Partida Rol por web

El coche llegó hasta el edificio de la Tyrell Corporation. Bajó con suavidad hasta llegar a tierra, la sensación de libertad de John fué creciendo conforme las puertas se elevaban hacia el cielo y dejaba entrar el aire fresco, es una expresión, pues el polvo estaba mas presente en esta parte de la ciudad.

Los tres agentes bajaron del vehículo y se prepararon para entrar, sus pistolas enfundadas en la cintura, bajo sus abrigos, y Mercer con el maletín en la mano. Las luces a una cierta distancia indicaban la puerta de entrada al edificio, y un carril hecho tambien por aquellas luces iluminaban el camino hacia allí. Parecía que todo aquello estaba compuesto por luces, lo único que tenían que hacer era seguirlas como polillas siguen una luz en mitad de la oscuridad.

Se encaminaron hacia allí, cuando de repente, algo les llamó su atención. Un sonido, alas moviéndose en el aire. ¡Un búho! Había un búho sobrevolando la zona. Se detuvo para mirarlos en una rama cercana. ¡Los búhos se creían extintos hace ya décadas! Un poco mas de observación dejó ver a los agentes, que también habían zebras, jirafas e incluso avestruces dentro de unas jaulas cerca de allí. Muchos animales, pero estamos hablando de la Tyrell Corporation, podrían permitirse comprar todos esos animales y mantenerlos sin despeinarse. Era algo maravilloso ver tantos animales juntos. ¡Cuanto poder deberían tener!

Salir del vehículo supuso como una bocanada de aire limpio. Se ajustó el nudo de su corbata y sacudió su abrigo para evitar que conservara algún pliegue. John era un hombre que procuraba ir bien vestido. Hasta ahora por su trabajo debía tratar con personas de toda índole, pero desde luego con alta sociedad, y para ello acostumbraba a cuidar su imagen. No de la manera extravagante que parecía imponerse entre la gente acomodada. Las extravagancias incomodaban al asiático. John prefería una indumentaria que le permitiera pasar inadvertido.

La escena que se presentó ante sus ojos parecía sacada de un sueño. Todos aquellos animales casi al alcance de su mano, era como observar una estancia con columnas de oro en el siglo veinte. Con la tarjeta de visita que la Tyrell mostraba a sus visitantes el mensaje era claro. Somos poderosos. Y allí donde hay poder, puede haber corrupción. John pensó que no tardaría en aparecer alguien que les recibiera, así que comprobó que su arma descansaba en su funda y estaba lista para su uso. No era descabellado que en un lugar donde hacen Nexus, a alguno se le fuera la olla. Siempre hay un porcentaje de error en toda tarea programada.

Si nada lo impedía, sus pasos les llevarían hasta la entrada principal. Allí preguntaría por la nueva figura regente de la corporación y mostraría su placa.

Mercer bajó del coche volador tras haber terminado de guardar minuciosamente la máquina en el maletín para transportarla. El lugar era majestuoso, completamente limpio: prácticamente sin rastro alguno de la suciedad, el desorden y la entropía que incrementaban minuto a minuto en el resto de la ciudad. Incluso el aire del ambiente estaba mucho más limpio de polvo y particulas pesadas del que respiraban todos los demás ciudadanos a diario.

Pero lo mejor estaba por llegar: ¡un buho! Mercer se habría jugado cualquier cosa a que ya no existía ninguno de ellos: las aves habían las primeras en caer hacía décadas, sus frágiles pulmones no toleraban bien el aire contaminado. Desde sus años de infancia, las únicas aves que había podido ver eran aves robóticas: el equivalente de los pellejudos en versión animal. Ni de broma eran un producto tecnológico que pudiera asemejarse a sus primos Nexus, especialmente su última iteración: los Nexus 6. Aún así, su creación los convirtió en el artilugio de moda en la época, y cualquiera quería tener uno de ellos en casa: un homenaje de recuerdo a las aves ya extintas y a la vez un prodigio del desarrollo humano como este. El propio Mercer estaba orgulloso de haber sido propietario de una bonita pareja de agapornis roboticos durante su etapa universitaria. A medida que otras especies comunes pasaban a encontrarse en especie de extinción la moda fue cambiando, y más gente adoptaba animales reales por auténticas barbaridades de dinero. Hoy en día solo aquellos que no podían permitirse un animal real eran propietarios de uno mecánico, y los millares de unidades que se vendieron en su día pasaron a engrosar la basura que les rodeaba.

El científico sintió una punzada de envidia al ver ya no solo el buho, sino todos los demás animales. Si en su día hubiese decidido aplicar a un puesto de trabajo en la Tyrell, como si hizo su viejo amigo Garret quizás hoy podría ser el feliz propietario incluso de una oveja... Quizás al terminar este trabajo de la policía podría permitirse un ratoncito, o con suerte un conejo si conseguía retirar más Nexus que su joven acompañante.

Hal se quedó mirando también a los animales. Tyrell parecía tener un zoologico, llamaba la atención de todos. También se quedó mirando al búho intrigado. - Le Búho é one falsificazione. Deckard told nua.  - Igualmente, le siguió dando importancia, observando todo con atención. No era fácil adivinar que él también quería uno si pudiera. - Sin embargo, the others animales sei de verdad. O eso penso.

Tras quedarse unos minutos obervando la majestuosa vista, les dió un golpecito con el dorso de su mano a los dos agentes y les indicó la entrada. - Andando.

Mercer desvió rápidamente la mirada desde búho hacia otra dirección, muy incómodo por haber sido engañado y tentado con tanta facilidad. Se sintió frágil, manipulable en las manos de la Corporación. Quizás era precisamente eso lo que querían con tal exposición zoologica. Pues no lo iban a conseguir.

- Si, hemos venido aquí a algo mucho más importante que a admirar el nivel de vida de la gente rica. - el engaño con la tentación del búho le había servido para centrar su la mente en su misión. - Veamos qué información podemos conseguir sobre esos pellejudos ilegales.

Después de las palabras de Hal sobre la autenticidad del ave, John salió de su estupor como si hubiera despertado de un buen sueño. Seguramente, el resto de los animales enjaulados sería obra de la ingeniería de la Tyrell. El asiático no pudo reprimir cierta desilusión. Aunque vivos y con un perfecto comportamiento propio de su especie, al menos según el patrón que el novato tenía en mente pues varias de esas bestias jamás las había visto de cerca, aquellos seres eran artificiales. La apariencia de poder pretendió desvanecerse como un barato truco de magia, pero entonces John comprendió el verdadero mensaje. Aquella gente sabía hacer su trabajo. Replicaban la vida hasta un punto que costaba distinguir del original. Si eran capaces de aquel grado de perfección en animales, los Nexus 6 podrían pasar perfectamente por humanos comunes. Al menos en apariencia, pero con un grado de realismo alarmante.

El novato observó al Doctor portando la máquina del test. Tubo más claro que nunca que debían probarla en un Nexus y comprobar el grado de éxito del producto. Estudiar los fallos y aprovecharlos para localizar a los fugitivos. - Caballeros, les sigo -

La puerta se abrió con un silbido de un motor eléctrico girando a alta velocidad. Dentro, la habitación era decorada con columnas de mármol blanco y adornos dorados, una pequeña mesa a modo de recepción sin nadie al otro lado aguardaba solitaria. La puerta se cerró pacientemente sin hacer ruido, sólo cuando los hombres notaron que ya no había corriente se percataron de ello.

Frente a ellos, un pasillo con el habitual polvo sobrevolando el aire. Sin embargo, parece que dentro de estas instalaciones hay bastante menos cantidad que en el exterior. Una luz en el fondo del pasillo delataba la figura de alguien acercándose hacia los invitados.

La mujer era muy atractiva, su melena rubia llamaba la atención aún más con las luces blancas y su vestido azul ceñido y sin mangas. Un cuerpo esbelto y ágil, sus gafas reflejaban la luz de las bombillas del pasillo conforme pasaba cerca de ellas. El ruido de los tacones se detuvo frente a los invitados. - Buenas tardes caballeros... emm...  - Consultó su carpeta. - Wang, Zarkov y ... ¿Mercer? ¿Es cierto? - La mujer esperó la confirmación de los invitados. - Soy Jessica Clarence, la secretaria personal del señor Shao. - Bajó la carpeta hasta poder agarrarla con las dos manos mientras giraba recíprocamente sobre uno de sus talones. - El señor Shao les da la bienvenida a Tyrell Corporation, les está esperando mas adelante.

John siguió a sus dos compañeros hasta entrar en el vestíbulo del grandioso edificio. Todos los detalles parecían estar cuidados al máximo. Seguramente, formaría parte de un poderoso marketing, al igual que la gran cantidad de animales sintéticos enjaulados. La imagen de verlos en cautividad, incomodaba al asiático. Era consciente de su falsedad como seres vivos, pero, transmitían tal grado de realismo que aún perduraba en él la desagradable sensación de reclusión en unos magníficos ejemplares. 

A los pocos metros de deambular por el recibidor, la sensación desapareció pronto al salir a su encuentro una mujer de gran belleza. Trasmitido su mensaje, parecía dispuesta a llevarles ante la presencia del mismo Shao. Las maneras, las palabras y el entorno, todo parecía encajar en un protocolo, que a pesar de resultar muy agradable, recordaba a john la experiencia de estar en un parte temático, como cuando era niño. Tan artificial como sus creaciones.

- Agradecemos la rápida atención del Señor Shao. Al parecer, desea que salgamos pronto de sus instalaciones -  Afirmó tratando de observar la reacción de la secretaria ante su ácido comentario - Comprendo que nuestra presencia incomode a su Jefe. Somos la prueba que hace patente sus fracasos - Dijo el agente mientras sus ojos se desviaban por la decoración del entorno, y de paso, recorría la silueta de la mujer de manera disimulada. John, intentó aprovechar la situación y trató de "asaltar" a la mujer con alguna pregunta.

- Confío en que no le incomode que le haga una pregunta sencilla. Supongo que sus productos tendrán un periodo de garantía. ¿Tendríamos acceso a las posibles reclamaciones de sus clientes? ¿Tienen quejas por mal comportamiento o rebeldía? Eso nos ayudaría a acotar posibles sujetos fugados -

Mercer gruñe en respuesta a la secretaria "Doctor Schreiber, si no le molesta". No había gastado la mayor parte de su vida estudiando, intentando ayudar a ampliar los conocimientos globales de la humanidad sobre psicologia positrónica, ni había sacrificado muchos placeres de su juventud con el objetivo de dedicarle más horas a su investigación, para que ahora viniese una don nadie cuyo único posible mérito en toda la vida fuera ser atractiva y que lo menospreciase llamandole por su nombre de pila. El científico no solo no era menos que sus compañeros, a los que si había tratado por su apellido, sino que se consideraba a si mismo muy por encima de ambos. Si alguien merecía ser tratado con respeto, era él.

La maravilla con la que la Tyrell Corporation había sorprendido a Mercer ya se había desvanecido completamente de su mente, entre el engaño del ave y la terrible falta de cortesía de la mindundi que habían enviado a recibirlos. No pensaba gastar un solo aliento preguntando nada a ese cuerpo bonito, mejor se guardaba sus preguntas para Shao y dejaba que su joven compañero llenase el silencio hablando con Clarence.

La mujer se sorprendió con el comentario del mayor de los tres. Pero luego su cara cambió, al parecer, al detectar su error al nombrarlo. - Mis disculpas señor Schreiber. Solo que, ... , solo que me ha sorprendido que se llame igual que Wilbur Mercer, el lider religioso de las cajas de empatía. - Observó a los invitados uno a uno, como pensando en sus adentros y con algo de indecisión. Era normal teniendo en cuenta que eran Blade Runners, la mayoría de personas se sienten intimidadas ante una profesión tan especial y llena de secretismo. 

Obvió la primera pregunta de John.  - Caballeros, por favor, síganme, el señor Shao les espera.  - Se dió media vuelta y empezó a caminar por el pasillo. Era casi imposible desviar la mirada de la figura de la mujer, se contoneaba al ritmo de los tacones, los cuales usaba son soltura. - Por favor, sería mas correcto que esas preguntas se las contestase el doctor Shao personalmente, yo solo soy, ..., bueno, una simple secretaria.

El asiático recibió una negativa en forma de silencio por parte de la secretaria. Quizá realmente no tenía conocimiento de tal información, o puede que fuera bien consciente y sabía que debía dejar dicha responsabilidad en manos de su superior. El primer asalto contra la corporación no había dado frutos. John comprendió que iba a ser una tarea dura.

Se retiró ligeramente observando cómo la hermosa mujer se disculpaba con su nuevo compañero por un exceso en la confianza. ¿Fallo en el trato o premeditado?

El novato miró a Zarkov. Si era un perro viejo, quería saber cómo se desenvolvía alguien que ya habría pasado por esta situación.

La secretaria guió a los invitados hasta una sala con un ventanal enorme. Los agentes así lo intuyeron al descubrir que no había ni una pizca de polvo en el ambiente. A través de el ventanal se podía observar una gran parte de las instalaciones industriales de la ciudad, aproximadamente el 70% de ellas trabajaban para la Corporación Tyrell. Una enorme mesa de mármol con adornos florales tallados en ella y una superficie de cristal casi imperceptible, colocada como si de una obra de ingeniería fuese, reposaba en el centro de un espacio bastante abierto dentro de la sala. Las columnas de aspecto antiguo seguían el mismo patrón de colores blanco y dorado. 

Un enorme recibidor se abría hacia la derecha, tras unas cortinas traslúcidas. Al otro lado, una enorme puerta dorada tallada con unos engranajes. Justo al lado una pequeña mesa con unas flores y un plato dorado para depositar algo. De algún lado aparecían efectos de luz, como de agua en movimiento, sin embargo, no se podía ver agua por ningún lugar. Esta es la tecnología abrumadora que controla la compañía Tyrell. 

Al otro lado de donde se encontraban los agentes había una pecera con una pitón, la serpiente estaba enroscada sobre sí misma y sobre un tronco de un árbol del tamaño de un antebrazo humano. Al percatarse de los nuevos inquilinos, ésta levantó ligeramente la cabeza y comenzó a sacar la lengua de aquella forma típica de las serpientes.

¿Wilbur Mercer? Si,claro.

SI fuera pariente mío sería como si fuera la oveja negra de la familia! POr un lado estaba el que creo el mercerismo, algo así como una secta budista con ideales sobre la empatía basados en el autosufrimiento. Posiblemente simpatizantes de los pellejudos. Y yo los cazaba. Genial comparación.

Sonreí a la secretaria con los labios apretados.- Claro. Disculpas aceptadas, señorita Clarence.- Terminé por decir como dando a entender que no solo erraba en sus pensamientos, si no que ademas había sido una mala comparación. -Adelante, la seguimos. - Apresuré a decir para que nos indicara el camino.

***

El entrar en esa sala me hizo sonreir.

Era agradable, si, pero significaba que habían derrochado dinero por todos los lados. Desde luego el negocio de los animales electrónicos era un negocio muy lucrativo. Y esa sala sobresalía sobre todo por lo que no tenia. Polvo. Tan solo los recicladores de aire y los filtro del polvo debían de ser prohibitivos para la gran mayor parte de los bolsillos de la gente.

Incluso la pitón de la pecera tenía pinta de ser cara. ¿era real? Di unos golpecitos en el cristal solo para ver su reaccion. Desde luego lo parecía. Eso me hizo sonreir de nuevo de medio lado mientras miraba a chico. Sería capaz de hacerle el test de Voight-Kampff para verificar si era real o no. Por otro lado, el señor Hal seguramente era de los que, por el contrario, abrirían por el centro a la serpiente para ver si era real o no.

Cuando me cansé de mirar la serpiente, me aleje de la pecera para reunirme de nuevo con el resto. ¿esperaba que no tardaran demasiado? Odiaba que me apartaran mucho de mis estudios, sobre todo si era para cazar pellejudos.

Las hermosas piernas de la señorita Clarence les guiaron hasta el despacho del regente. El lujo casi supuso un impacto en los ojos del asiático. Trató de inspirar hondo, como si quisiera regalar a sus pulmones una cara ración de aire puro, por cortesía de la Tyrell.

Observó en silencio cómo su nuevo compañero se acercaba a la serpiente del acuario. Los movimientos del reptil parecían de un ser de otro mundo, casi hipnóticos. John nunca había visto una serpiente tan próxima. ¿Sería real? O quizá una perfecta imitación. Lo que le llevó a pensar en si la brillantez del trabajo de la Tyrell podría incluso mejorar al espécimen original. El novato tuvo una sensación desagradable. Pensó en la siniestra idea de ser reemplazado por uno de los “trabajos” de la corporación. Lo haría mejor y más rápido…

Se obligó a salir de sus negativos pensamientos y se concentró en la tarea para la cuál había venido. Se desabrochó los botones de su abrigo y se ajustó el nudo de la corbata. Con paso lento, se aproximó hacia la lujosa mesa de mármol. Era hora de hablar con quien organizaba aquel “cotarro”.

Pensó que sería un buen gesto dejar hablar a su nuevo compañero, a fin de cuentas, parecía bastante más curtido que él. De Zarkov no iba a esperar mucho, parecía la viva imagen de un evaluador que ardía en deseos de llevar su informe a Bryant y terminar una botella de whiskey. Así que se limitó a ofrecerle una mirada de camaradería profesional y regresar su atención en Mercer. 

Maravillosa, ¿verdad? - Una voz masculina atraviesa la cortina desde la puerta al final del pasillo.

Un hombre asiático, con perilla y cabellos bien peinados y ataviado con un caro traje caminaba rápidamente hacia los invitados. - Tranquilos, no les morderá, no es auténtica. No sería bueno para los negocios tener una serpiente real durante mis reuniones. Alguien podría salir herido... - Conforme el hombre se acercaba a los agentes ya extendía el brazo para estrechárselo uno a uno. - Soy Xuang Shao, el nuevo director ejecutivo de Tyrell Corporation tras lo ocurrido al señor Tyrell. Ni más decir, que represento a la junta de accionistas. - Después de saludar a los caballeros se dirigió hacia la ventana y se quedó unos segundo allí mirando hacia el exterior, la vasta zona industrial y sus bocanadas de fuego extendiéndose hacia el cielo por las chimeneas que parecían alzarse hasta el mismísimo cielo. -  Una corporación tan grande no puede llevarse por una sola persona, el doctor Tyrell debía de tener una resistencia mental enorme...

Se giró hacia los Blade Runners mientras juntaba sus manos con un sonoro golpe para frotárselas después. - Bien caballeros, ya me han informado. ¿Qué necesitan de esta humilde compañía?

Xuang Shao.

Director ejecutivo de la Tyrell Corp. Etiquetas y mas etiquetas. Así es como un tío con cara de rata pocha y mas dinero del que a mi me cabría en los bolsillos, hacia su propia presentación. Pero lo que mas gracia me hacía de ese hombre era lo falso que podía llegar a ser.

Si, veréis. Cuando alguien suele decir que es humilde es como una paradoja. Así como decir que el señor Tyrell era... imprescindible cuando posiblemente el resto de los accionistas estuvieran deseando quitarle de en medio. no por nada en especial, pero la gente tiende a odias las cosas que no puede controlar.

Y luego estaba la ultima mentira. La maldita serpiente.

- Vamos, Señor Shao. Creo que usted y yo sabemos que si la serpiente hubiera sido de verdad hubiera dejado en entredicho la competencia de la Tyrell. Es como si un vendedor de perritos calientes en el escaparate pusiera fotografías. No se si me entiende... Disculpe mi franqueza. De verdad. No me van los protocolos demasiado.

Puede que fuera viejo, pero tampoco era conocido por callarme cuando debía. Sonrei divertido , como si lo que hubiera dicho fuera lo mas normal. Había dejado clara mi postura. Eso y que a mi con gilipolleces no me la daban.

 - Pero... vayamos al grano, señor Shao.- Levante la mano hacia John y continué- Mi nombre es Mercer Schereiber y mis compañeros son el señor John Wang y el señor Hal Zarkov. Estamos al cargo de la patrulla de Blade Runner y... digamos que necesitamos información sobre un producto suyo. Nexus 6 para ser mas correctos. ¿Le importa si el señor John le hace algunas preguntas al respecto?

Schereiber demostró ser alguien que iba al grano. Directo y sin tapujos. No se dejó amilanar por la fría estampa del Directivo ni de su omnipotente poder dentro del complejo. Una vez dejado patente que no eran uno más de sus títeres, dio paso al novato.

Éste se acercó sintiendo la mirada de Zarkov en su nuca, pero los años pasados junto al Fiscal le habían otorgado la disciplina necesaria para mostrar serenidad en los interrogatorios. Del bolsillo interior de su abrigo sintético, extrajo una fotografía cuyo contenido estaba bastante distorsionado. La dejó caer con desdén sobre el escritorio de Shao. Ésta rodó sobre sí misma desplazándose sobre la fría superficie de mármol. Recordaba las palabras de Bryant sobre evitar dar demasiada información a la Tyrell, pero en verdad, apenas disponían de ella. Así que pensó en usar lo poco que tenían como cebo.

- Hace dos semanas, nada menos que cinco de sus productos secuestraron una nave y mataron a varios ingenieros en su fuga. Puede comprobar en la imagen que sus engendros hacen bien aquello que se proponen. Le felicito. Lo malo que es que las funciones que adquieren van en contra la vida humana y ahí entramos nosotros. Como apreciará en la imagen, la crueldad de sus actos es mas que notoria.  Había oído que los hacían carentes de emociones, pero sólo alguien… o “algo”mejor dicho, con mucha rabia destrozaría así a una persona  -

John dejó unos instantes para que Shao pudiera mirar la fotografía observar el horror de la escena.

Aprovechando que el Directivo aún miraba la imagen, el blade runner continuó su exposición. – ¿Ha leído la novela de Frankenstein? Me encanta la parte en la que la creación mata a su creador, ¿No le parece? Sin embargo, la vida siempre supera a la ficción... - Hizo una breve pausa. - El transporte se ha estrellado en Los Angeles y tenemos indicios para pensar que los replicantes se han refugiado en la ciudad. ¿Qué le parece si nos da un listado de los pedidos que han sido enviados a las minas de Venus en un periodo de cuatro años? No queremos entretenerle señor Shao, seguramente querrá dedicar tiempo a reforzar la seguridad de su complejo – Dijo con una sonrisa irónica. – Déjenos hacer nuestro trabajo y le ahorraremos mala prensa a su corporación. Y probablemente algún que otro muerto -

Shao se irguió ligeramente frente a las respuestas de sus interlocutores. - Vaaya, son de esa clase de hombres que no pierden el tiempo, me gusta... - Siguió hablando separando y juntando los brazos, entrelazando sus dedos, sin moverse del sitio. - Nuestra corporación siempre se ha sentido orgullosa de cooperar con la ley y las fuerzas del estado. - Shao miró al joven agente mientras hablaba. Para luego cerrar los ojos por un momento y sonreir levemente. Sin duda le proporcionaremos toda la información que ustedes nos pidan con gusto. Pero antes... - El hombre separa los brazos señalando un par de sillas a un lado de la enorme mesa de la estancia. - ¿Les importaría tomar asiento, por favor? 

Cuando los tres agentes se sentaron, Shao hizo lo apropiado en uno de los lados. - ¿Saben? En esta misma sala, Deckard realizó un test empático a la "sobrina" de Eldon Tyrell. - Shao dibujó en el aire literalmente las comillas. - Hace 12 años, descubrió que ella era una replicante. Le costó mas de una hora de preguntas y análisis. ¿Podrían ustedes asegurarme que podrían hacerlo en menor tiempo, o que ese test de empatía ha mejorado en algún aspecto?

Sonreí abiertamente al señor Shao.

Estaba claro que el haría lo que fuera por mantener el nombre de la Tyrell fuera de todo jaleo. Ningún borrón en su expediente. Y qué mejor que empezar por la amabilidad y la cortesía que se desprendía de ese hombre. Así que tomé asiento con las manos cruzadas sobre mi estómago, esperando con impaciencia lo que tuviera que decirnos. A ser posible, respuestas a las preguntas de mi compañero.

Pero cuando llegó a lo de test me picó la curiosidad.

-Me temo, que el test de empatía sigue siendo el mismo dadas las "muestras" de que disponemos. Lo cual para ustedes es un aliciente, ya que, imagino, querrán tener un producto lo mas humanos posible.- Dije mirando a mi compañero.

Claro que habían cambiado! Sobre todo después del fiasco de Deckard. Las medidas se extremaron bastante y los métodos, pese no haber cambiado, eran mas concienzudos bajo pena de cárcel si se erraba. Por mi parte tenia ... otros métodos.

- Sin embargo, tengo algunas teorías y nuestra experiencia de Blade Runner corre en nuestro favor. No le prometo hacerlo en menos tiempo, pero si averiguar si es un replicante o no. He desarrollado un complemento al test Voig kampf. Nuevas preguntas, si lo prefiere. Estoy deseando poder llevarlo a cambio.

La evasiva del Señor Shao había resultado ser una buena maniobra. Desde luego que se había ganado a pulso su puesto. Sabía cómo manejar situaciones y había demostrado capear con los blade runners. John reconoció que tratar de coaccionar o incluso amedrentar a Shao sería una labor en extremo compleja. Así que quizá jugar a su juego durante un tiempo podría relajaría su postura y mostrar algún punto débil. Puede que los "sabuesos" encontraran alguna flaqueza durante el test. Bien en el producto o en el mismo Shao.

La idea de ver en acción a su compañero con una técnica renovada le resultaba muy atractiva, así que ayudó a desplegar el artefacto sobre la mesa de mármol y retiró su silla a una distancia que resultara cómodo para el entrevistador. 

- ¿Quién será el sujeto que se someta al test?... ¿O tal vez quiera probar Usted mismo? - Dijo el novato mirando con sonrisa irónica a Schreiber. 

- Necesitaremos ajustar la intensidad de luz de la estancia, si me hace el favor - John se recostó sobre su silla cruzando una pierna sobre la otra con un reflejo de satisfacción en su rostro.