que Kal\'Ahd tenía algunas maravillas que deseaba ver? Antes de la guerra en Hardack, efectos naturales de este mundo que han sido destruidos por la agonía que arrastra el planeta, "las sombras danzantes", "la extrañísima oscuridad lumínica", "las cataratas del perdón", tampoco pude ver maravillas del mundo de las guerreras de la luz, son tantas cosas que esa oscuridad ha devorado y ha olvidado volver a iluminar, incluyendo el propio planeta que origina esa negrura, destrozando su propia belleza. Suspiró, resignación desagradable por lo que estaba a punto de decir. - me hubiera gustado conocerte más, enseñarte que en la oscuridad es el primer lugar en el que la luz brilla, en comunión, por favor Aberrantz, [u]no me hagas luchar contra tí, ayúdame a recuperar la tierra, a tu madre, y a este planeta, cuyas maravillas extintas puedan reaparecer. ¿me atacarás sin miramiento? ¿Me obligarás a hacerte daño pese a ser lo último que deseo? ¿morirá uno de nosotros sin que pueda ver en tu rostro una sonrisa de felicidad?

-[[.......]]- Escuché a Ilify con mucha atención, sin hacer un gesto, lo observo de pies a cabeza... -[[Valiente Ilify... me conmoveis en gran manera con tus palabras... pero por favor comprendedme a mi, Amo a mi Madre sobre todas las cosas, y mi deber es defenderla contra todo enemigo nacional o extranjero... pero por otro lado, me pregunto lo mismo que vos... y teneis razón... yo no te mataré... no lo hice antes, y no lo haré ahora... y en verdad te digo que no debe ser así... no tenemos que pelear, nadie más tiene que morir hoy, por eso te ruego que depongas tus armas y te rindas, solo así podrás ver a su Ilustrisima, la Gran Reina de las Tinieblas...]]- y comencé a caminar hacia él sin estar en guardia... 

 -[[Por eso avanzo hacía a vos con toda confianza...]]- La oscuridad visiblemente invadía mi cuerpo en completa mientras avanzo contoneando mis caderas a cada paso y con una mano en la cintura, y con la otra sosteniendo mi arma... como si la pulcritud de Aberrant estuviera ausente... -[[No necesito defenderme de vos... porque sé que tú no me harías daño... yo conozco a Ilify y a Jaycee... y sé que ambos son muchas cosas...... pero no son asesinos, vos sois los hombres más buenos del mundo...]]- hasta llegar a estar parada al frente de él...

 -[[Por favor no llores...]]- Y con confianza extiendo la mano hasta tocar su mejilla... y con un gran esfuerzo, alcanzo a hacer por unos segundos una leve sonrisa y una mirada cándida... -[[...Mírame... Tú no me lastimarías... ¿Verdad Ilify?...]]- y lo envuelvo en un abrazo frágil y suave parandome de puntitas... -[[...por favor... entrega tus armas... Únete a Mi... yo veré que nada te haga falta... te lo prometo...]]-

Ilify sonrió, no porque Aberrant intentara actos algo atrevidos, si no por pedirle que depusiera unas armas que nunca tuvo, se separó ligeramente de la muchacha y mostró sus manos.

- Nunca tuve un arma, siempre pensé en Hardack y aquí que si iba a hacer daño a alguien alguna vez, mis manos llevarían ese peso, y sufriría con cada golpe que me viera obligado a dar, no quiero dañar a tu madre te prometí hacer lo imposible por salvarla ¿no? No hace falta que seas tan atrevida, decidí protegerte hace tiempo, y me gustaría si fuera posible salvar ambos planetas. Pero ello solo sería posible hablando directamente con la reina oscura.

Podía sentir como Aberrant procuraba ponerle de su parte, sin que ésta se percatara que estaba de su parte desde el instante en el que decidió liberarla, Se inclinó posando una rodilla en el suelo y extendiendo sus alas mostrándole respeto.

- este saludo es mi muestra princesa Aberrant y mi promesa de no atacar a vuestra madre sin un motivo que me obligue a ello. No soy como los demás, no dispongo de la capacidad de materializar un arma, nunca me ha gustado tampoco portarlas, si necesito frenar un arma utilizo mis garras para desviarla, mi cuerpo sin duda y un riguroso entrenamiento, son los que me han permitido avanzar sin manchar objeto alguno que prolongue mi cuerpo, aquellos a quienes herí, procuro todavía recordarlos, pues mantengo en mi mente el recuerdo de su sangre desperdiciada en mis manos. Igual que se desperdició la mía en Hardack; puesto que ninguna guerra trajo consigo la paz, puesto que la palabra paz es un término mal utilizado para tratar momentos de calma entre guerras, palabra que no necesitaría existir si nunca nadie dañara a los demás.

Viste a Aberrant acercarse y el suave contoneo de sus caderas, su mirada penetrante, lo esbelto de su cuerpo hacía que la parte masculina de Jayce y del dragón se exhaltara. Por primera vez, te percataste de la pequeña cintura de la titánide, además de la fineza de sus piernas.

El viento acariciaba suavemente su cabello y la rodeaba de una manera tan especial que hasta el mismo helado corazón del dragón latía con fuerza. sin embargo, agudizaste tu vista y pudiste notar algo en el aura de aquella titánide. La bondad que antes mostraba, había desaparecido y había algo diferente en su energía. No solo oscuridad, sino muerte y desesperanza.

Notando que no habría confrontación o que un destino mortal no se sellaría ahí mismo, Animae se levantó y sonrió con tristeza a su hermano.

-En realidad no se qué lugar es este.... reencarné en el planeta Tierra y los poderes de la Reina Oscura nos siguieron... este mundo peligra como hace tiempo Andelivian y Hardak-dio un par de pasos más y se detuvo a la distancia suficiente para no incomodar a Ephorus-. Estábamos yendo a una batalla contra la Reina Oscura y los titanes cuando nos hemos dividido y aparecí aquí-si Ephorus prestara atención, notaría que Animae portaba heridas recientes de una batalla pasada-... estamos junto a los dragones para detener esto.

Y entonces, nota caer copos de nieve que no la perturban sino todo lo contrario: pareciera ser un cálido abrazo que reconoce al instante. Voltea a todas partes tratando de verlo o siquiera detectar su presencia. ¿Los demás estarían cerca igual? Sin poder evitarlo. sonríe y como si quisiera responderle a la nieve, la guerrera libera unas brisas cálidas provenientes de su propio elemento. Esperaba que sus compañeras, Schmella o Ilify reconocieran su esencia como ella lo hizo con la nieve. Tal vez eso ayudaría en algo, y lo deseaba con todo su corazón.

-Hermano, ¿sabes qué es este lugar? Debo ir a enfrentarme a la Reina... debo evitar que la historia se repita.

Al sentir caer la nieve, su instinto de guerrera acuática le dijo que aquello no era natural. Se trataba del poder de un dragón. 

Será amigo o enemigo? Tendré que arriesgarme. No podemos permitirnos más derrotas.

-Eres un dragón, verdad? -dijo mirando hacia la nada- por favor, ayúdame. No somos enemigos. Nuestro enemigo común busca destruirnos a ambos. Olvidemos nuestras diferencias y luchemos juntos.

Luego se dirigió a Arjimae.

-Lo siento, Arjimae -le dijo con lágrimas en los ojos- Tendré que luchar contigo. No puedo morir aquí. Tengo una misión que cumplir.

Entonces alzó sus manos para reunir su poder.

-Maremoto de Poseidón! 

La ventisca salió de interior con toda la intención de enviar un mensaje a aquel que amabas, pero así como apareció, su esencia se desvaneció rápidamente. No pudiste sentirlo más, aunque Ephorus te miró sorprendido.

- Este lugar es una especie de limbo. No puedes morir, pero tampoco estás vivo. Aquí yacen las almas de aquellos que, tras la guerra, Kal'Ahd capturó. No sé cuántos como yo hay aquí, pero he visto mi muerte una y otra vez. He tenido que verte morir, al igual que han intentado convencerme de que me mataste. Muero y cuando despierto, vuelve a ocurrir - su cuerpo comienza a temblar.

- He estado encerrado aquí desde el día de mi muerte, Animae. No quiero seguir aquí... Quiero salir, pero estoy muerto - cuando mencionó a la reina, Ephorus te miró con los ojos encharcados en lágrimas.

- Estás en el territorio de la Reina Oscura y este planeta tiene voluntad propia, no hay escapatoria. Mátame, Animae. Si eres real, puedes matarme y liberarme. Por favor... - se acercó a ti y tomó tus manos. Las suyas eran tan heladas como el hielo y temblaban incesantemente. Sin duda, el hombre había sufrido grandes penurias.