Partida Rol por web

Por la ventana seguía tratando de entrar esa luz plateada que te había desvelado. Insistente atravesaba cualquier rendija. La luna era extraordinariamente grande y tu sentías que te habías tomado un litro de café porque no había forma de conciliar el sueño. Las horas pasaron sin saber qué hacer hasta la mañana siguiente.

La jornada laboral fue bastante normal y aunque pensabas que estarías cansada o te dolería la cabeza la realidad era que no. Tuviste un día tranquilo si no fuera por las noticias que te iban llegando y no cesaban de preocuparte. Había ocurrido una pelea en Harlem. Multitud de personas de raza negra se habían enfrentado a la policía y de una manera completamente atípica estos habían sido apaleados. Un vídeo surcaba las redes sociales en el que se apreciaba a los agentes avanzando y cómo una bruma negra les rodeaba. Los policías la trataban de sortear, se enfrentaban contra los manifestantes y para su sorpresa, las armas o los escudos se quebraban cuando eran atacados. Todo había comenzado porque la policía apaleó a un muchacho negro provocándole la muerte, según aseguraban los manifestantes. La consecuencia de todo eran varios detenidos y bastante gente hospitalizada.

Además una extraña enfermedad había forzado la cuarentena en una de las plantas del hospital general de Nueva York, disminuyendo con ello el número de camas. Mientras que se estaban denunciando también desapariciones de mujeres cuando volvían a sus hogares tras haber salido de fiesta. Un taxista había sido detenido pero la información era opaca al respecto.

Eso de no poder dormir era una putada. Jamás había pensado que una noche pudiera ser tan larga y terminé sentada delante del ordenador mandando currículums por internet. Al menos, hacer algo era mejor que dar vueltas en la cama y cabrearte porque no puedes dormir. Necesitaba un trabajo de verdad y un lugar en el que vivir, porque puede que ahora pudiera hacer cosas que antes no, pero pronto tendría que dejar aquel piso de la universidad y necesitaba otro sitio... Pensar en aquello me agobiaba más que cualquier otra cosa.

Escuché aquello sobre la pelea e intuía lo que había sucedido. Los policías se habrían pasado con algún muchacho negro, como hacían muchas veces y uno de ellos o quizás incluso varios, habían desarrollado poderes. Aquello era un verdadero problema, la verdad.

Lo de la enfermedad me hizo sospechar también, porque no me parecía extraño nada. Si yo podía hablar con mi tostadora, seguro que uno podía esparcir por ahí la fiebre amarilla.

- Esto va a acabar en una tercera guerra mundial. - El único problema era que nunca había sido de escoger bandos y no sólo habría dos en algo así. Estaríamos los con poderes, los sin poderes, los buenos y los malos y eso, son cuatro bandos diferentes. Y los que van a su rollo, llamémoslos anarcas.

Decido que aunque quiera no puedo ayudar a todo el mundo y que hasta que entienda o decida algo, tengo que seguir con mi vida. Eso no quería decir que no pudiera ayudar como había hecho la noche anterior, pero tampoco podía dedicar todos mis esfuerzos al resto de la gente ¿no? A fin de cuentas, yo no era Bruce Wayne y tenía que trabajar para poder vivir y si no encontraba algo, pronto viviría bajo un puente con un par de cartones como techo.

Pasaste el día con tus cosas, con los problemas de tu vida cotidiana. En New York mientras tanto todo seguía solo que ahora el nivel de caos parecía incrementarse en cada nuevo noticiario. Ver las noticias se convertía en una caja de sorpresas. La gente ya iba comentando lo de los policías apalizados. En el vídeo se podía ver cómo todo ese caro equipamiento no servía para nada.

La casualidad dictó que en cuanto salías del curro y caminabas unos pasos, habiendo ya anochecido, tu móvil sonó pues había llegado un mensaje.

"Esto es de locos, ven por favor. Está desapeciendo gente. Hasta la poli."

Sólo leyendo aquello ya era evidente que era Anthony pidiendo ayuda desde el hospital. Con tantos disturbios era de esperar que fuera a suceder algo allí, justo donde estaban llegando todos los heridos.

Había decidido intentar pasar aquel día de la manera más tranquila posible, que era intentando que mi vida siguiera como siempre, pero incluso yo sabía que aquello no iba a durar eternamente. El mundo se estaba yendo a la mierda, sólo había que ver las noticias. Casi estaba segura que el ejército no tardaría en poblar las calles y que incluso tendríamos toque de queda, aunque eso no pararía a muchos, no ahora.

Apenas había dado unos pasos por la calle tras salir del curro, cuando me llegó un mensaje de Anthony.

"Voy para allá". - Respondí, aunque luego sujeté mis cosas y comencé a teleportarme hasta llegar al hospital. Lo bueno de que fuera de noche era que podía viajar más rápido que en transporte público y dado que vivía en una ciudad como Nueva York, no tenía coche pues sería una pérdida de tiempo y de dinero.

Seguía sin estar cansada por no haber dormido, así que estaba empezando a plantearme si iba a volver a poder dormirme en algún momento de mi vida.

Recabando un poco de información más, Anthony trabajaba en el New York's St. Luke's Roosevelt, uno de los hospitales centenarios de la ciudad, sin ánimo de lucro y situado en una de las zonas conflictivas, cerca de Harlem y Hell's kitchen. No era de extrañar que hubieran problemas allí. Dado que la violencia parecía tener algo que ver con todos los casos extraños que sacudían los noticiarios esta sitio podría ser el destino de muchas de las personas heridas. Con sus once plantas de altura contaba con cientos de habitaciones para cubrir las necesidades de toda esa gente, la mayoría de bajos recursos.

Desde fuera todo parecía normal. La mayoría de las luces estaban encendidas. Sí que llamaba la atención que hubiera policías en la puerta. De hecho podía verse al mismo detective de antes, Donovan, charlando con algunos de los agentes. Era como si estuvieran en alerta. Por lo demás, no se escuchaba ningún sonido que llamara la atención ni nada como explosiones.

La verdad es que aquella zona no era precisamente lo mejorcito del mundo y bueno, si no fuera por lo que podía hacer ahora, seguramente me lo hubiera pensado dos veces antes de ir hasta allí sola, pues una cosa es que no fuera la "reina de las pijas" y otra muy diferente era que no dejara de ser una mujer de veinticuatro años sola.

Al llegar a la puerta y habiendo visto lo grande que era aquel lugar, pensé en entrar y preguntar en el primer mostrador de información que viera, pero luego decidí que llamaría primero, sería lo mejor.

- Espero que me coja el teléfono.

Sería bastante más rápido si el venía a buscarme a la entrada ¿no?

- Porque no fumo sino, ahora que sé que estoy al lado de un hospital, me darían ganas... - Pensamientos absurdos que le rondaban a una por la cabeza mientras escuchaba los tonos de la llamada.

Unos segundos después Anthony descolgó el teléfono.

- Hola Kelsey. ¿Cómo vas? Esto es muy tétrico pero te estoy esperando para poder echar un vistazo a la planta superior. Quiero asegurarme de que no hay nada raro allí. Ya ha estado la policía pero han salido con las manos vacías. El caso es que he estado dando vueltas y lo veo todo bien pero allí dentro no me dejan entrar. Supuestamente está en cuarentena.

En cuanto supo que estabas a las puertas bajó a reunirse contigo.

- Esto va a convertirse en una falta en mi historial. Tendría que estar en la ambulancia. Pero demos un paseo y echamos un vistazo, ¿quieres?

Anthony parecía dispuesto a aventurarse contigo.

- Sería más tétrico si me dijeras que tenía que visitar la morgue ¿no? - Bromeé, pero vamos, no sabía si se había dado cuenta de que era una chica que acostumbraba a vestirse de gótica. Normalmente mi humor podía tildarse de negro y macabro. Formaba parte de mi encanto.

Asentí cuando me dijo lo de echar un vistazo.

- Yo ayer tenía que cantar en un concierto y ya ves lo que estuve haciendo, sacando a policías de coches y rescatando a mujeres... Me parece que a mí ya me han puesto la falta, sobretodo, porque no les pude contar toda la verdad a los del grupo.

Iba tras él, contándole aquello como si pudiera importarle.

- Así no me voy a hacer famosa con la música nunca... - Esto lo dije con tono divertido.

Anthony te hizo un gesto para que le siguieras, dirigiéndose de inmediato hacia la zona de las ambulancias.

- Lo mejor será que te tumbes en una camilla y te hagas la dormida. Después al ascensor directos, ¿no crees? Con suerte no nos cruzaremos con casi nadie.

Su ambulancia estaba aparcada cerca y tras correr la puerta hacia un lado bajó la camilla. La empujó y cerró su vehículo.

- Habrá que buscar un sitio algo más discreto, aquí se nota bastante.

Hubo que esperar unos minutos hasta que la zona se despejó ligeramente y el conductor pudo al fin entrar contigo. Moviéndose con fluidez por los pasillos y casi sin conversar con la gente pudo alcanzar el ascensor. En un momento ya estábais dentro.

Algo después el aparato os llevó hasta la planta de arriba. Al abrirse las puertas todo estaba en orden pero unas señales de "prohibido, zona en cuarentena" trataban de obligar a cualquiera que llegaba a dar media vuelta. Más hacia el fondo del pasillo un hombre con ropa de paciente apareció, miró en vuestra dirección y siguió andando.

- ¿Ese quién es?

Preguntó Anthony un poco desconcertado.

- No me atrevo a gritarle, no sea que se entere de nuestra presencia quien no deba.

No sabía si iba a poder estar mucho tiempo quieta sobre una camilla estando despierta, pero bueno, confiaba en que Anthony no me tuviera demasiado tiempo tirada en ella.

Durante un rato, sólo sentí la camilla moverse, algo de movimiento a mi alrededor y muchas ganas de hacer cosas normales que en aquel momento no podía hacer, como rascarme la nariz. No hay nada peor que tener que quedarse totalmente quieta.

Si él no sabía quién era aquel enfermo, mucho menos lo iba a saber yo, pero como ya me había dicho que aquel hospital ahora era como la casa de los horrores tampoco me pareció algo tan extraño.

- Pues si no lo sabes tú... - Se lo respondí en alto.

En ese momento me entró la duda.

- ¿Venimos sólo a cotillear o hay algo más que quieras hacer?

El hombre te miró a los ojos durante un momento.

- Hay que ver qué mierdas pasa aquí. Porque tiene que estar pasando algo.

Negó un momento la cabeza.

- Movamos el culo, joder.

Anthony echó a andar por el pasillo aunque en ese momento se escuchó algo que sonaba a ruidos producidos por un chimpanché, como si estuviera en plena jungla exclamando algo que sólo ellos podían entender.

- Mierda. Lo ves, es lo de los monos. Alguien dijo que vió monos. Pero esto es un hospital, no un veterinario.

Se había detenido esperándote, o quizá es que estuviera cambiando de idea sobre lo de seguir.

Me encogí de hombros cuando dijo que ahí tenía que estar pasando algo. Yo no tenía ni idea de lo que podría ser, pero había ido para echarle una mano con lo que hiciera falta.

Eso sí, no me gustó nada como me habló después.

- Si buscas ayuda lo menos que puedes hacer es ser un poco agradable con ella. - Le dije por su mierda de palabras. Ya me había ofrecido y no me iba a marchar. Quería imaginar que era todo fruto de la situación, pero bueno, tampoco quería que se pensara que como era más viejo que yo podía tratarme como le diera la gana.

Continuamos caminando y me quedé alucinando totalmente cuando escuché a los monos.

- Yo había creído que era alguien flipándolo cuando me lo dijo... - Pensé poniendo cara de circunstancia.

- Esto es de lo más raro.

Anthony se llevó las manos a la cabeza un poco nervioso, como si se diera cuenta de que había hecho algo mal.

- No estaba molesto contigo, ha sido la tensión. Mejor será que me muerda la lengua, sí.

Meneó la cabeza un poco después y cerró con fuerza los ojos, tratando de centrarse. Entonces siguió adelante hasta que en el siguiente pasillo alguien os detuvo.

Al llegar hasta el final del pasillo el joven que habíais visto al principio estaba a unos diez metros, esperando vuestra llegada. Iba descalzo y aunque era muy atractivo llevaba el cabello algo descuidado, lo que empeoraba un poco su aspecto.

- Esta planta está cerrada. Es mejor que volváis. Hay una cuarentena por un virus y estamos buscando una cura.

El joven parecía algo desanimado en realidad y sus palabras sonaban un poco mecánicas.

Anthony se revolvió.

- No me suena tu cara. Tu no trabajas aquí. Además vistes como un paciente no como un médico.

El hombre entonces hizo un gesto lángido.

- Estoy afectado por el virus. Es contagioso así que os recomiendo marcharos.

Asentí cuando Anthony dijo que no se había dado cuenta de lo que acababa de decir, pues tampoco era plan de hacer un mundo, pero de todas maneras, estaba bien dejar claras las cosas desde un principio y yo, no llevaba nada bien eso de que intentaran avasallarme.

Tampoco pudimos hablar más pues apareció delante nuestro un chico bastante guapo, aunque tenía pintas de llevar jugando al Wow tres días sin pararse a descansar.

- ¿Qué clase de virus tienes?

Estaba claro que yo no tenía pintas de médico, pero bueno, en realidad, nadie veía a una gótica con pinta de nada que no fuera estar cortándose las venas sobre un lavabo, por lo que tampoco me di demasiado por aludida.

- ¿Y qué te pasa exactamente?

Igual colaboraba sin tener que hurgar demasiado, si estaba lo suficientemente aburrido...

- Hemos escuchado monos y bueno, esto es un hospital, no un centro de pruebas, así que... discúlpanos si tenemos mucha curiosidad.

El joven os miró a ambos y tardó un poco de reaccionar.

- Es un virus mutante. Si comienza a esparcirse puede causar una epidemia mortal. Entonces... para eso están los monos aquí, para probar la cura. Yo estoy enfermo, no os acerquéis. Sólo estaba caminando y pensando, pero no ha sido buena idea. Volved, hacedme caso.

Se giró y siguió la marcha. Desde el principio parecía haberse puesto nervioso.

Al decir lo de un virus mutante, pensé en que quizás estuvieran tratando de averiguar cómo volver a la gente a su estado original, lo cual, me dio cierta esperanza y a la vez, mucho miedo.

¿Quería volver a ser normal? No tenía muy clara la respuesta a esa pregunta.

Entonces me di cuenta de una cosa que me había dicho Anthony.

- Espera. - Dije al muchacho. - Tú no serás el chico que está en coma ¿verdad?

Era una putada haber mutado en una especie de... no sé, alma errante, porque su verdadero yo estaba en una cama, pero por las pintas de dejado que llevaba, tampoco era algo tan descabellado.

El joven tuvo que girarse al escuchar tu pregunta.

- ¿Quiénes sois vosotros?

Endureció la mirada mientras os observaba, después titubeó un poco.

- Soy su hermano. Tuvimos un accidente y él quedó en coma pero yo estoy aquí con él.

Se quedó mirándote pues eras la que llevaba la voz. En ese momento Anthony negó con la cabeza mientras te expresaba con la mirada de que eso no le cuadraba.

El paciente entonces volvió a hablar.

- Marchaos, es lo mejor. Si seguís aquí tendré que avisar a la policía.

El hombre sin embargo parecía un tanto fuera de lugar, como si no tuviera claro qué hacer.

El hombre me miró en cuanto dije aquello y algo me dijo que había acertado, llamémoslo intuición femenina, pero por alguna razón, no parecía querer ser sincero con nosotros. La mirada de Anthony me hizo saber que como bien imaginaba, estaba intentando meternos una bola.

- Bueno, puedes ser quien quieras, pero algo me dice que te he pillado y que tienes miedo de reconocerlo. - Dije de lo más tranquila. - Nosotros también somos... - No sabía exactamente cómo denominarnos, pero extendí la palma de la mano al lado de mi cuerpo y en ella se creó una bola de oscuridad como si fueran una especie de llamas. Después cerré la mano y desapareció.

Lógicamente si mi cuerpo estuviera atado de alguna manera a una cama, yo también tendría mucho cuidado sobre con quién hablaba, pero quizás, viendo que éramos como él... No quise decir nada más, sino que esperé a ver su reacción. Era de las que creía que una imagen vale más que mil palabras.

El hombre se quedó estupefacto al ver aquello que surgía de tus manos y constataste que Anthony también.

- Dios.

Te miró a los ojos. Parecía confundido por unos momentos.

- Os llevaría con el doctor, pero... dios, no sé qué hacer. Algo me ha pasado y me puedo... multiplicar. El doctor entonces coge mis cuerpos y los usa. Para investigar. Usa esos cuerpos que yo creo. Pero yo en realidad estoy en coma.

Negó con la cabeza, aturdido al explicar aquello.

- Es como una pesadilla. No sé qué hacer.

Anthony también estaba atónito y no atinó a decir nada. Te miró por saber si tú tenías alguna idea de lo que estaba sucediendo.