Partida Rol por web

La verdad es que en cuanto vi lo que hacía Kyran puede que la redcap no se riese... Pero yo sí sonreí un poco. Combatir a los pirómanos con fuego era un método un poco salvaje, pero en ese momento se me hacía ideal. De repente me sentía como si las cosas nos estuvieran saliendo bien...

Sin embargo, no esperaba lo que le pasó a Neakail. Por un momento miré al jefe, y te juro que ese gruñón me dio hasta algo de pena. Joder, y mientras seguía ardiendo. Como yo. Como todos. Eso sí era un problema. Vale, quizá no todo estaba saliendo tan bien, y pecaba un poco de optimista de nuevo.

Y de repente escuché las palabras de la hijaputa, y por un momento temí caerme. Apreté los dientes, con la cabeza de repente embotada y decidí dejarme llevar. Esto era como en Mensajero del futuro, cuando Kevin Costner moribundo se levanta diciendo ¡Creo en los Estados Unidos de América! y le daba un golpe al malo de la peli que lo deja en el suelo. Bueno, quitando el detalle de que yo era más guapo. Y esperaba que aún me faltase para estar como él. Y que joder, esperaba también no tener que pegarle a la rednocker, porque si todo dependía de mis puños sí que íbamos a estar jodidos.

En cualquier caso la miré con resolución antes de mirar a un lado, con la chispa de una idea.

—Haz aparecer aquí a Lady Ban... —murmuré, aún a costa de lo que eso podía suponer para mí. Joder, esto podía salir muy bien, o muy mal. Esperaba que fuera lo primero... Y era consciente de que no era la primera vez que me había visto en esa divergencia en la última hora.

No esperé a ver cómo había salido. En lugar de eso pestañeé, queriendo aparecer al otro lado de la madre del año, y aprovechando que Kyran la estaba sujetando traté de coger lo que ella estuviera buscando.

Las palabras de Errol quedan en el aire con un fuerte tufo a Whisky que aumenta en intensidad, y se mezcla con el fuego circundante. Pronto una fuerte brisa de glamour se manifiesta en medio de la habitación e incluso las mismas llamas parecen cambiar de velocidad, y de color. Caminando desde la esquina se manifiesta la figura sólida, elegante y terriblemente molesta de Lady Bán.

La mujer, imperturbable ante el fuego, ante la situación, no parece ni siquiera confundida. Pero podéis sentir el frío que trae con ella, y aunque vuestras heridas y quemaduras pesan, es un extraño contraste sentiros con algo de frío. La Sidhe camina hacia vosotros, con su paso de realeza, atrayendo la mirada de la Redcap que sigue luchando para quitarse a Kyran de encima. Hay odio en ambas miradas, y un silencio incómodo que también arde al ritmo del crepitar de las llamas que consumen la madera con más glotonería a cada minuto que pasa.

-Detendréis esto de inmediato- dice Lady Bán, en una orden tan firme, que incluso os sentís tentados a obedecerle. Pero su mirada está fija en la redcap y ésta se la devuelve desafiante. Casi no parecería que le importase vuestra situación o el peligro al que está expuesta. Y sus palabras, como puñales de hielo puro, se clavan en vuestra enemiga también.

-Hermana mía- masculla la redcap, forcejeando todavía. Frunce el ceño. Ese preciso instante es el que aprovecha Errol para meter una mano en su bolsillo y extraer triunfalmente... un puñal. Un puñal que brilla con un aura incómoda y que llena de arcadas al Clurichaum. Un puñal que atrae la mirada de todos y os provoca repulsión casi automática. Un puñal de hierro frío que reposa en la mano del pelirrojo.

-Hey, que eso... es... mío...- se queja la redcap pero vuelve a mirar a la baronesa. -Leñes. Sois unos cabrones. Y tú, tú eres una hija de puta- insulta la redcap a la baronesa, quien, como una gárgola glacial, cambia la expresión de vuestra enemiga por algo menos sádico y gruñón. Tiene miedo.

Deanna pareció estar a punto de perder el equilibrio, y sin embargo giró sobre si misma, pisando firmemente el suelo donde se encontraba, mientras se decía a si misma que debía hacer algo. Dibujó una expresión de dolor, al observar cómo Neakail caía, de rodillas, al parecer herido, o más herido de lo que se encontraba. Se acercó, gimiendo de dolor, y aún así, esquivando a Leonore con la gracilidad y la destreza que sólo un gato habría podido emplear- Tú no, tú no eres ninguna cabrona. Tú sólo ibas a acariciarnos con ese cuchillo.

Escuchó la voz de Lady Ban, y aún así, sólo había una cosa en su mente. Aquello tenía que acabarse. No podía permitirse que el fuego la siguiera consumiendo. No podía permitirse que sus compañeros sufriesen consecuencias tan duras. No podía permitirse no volver a ver a Bella, por lo que, a pesar del temor que le suscitaba tener el cuchillo de hierro frío cerca, y sentir la presencia de la baronesa, trató de ensartar a la redcap con su estilete.

El suelo desaparece a mis pies y me veo cayendo y sintiendo que el fuego me consume. Grito al tiempo que trato de apagar aquella sensación de quemazón que me consume. El dolor es insoportable y no saber dónde iba a parar sin suelo bajo mis pies me hace sentir una angustia y un miedo que no había sentido en la vida.

No alcanzo a articular palabra alguna pues los gritos salen de mi garganta de forma incontrolable. La agonía en mi es evidente y no me deja ni pensar. Lágrimas recorren mis mejillas por impotencia y dolor.

Todo sucede rápido y su mente es incapaz de digerir los hechos. Aun tose sangre, postrado en el suelo, cuando todo su entorno se desvanece e inicia una caída en picado. La sensación de vértigo en el estómago se combina con el dolor del fuego engullendo sus tejidos, mientras aun puede notar el sabor de la sangre en el paladar. 

Emite un gemido agónico, mientras hace aspavientos en el aire, como si de pronto sus brazos fueran a tornarse alas que frenaran la eterna pero inminente caída. 

Luego el resto viene por instinto, como si su magia fuera lo que es: una extensión mas de su cuerpo. El cual solo quiere alejar las llamas y así lo invoca. Haciendo saltar el fuego de su cuerpo.

Por un momento Kyran sintió que su visión se nublaba y se perdía a sí mismo en un pozo de oscuridad. Estuvo a punto de deslizarse en la negrura sin remedio y caer... Pero apretó las mandíbulas y se aferró a la consciencia con la mente y a la redcap con las manos. No iba a dejar ir a su presa tan fácilmente.

El mundo volvió a dibujarse ante sus ojos, a tiempo para ver cómo el pelirrojo traía a la baronesa de quién sabía dónde. Se agarró a la espalda de la kithain con más fuerza al ver los refuerzos, pero tras un primer instante su mirada se afiló y se posó sobre la mujer de hielo. Que Errol era un granuja ya había quedado demostrado antes. Y el sátiro sabía bien de granujas y sus tretas. ¿Era la baronesa de verdad o sólo una ilusión? Le habría gustado estar en condiciones de contemplarla con atención para intentar dilucidarlo, pero lo cierto era que en la situación en la que estaban importaba poco si era real o no. Lo que importaba era que sirviese para que ganasen algo de ventaja. Y él no iba a aguantar mucho más sujetándola. Notaba el fuego quemar su carne y la necesidad de apagarlo se hacía tan imperiosa como el escozor de las quemaduras.

Neakail se retuerce y de repente, aún inmerso en su pesadilla, parece tomar aire y señalar hacia su lado, de repente las llamas toman una forma reptante, como si fuesen una serpiente de fuego, y comienza a reptar alejándose de él con gran velocidad, dejando una estela de virutas de madera enrojecidas y chisporroteantes.

La redcap abre sus brazos con fuerza, librándose del sátiro con molestia. Observa el cuchillo y aprieta los dientes con fuerza, haciéndolos chirriar de forma incómoda, y se queda mirando a la baronesa. -No vale la pena. No olvidaré esto, gilipollas- dice y luego, sin perder de vista a su hermana murmura.

-Sácame de aquí-

Podéis sentir el poder del Ensueño inundar el lugar, podéis ver los ojos de la Redcap con aspecto Nocker, y su mirada furiosa. Luego os lanza una última mirada cargada de cierta furia asesina. Un olor a sangre, a muerte inunda y se sobrepone a las llamas. La figura de vuestro enemigo comienza a deformarse, a hacerse fluida como humo, y en una milésima, se retuerce rápidamente en un vórtice que ocurre en medio del aire, y como un remolino de agua, glamour, su figura desaparece en un agujero en pleno aire, no dejando nada de sí detrás.

Sólo queda el crepitar de las llamas, devorándolo todo, el humo empezando a acumularse y el calor infernal que aumenta de intensidad lentamente para recordaros que, aunque la Redcap no está allí, estáis todavía en peligro mortal.

-Ahora apagad este incendio- ordena la baronesa, impertérrito ante lo que sucede a su alrededor, sus movimientos tan lentos y tranquilos como antes, su mirada tan distante, como si aquel desastre no tuviese nada que ver con ella.

Kyran tuvo que esforzarse para no caerse hacia el piso de abajo. A duras penas mantuvo el equilibrio el tiempo suficiente para ver cómo la redcap con forma de nocker se esfumaba ante sus narices. 

—Puta mierda... —maldijo en voz baja, con las mandíbulas apretadas por el dolor. 

Y ese dolor que se sumaba al calor de la estancia y le recordaba que aún estaba ardiendo, fue justo lo que el sátiro necesitaba para tirarse al suelo y empezar a rodar sobre sí mismo, tratando de apagarse. Sabía que tenían mucha prisa. Que debían coger a Alice y escapar del incendio... pero para poder hacer eso antes tenían que dejar de arder ellos mismos.

Sigo cayendo al vacío, muy asustada. La peor sensación no es saber que caigo sino que no sabía qué me esperaba abajo. Tengo mucho miedo y al mismo tiempo siento el fuego quemando mi piel pues me había deshecho de mis ropas. Grito por el dolor y por mi cabeza solo pasan pensamientos fatalistas.

Si solo hubiera podido despedirme de Sophie… Y de papá… No quiero morir así.

Puede sentir como las llaman se alejan de su cuerpo, generándole un alivio que pronto se ve empañado por el dolor remanente que brota de las heridas que el fuego ha dejado atrás. Aunque pronto pasan a ser un segundo plato ante la evidente problemática de estar cayendo al vacío y el vértigo de una muerte inminente. No puede más que gritar de impotencia.